Recomiendo:
0

¿Qué tan realista es la autosuficiencia china?

Fuentes: Rebelión

Hoy los paises tienen sentimientos encontrados acerca del futuro, pero claro, algunos están más seguros de sí mismos que otros. En la actualidad, son muy pocos los países en los que gane la auto-confianza. Me parece que esto le ocurre a Estados Unidos, a Europa Occidental y Oriental, Australia, Oriente Medio, y a la mayor […]

Hoy los paises tienen sentimientos encontrados acerca del futuro, pero claro, algunos están más seguros de sí mismos que otros. En la actualidad, son muy pocos los países en los que gane la auto-confianza. Me parece que esto le ocurre a Estados Unidos, a Europa Occidental y Oriental, Australia, Oriente Medio, y a la mayor parte de África y América Latina. La gran excepción al pesimismo reinante es China.
China se dice a sí misma que está llevando a cabo la mejor economía-mundo para la gente. China muestra seguridad porque creen que su modelo económico está funcionando mejor hoy en día que hace algunos años y, que lo están haciendo mejor que los demás.
China también se dice a sí misma que crece más fuerte y rápido que su entorno geopolítico; en el Este y Sudeste de Asia y en gran parte del resto del mundo.
China observa despectivamente la prioridad que Estados Unidos le está dando a su posición en Asia. Al parecer están seguros del grado de auto-control del gigante estadounidense. Y, ahora que el impredecible Donald Trump llega al poder, China piensan que puede manejar la arrogancia imperial de los Estados Unidos.
La pregunta es, ¿qué tan realista es esta auto-evaluación de China? Hay dos premisas implícitas en la auto-confianza de China, cuya validez deben ser investigadas.
La primera es,¿los países, o más bien los gobiernos de los estados, pueden controlar lo que está sucediendo con la economía-mundo?
La segunda, ¿podrán los países contener eficazmente el descontento popular, ya sea por la represión o por concesiones a las demandas populares?
Si esto último fue parcialmente cierto, alguna vez, en el sistema-mundo moderno, estas afirmaciones se han vuelto cada vez más inciertas con la crisis estructural del sistema capitalista en la que el mundo se encuentra hoy en día.
Cuando nos fijamos en la primera premisa, comprobamos que los países no tienen capacidad para controlar lo que les sucede con el sistema-mundo moderno. La mayor evidencia es lo que ha venido sucediendo, en los últimos años, a la propia China.
Sin duda, ningún estado ha trabajado tan duro como China para garantizar la continuidad de su alto rendimiento. China no ha dejado sus actividades al funcionamiento del «mercado». El gobierno de China ha intervenido constantemente en la actividad económica.
De hecho, han dictado prácticamente lo que se va a hacer y cómo se va a hacer. Sin embargo, a pesar de todo lo que ha hecho el gobierno, China se ha encontrando con preocupantes retrocesos este último tiempo.
El gobierno ha enfrentado estos contratiempos lo mejor que ha podido, pero solo ha logrado moderar la crisis, no prevenirla. No niego las acciones del gobierno chino. Simplemente insisto en que hay que darse cuenta de los límites de su eficacia.
Si nos fijamos en la arena geopolítica, China ha logrado que otros estados reconozcan su política de «una sola China». Teniendo en cuenta lo que era su situación hace cincuenta años, China lo ha hecho excepcionalmente bien en este campo. No obstante, recientemente Taiwan parece haber recuperando algo de terreno en su lucha por la autonomía. Tal vez esto sea una ilusión momentánea o, tal vez no.
La segunda premisa es aún más dudosa. Aunque los levantamientos populares contra regímenes autoritarios o corruptos no son nada nuevo, últimamente estos levantamientos son más frecuentes, más repentinos, e incluso tienen más éxito que en el pasado.
El ejemplo está justo al lado de China, en Corea del Sur. La presidente Park Geun-hye ha caído violentamente, de un día para otro, en las preferencias de la población. En estos momentos está siendo sometida a juicio político a pesar de su impresionante victoria electoral y del control que tiene sobre el aparato administrativo del estado.
Un vistazo a estos levantamientos muestran que, mientras que a menudo tienen éxito derrocando el régimen que está en el poder, ningún movilización popular ha sido capaz de crear un nuevo régimen perdurable.
No es que el gobierno chino, y el Partido Comunista de China, no sean conscientes de estas realidades. ¡Todo lo contrario! Sin embargo están convencidos que van a superar los obstáculos y lograran en los próximos diez a veinte años ubicarse como la estructura económica dominante en el mundo. Y, teniendo en cuenta esto, esperan prevalecer geopolíticamente sobre los demás, y en particular sobre los Estados Unidos.
Nadie puede estar seguro lo que pasara con esta rivalidad geopolítica. He hecho de abogado del diablo al cuestionar las dos premisas de la auto-confianza de China.
Como siempre digo yo, visualizo la situación actual del mundo como una rivalidad entre dos grupos que están combatiendo no acerca de cómo administrar el actual sistema mundial, sino más bien sobre la sociedad que debe sustituir a un sistema capitalista que ya no es viable tanto para sus super-élites, como para las clases sociales y pueblos oprimidos.