Al menos 16 civiles afganos resultaron ayer muertos después de que soldados estadounidenses abrieran fuego contra la multitud tras sufrir un atentado suicida contra su convoy en Nangarhar. La versión del Ejército norteamericano sostiene que las tropas cayeron en «una emboscada múltiple» lanzada en esa provincia, situada al este de Afganistán. PublicidadanapixelEl suceso ocurrió por […]
Al menos 16 civiles afganos resultaron ayer muertos después de que soldados estadounidenses abrieran fuego contra la multitud tras sufrir un atentado suicida contra su convoy en Nangarhar. La versión del Ejército norteamericano sostiene que las tropas cayeron en «una emboscada múltiple» lanzada en esa provincia, situada al este de Afganistán.
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El suceso ocurrió por la mañana a las afueras de la capital provincial, Jalalabad, en la carretera que enlaza con Torkham, en la frontera con Pakistán, informó a Efe el portavoz de la policía provincial, Abdul Ghafour Khan. Según Khan, tras el ataque contra uno de los vehículos del convoy, los soldados abrieron fuego contra la multitud y causaron ocho muertos y el mismo número de heridos.
La confusión reinaba ayer sobre el balance de víctimas. Tras haber anunciado la muerte de 16 civiles, la coalición dirigida por Estados Unidos rebajó sin explicación esta cifra a ocho muertos, contradiciendo a la anunciada poco antes por el ministro afgano del Interior.
Según ese ministerio, 10 civiles murieron en el tiroteo abierto por los soldados en respuesta al atentado suicida contra su convoy, que fue reivindicado por los talibán. Un herido, Tur Gul, declaró a AP: «Abrieron fuego contra todo el mundo, los que iban en vehículos y los que iban a pie».
«Es difícil saber cuántos civiles han muerto en el atentado por tiros de la coalición o de los insurgentes», declaró a France Presse un portavoz de la coalición, añadiendo que hay una investigación en curso.
Centenares de afganos enfurecidos se dieron cita en el lugar del suceso y bloquearon durante varias horas la carretera, en la que todavía se podían contemplar con claridad ocho vehículos con impactos de bala. Los manifestantes gritaron «Muerte a América» y «Muerte al presidente», este último lema en referencia a Hamid Karzai, el mandatario afgano. Según la versión norteamericana, difundida en un comunicado, un «vehículo que portaba un artefacto explosivo improvisado detonó cerca» del convoy cuando éste patrullaba cerca del aeropuerto de Jalalabad.
«Defender a la patrulla»
El comunicado describe lo ocurrido como «una emboscada compleja que implicó fuego de arma corta enemiga desde diferentes direcciones», contra la que los norteamericanos dispararon «para defender a la patrulla». Doce de los civiles murieron en el lugar y otros cuatro posteriormente a resultas de sus heridas, añadía la primera versión estadounidense.
Los 24 heridos civiles fueron trasladados a dos hospitales mientras un soldado recibió tratamiento en una base próxima. «Lamentamos la muerte de ciudadanos afganos inocentes como resultado del acto cobarde de los extremistas talibán», dijo un portavoz citado en el comunicado, el teniente coronel David Accetta. «De nuevo -añadió- los terroristas han demostrado su evidente indiferencia por la vida humana atacando a las fuerzas de la coalición en un área poblada, sabiendo perfectamente bien que afganos inocentes serían asesinados y heridos en el ataque».
Accetta añadió que el episodio -el que más víctimas civiles se ha cobrado en lo que va de año- está siendo investigado por las fuerzas afganas y norteamericanas.
Varios civiles han perecido en manos de la Alianza Atlántica y de la coalición internacional en distintos incidentes, similares al acontecido ayer. Estos terribles sucesos han tenido lugar en los últimos meses, y se han centrado en el sur de Afganistán, donde los talibán están muy presentes con sus ataques y los atentados suicidas son frecuentes.
Los rebeldes han anunciado que están preparando una sangrienta ofensiva para esta primavera y han amenazado con intensificar su campaña de atentados.
El pasado martes, 20 personas, entre ellas dos soldados de la coalición, perdieron la vida en un atentado suicida reivindicado por los talibán. El ataque se produjo en la entrada de los cuarteles generales de la coalición en Bagram, 60 kilómetros al norte de Kabul, la capital afgana.
Precisamente esa mañana, el vicepresidente estadounidense, Dick Cheney, se encontraba en la zona. Cheney salió ileso, pero el atentado daba fe de la primavera violenta augurada por los talibán.
La muerte, el sábado, de dos soldados británicos de la OTAN en la provincia de Helmand (al sur del país), según informó ayer el ministerio británico de Defensa, confirmaba la amenaza, elevando a 50 el número de militares británicos muertos desde 2001.