Han pasado cinco años desde que Japón sufrió la estremecedora fuga nuclear en la planta Daiichi de Fukushima. Sin embargo, todas las secuelas del desastre han sido más graves que lo previsto debido al ocultamiento del gobierno japonés y de los grupos de interés involucrados. POLÍTICA DE OCULTAMIENTO El 30 de mayo, la Compañía de […]
Han pasado cinco años desde que Japón sufrió la estremecedora fuga nuclear en la planta Daiichi de Fukushima. Sin embargo, todas las secuelas del desastre han sido más graves que lo previsto debido al ocultamiento del gobierno japonés y de los grupos de interés involucrados.
POLÍTICA DE OCULTAMIENTO
El 30 de mayo, la Compañía de Energía Eléctrica de Tokio que administra los reactores, admitió por primera vez que su insistencia en referirse a la tragedia simplemente como «daño en el reactor nuclear» en los últimos cinco años ha «ocultado la verdad».
Ante las preguntas de la comunidad internacional acerca de las posibles consecuencias del desastre, en varias ocasiones Japón ha negado explícitamente que haya restado importancia o haya ocultado deliberadamente la tragedia y sus fatales consecuencias.
Sin embargo, los hechos han demostrado que la «fusión del reactor», cuyas secuelas son mucho más graves que el vago término de «daño», debe ser el término preciso de lo ocurrido.
Por más raro que parezca, desde el primer día de la tragedia Japón ha enfrentado incesantes sospechas acerca de su preocupante difusión de información, que fue lenta, incompleta e incluso inconsistente, como lo prueban los datos contradictorios ofrecidos por dos autoridades japonesas acerca de las influencias del agua contaminada por yodo radiactivo en mujeres embarazadas y niños.
Además, la comunidad internacional fue incapaz de tener acceso a la información correspondiente en los primeros días después de ocurrido el desastre. Incluso Yukiya Amano, jefe de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA), tuvo que visitar Japón y reunirse con el entonces líder japonés con el fin de obtener más información relacionada con el suceso nuclear.
El profesor de epidemiología ambiental de la Universidad de Okayama en Japón, Toshihide Tsuda, descubrió que la incidencia de cáncer de tiroides en niños locales que estuvieron expuestos a sustancias radiactivas filtradas, es entre 20 y 50 veces superior que el promedio nacional.
Tsuda reveló que las autoridades japonesas han negado la relación entre la radiación nuclear y la elevada incidencia de cáncer de tiroides. Además se han negado a comunicarse con él y rehuyen las solicitudes de expertos como él para asistir a reuniones oficiales sobre el tema.
Datos de la AIEA muestran que debido a la falta de información, incluso ha sido difícil evaluar con precisión la potencial influencia negativa del desastre de Fukushima en la salud pública y en el medio ambiente, aún cinco años después.
INCLINACIÓN A OLVIDAR
El radioquímico marino Ken Buesseler del Instituto Oceanográfico Woods Hole de Estados Unidos, declaró que las consecuencias del accidente nuclear de Fukushima «no tienen precedente» debido a que más de 80 por ciento de las sustancias radiactivas fugadas fluyeron hacia el mar.
Otros científicos estadounidenses también encontraron que el cesio radiactivo proveniente de Fukushima se dirigió hacia la costa Oeste del continente, con un grave impacto en peces, en el ecosistema y en la seguridad de los alimentos.
La administración del primer ministro japonés, Shinzo Abe, ha estado «ansioso por dar vuelta a la página de Fukushima» y ha mostrado una «inclinación a olvidar», señaló el periódico francés «Le Monde» en un editorial por el quinto aniversario del horror de Fukushima.
Xinhua descubrió en Japón que una «comunidad nuclear» poderosa pero ampliamente oculta en realidad es inexistente. Las compañías de energía eléctrica hicieron grandes cantidades de donaciones a funcionarios del gobierno, a instituciones de investigación y a miembros del comité encargado de establecer los estándares de seguridad de instalaciones nucleares, lo que dio lugar a una comunidad de interés ampliamente desconocida para el público.
ESPECTADORES SILENCIOSOS, VOCES CRÍTICAS
Japón parece estar disfrutando del apoyo silencioso de sus aliados en el manejo de las secuelas del desastre de Fukushima. Buesseler comentó que está consternado por la falta de apoyo de Estados Unidos a los correspondientes estudios radiactivos a lo largo de las costas de Japón y de Estados Unidos.
A Tokio le preocupa una serie de asuntos: su imagen nacional, el impacto en el turismo, la carga de atención médica y las demandas legales, entre otras. Pero nada de eso debe ser utilizado como excusa por Japón para ocultar la verdad.
Cualquier esfuerzo para silenciar las voces críticas entre el público y los medios están destinados al fracaso mientras persistan las influencias negativas del desastre de Fukushima.