Tariq Thachil es Profesor Asociado en el Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad Vanderbilt. Su investigación actual se centra en comprender las consecuencias políticas de la rápida urbanización y la migración interna en India. Ha hablado con The Indian Express sobre el trabajo migrante interno y circular en India.
¿Qué es único en el trabajo migrante en las áreas urbanas de India comparado con otros países y sociedades?
El trabajo migrante en las ciudades indias, y la inmensa mayoría de trabajadores actualmente en las noticias, se destaca por tres características: migración interna, informalidad y circularidad. Primero, estos migrantes vienen de la propia India, a diferencia de los migrantes internacionales que dominan a menudo los estudios sobre migración. Segundo, son trabajadores de bajos ingresos que tienen un empleo informal, lo que quiere decir que no tienen contratos formales. Muchos trabajadores migrantes realizan un trabajo por un salario diario (como los beldar en la construcción -los beldar son una casta nómada originaria del norte de India dedicada en la actualidad mayoritariamente a la construcción tanto de edificios como de carreteras. Suele trabajar toda la familia, nota del tr.-) o están autoempleados (por ejemplo vendedores callejeros). Estos empleos son obviamente precarios y diarios por naturaleza, sin protección en caso de una cancelación repentina, como ha sucedido con el confinamiento. Tercero, la mayor parte de estos migrantes no se establecen permanentemente en la ciudad. El medio urbano caro e inhóspito les fuerza a desplazarse sin sus familias. Por el contrario, circulan entre la ciudad y la aldea varias veces al año, y siguen estando profundamente enraizados en sus aldeas originarias. Todos estos factores son importantes para entender por qué los trabajadores migrantes han estado tan ansiosos por volver a sus hogares desde que se anunció el confinamiento.
Este trabajo circular e informal contrasta con el más permanente y formal que caracterizó la transición urbana de la granja a la fábrica en las economías más ricas durante la Revolución Industrial. Sin embargo, sería un error decir que la migración circular es específica de India. Los migrantes internos superan a los migrantes internacionales por tres a uno, y muchos migrantes internos observan una migración circular y tienen un empleo informal. Los migrantes informales circulares son poblaciones importantes en muchos países, de Bangladesh a Mozambique. Lo que hace única la crisis migrante de India no es la naturaleza de la fuerza de trabajo migrante, sino la brusquedad de su política pública.
¿Cuál
es su contribución a la economía india? ¿Ha sido registrada y
reconocida correcta y adecuadamente?
Sencillamente,
no, por dos razones. Primera, la naturaleza informal del empleo hace
difícil recopiliar datos fiables incluso del tamaño de esta
población, no digamos de sus contribuciones económicas. Dicho lo
cual, podemos hacernos una idea de estas contribuciones considerando
los sectores en los que el empleo está dominado por migrantes
circulares. Estudios más detallados han revelado que los migrantes
circulares son influyentes, y en algunos casos las formas
predominantes de trabajo en industrias que van de la construcción,
la fabricación de ladrillos, la minería y el trabajo en canteras,
hoteles y restaurantes y venta callejera. Muchos de estos sectores
son fundamentales para la economía india, y suponen una parte
importante de nuestro PIB.
Más allá de las estadísticas oficiales, sin embargo, hay una amplia reticencia a reconocer la contribución de los migrantes circulares. Los migrantes urbanos circulares realizan un trabajo esencial y proporcionan servicios que mucha gente quiere pero no está dispuesta a hacer por sí misma. Sin embargo con demasiada frecuencia este trabajo no es recibido con gratitud por parte de las autoridades municipales o los urbanitas más privilegiados. Los migrantes con los que he hablado ofrecen repetidamente ejemplos de acoso y maltrato por parte de sus empleadores urbanos, tenderos y residentes de clase media, y la policía local. Quizá un aspecto positivo del confinamiento será que el éxodo de los migrantes haga visible el rol esencial que interpretan para el funcionamiento de las ciudades indias.
¿Cuáles son sus estimaciones sobre el número de trabajadores migrantes en la India urbana? ¿Cuál es su estatus socio-económico y educativo general?
Esta es una pregunta sencilla con una respuesta complicada. Desgraciadamente, nos falta consenso a la hora de estimar el tamaño de nuestra población migrante circular por diversas razones. Muchas fuentes de datos oficiales usan definiciones de migración que no consiguen captar los patrones transitorios e itinerantes observados por los migrantes circulares. Por ejemplo, el punto de referencia que supone el National Sample Survey (NSS) de India recogió datos específicos sobre emigración en su 64ª serie, y descubrió que la tasa en el conjunto de India de ‘migración de corto plazo’ está entre el 1 y el 2 por ciento. Esta tasa sugeriría una población aproximada de entre 13 y 26 millones de migrantes de corto plazo. Pero esta cifra es probablemente una enorme infravaloración.
El NSS define a un migrante ‘de corto plazo’ como aquel que ha residido fuera por un plazo de hasta seis meses durante el último año, pero muchos migrantes circulares pasan la mayor parte del año trabajando en las ciudades, volviendo a casa para los festivales, cosechas, o ver a la familia. Además, el hecho de que estos migrantes vivan y trabajen en condiciones informales en las ciudades, y que circulen entre la aldea y la ciudad, hace especialmente difícil acceder a ellos mediante las encuestas estándar basadas en la residencia.
Datos alternativos sugieren que la población migrante circular india es considerable. Según el censo nacional de 2011, más de la mitad de todos los residentes rurales viven de los ingresos que hacen mediante trabajo no especializado, muchos de los cuales los hacen probablemente en las ciudades. Algunos estudiosos han recurrido a las cifras de empleo de sectores en los que domina la migración, como la construcción, para estimar el número de migrantes circulares en aproximadamente 120 millones. La verdad debe estar en el medio, pero en cualquier caso estamos hablando de decenas de millones de personas.
Hay mayor consenso en el estatus económico medio de los migrantes circulares. La mayor parte de los estudios coinciden en que la inmensa mayoría de los migrantes circulares están económicamente desamparados. Mis propias encuestas de migrantes circulares están de acuerdo con este consenso. He encuestado a 3.018 migrantes circulares trabajando por un salario diario y 1.200 migrantes trabajando como vendedores callejeros en Delhi y Lucknow. Un descubrimiento importante de esta encuesta es que los migrantes circulares son uniformemente pobres, pero diversos por casta y fe. El 27 por ciento son de las Castas Registradas, el 44 por ciento de Otras Clases Atrasadas, el 18 por ciento de castas altas y un 12 por ciento eran musulmanes. Pero el ingreso medio de los migrantes en cada uno de estos grupos sociales era prácticamente idéntico -y un 75 por ciento ganaban menos de 2 dólares al día-. Además, el 77 por ciento no tenían educación secundaria, y un 74 por ciento no tenían conexión eléctrica en sus casas en sus aldeas nativas. Por encima de la mitad de ellos tenían deudas en curso que tenían que devolver. Tal homogeneidad entre divisiones de casta y religión contrasta radicalmente con las comunidades rurales de las que proceden, donde el bienestar económico varía de forma pronunciada según la casta y el grupo religioso.
¿Le sorprendió el éxodo masivo del trabajo migrante tras el confinamiento anunciado por el gobierno?¿Podría haber sido evitado?
El éxodo de los trabajadores migrantes no me ha sorprendido en absoluto. En este respecto, no estoy de acuerdo con la reciente observación de la Corte Suprema de que el éxodo fue causado por un pánico irracional disparado por la desinformación. A menos que tengan algunos datos concretos que yo desconozco para respaldar esta afirmación, el éxodo se entiende más bien como una respuesta muy racional. Cualquier ‘sorpresa’ por parte de los observadores se debe a nuestra propia falta de información sobre estas comunidades. Específicamente, los observadores no son conscientes de lo muy enraizados que estan los migrantes circulares en sus aldeas de origen, así como las inhóspitas condiciones bajo las que deben vivir y trabajar en sus ciudades de destino. Mis propias encuestas descubrieron que la mayor parte de los trabajadores migrantes viven apretujados en habitaciones alquiladas o deben dormir en las aceras, no tienen documentos para acceder a beneficios como raciones en las ciudades, no tienen familiares en la ciudad y tienen pocos ahorros a los que recurrir. También se enfrentan al acoso de la policía y las élites de clase media, que los ven como sucios, molestos o criminales. El confinamiento les quita la única razón para soportar tales adversidades: trabajar en la ciudad. Además, dada la naturaleza del nuevo coronavirus, es completamente lógico por parte de los migrantes no estar seguros de cuándo se podrían reanudar las oportunidades de trabajo en las ciudades. ¿Por qué entonces deberían quedarse en duras condiciones lejos de sus familias?
Una respuesta más efectiva y humana hubiera considerado primero cómo podría afectar un confinamiento repentino a estas poblaciones transeuntes. Dado que la orden de confinamiento obligaba a todo el mundo a quedarse en su casa durante un periodo prolongado, es especialmente importante tener en cuenta a aquellas poblaciones que están a menudo obligadas a trabajar lejos de sus hogares. Segundo, una respuestas más efectiva hubiera decidido si priorizar mantener a los migrantes en sus ciudades de destino o ayudarles a volver con seguridad a casa. Actualmente las políticas puestas en marcha por los gobiernos a diferentes niveles van y vienen entre estas dos estrategias, imposibilitando que alguna de ellas sea útil. Si el objetivo era que los migrantes llegasen sanos y salvos a casa, los recursos se tendrían que haber dirigido a asegurar un paso seguro y claro y una estrategia de cuarentena viable para los migrantes en sus regiones de origen. Si el objetivo era que se quedasen en la ciudad, los recursos se tendrían que haber dirigido a mantenerlos sanos, albergados y alimentados (entre lo que se incluye pagarles o pausar el pago de sus alquileres y el acceso a los beneficios de los PDS -un sistema de venta de productos de primera necesidad a muy bajo precio, nota del tr.- en las ciudades.
¿Cuál es la respuestas de las aldeas cuando estos trabajadores migrantes vuelven? ¿Normalmente son bien recibidos, tanto más en una crisis sanitaria?
En mis propios viajes con migrantes que volvían a sus aldeas de origen, vi que la recepción típica era cálida en sus familias. Por supuesto, siempre hay diferencias en las experiencias. Un migrante con el que intimé se quejaba de que su familia lo trataba ‘como un cajero automático’ cuando volvió, interesados solo en el dinero que trajo a casa. Diferencias más serias dependen de las jerarquías de casta y clase en la aldea. Por ejemplo, los migrantes dalit con los que hablé se quejaban de acoso por parte de las castas altas de su aldea, especialmente si volvieron con algún signo de una recién descubierta prosperidad (ropas nuevas o regalos para la familia).
Claramente, la pandemia ha producido determinadas respuestas específicas, como las perturbadoras imágenes de migrandes siendo agrupados y rociados con productos químicos dañinos. Pero estas respuestas no son distintas de patrones duraderos de marginalización. Si acaso, estas imágenes muestran cómo los miedos avivados por una pandemia están especialmente dispuestos para ser canalizados mediante antiguos sistemas de clasificación, pureza y estigma basados en la casta, la clase y la ocupación.
¿Por qué la respuesta del estado y la sociedad india es tan radicalmente distinta con los trabajadores que emigran al extranjero respecto a los que emigran dentro de India?
Estoy seguro de que sus lectores pueden adivinar la respuesta. Ya sea en épocas de crisis o de normalidad, los estados responden a ciudadanos que son económicamente poderosos y están políticamente organizados. La llamativa diferencia en cómo tratamos a los migrantes internacionales e internos es especialmente llamativa si pensamos en las ricas diásporas internacionales, como los indios residentes en los Estados Unidos. Los datos de las encuestas indican que los indoamericanos tienen unos ingresos medios por hogar mayores que cualquier otro gran grupo étnico, incluidos los blancos no hispanos. Estas diásporas son festejadas por sus logros y envíos, y agasajadas en acontecimientos como la reunión Howdy Modi celebrada recientemente en Houston. El poder de estos grupos dio fuerzas a proyectos para ampliar su prestigio y derechos políticos, entre los que se incluye la creación de nuevas categorías de ciudadanía (como los Ciudadanos de India en Ultramar).
Por el contrario, no conozco ningún proyecto para festejar y reconocer las contribuciones de los migrantes circulares pobres. Además, no se han dedicado esfuerzos a pensar cómo ampliar sus derechos políticos en las ciudades de destino. Son pocos los proyectos para proporcionarles documentos de identificación en la ciudad para ayudarlos a asegurar sus derechos para alquilar, los beneficios de PDS o corregir los maltratos de sus empleadores urbanos, y son mayoritariamente encabezados por organizaciones de la sociedad civil. En cambio, las autoridades municipales tienden a ver a los migrantes mediante las lentes de la imposición más que del hospedaje. Los migrantes circulares sufren una considerable represión policial en las ciudades en las que trabajan. Esta actitud queda clara en los informes e imágenes de violencia policial hacia los migrantes durante la actual crisis, y el lenguaje de la imposición que impregnan las recientes órdenes gubernamentales. Tomemos por ejemplo el movimiento para convertir las instalaciones deportivas en “cárceles temporales” para aquellos descubiertos fuera durante el confinamiento, muchos de los cuales son probablemente poblaciones como migrantes circulares sin un acceso fiable a refugios permanentes.
Fuente: Indian Express (3/4/2020).
Traducción de Carlos Valmaseda para: http://espai-marx.net/?p=7332