El Papa Francisco visitó ayer la Comunidad de San Egidio en el histórico barrio romano de Trastevere para un encuentro de tres horas con pobres, refugiados, personas sin techo y discapacitados, donde fue recibido por una multitud e instó a «no temer al extranjero». El Pontífice, en el 50 aniversario de la organización católica fundada […]
El Papa Francisco visitó ayer la Comunidad de San Egidio en el histórico barrio romano de Trastevere para un encuentro de tres horas con pobres, refugiados, personas sin techo y discapacitados, donde fue recibido por una multitud e instó a «no temer al extranjero».
El Pontífice, en el 50 aniversario de la organización católica fundada por Andrea Riccardi, llamó a superar los miedos que nos llevan «a considerar al extranjero, al distinto, al pobre como si fuera un enemigo».
«Cruzar las fronteras y los muros» y sobre todo continuar construyendo «una globalización de la solidaridad y del espíritu» para que «ninguno sea más extranjero», pidió.
Francisco llegó a una repleta plaza Santa María en Trastevere bajo la lluvia y tras agradecer, se permitió bromear con los presentes: «Roma tiene las puertas abiertas, pero también el cielo tiene las puertas abiertas y soltó toda el agua…».
El Papa hablo de acogida, inclusión y advirtió sobre la xenofobia como «una enfermedad antigua que puede contagiar también a los cristianos».
Subrayó la importancia de «reconstruir pacientemente el tejido humano de las periferias al que la violencia y el empobrecimiento lastimaron», al tiempo que agradeció a la Comunidad de San Egidio por su trabajo diario en ellas, junto a los últimos, comenzando por pobres y migrantes.
Al hablar de las guerras y del «futuro incierto» del mundo nombró en particular «al amado y martirizado pueblo sirio». Justamente habló hoy ante el Papa un joven sirio, Jafar, de 15 años de edad, llegado a Italia a través de los corredores humanitarios promovidos por San Egidio. Un proyecto elogiado por Francisco de nuevo, tras la experiencia del Pontífice en la isla griega de Lesbos, donde en primera persona albergó en el avión papal a un grupo de refugiados sirios, para acompañarlos hasta Roma y darles la esperanza de una nueva vida. «Hoy, aún más, prosigan audazmente en este camino. Continúen junto a los niños de las periferias con las Escuelas de la Paz, que visité; continúen con los ancianos, a veces descartados, pero amigos para ustedes. Continúen abriendo nuevos corredores humanitarios para los refugiados de la guerra y el hambre. Los pobres son su tesoro!», les dijo a los voluntarios.
En tanto el fundador de la Comunidad, Riccardi, evidenció en su saludo al Papa que «la rabia y el egocentrismo sanan si los enfrentamos con simpatía, dando razón a la esperanza y ayudamos a encontrar a los pobres, que son los verdaderos maestros de la verdad de la vida. Esta es la alegría del Evangelio que probamos», destacó.
«La edad de la rabia se puede convertir en la edad de la fraternidad y del espíritu. Vivir juntos por un mundo fraterno entre los pueblos, en las periferias y en las ciudades, es una revolución posible, si partimos del corazón y del Evangelio», agregó Riccardi.
Por su parte el presidente de San Egidio, Marco Impagliazzo, resaltó que la Comunidad quiere avanzar en la vía de la inclusión y la fraternidad: «Qué triste una Iglesia que tiene a los pobres como clientes y no como hermanos», dijo. «Esta comunidad no es de alguien, no es de una parte o de otra, sino que es para todos. Con El queremos soñar una Iglesia pueblo de todos, nadie excluido, porque la misericordia del Señor toca el corazón de todos, sin exclusiones», concluyó Impagliazzo.