La defensora de derechos humanos Sultana Jaya regresó al Sáhara Occidental pocos días después de que se retomara la guerra entre el Polisario y Marruecos. Desde entonces, ella y su familia sufren el hostigamiento constante de la policía marroquí.
Sultana Jaya es una defensora de derechos humanos saharaui que vive en Bojador, una pequeña ciudad pesquera de unos 40.000 habitantes situada en la costa del Sahara Occidental. La reanudación de la guerra entre Marruecos y el Frente Polisario, después de que el Reino alauí irrumpiese con su ejército en la zona de Guerguerat, rompiendo el alto el fuego el pasado 13 de noviembre, le sorprendió en España. Regresó urgentemente a su casa para estar con los suyos y desde entonces tanto ella como su familia han sido objeto de agresiones por la policía marroquí que asedia su casa.
“Decidí volver para estar con mi familia y mi pueblo y el día que llegué en la entrada de mi ciudad me detuvieron y me inspeccionaron de forma muy violenta y humillante. Desde mi vuelta el día 19 de noviembre hasta hoy, vivimos los peores días de nuestras vidas: agredieron a mi madre el día de mi llegada, han atacado a mi hermana, causándole una herida grave en la cabeza y me han impuesto un arresto domiciliario. Nuestra casa está acorralada por más de 30 policías haciendo turnos de 24 horas que nos impiden salir, salvo a mi hermano que es quien nos trae diariamente los víveres ”.
“Vivimos los peores días de nuestras vidas: agredieron a mi madre el día de mi llegada, han atacado a mi hermana, causándole una herida grave en la cabeza y me han impuesto un arresto domiciliario”
La valentía de esta mujer es impactante. Las imágenes de ella enfrentándose indefensa a la policía no dejan indiferente y menos al venir de una persona que en 2006 perdió su ojo derecho producto de una paliza a manos de la policía marroquí en Marraquech. No fue un incidente aislado. Ella hace parte de ese movimiento de resistencia civil y pacífico a la ocupación. Es una defensora de derechos humanos y su casa, como la de tantos defensores y defensoras saharauis, un centro de actividad en el que se reúne la población saharaui y por ello objetivo de la represión marroquí.
La juventud saharaui nacida después de que España abandonara el Sahara Occidental y que ha vivido toda su vida bajo la ocupación marroquí es objeto de persecución por las autoridades marroquíes al resistirse a ser asimilada por este régimen. Jaya afirma que no tiene nada en contra de los colonos marroquíes, cuestión distinta es su relación con las autoridades de ocupación.
“Desde que tengo uso de razón he vivido en mi país, ocupado por Marruecos, y desde una edad muy temprana he sentido su rechazo. He crecido con las historias que ha vivido mi pueblo durante los primeros años de ocupación y siempre he manifestado mi lucha contra el trato recibido por el ocupante, hasta que viví estas represalias en mi propia carne perdiendo mi ojo en una manifestación”.
Respecto al papel desempeñado por Naciones Unidas y la MINURSO, contingente onusiano encargado de supervisar el alto el fuego y organizar un referéndum durante casi treinta años, y preguntada por si ha perdido la confianza el pueblo saharaui en la vía pacífica y en la comunidad internacional responde:
“Como defensora por los derechos humanos siempre he querido que este conflicto se resuelva de manera pacífica pero por desgracia veo que la ONU no hace nada para que así sea ya que su representación en el Sahara Occidental, la MINURSO, es la única misión que no tiene en su potestad velar por los derechos humanos y eso nos ha hecho dudar mucho y perder la confianza de la parcialidad de dicho organismo porque diariamente vemos cómo se violan los derechos elementales de los saharauis y la MINURSO no puede decir ni hacer nada, aunque sea para contarlo”.
Después de 45 años de violenta ocupación marroquí un sentimiento de alegría y esperanza ha despertado en el pueblo saharaui que parece confiar mas en sus propias fuerzas que en una comunidad internacional indolente. El regreso de un conflicto armado calificado de guerra de liberación nacional por involucrar a un movimiento que lucha contra la dominación colonial y la ocupación extranjera parece la única salida que han dejado al pueblo saharaui.
En las manifestaciones de la diáspora saharaui en Europa, en la salida o llegada de tropas saharauis en los campamentos de Tinduf (Argelia) o en las mismas ciudades ocupadas por Marruecos la guerra se ve como la oportunidad de conseguir la ansiada libertad, después de todos estos años de confiar la solución a la Comunidad Internacional que como respuesta ha postergado el conflicto indefinidamente o se ha posicionado con el invasor marroquí.
“Las manifestaciones en Bojador fueron acalladas a porrazos, con agresiones, detenciones y torturas de los menores en las comisarías, amenazando a los que detienen para que no vuelven a salir”
“En Bojador han reaccionado como todo el pueblo saharaui donde quiera que se encuentre, saliendo a manifestar su alegría por la respuesta del Polisario a Marruecos por haber roto el alto del fuego, pero las manifestaciones en Bojador fueron acalladas a porrazos, con agresiones, detenciones y torturas de los menores en las comisarías, amenazando a los que detienen para que no vuelven a salir”.
Denuncia que si antes de la ruptura del alto el fuego las ciudades ya estaban militarizadas ahora se han convertido en cuarteles para impedir las manifestaciones ocurridas desde entonces; los arrestos a jóvenes menores de edad y los allanamientos de las casas se repiten para asustar e impedir que nadie se manifieste.
“Desde el 13 de noviembre todas las ciudades saharauis se han llenado del ejército más todas las fuerzas de seguridad marroquíes que ya había, además de agentes vestidos de civil y controlando todo movimiento para impedir que nadie haga una foto o ningún grupo de jóvenes puedan estar juntos en una plaza para imponer un bloqueo impidiendo que salga ninguna información de lo que aquí se vive”.
El pasado día 27 de diciembre, tres activistas saharauis, defensores de derechos humanos, Dadach, Hmad Hammad y Dafa Ahmed, con años de cárcel y torturas a sus espaldas, rompieron el bloqueo y lograron desplazarse desde El Aaiún para visitarla y darle ánimos en Bojador. Un encuentro en el que seguramente les recibió con la tradicional hospitalidad saharaui para intercambiar experiencias y relatos de estas últimas semanas, tejiendo lazos de solidaridad, una práctica que les ha acompañado durante estos años de resistencia, como la melfa saharaui, la tradicional prenda y símbolo de identidad que visten las mujeres como Sultana, otro ejemplo de dignidad y rebeldía.
Luis Mangrane. Miembro del Comité de Solidaridad Internacionalista de Zaragoza.