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Tres muertes kurdas para la Paz

Fuentes: Rebelión

El pasado miércoles, tres militantes kurdas fueron asesinadas dentro del local de la Federación de Asociaciones del Kurdistán en la ciudad francesa de París. Sakine Cansiz, era miembra fundadora del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y con el tiempo llegó a ser comandante guerrillera. Fidan Dogan, de 32 años, era la representante en […]

El pasado miércoles, tres militantes kurdas fueron asesinadas dentro del local de la Federación de Asociaciones del Kurdistán en la ciudad francesa de París. Sakine Cansiz, era miembra fundadora del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y con el tiempo llegó a ser comandante guerrillera. Fidan Dogan, de 32 años, era la representante en Francia del Congreso Nacional de Kurdistán. La tercera víctima es Leyla Soylemez.

Difundida la noticia, inmediatamente comenzaron los rumores y los cruces de acusaciones. El primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan no dudó en señalar que el triple crimen se debió a una interna dentro del PKK. Por otro lado, las autoridades del prokurdo Partido por la Paz y la Democracia (BDP), no titubearon en advertir que podría tratarse de muertes a manos de sicarios del gobierno turco. La agencia AFP informó que «un especialista sobre la comunidad kurda en Francia» barajó varias hipótesis posibles: «un ajuste de cuentas dentro de la comunidad kurda, la acción del movimiento de extrema derecha turco «Lobos grises» o un crimen por dinero o venganza personal».

Lo cierto es que el múltiple asesinato se dio a pocos días de darse a conocer conversaciones entre representantes del gobierno turco y Abdullah Ocalan -fundador y líder del PKK-, relativos a una salida pacífica al conflicto armado que lleva tres décadas y ha costado la vida de unas 40 mil personas, en su mayoría civiles kurdos. Y que las tres mujeres, que serían refugiadas políticas, tenían balazos en la cabeza.

El linaje de la paz

Casi un año atrás, el 24 de enero de 2012, el senado francés ratificó una ley sancionada en la cámara baja que produciría urticaria a la administración turca. Se trataba de una sanción penal y económica de un año de prisión y el pago de una multa de 45 mil euros, a quienes negaran el genocidio armenio cometido por la administración turca entre 1915 y 1917. Indignado, Tayyip Erdogan salió al cruce de la ley calificándola de «racista». Es «una masacre a la libertad de opinión», dijo.

Las tensas relaciones entre Turquía y Francia se remontan al último siglo del imperio otomano. Los franceses apoyaban a los cristianos en tiempos en que las leyes otomanas favorecían a los musulmanes. Poco a poco este apoyo fue socavando el poder del imperio hasta que, finalmente, con la primera guerra mundial fuera derrotado por los aliados.

Unos 600 mil armenios viven hoy en Francia, descendientes de quienes debieron fugarse de las masacres acaecidas en Turquía. La población armenia es mayor a la kurda, cuya comunidad en Francia es de 150 mil personas; aunque sean igual de molestas. No hay una relación directa entre el triple crimen de las militantes kurdas y las tensiones entre Francia y Turquía, a no ser en que ambos gobiernos venían entrecruzándose amenazas en pos de logros políticos internos. Francia, con un Nicolás Sarkozy en debacle, arremetía contra Turquía a la vez que acrecentaba sus ventas a aquel país. Turquía, con un primer ministro reelegido, fortalecía el discurso nacionalista de la negación a la vez que se fortalecía en la región siendo el socio más influyente de la OTAN en la guerra civil de Siria; un conflicto alentado entre otros por Francia.

Con motivo de la ley citada, una parte de la población turca boicoteó a empresas francesas como el supermercado Carrefour o la agencia de noticias Euronews. La negación por parte del estado turco en reconocer las matanzas de armenios como «genocidio» encuadra en su política de nagacionismo respecto de las minorías que habitan dentro de sus fronteras.

A partir del triple crimen, el presidente francés declaró que una de las víctimas «era conocida para mí y por muchos políticos porque vino a reunirse con nosotros regularmente». Teniendo en cuanta que una de ellas, Sakine Cansiz, era miembra fundadora del PKK, el primer ministro turco Erdogan manifestó hoy su aturdimiento en un discurso emitido por la CNN turca. «¿Cómo puedes reunirte por rutina con miembros de una organización catalogada como grupo terrorista por la Unión Europea y buscada por la Interpol?, ¿Qué clase de política es esta?»

La paz con sangre entra

Pareciera que hablar de paz no siempre supone hablar en términos pacíficos. Días después de que se difundieran conversaciones entre el líder kurdo Öcalan y miembros de la inteligencia turca, y con miembros del Partido por la Paz y la Democracia (BDP), el ejército turco no dejó de atacar a los rebeldes del PKK. En ese mismo contexto es que fueron ultimadas las tres militantes kurdas en Paris. Es como si los efectos de la pólvora suplieran los silencios del diálogo.

El mismo síndrome se da en el caso colombiano. Desde que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) anunciaran una tregua el 20 de noviembre de 2012, se sucedieron 31 muertes en combates con el ejército de Colombia. En tanto el viernes 11 de enero el ministro de defensa de ese país, Juan Carlos Pinzón, declaró «La Fuerza Pública colombiana seguirá sin descanso, como lo obliga la Constitución y lo demanda el pueblo colombiano entero, persiguiendo a todos los criminales, no importa si es terrorista de las FARC o del ELN».

El inicio del diálogo a puertas cerradas entre representantes del gobierno turco y el referente máximo de los kurdos turcos, encarcelado en absoluta soledad en la prisión de la isla de Imrali desde 1999, se encuadra en el contexto regional con el discurso del presidente sirio Bachar Al Assad en el que éste prometió elecciones libres como oferta unilateral a la paz. Siria atraviesa una guerra civil desde hace casi dos años en la que se han involucrado, entre otros países, Turquía con la provisión de armas a los rebeldes sirios. El gobierno de Turquía pretende que la violencia en Siria no favorezca a afirmar la autonomía de los kurdos asentados en ese país, ya que son vecinos colindantes de los kurdos turcos y kurdos iraquíes. La autonomía de los kurdos en Siria se sumaría de hecho a la ya instalada en el norte de Irak. Ambas autonomías podrían anexar los territorios kurdos en Turquía.

La paz con sangre entra y Turquía no es una excepción al aforismo que se me acaba de ocurrir. El 9 de enero, apoco de comenzar las conversaciones con Ocalan, 14 guerrilleros del PKK y un soldado turco murieron durante un enfrentamiento en Hakkari.

En esto de hablar de paz con sangre en las manos, las tres militantes kurdas asesinadas en Paris no habrían muerto en vano, algo aportarán sus muertes cuando se hablen de sus vidas en el proceso de paz.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.