Uno de los mitos duraderos sobre la guerra de Vietnam es que el ejército de Estados Unidos pudo haber ganado la guerra si los políticos y los activistas en Washington no hubieran obstaculizado a los generales. Cuando George H. W. Bush lanzó la primera guerra del Golfo en 1990 dijo que «esto no será otro […]
Uno de los mitos duraderos sobre la guerra de Vietnam es que el ejército de Estados Unidos pudo haber ganado la guerra si los políticos y los activistas en Washington no hubieran obstaculizado a los generales.
Cuando George H. W. Bush lanzó la primera guerra del Golfo en 1990 dijo que «esto no será otro Vietnam. No pediremos a nuestras tropas… que luchen con un brazo atado al costado.»
Este mito no tiene en cuenta la determinación de los vietnamitas para repeler a las tropas de Estados Unidos. Tampoco presta atención a éstas y cómo se sentían sobre la guerra. Si algunos brazos estaban atados, a menudo era porque los propios soldados eran los que se los ataban.
Como David Cortright escribe en contribución al libro, a principios de los años 1970 el ejército de Estados Unidos no estaba en condiciones para hacer una guerra, mucho menos para ganarla. En 1971, señala, la tasa de ‘ausentes sin permiso oficial’ (AWOL) hizo un récord absoluto del 17 por ciento. Uno de cada seis soldados no aparecía por su unidad.
También en 1971 el ejército registró casi 500 intentos de daños a equipamiento militar por parte de los propios soldados. Por otro lado hubo casos -en 1972 sumaban ya 500- en los que los soldados lanzaban granadas de fragmentación a los barracones de sus superiores, bien para enviarles un aviso o directamente para matarlos. Muchos veteranos e incluso algunos soldados en activo se unieron a las protestas contra la guerra. El ejército de Estados Unidos, a comienzos de los años 1970, era una casa dividida
Por entonces muchos ciudadanos se volvieron contrarios a la guerra. Se hicieron manifestaciones masivas en las calles de Washington y personalidades respetadas, como el presentador de televisión Walter Cronkite, urgían al gobierno que negociara una salida de las tropas.
700 veteranos arrojaron sus medallas por encima de las verjas de la Casa Blanca en 1971, lo cual mereció un pequeño artículo en The New York Times.
Estos actos de resistencia, sin embargo, son ignorados por la versión oficial sobre la guerra, lo que ocasiona que el mito del «brazo atado al costado» permanezca en el tiempo.
Hay un episodio particularmente emotivo: el piloto de helicóptero Hugh Thompson rememora cómo vio desde el aire los cadáveres de mujeres, viejos y niños, lo que luego se conoció como la masacre de My Lai. Aterrizó y consiguió rescatar a nueve civiles de una muerte cierta a manos de sus compañeros de armas. Más aún, Thompson dijo a su tripulación que disparasen a sus compatriotas para forzarles a abandonar la posición. «No voy a dejar que estos soldados maten a más vietnamitas», dijo por radio a sus colegas que estaban en un barco de guerra en las proximidades.
Cuando Thompson testificó ante el Congreso a finales de 1969, el presidente del Comité de Servicios Militares argumentó que el piloto, por tratar de parar la masacre, debería ser el único soldado a castigar por lo que sucedió en My Lai.
Thompson finalmente volvió a Vietnam como integrante de la ola de veteranos que buscó alguna forma de reconciliación con la gente contra la que había hecho la guerra.
A causa de ese mito no es ninguna sorpresa que Estados Unidos no haya aprendido nada de lo ocurrido en esa guerra y haya acabado atacando a Afganistán. Esta guerra dura ya más de 18 años, casi el doble que la de Vietnam.
Waging Peace in Vietnam: US Soldiers and Veterans Who Opposed the War: Editado por Ron Carver, David Cortright y Barbara Doherty.
Incluye fotografías e historias orales. New Village Press – New York – 2019
Más info: www.amazon.es/Waging-Peace-Vietnam-…
Traducción de una reseña de John Feffer, publicada el 6 de diciembre de 2019, aparecida en http://fpif.org/soldiers-who-fight-war/
Traducido por Agustín Velloso, Grupo Antimilitarista Tortuga.