La “modernidad” que el mundo occidental ha tratado de imponer a sangre y fuego en todo el planeta, ha alcanzado unos niveles de violencia e inescrupulosidad muy peligrosos para la humanidad. La unipolaridad impuesta por los Estados Unidos después de la destrucción de la Unión Soviética creyó no tener límites y se convirtió en la peor plaga para el genero humano. El robo, la expoliación y el abuso continuado de occidente durante los últimos cinco siglos, basado en un supremacismo enfermizo y falso, llegó a la cumbre durante las dos primeras décadas del siglo XXI, cuando consideraron, una vez más, que el mundo les pertenecía y que podían violar impunemente las normativas y convenciones internacionales, empezando por la propia Carta de las Naciones Unidas (NNUU).
Si incumplir con los tratados y convenios firmados formalmente no les preocupaba, si estaban por encima de las decisiones del Consejo de Seguridad de las NNUU, que podía esperarse del compromiso de palabra establecido entre Milaíl Gorbachov y George Bush en Malta en 1989, de no expandir la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) hacia los antiguos Estados miembros del extinto Pacto de Varsovia y menos aún hacia las ex-Repúblicas Soviéticas. Sin embargo, cuando menos falta hacía una organización defensiva de grandes magnitudes, ya que no habían naciones poderosas opuestas militarmente a occidente, que pudieran considerarse un potencial peligro para su seguridad, la OTAN decide crecer de manera ofensiva e incorpora en sus filas a prácticamente toda la Europa Oriental.
El golpe de Estado en contra del presidente Yanukovich en Ucrania en 2014 era el siguiente paso para agregar al instrumento de guerra occidental, la OTAN, a Ucrania, Moldavia y Georgia, amenazando aun más la seguridad de Rusia y la paz mundial.
El gobierno impuesto fue desde el primer momento un gobierno títere, peligroso, agresivo, rusofobo y nazista, capaz de asesinar, segregar y violar los derechos humanos de los ciudadanos por su idioma, sus creencias religiosas o ideas políticas. Un peón dispuesto a sacrificar por occidente “hasta el último ucraniano”, una pieza subordinada totalmente a Washington y Londres.
Ucrania se ha convertido en una nación tóxica, cargada de unos principios muy negativos, encabezados por el rebrote de las ideas nazistas en su dirigencia y parte de su población, que les permite, sin bochorno, involucrarse en la trata de personas, incluyendo niños, comercio de órganos humanos, narcotráfico, castigos públicos inhumanos, agresión a templos religiosos, clausura de partidos y medios de comunicación, etc. La corrupción es otro gran mal que le carcome a todo nivel, buena parte de la “ayuda extranjera”, financiera, humanitaria y militar que llega es robada y negociada con el crimen organizado y el terrorismo, lo que será en el futuro inmediato un grave problema de seguridad para el mundo entero.
Es descabellado que el gobierno ucraniano, dada la profunda descomposición de su gobierno y sociedad, que además entregó su soberanía y dignidad al imperialismo, pretenda obtener el apoyo de las naciones del Sur Global para optar a posiciones en los organismos multilaterales. Afortunadamente cada vez más las presiones del Occidente Colectivo influyen cada vez menos en las decisiones de las naciones de la “periferia”, que suman casi el 80 % de los países de las NNUU. Por su parte América Latina y el Caribe está honrando lo firmado en la II Cumbre de la CELAC en La Habana en 2014, en la cual se comprometió a mantener el área como zona de paz, por lo que debe asegurar su neutralidad negándose a entregar material bélico e impidiendo el reclutamiento de mercenarios en sus naciones.
Al régimen de Kiev le han estado impulsando a la autodestrucción y en la conferencia sobre la paz en Ucrania, planificada para los próximos días en Suiza, es bien probable que le den la última estocada. Los miles de millones de euros y dólares entregados por Estados Unidos y la Unión Europea (UE), no cambiará el desenlace de la Operación Militar Especial. Entre más tiempo pase más territorio, históricamente de influencia rusa, perderá por el este, sin olvidar que los polacos, rumanos y húngaros por el oeste, tienen reivindicaciones territoriales pendientes con Ucrania que probablemente quieran hacer valer ante un país derrotado y disminuido. Hacer que Ucrania se empeñe en una iniciativa de paz unilateral e irreal es la peor ayuda que occidente le pueda dar, lo cual se agrava con el hecho de que Zelenski dejó de ser el presidente legítimo según la Constitución ucraniana.
La mediática occidental ha tratado de imponer una matriz según la cual el presidente Putin y Rusia están aisladas internacionalmente, han gastado ingentes cantidades de recursos para tratar de imponer este aislamiento. Según ellos la “comunidad internacional” está en contra de Rusia y a favor del “mundo libre”, pero la realidad es terca y ha demostrado que al final el que quedó aislado fue occidente, dando muestras de estar en un proceso de descomposición irreversible, en el cual uno de los principales catalizadores ha sido la existencia de “centros” de resistencia y oposición a la pretensión occidental de continuar ejerciendo el control sobre el mundo, con el único propósito de mantener sus privilegios racistas y clasistas. La existencia y consolidación del BRICS+, la Organización de Cooperación de Shanghái, la Unión Africana, la Unión Económica Euro Asiática, el ALBA-TCP, ASEAN, OPEP+, etc., demuestran que Rusia está plenamente integrada en el lado positivo de la historia y de los pueblos que están dejando atrás la unipolaridad y están construyendo un mundo multipolar y pluricéntrico.
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