¿Cuál fue el punto de partida político del «milagro económico» chino, al que se refiere insistentemente Den Xiaoping? Para los chinos el desarrollo capitalista es sólo un instrumento más de defensa de su civilización milenaria, contra los sucesivos cercos e invasiones de los «pueblos bárbaros». «Soy lego en el campo de la economía. Hice algunos […]
¿Cuál fue el punto de partida político del «milagro económico» chino, al que se refiere insistentemente Den Xiaoping? Para los chinos el desarrollo capitalista es sólo un instrumento más de defensa de su civilización milenaria, contra los sucesivos cercos e invasiones de los «pueblos bárbaros». «Soy lego en el campo de la economía. Hice algunos comentarios al respecto del tema, pero todos desde un punto de vista político. Por ejemplo, propuse una política de apertura económica china para el mundo exterior, pero en cuanto a los detalles o especificidades de su implementación, de hecho se muy poco.» Deng Xiaoping (citado por Kissinger, Sobre China, Ed. Objetiva, RJ, 2011, p: 331).
La historia no se repite ni puede ser transformada en receta. Aunque ella puede enseñar a los que desean aprender, como si fuese un viejo y buen profesor.
Dado el caso del extraordinario desarrollo económico chino de las últimas décadas, la explicación de los economistas acostumbra subrayar la importancia demiúrgica de las reformas liberales o la eficacia de las políticas económicas heterodoxas, a pesar de que Deng Xiaoping – considerado el padre del «milagro económico» chino- siempre haya insistido en la naturaleza política y estratégica, mucho más que económica, de su proyecto reformista. Como si él estuviese apuntando para la luna mientras los economistas insisten en mirar solamente el dedo, debido a su gran dificultad de comprender racionalidades que no se sometan a la «lógica utilitaria». Siendo así, ¿cuál fue entonces este punto de partida político del «milagro económico» chino, al que se refiere insistentemente Deng Xiaoping?
No es fácil reconstruir y sintetizar un proceso tan complejo. Pero parece no existir ninguna duda de que «el gran salto capitalista» de China comenzó a finales de los 50, con la ruptura entre el comunismo soviético y el chino. Una ruptura ideológica que se transformó en una disputa fronteriza a lo largo de la década de los sesenta, culminando con el conflicto militar del Río Ussuri en 1969. Desde allí, la URSS aumentó geométricamente su fuerza militar junto a la frontera con China, la cual respondió al cerco ruso con su primera prueba nuclear en 1964 y con el lanzamiento de su primer cohete balístico, en 1966. El sentimiento de amenaza e inseguridad creciente, llevó a Mao Zedong a convocar en 1969 a un grupo de cuatro mariscales del Ejército de Liberación Popular que habían sido purgados por la Revolución Cultural -Chen YI, Nie Rongzhen, Xu Xiangqian y Ye Jianying- con la tarea de presentar un mapa de las opciones estratégicas de China frente a los desafíos creados por la ruptura del bloque comunista. El diagnóstico de esta Comisión Militar de alto nivel fue rotundo y sus propuestas cambiaron la historia de la política exterior China.
La URSS se definió como la principal amenaza a la seguridad de China y tendría que ser contenida a través de una política militar de «defensa activa» y de una política y diplomática «ofensiva» de acercamiento con los Estados Unidos. Al año siguiente, el día 8 de diciembre de 1971, llegó a la Casa Blanca, en Washington, el mensaje del primer ministro Chou Lai, que dio inicio a una de las transformaciones geopolíticas más importantes del siglo XX. En nombre de la nueva estrategia, en la reunión presidencial de 1972, entre los presidentes Mao y Richard Nixon, Mao Zedong puso entre paréntesis las diferencias de los dos sobre la cuestión de Taiwán, y propuso al presidente Nixon una «línea horizontal» de contención de la Unión Soviética, que pasaba por el Medio Oriente y llegaba hasta Japón.
En la secuencia, y como una forma de fortalecer la capacidad defensiva de China, el primer ministro Chou Lai propuso, en 1975, su programa de las «4 modernizaciones», que fueron implementadas por Deng Xiaoping desde 1978. Siguiendo esta misma estrategia, el gobierno de Deng Xiaoping promovió, en 1979, una invasión preventiva del Vietnam, para impedir la expansión de la influencia militar soviética en Indochina, con el conocimiento del Japón y con el apoyo logístico del gobierno de Carter.
La nueva estrategia militar y económica terminó definitivamente con la Revolución Cultural (1965-1974) y fortaleció el Estado central chino, que recuperó su condición milenaria de guardián moral de la unidad y del «interés universal» del territorio continental y de la civilización china. Una sociedad multitudinaria que se ve a sí misma como una civilización superior, homogénea y con por lo menos 2.300 años de existencia, a pesar del «siglo de humillación» que le fue impuesto a China por la «barbarie europea» entre 1842 y 1945.
Después del final de la URSS, China se reaproximó a Rusia y redefinió su «mapa estratégico», pero mantuvo su fidelidad al punto de vista político de Deng Xiaoping: el desarrollo de China debe estar siempre al servicio de su política de defensa. En este sentido, si nuestra hipótesis fuere correcta y aunque la historia no se repita, lo más probable es que la nueva doctrina de Obama de contención de China fortalezca y amplíe la «economía de guerra» del país, acelerando y profundizando su «conquista del oeste» y su integración con Rusia y Asia Central.
Esta historia deja finalmente una lección sorprendente: para los chinos, el desarrollo capitalista es sólo un instrumento para defender su antigua civilización, contra los sucesivos cercos y las invasiones de los «pueblos bárbaros».
Traducción para www.sinpermiso.info Carlos Abel Suárez