Según ha declarado la ministra italiana de Defensa, Roberta Pinotti, «bombardear no debe ser un tabú» [1]. Así se liquida en Italia el tabú de la guerra y, con él, cae también el tabú del nazismo. En un reportaje publicado el 4 de noviembre, la agencia de noticias ANSA señala que cada semana llegan a […]
Según ha declarado la ministra italiana de Defensa, Roberta Pinotti, «bombardear no debe ser un tabú» [1]. Así se liquida en Italia el tabú de la guerra y, con él, cae también el tabú del nazismo.
En un reportaje publicado el 4 de noviembre, la agencia de noticias ANSA señala que cada semana llegan a Kiev -desde la mitad de Europa y también desde Estados Unidos- decenas de «profesionales de la guerra» reclutados sobre todo por Pravy Sektor y el batallón Azov, de tendencia claramente nazi. Los batallones neonazis forman parte de la Guardia Nacional de Ucrania, entrenada por instructores estadounidenses y británicos. En ese marco también se entrenan estos extranjeros, posteriormente enviados al Donbass a combatir contra los rusos de Ucrania. Cuando regresan a sus países, se les entrega «el pasaporte ucraniano, una especie de salvoconducto que puede servir en el mundo entero«. Más claro… ni el agua.
La Ucrania de Kiev, que de hecho ya está dentro de la OTAN, la que a su vez opera bajo las órdenes de Estados Unidos, se ha convertido en «santuario» del nazismo que renace en pleno corazón de Europa. El régimen de Kiev no sólo ha ilegalizado el Partido Comunista sino el comunismo mismo, considerado ahora como un delito. Ha transformado Ucrania en centro de reclutamiento de neonazis provenientes de países europeos e incluso no europeos, elementos que son de hecho seleccionados, entrenados y armados por la OTAN. Después de ponerlos a prueba en acciones militares reales contra el Donbass, estos individuos son enviados de regreso a sus países con el «salvoconducto» que constituye el pasaporte ucraniano. Y, ya en sus propios países, los que más méritos han acumulado pasan a formar parte del nuevo Gladio, listos, de ser necesario, a provocar nuevas «plazas Maidan» -o algo peor- en Europa.
Todo ello se hace con la complicidad de los gobiernos europeos. A quienes puedan pensar que estamos dibujando un escenario «complotista«, les aconsejamos que vean la intervención de Ferdinando Imposimato, Presidente Honorario de la Suprema Corte de Casación, ante la conferencia internacional realizada en Roma, el 26 de octubre, por el Comité No a la Guerra No a la OTAN. El juez Imposimato señala:
«En las investigaciones que he realizado sobre las masacres, desde la masacre de la Piazza Fontana hasta las de Capaci y Via d’Amelio, se ha demostrado que el explosivo utilizado venía de las bases de la OTAN.»
Era además en las bases de la OTAN, «donde se reunían miembros del terrorismo negro, oficiales de la OTAN, mafiosos, políticos italianos y francmasones, la víspera de los atentados. Y eso sucede a partir del inicio de los años 1960 sin interrupción.» [2].
Pero ante tal situación, el tabú de la OTAN sigue dominando a la izquierda italiana y europea.
En Italia, ningún partido de la oposición parlamentaria tiene en su programa la salida de la OTAN.
En Grecia, Syriza de hecho borró de su programa el objetivo de «cerrar todas las bases extranjeras en Grecia y salir de la OTAN«, al igual que el de «abolir los acuerdos de cooperación militar con Israel«, acuerdos que -al contrario- fueron reforzados con el que suscribió en julio pasado Panos Kammenos, fundador del partido de derecha ANEL, a quien el gobierno de Alexis Tsipras confió el ministerio de Defensa.
Lo mismo sucede en España, donde Podemos, que había incluido en su programa la realización de un referéndum sobre la salida de España de la OTAN, modificó ese objetivo al poner en su programa para las elecciones del 20 de diciembre una «mayor autonomía estratégica de España y de Europa en el seno de la OTAN«. Sergio Pascual, dirigente y candidato de Podemos en Sevilla, declara ahora que «respetaremos hasta la última coma de los acuerdos suscritos por nuestro país«. Y el general Julio Rodríguez, candidato de Podemos como futuro ministro de Defensa, reafirma que «la OTAN es necesaria«.
Como lo era en 2011, cuando el propio Rodríguez, ex jefe de estado mayor, colaboraba con los bombardeos contra Libia como jefe de la misión española en la OTAN.