Um Kultum, la legendaria cantante egipcia conocida como «la voz de Egipto», no solo era famosa por su poderosa voz y su entrega emocional, sino también por su característica presencia en el escenario, particularmente su uso de un pañuelo blanco. Este pequeño accesorio se convirtió en una parte icónica de sus actuaciones, que tenía un significado práctico y simbólico.
Mientras escuchaba a los analistas políticos occidentales balbuceando sobre Irán en la radio la semana pasada, pensé en Um Kultum y en la tendencia de Occidente a filtrar los modos de expresión no occidentales, ya sean musicales o políticos, a través de sus propios marcos, a menudo sin tener en cuenta la profunda lógica emocional que hay en juego.
El maqamat de Um Kultum (un sistema de modos melódicos, como las escalas en la música occidental, con estructuras y reglas más complejas) y el cálculo estratégico iraní surgen de tradiciones que tiene su propia coherencia interna, pero a menudo quedan reducidas a caricaturas cuando se ven a través de paradigmas occidentales.
Su música no era solo entretenimiento; era portadora de memoria cultural, resistencia política y sofisticación poética. Canciones como Al Atlal estaban impregnadas de poesía árabe clásica y de anhelos postcoloniales, sin embargo los medios occidentales a menudo la calificaron de diva y no de fuerza cultural que dio forma a la identidad árabe durante la decolonización.
Los medios occidentales a menudo califican de escaladas o de irracionales las respuestas militares de Irán, como su reciente ataque con misiles a una base estadounidense en Qatar. Pero desde la perspectiva de Irán, son signos calibrados: «Responderemos, pero no queremos una guerra total». Um Kultum expresó su música de la misma manera que un científico balístico usa ecuaciones, calculando el impacto emocional de cada nota. Pero todo lo que Occidente escuchó de ella fue un «gemido primitivo» o un «espectáculo emotivo», sin comprender el tarab, el estado profundamente introspectivo y casi espiritual de éxtasis musical que provocaba en su audiencia.
Los marcos interpretativos de Occidente son herramientas del poder blando, una estructura de borrado, que otorga legitimidad a lo que entiende y margina lo que no. Al hacerlo, no solo malinterpreta al otro, sino que también pierde oportunidades de una llegar a una conexión más profunda.
Los ataques de Irán evitan bajas masivas, lo que indica moderación. La represalia sigue a la provocación y no al revés. Su doctrina militar, moldeada por los recuerdos de la guerra entre Irán e Irak y décadas de sanciones, gira en torno a la supervivencia.
En cambio, la doctrina militar de Israel se basa en los ataques preventivos, la disuasión y el control rápido de la escalada. La doctrina Dahiya implica una fuerza desproporcionada y la destrucción de la infraestructura civil en zonas utilizadas por actores no estatales como Hezbollah o Hamas; su opción Samson implica la destrucción a través de energía nuclear no declarada.
Cuando el líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei, advierte que la intervención militar de Estados Unidos causa «daños irreparables», no se trata solo de una amenaza, está evocando una cosmovisión teológica donde el martirio, la resistencia y la justicia divina están profundamente entrelazados.
La resistencia contra los Estados Unidos, Israel y el disenso interno es una lucha sagrada en el Irán posrevolucionario, lo que refuerza la idea de que un resultado posible podría ser el martirio. La justicia divina (‘Adl en la teología suni ta, ‘Adalah en la teología chiíta) es un atributo fundamental de Alá, que juzga a todos los seres humanos con perfecta equidad. Para Jamenei, la supervivencia no consiste simplemente en el poder político, consiste en legitimidad espiritual. Las amenazas israelíes de eliminarlo son sacrílegas y fueron condenadas por los líderes iraníes de grupos religiosos minoritarios: cristianos, judíos, zoroastrianos y mandeos.
En cambio, la cosmovisión teológica sionista está ligada a una entidad política específica. La justicia divina (tzedek o mishpat) en el judaísmo está estrechamente ligada a la teología del pacto, la justicia de Dios se expresa a través de su alianza con el pueblo judío, y recompensa la obediencia y castiga la desobediencia. El sufrimiento histórico (por ejemplo, el exilio, los pogromos, el holocausto) se interpreta a veces como castigo divino, mientras que el establecimiento de Israel (1948) se considera una restauración de la justicia. No hay duda de que los miembros del movimiento judío Gush Emunim consideran que los misiles iraníes que cayeron sobre Tel Aviv y Haifa son su castigo por no haber cumplido con su obligación divina de tomar el control total de Cisjordania y la Franja de Gaza.
El concepto islámico de ṣabr (صَبْر) , que se traduce como paciencia, firmeza o resistencia, tiene profundas raíces en la retórica y el comportamiento de Irán en tiempos de guerra. Para los líderes iraníes ṣabr es tanto una virtud religiosa como una postura estratégica. Es resistencia bajo las sanciones, los asesinatos y los ataques militares, una forma de resiliencia divina, y una no espera pasiva. Es «moderación calculada», arraigada en la teología chiíta y el legado de Karbala, donde la victoria moral se logra a través del sufrimiento y la perseverancia.
Por el contrario, la doctrina de Israel enfatiza la prevención, la velocidad y la fuerza abrumadora. Su relato se construye en torno al «nunca más», un ethos postholocausto utilizado para justificar respuestas rápidas, a menudo desproporcionadas (es decir, catastróficas) respecto a las amenazas percibidas. Mientras que Irán habla de dignidad a través de la resistencia, Israel habla de supervivencia a través del dominio.
Cuando Um Kultum cantó «للصبر حدود» («La paciencia tiene sus límites»), estaba expresando un poderoso límite emocional, una declaración de que incluso el amor más profundo no puede justificar el sufrimiento sin fin, y ahora, especialmente después de asesinatos de alto perfil y ataques a los intereses iraníes, Teherán ha comenzado a cambiar. La postura tradicionalmente comedida está dando paso a una confrontación más directa: ataques con misiles, amenazas públicas y gestos simbólicos como el sermón de Jamenei con un rifle a su lado. La postura de Um Kultum tenía que ver con la dignidad emocional, la postura en evolución de Irán se hace eco de un umbral similar, donde la resistencia ya no se considera virtuosa, sino cómplice. La resonancia cultural es sorprendente: ambos hablan de un momento en el que la paciencia se convierte en una forma de autoborrado, y la acción, por costosa que sea, se convierte en una reivindicación de la agencia.
Los gobiernos y los medios de comunicación occidentales han interpretado la moderación de Irán como vacilación estratégica o falta de capacidad, debilidad interna debido a la tensión económica o a la disidencia política, temor a una escalada o disuasión por parte de una potencia de fuego israelí o estadounidense superior, pero esto pasa por alto lo fundamental. Esta lectura errónea lleva a errores políticos; por ejemplo, los líderes occidentales a menudo instan a Irán a «desescalar» después de los ataques israelíes, ignorando el derecho legal de Irán a la defenderse según el Artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas. Este doble rasero refuerza el relato iraní de la hipocresía occidental y alimenta su determinación de actuar según sus propios términos.
Al igual que se despojó a la música de Um Kultum de su contexto político y cultural, las políticas de Irán, tal como las ven los medios occidentales, también están divorciadas de las dinámicas regionales y las presiones internas que las moldean.
Por ejemplo, el apoyo de Irán a Hezbollah en el Líbano, a Hamas y a la Yihad Islámica Palestina en la Palestina ocupada, a varias milicias chiítas en Irak, a los hutis en Yemen y a otros en Siria y Bahrein representan un «eje de resistencia» más amplio contra la influencia occidental y la ocupación israelí. Estos actores no estatales son movimientos de resistencia legítimos, no «terroristas», como los considera Occidente.
Incluso estando bajo el sha (es decir, antes de la Revolución Islámica), Irán apoyó a grupos en el extranjero para contrarrestar a los rivales regionales. Al empoderar a los aliados más allá de sus fronteras, Irán extiende su influencia y crea amortiguadores contra adversarios como Israel, Arabia Saudita y Estados Unidos. El apoyo de Irán a actores no estatales es una piedra angular de su estrategia regional, conformada por una mezcla de ideología, cuestiones de seguridad y ambición geopolítica.
El relato occidental sobre el apoyo de Irán a los actores no estatales se presenta como desestabilizadora, mientras que rara vez se da el mismo peso analítico a sus preocupación por la seguridad, por estar rodeado por las bases estadounidenses y vecinos hostiles, especialmente uno con armas nucleares.
Estados Unidos también ha utilizado a actores no estatales como herramientas de proyección asimétrica del poder en Afganistán, Nicaragua, Guatemala, El Salvador y Libia, por nombrar algunos. Israel también tiene un largo historial de operaciones discutibles, particularmente a la hora de recopilar información y con sabotajes, a menudo a través de actores no estatales, colaboradores locales o unidades encubiertas. Si bien no mantiene una red proxy (de intermediarios) formal como la de Irán, ha aprovechado las relaciones tácticas y los activos clandestinos para ampliar su ámbito de acción, especialmente en países como Siria, el Líbano e Irán.
Pero es justo decir que el equilibrio de la autoridad moral ha cambiado a favor de Irán. A pesar de que los medios occidentales retratan regularmente a Irán como un actor canalla y las intervenciones de Estados Unidos como acciones a favor de la estabilidad o la democracia, países de África, Asia y América Latina no consideran a Irán un actor canalla, sino un símbolo del desafío del dominio occidental. Las naciones que soportaron el imperialismo occidental se identificaron con el relato de Irán de resistir la presión de Estados Unidos e Israel. En su condición de países que buscan afirmar su independencia en un mundo multipolar, admiran la negativa de Irán a someterse a sanciones o amenazas militares, o a que se interfiera en su soberanía.
La adhesión formal de Irán a los BRICS en 2024 fue una gran victoria diplomática y a pesar de la influencia israelí entre algunas naciones, los BRICS no han condenado rotundamente la estrategia proxy de Irán. En cambio, han hecho hincapié en la desescalada, la soberanía y la diplomacia multipolar, un guiño tácito a la legitimidad de Irán a resistirse a lo que claramente son excesos occidentales. En resumen, la guerra no es solo una contienda militar; es una batalla de relatos y los proxys de Irán están ayudando a ganar corazones y mentes en lugares que Washington y Tel Aviv a menudo pasan ignoran.
A menudo se nos malinterpreta sistemáticamente a quienes conformamos Oriente Medio: la liberación se traduce erróneamente por extremismo, la resistencia cultural se reduce a nostalgia y la estrategia se desestima al ser considerada fanatismo.
Cuando escuchamos la lógica estratégica de Irán, su miedo a se cercado, su memoria del golpe de 1953 y su doctrina de disuasión, comenzamos a ver que lo que a menudo se llama «provocación» es, de hecho, una forma de supervivencia. Escuchar de manera diferente significa negarse a filtrar lo que se ve y oye en Oriente Medio a través de las gramáticas occidentales de la razón o de la estrategia.
Cuando Um Kultum canta durante 40 minutos un solo verso, o cuando Irán menciona la cosmología chií en su retórica política, o cuando un poeta palestino se lamenta por medio de metáforas, Occidente no debería considerarlo un galimatías que hay que descodificar en algo familiar. Son, por el contrario, peticiones de sentarse con la disonancia y la foraneidad.
Rima Najjar es una mujer palestina cuya familia paterna proviene de la aldea despoblada por la fuerza de Lifta, en las afueras occidentales de Jerusalén, y cuya familia materna procede de Ijzim, al sur de Haifa. Es activista, investigadora y profesora jubilada de literatura inglesa en la Universidad Al-Quds, Cisjordania ocupada.
Texto original: https://countercurrents.org/2025/06/um-kulthoum-iran-and-western-governments-and-media/
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