Tras el hallazgo de dos maletas con explosivos cobra vuelo en Alemania la discusión sobre las medidas de seguridad en las estaciones ferroviarias, por las que transitan millones de personas diariamente.Que los trenes y estaciones ferroviarias pueden ser blanco de atentados terroristas es algo que ya había quedado meridianamente claro, a más tardar desde los […]
Tras el hallazgo de dos maletas con explosivos cobra vuelo en Alemania la discusión sobre las medidas de seguridad en las estaciones ferroviarias, por las que transitan millones de personas diariamente.
Que los trenes y estaciones ferroviarias pueden ser blanco de atentados terroristas es algo que ya había quedado meridianamente claro, a más tardar desde los atentados que cobraron cuantiosas víctimas en Madrid y Londres el 2004 y el 2005, respectivamente. Pero en Alemania esa conciencia parece haberse despertado recién ahora, después de que a comienzos de la semana fueran halladas dos maletas con explosivos, abandonadas en un tren regional de Dortmund y en la estación de Coblenza. Porque los artefactos no llegaron a explotar gracias a la buena suerte, y no debido a la diligencia de los servicios de seguridad. De hecho, uno de los bultos permaneció más de un día en custodia, antes de que alguien revisara su contenido.
Hermetismo policial
Poco es lo que se sabe hasta ahora de los avances de las pesquisas policiales. Las autoridades se limitan a decir que siguen investigando diversas posibilidades, incluyendo la de que se haya tratado de un atentado frustrado o de un intento de extorsión. Por lo demás, se negaron a comentar versiones de prensa, según las cuales en una de las dos maletas se halló una bolsa de plástico con una inscripción en árabe, de procedencia libanesa.
La fiscalía no descarta tampoco que haya pistas falsas, colocadas a propósito para confundir a los detectives, de manera que ha optado por no entregar información sobre los pormenores de la investigación, para no generar falsas impresiones ni poner en peligro los resultados. En consecuencia, la opinión pública no tiene por ahora más remedio que atar cabos por su cuenta, en base a los pocos hechos que se conocen. A favor de la tesis de un acto terrorista habla el hecho de que los dos artefactos explosivos encontrados tengan características similares. En contra, en cambio, se esgrime la forma poco profesional en que fueron construidos.
¿Como en los aeropuertos?
Sea cual fue el trasfondo real, lo cierto es que la intranquilidad se propaga entre los viajeros alemanes, que ahora se apresuran a dar aviso a la vista de cualquier equipaje abandonado. También en la esfera política cunden la preocupación y las demandas de incrementar las medidas de seguridad en el sistema ferroviario. Por ejemplo, en sectores conservadores se ha planteado la propuesta de aumentar la vigilancia mediante cámaras de video, haciéndola extensiva a más estaciones. Sin embargo, eso resulta impracticable a juicio de un portavoz de la empresa alemana de ferrocarriles, que ha hecho notar que en el país existen cerca de 5.400 estaciones. Otros argumentan que las cámaras de vigilancia sólo sirven para esclarecer hechos a posteriori, y no para evitar atentados.
Como medida preventiva podría servir, en cambio, aplicar al sistema ferroviario controles de pasajeros como los que se llevan a cabo en los aeropuertos. Sin embargo, tampoco esa opción es viable, teniendo en cuenta la cantidad de gente que se moviliza en tren. Un dirigente cristianodemócrata descartó tal posibilidad haciendo notar que ‘en Alemania viajan 30.000 trenes, que transportan a 4,3 millones de pasajeros diariamente. Y eso quiere decir que los ferrocarriles transportan a diario a más gente en Alemania que la línea aérea Lufthansa en 4 meses’. Tampoco la Policía apuesta a esta carta. Sus demandas apuntan en otra dirección: piden contratar más efectivos, aduciendo que la dotación actual corresponde a las necesidades calculadas en 1998, y subrayan que también en los aeropuertos se ha reforzado perceptiblemente la cantidad de personal en vista de la amenaza terrorista.