El depuesto primer ministro de Tailandia Thaksin Shinawatra fue el primer líder político de este país que ubicó la lucha contra la pobreza como prioridad de su programa. Tras el golpe de Estado del 19 de septiembre, la pregunta es si su legado perdurará. El medio por el que el otrora todopoderoso Thaksin eligió anunciar […]
El depuesto primer ministro de Tailandia Thaksin Shinawatra fue el primer líder político de este país que ubicó la lucha contra la pobreza como prioridad de su programa. Tras el golpe de Estado del 19 de septiembre, la pregunta es si su legado perdurará.
El medio por el que el otrora todopoderoso Thaksin eligió anunciar su renuncia como jefe del partido Thai Rak Tai (Tailandeses que Aman a Tailandia) fue emblemática de su dramático cambio de suerte.
El magnate que amasó su fortuna como abanderado de la modernización de las comunicaciones y la tecnología de la información, y que apeló a la televisión y otros medios modernos para dominar la política tailandesa, envió a su partido una carta manuscrita de dos carillas y media.
«Debo renunciar a causa del nuevo ambiente», indicó en la misiva, enviada por fax a la sede del TRT en Bangkok en la mañana del martes desde Londres, donde Thaksin buscó refugio desde el golpe de Estado. «Lo hago para mantener el partido con vida», aseguró.
«Gracias por convertirlo en un partido del pueblo, con más de 14 millones de afiliados que nos confiaron el gobierno por dos periodos», agregó. La carta fue transmitida al público por el vicepresidente de TRT, Phongthep Thepkanjana.
Thaksin fundó el partido en julio de 1998 y lo convirtió en el mayor de la historia de Tailandia. Su renuncia se conoce en medio de un éxodo masivo de dirigentes: hasta el martes de mañana, su directiva había recibido casi 70 renuncias.
La situación no sorprende a nadie en Bangkok, dado que el gobierno de Thaksin, dos veces elegido en las urnas, fue desalojado del poder por tanques y tropas que irrumpieron en Bangkok en medio de aplausos y otras señales de apoyo popular.
La ira originada por casos de supuesta corrupción, nepotismo y abuso de poder abrió paso a la junta militar, que tomó duras medidas para obstaculizar el paso de TRT.
El primero de los anuncios de la junta luego de derrocar el 19 de septiembre a Thaksin, de 57 años, fue la prohibición de toda actividad partidaria. Aquellos dirigentes que hubieran violado las leyes electorales serían proscriptos por cinco años, anunció luego.
El partido de Thaksin logró 377 de los 500 escaños parlamentarios en las elecciones generales de este año.
Pero la oposición boicoteó los comicios y gran cantidad de ciudadanos, sobre todo en áreas urbanas, manifestaron su insatisfacción mediante el «no voto», variedad de sufragio prevista en la constitución tailandesa que implica un rechazo de los candidatos presentados más contundente que el voto en blanco o anulado.
«El TRT se hunde como el Titanic», tituló en su portada del martes el diario The Nation al conocer la renuncia de Thaksin.
Sin embargo, analistas y activistas por la causa de los más pobres consideran que el impacto del TRT, dominante en la política desde 2001, debería persistir, aunque el partido y su líder estén acabados.
«Te guste o no, Thaksin y el TRT le cambiaron el rostro a la política tailandesa al establecer una agenda política», dijo a IPS el periodista francés Laurent Malespina, experto en cuestiones de este país.
«No era como los otros partidos, que solían hacer campaña en torno de la personalidad de sus miembros», agregó. «A partir del surgimiento de TRT, será imposible hacer política sin una agenda.»
En las elecciones de 2001, la principal promesa de Thaksin fue la de mejorar las condiciones de vida de los pobres.
«Fue la primera vez en la historia política tailandesa que un partido político le daba tanta importancia a la pobreza», dijo a IPS Bantorno Ondam, asesor de la Asamblea de los Pobres, una coalición de organizaciones rurales y urbanas de base.
«En su momento, fue revolucionario, porque a los tailandeses les resulta muy difícil pronunciarse en favor de los pobres debido a la mentalidad feudal del país», explicó Ondam.
Antes del TRT, los partidos políticos preferían «el sistema de patronazgo, los pequeños favores», según el cual «la preocupación por los pobres era la última prioridad, no la primera».
Los resultados de esa política resultaron evidentes en amplias áreas del norte y el nordeste de Tailandia, donde viven la mayoría de los pobres de áreas rurales.
«La población pobre cayó de 13 millones a 7,08 millones» en los primeros cuatro años de gobierno de Thaksin, según calculó el Banco Mundial en 2005.
Al mismo tiempo, los ingresos agrícolas de los más pobres «aumentó 40 por ciento en el mismo cuatrienio», indicó el Banco.
El TRT determinó una moratoria de las deudas de los agricultores, un esquema de crédito especial para alentar la economía de las pequeñas comunidades y un sistema de atención universal de la salud. Y cosechó sus logros en las urnas.
Millones de pobres del campo y las ciudades acudieron a las urnas en las elecciones de 2001 y 2005. El TRT se convirtió así en una fuerza política dominante, como no se veía desde la instauración de la monarquía constitucional en 1932.
En 2005, es decir 12 años después de la irrupción de Thaksin en la actividad política, su partido se alzó con 377 de los 500 escaños del parlamento.
El hoy depuesto primer ministro fue canciller, como miembro del partido Palang Dharma. En 1998, un año después de la crisis financiera que repercutió en la economía mundial, formó el TRT.
Eran tiempos de enojo hacia las políticas neoliberales que el viejo orden político había instaurado.
Por primera vez en la historia tailandesa, un partido se alzó con una mayoría parlamentaria suficiente como para gobernar por sí solo, sin depender de frágiles alianzas. Comenzó a hablarse de la «thaksinización de Tailandia» y del «fenómeno Thaksin».
El primer ministro ejerció un virtual monopolio de la política, las instituciones públicas y la economía, al amparo de la mayoría que el electorado le otorgó al TRT.
Pero «hubo de su parte cierta falta de sinceridad que socavó la confianza que le deparaba la población urbana», dijo a IPS Sunai Phasuk , investigador de la organización de derechos humanos Human Rights Watch.
«Ésa fue la gente que se lanzó a protestar desde comienzos de este año para que Thaksin cayera», recordó el activista.
Lo más problemático para el TRT fue la serie de escándalos de corrupción que tuvieron como protagonistas a figuras del partido de gobierno.
«La corrupción incontrolada dentro del TRT demostró que el primer ministro había sido deshonesto», según Sunai. «Eso afecto los cimientos mismos de su popularidad.»