Sus contactos con Bin Laden y la CIA, su condición de «doble agente» checheno, sus vínculos con la mafia rusa y las operaciones terroristas de EEUU contra la ex Unión Soviética, su paso como ministro de Defensa y vicepresidente en Chechenia, y su «extraña relación» con Putin, con quien cumple el mismo rol que desempeña Bin Laden con Bush. Un retrato completo de Shamil Basayev, terrorista criminal y héroe independentista. Responsable del 11-S ruso: la masacre en el colegio de Beslán
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Tras la matanza en Beslán las cadenas internacionales empezaron a recrear su imagen, pálida y cetrina, al estilo Bin Laden, barbudo y en traje de combate, lo que lo emparenta aún más con el líder de la legendaria red Al Qaeda.
Pero los parecidos entre Osama y el checheno Shamil Basayev superan las coincidencias físicas, sus carreras «profesionales», sus orígenes ideológicos, su aptitud de «soldados del terrorismo» (como veremos más adelante) se forjaron en una fragua común: los campos de entrenamiento de la CIA en Afganistán.
De alguna manera, y si se trazaran paralelismos, hoy Shamil Basayev, después de un largo camino por las intrincadas redes de conexión de la CIA con el terrorismo islámico, juega, para Putin, el mismo rol que jugó Bin Laden para Bush después de los atentados del 11-S en Nueva York.
Así como la masacre autoadjudicada por Bin Laden le dio a Bush el argumento para invadir Afganistán, la matanza en el colegio reivindicada por Basayev le permite a Putin cumplir su objetivo: reforzar su aparato de inteligencia y seguridad y lanzar una nueva guerra contra el «terrorismo checheno».
A Bush, al Pentágono, a los contratistas del Complejo Militar Industrial, a los financistas de Wall Street, Bin Laden y su «omnipresencia terrorista» les brindó la justificación para dos guerras de conquista de mercados en manos del «eje del mal».
A Putin, al complejo militar ruso, a las petroleras, a la oligarquía financiera y armamentista, Shamil Basayev y su sombra terrorista macabra les sirve para centralizar el poder de Moscú en la Federación Rusa y lanzar «guerras preventivas» y de conquista de mercados «amenazados» por el fundamentalismo «terrorista».
Para Bush tanto como para Putin, la lógica «contraterrorista» se sustenta en una lógica capitalista de mercado.
Detrás de cada cruzada bélica «antiterrorista» de Bush, están los fabricantes de armas que extraen su ganancia capitalista del casi medio billón de dólares anuales del presupuesto militar y de seguridad estadounidense. Están las petroleras y gasíferas que explotan y regulan los mercados multimillonarios del petróleo y la energía. Están los megabancos y megagrupos de inversión de Wall Street (Citigroup, Goldman Sachs y J.P.Morgan-Chase) que embolsan fabulosas sumas «financiando» las «reconstrucciones» de los países arrasados por los misiles y las bombas «inteligentes».
Putin, un producto reciclado del ex KGB soviético, intenta seguir el mismo camino. Emergente de las cenizas del Kremlin y de la Guerra Fría, el hoy «presidente de la guerra» de Rusia se proyecta hacia la consolidación de un Imperio ruso forjado a partir de la vieja sociedad capitalista de las armas, el petróleo y las finanzas.
Guerra y negocios: el viejo axioma que hizo grande a los Estados Unidos de Bush, también vale para la Rusia capitalista emergente de Vladimir Putin.
Y el checheno Shamil Basayev, además de los atentados contra los aviones y la matanza de niños , ya le hizo un «regalo» extra a los objetivos imperiales del presidente de Rusia.
El viernes 17 de septiembre, Shamil Basayev reivindicó la toma de rehenes en el colegio de la ciudad rusa de Beslán, en la que murieron más de 360 personas, la mitad de ellos niños, y amenazó con llevar a cabo más ataques por cualquier medio que considere apropiado.
Basayev, señalado por la TV oficial como «el hombre más buscado de Rusia», lamentó el desenlace sangriento en Beslán, y responsabilizó de ello al Kremlin. Dejó además claro que no habrá tregua en los ataques rebeldes en el futuro en su campaña por una Chechenia independiente.
El «comunicado», con el mismo tono amenazante de los que suele lanzar «Bin Laden» por la TV árabe, apareció en una supuesta web de los rebeldes, www.kavkazcenter.com, un día después que el presidente ruso rechazara mantener conversaciones con los separatistas chechenos.
Como hace Bush con cada «aparición» de Bin Laden, Vladimir Putin aprovechó la presencia aterradora de Basayev, recreada masivamente en las pantallas de TV, para ratificar su compromiso de combatir al terrorismo internacional, «allí donde se encuentre».
Los parecidos con Bush y Bin Laden, son meras coincidencias.
De la niñez al colegio de Beslam
Sus biógrafos dicen que Shamil Salmánovich Basáyev nació en 1965 en el pueblo de Vedenó, en las montañas de Chechenia. Su nombre recuerda a un gran héroe checheno, Shamil, que combatió a las tropas zaristas a comienzos del siglo XIX.
El niño Shamil provenía de una casta de guerreros.
Su abuelo había luchado contra los rusos tras la revolución bolchevique para defender el efímero emirato proclamado por Uzun Haji, y otros de sus parientes combatieron en la guerrilla en los años cuarenta. Tras la Gran Guerra, la familia Basayev fue deportada al Asia Central por Stalin, junto con la mayoría de la población chechena, por supuesta cooperación con la Alemania nazi.
Tras un frustrado paso por la universidad de Moscú, donde no pudo aprobar el curso de ingreso a la carrera de Derecho, en 1991 volvió a Chechenia y se alistó en el Ejército de la llamada «Confederación de los Pueblos del Cáucaso».
La organización formaba parte del frente de organizaciones islámicas infiltradas por la CIA, mediante el servicio de inteligencia paquistaní, durante la guerra con los soviéticos en Afganistán, y que tenía a la red Al Qaeda de Bin Laden y a los talibanes como sus grupos operativos más relevantes.
El grupo guerrillero al cual se integró Shamil, fue parte de un proyecto terrorista que la administración de George Bush padre lanzó en 1989 en las repúblicas islámicas de la Unión Soviética con el propósito de desestabilizar al claudicante régimen del Kremlin.
Tres años después, en 1994, Shamil Basayev conoció y se hizo amigo de Bin Laden, recibió «entrenamiento superior» de la CIA en Pakistán, ingresó en el eje CIA-Al Qaeda-Talibán-Pakistán y comenzó una meteórica carrera terrorista al frente de su propio grupo, que lo catapultó a la fama como el «hombre más buscado» en Rusia, y lo convirtió en un guerrero legendario y respetado de la causa secesionista chechena.
Esta condición de Basayev de «doble agente» , guerrero legendario checheno y terrorista de la CIA, se dio por las mismas causas que llevaron a Bin Laden a convertirse en un guerrero de la agencia de inteligencia norteamericana.
A principios de la década del 80, y aprovechando la lucha independista en Afganistán contra el ejercito soviético, la inteligencia estadounidense, con el padre de Bush -entonces vicepresidente de Reagan- commo cerebro principal, se infiltró en los grupos de mujaidines islámicos mediante la provisión de armas y entrenamiento militar.
Bin Laden, la red Al Qaeda, y el servicio secreto paquistaní fueron los bastiones claves de la transmisión de directivas, reclutamiento y canales de financiación tercerizados por organizaciones y bancos situados en países islámicos.
La misma operación realizada en Afganistán, con George Bush padre ya presidente de EEUU, se repitió en Chechenia, donde Shamil Basayev cumplió el mismo rol entre los grupos independentistas chechenos que Bin Laden cumpliera con los mujaidines que peleaban contra el ejército soviético.
Desde el último tramo de la Unión Soviética hasta el actual gobierno en Rusia, el «extremismo» de Basáyev, sus acciones terroristas sangrientas, sirvieron de justificación para invasiones militares y diferentes incursiones represivas de los tanques y efectivos rusos en territorio checheno.
La operación terrorista que organizó con la toma de rehenes de un hospital de Budionovsk, en 1995, que costó la vida a más de 150 personas y dejó más de 400 heridos, sirvió de pretexto a Moscú, para iniciar una sangrienta escalada militar rusa en Chechenia, que se mantiene en el presente.
Basayev cumplió con Putin, el mismo papel que Bin Laden desarrolló con Bush: todas las acciones terroristas que ejecutó le sirvieron al actual presidente ruso para construir poder político y consolidar su liderazgo como «presidente de la guerra contraterrorista».
Los expertos citan tres hitos en el historial terrorista de Basayev que fueron claves para la proyección de la carrera política de Putin:
1) la oleada de atentados, en septiembre de1999, que causó casi 300 muertos en varias ciudades rusas, 2) la toma de rehenes en el teatro moscovita de Dubrovka, en 2002, donde fallecieron más de 130 personas y 3) la toma de rehenes en el colegio ruso de Beslán, en septiembre de 2004, donde murieron más de 360 personas, la mitad niños.
La escalada terrorista de Basayeb en 1999, le sirvió a Putin para lanzar una operación militar sin precedentes en Chechenia, y conquistar la presidencia de Rusia, en el 2000, convertido en líder de la «guerra contraterrorista».
Con la masacre de las fuerzas de elite rusas en el teatro moscovita, en 2002, el presidente afianzó su imagen contraterrorista y justificó nuevas incursiones contra los movimientos independentistas en el Cáucaso.
Finalmente, tras la matanza en el colegio ruso de hace dos semanas, Vladimir Putin, como hizo Bush tras los ataques del 11-S, declaró una guerra total contra el «terrorismo internacional» y anunció ataques preventivos en cualquier parte del planeta.
Y como ingrediente «extra» («casual»), después de la matanza de niños en el colegio de Beslan, George W. Bush (hijo del inventor de Basayev) , subió más de 11 puntos en las encuestas con vistas a la elección presidencial en noviembre.
La conexión CIA-Al Qaeda-terrorismo checheno
En 1994, Shamil Basayev fue entrenado militarmente en campamentos de la CIA ubicados en Afganistán y Pakistán. Su vinculación con Bin Laden, Al Qaeda y la sociedad Pakistán-Talibán provienen de esa época.
La relación de los grupos radicalizados chechenos con la jihad islámica se estableció durante la resistencia a las tropas soviéticas en Afganistán, antes que Shamil pisase ese territorio.
La invasión militar de la URSS a Afganistán, en 1979, se produjo en respuesta a las operaciones encubiertas que la CIA venía realizando con grupos fundamentalistas para derrocar al régimen pro soviético en ese país.
La estrategia de la Agencia se encuadraba en la disputa por áreas de influencia que Estados Unidos y la Unión Soviética mantuvieron durante toda la Guerra Fría.
Desde 1985 la administración Reagan-Bush incrementó la ayuda encubierta y el suministro de armas a los mujaidines de la resistencia afgana.
La CIA infiltró los cuadros combatientes islámicos utilizando de intermediario al servicio de inteligencia paquistaní (ISI), que en la actualidad sigue actuando de nexo entre los grupos terroristas que operan en Asia, los Balcanes y Medio Oriente.
Bush padre, por entonces vicepresidente, mantenía una decisiva influencia sobre la CIA (en ese momento comandada por William Casey) de la cual fue director durante el gobierno de Nixon.
La guerra con la Unión Soviética culminó con el retiro de las fuerzas rusas en 1989. No obstante, la coalición islámica no pudo derrocar al régimen pro comunista hasta abril de 1992.
El presidente prosoviético Mohamed Najibulá abandonó el poder y, en septiembre del mismo año, se formó un gobierno de coalición entre los grupos islámicos que habían expulsado a los soviéticos.
Eso no supuso el fin de la confrontación, ya que comenzaría una guerra civil entre las facciones islámicas divididas por el reparto del poder.
En julio de 1994, Shamil Basayev se instaló en el campamento Markaz-i-Dawar en Pakistán para llevar a cabo entrenamiento en tácticas guerrilleras avanzadas.
Allí se vinculó con los más altos oficiales militares y de inteligencia paquistaníes que operaban para la CIA.
Se contactó con Bin Laden, y con los entonces ministros de Defensa, general Aftab Shahban Mirani; y del Interior, general Naserullah Babar, y con el director del IIS encargado del enlace con las redes islámicas, general Javed Ashraf.
Más tarde el líder guerrillero checheno y sus lugartenientes apoyaron a la coalición que había formado un gobierno «de unidad» tras la expulsión del régimen prosoviético, y que tenía a los talibanes y a Al Qaeda como sus organizaciones de mayor influencia.
De esa manera comenzó a gestarse el eje Talibán-Al Qaeda-Pakistán-Chechenia, que asumiría -con Bin Laden y los talibanes- el control militar y político de Afganistán en 1996, durante la administración de Clinton en EEUU.
Sus vínculos con Bin Laden Basayev los mantenía principalmente a través del célebre comandante saudita de la secta wahhabi, Al Khattab (uno de los seudónimos con que actuaba) , con quien estableció un campamento de entrenamiento de guerrilleros en Chechenia.
En esta fase la CIA y su brazo de la inteligencia paquistaní estaban concentrados en planes destinados a desestabilizar a los ex regímenes socialistas en el Asia Central y en los Balcanes, principalmente Kosovo y Yugoslavia, la que fue invadida y bombardeada en 1999 por el gobierno de Clinton.
El entramado CIA-terrorismo checheno-mafia rusa
Tras la desaparición de la Unión Soviética, a fines de 1991, las redes del terrorismo islámico -controladas por la CIA- se habían extendido por las ex repúblicas socialistas musulmanas integradas en la Federación Rusa.
Desde Chechenia, Shamil Basayev comenzó a desarrollar sus contactos con el mundo de la mafia, el contrabando de armas, la prostitución y los secuestros políticos,que era entonces manejado por los ex burócratas enriquecidos de la Unión Soviética que pasaron a denominarse los «oligarcas».
El país -según Putin- se había convertido en una «guarida de secuestradores y bandidos».
Los líderes guerrilleros chechenos se convirtieron en jefes de bandas armadas que luchaban entre sí por el control de los negocios turbios que giraban alrededor de la droga y el tráfico de armas, controlados secretamente por la CIA y la ex burocracia corrupta del Imperio soviético.
El grupo de Basayev estuvo involucrado en operaciones con narcóticos, espionaje telefónico, sabotaje de los oleoductos de Rusia, secuestros, prostitución, comercio de dólares falsos, lavado de dinero, y contrabando de material nuclear.
Las ganancias de este comercio ilícito -infiltrado por la CIA a través de sus redes islámicas- fueron canalizadas hacia el reclutamiento de mercenarios y en la adquisición de logística y armamento.
La ex burocracia del Kremlin rojo, convertida en mafia organizada del crimen, utilizaba el enclave checheno para desarrollar sus actividades de control del comercio del crimen.
El ex poder soviético, derrotado y decadente, ya había sido infiltrado por la CIA y sus redes islámicas.
En realidad, puede decirse que el derrumbe de la URSS comenzó en parte en la década del 80, cuando la administración Reagan-Bush empezó a desestabilizar a las repúblicas islámicas soviéticas utilizando al terrorismo islámico infiltrado por la CIA .
El vicepresidente y la inteligencia militar norteamericana habían implantado en el Asia central el mismo «modelo» corrupto del Irangate centroamericano.
La CIA y sus vasos comunicantes contrabandeaban armas a cambio de droga que era introducida en el circuito de consumo de Estados Unidos y Europa.
Los jerarcas soviéticos y la KGB comenzaron a fusionarse, a través de distintos entramados, con las redes encubiertas de la CIA que operaban detrás de la guerrilla y el terrorismo islámico..
El final de la Guerra fría y del imperio rojo estaba próximo. La ex burocracia soviética corrupta, enriquecida y convertida en oligarquía capitalista, fue la que tomó el poder tras la desintegración de la URSS.
El eje Talibán-Al Qaeda , infiltrado por la CIA y el servicio secreto paquistaní, seguía apoyando activamente a Shamil Basayev y a los movimientos extremistas islámicos empeñados en expulsar a los rusos de Chechenia.
En este contexto se situaron todas las operaciones terroristas realizadas por Shamil Basayev en territorio ruso.
Detrás de escena se movía la administración de Washington empeñada en el objetivo de avanzar en la conquista del petróleo y de los mercados de la ex repúblicas soviéticas, y la conexión CIA-Al Qaeda-terrorismo checheno, con Basayev y su grupo, conformaba el brazo operativo de los movimientos terroristas desestabilizadores.
La guerra separatista chechena
Basayev regresó a Chechenia y se convirtió en uno de los jefes más importantes de la guerrilla separatista que intentaba la independencia de la Federación Rusa formada tras la desintegración de la URSS.
La primera guerra separatista chechena -según coinciden informes del Dpto. de Estado y varios analistas- se planeó durante una cumbre secreta del HizbAllah Internacional que se llevó a cabo en 1991 en Mogadisco, Somalia.
A esa cumbre asistieron Osama Bin Laden y altos oficiales de inteligencia iraníes y paquistaníes, infiltrados por la CIA y el alto mando militar norteamericano.
La administración estadounidense de George Bush había extendido sus tentáculos para terminar de derrocar a lo que quedaba de la Unión Soviética, y la CIA, en agosto de ese año, se valió de las redes islámicas y de la mafia rusa para motorizar un golpe contra Gorbachov que fracasó.
Los tentáculos CIA-terrorismo checheno-mafia rusa se infiltraron en el proceso secesionista checheno a través de Shamil Basayev y su grupo guerrillero.
Las primeras elecciones presidenciales de Chechenia fueron realizadas en noviembre de 1991, y proclamaron presidente a Dzojar Dudayev, un general soviético destinado en Estonia. La URSS daba sus últimos estertores.
Unilateralmente, se declaró la independencia de la República Chechena de la Federación Rusa entonces presidida por Boris Yeltsin.
En 1994 Moscú comenzó la guerra contra los chechenos para recuperar el control sobre el territorio, y sus tropas se apoderaron de la Capital.
En diciembre de 1994, el presidente ruso, Boris Yeltsin, aprobó la intervención en la república separatista de Chechenia, en el Cáucaso, con la seguridad de que la operación apenas duraría quince días.
Cuando Yeltsin mandó al Ejército a aplastar el régimen independentista de Dyojar Dudayev, Basayev se convirtió en el guerrero más osado y sanguinario contra los soldados y tanques rusos.
En junio de 1995, y al mando de un destacamento guerrillero checheno entró a sangre y fuego en la ciudad rusa de Budiónnovsk, donde se atrincheró en el hospital local con aproximadamente un millar de rehenes.
A cambio de la liberación de los rehenes, Basayev exigió el fin de los bombardeos y de las operaciones militares en Chechenia y el comienzo de negociaciones. .
En 1995, se firmó el primer armisticio ruso-checheno, pero los combates continuaron y, a pesar de la muerte de Dudayev, víctima de un misil ruso, las fuerzas chechenas recuperaron su Capital en agosto de 1996.
Shamil Basayev, apoyado por el eje Talibán-Al Qaeda-Pakistán, y con Al Khattab haciendo de puente con Bin Laden, se convirtió en el principal «señor de la guerra» en Chechenia.
En 1996, tras la muerte de Dudáyev, Shamil Basáyev tomó las riendas del Ejército de la «República Chechena de Ichkeria».
Repetía casi el mismo ciclo que Bin Laden con los talibanes en Afganistán, quien fue nombrado ministro de Defensa por un corto período hasta la invasión norteamericana en 2001.
En 1997, en las presidenciales, llegó segundo tras Masjádov y fue nombrado vicepresidente. Pero la situación de relativa tranquilidad, regulada por «los invasores» rusos no satisfacía a Basáyev, quien seguía predicando la separación, pero, fundamentalmente, respondía a su vieja sociedad con la CIA, Bin Laden y la mafia rusa.
La era Putin
Vladimir Putin consolidó su liderazgo y su gestión presidencial a partir del combate contra el «terrorismo checheno», y Bush proyectó su administración combatiendo al «eje del mal» representado por Bin Laden y la red Al Qaeda, y contra todo lo que se asociara al «terrorismo musulmán» por el planeta.
Shamil Basayev, como lo hizo Bin Laden para Bush, cumplió un papel clave en la proyección del liderazgo político y militar de Putin a fines de la década de los 90.
En 1999, y siendo primer ministro del gobierno de Yeltsin, cuando lanzó su candidatura a la presidencia de Rusia, sólo contaba con el 5% de intención de voto.
En septiembre de 1999, una oleada de atentados producida por el grupo terrorista de Shamil Basayev causó casi 300 muertos en varias ciudades rusas.
Por varios canales confidenciales y en algunos medios se deslizó la versión de que en esas operaciones terroristas intervinieron con los terroristas ex agentes del KGB que respondían a las órdenes de Putin.
El Gobierno de Yeltsin, con Putin de primer ministro, declaró la guerra al «terrorismo checheno» y anunció una recompensa de un millón de dólares por la captura de Basáyev vivo o muerto, convirtiéndolo en el enemigo número 1 de Rusia.
Como «contraprestación», y luego de perder una pierna durante el asalto de las tropas rusas a Grozni, Shamil Basáyev ofreció 2,5 millones de dólares a quien asesinara a Putin, gran responsable, según el checheno, de las decenas de miles de muertes de civiles y del destrozo general del país caucásico.
En febrero de 2000 (ocupando la presidencia interina de Rusia por la dimisión de Yeltsin) Putin declaró la «guerra total contra el terrorismo» y lanzó las tropas rusas a la conquista militar de Chechenia y se apoderó de su capital, Grozny.
En ese contexto de psicosis terrorista «anti-chechena» inducido desde el Estado ruso, Vladimir Putin ganó, en marzo de 2000, las elecciones presidenciales con el 53% de los votos, ya convertido en el nuevo «líder fuerte» de Rusia.
Una de la primeras iniciativas de Putin fue la presentación de la nueva Doctrina de Defensa que autoriza la intervención del Ejército en conflictos armados dentro de la Federación, y en el ámbito exterior confiere a Rusia el derecho a usar el arma nuclear sin ataque previo
En octubre de 2002 y durante tres días, 50 combatientes suicidas del secesionismo checheno mantuvieron secuestrados a 800 rehenes dentro del teatro Dubrovka de Moscú.
En esa oportunidad, los servicios secretos rusos señalaron que el grupo, más allá de su jefe operativo respondía al liderazgo de Shamil Basayev, quien luego se adjudicó el secuestro que finalizó con una matanza de 130 personas.
A partir de ese hecho, Putin volvió a lanzar expediciones militares contra los enclaves chechenos e impulsó fuertes incrementos en el presupuesto y reformas a los servicios de Seguridad e inteligencia con una mayor centralización del control en sus manos.
En julio pasado Putin aprobó la reforma de los servicios secretos que dota al FSB, el heredero del KGB, de más poderes y apunta a la creación de un todopoderoso Ministerio de Seguridad Estatal en Rusia. La reestructuración consolida al FSB, bastión de Putin, en la cúspide de la pirámide del poder ruso.
La prensa rusa señaló que la reestructuración de los servicios de inteligencia devuelve el protagonismo del espionaje a los tiempos de la Guerra Fría, y vaticinó un aumento de las actividades de los espías rusos en el exterior y un reforzamiento de la presión en el interior.
Tras la última «aparición» de Basayev en la masacre de niños en el colegio de Beslan, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, al igual que Bush después del 11-S, lanzó su propia guerra contra el «terrorismo internacional», lo que conlleva otro objetivo evidente: proyectar a Rusia como potencia imperial tras el eclipse soviético.