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Reunión en La Habana

La deuda de los Colonizados

Fuentes: Rebelión

En los próximos días se efectuará en La Habana una nueva reunión de los Países No Alineados. Una vez más se planteará la deuda histórica de aquellos que cortaron sus cadenas políticas pero aún no han conquistado la justa distribución de la riqueza nacional. Quedan muchas rebeldías que animar, restan muchos compromisos pendientes. Si el […]

En los próximos días se efectuará en La Habana una nueva reunión de los Países No Alineados. Una vez más se planteará la deuda histórica de aquellos que cortaron sus cadenas políticas pero aún no han conquistado la justa distribución de la riqueza nacional. Quedan muchas rebeldías que animar, restan muchos compromisos pendientes. Si el ex colonizado cede, si se degrada, ya no será un hombre porque la vergüenza y el miedo lo deshonrarán y abandonará su condición humana. Así se expresaba Jean Paul Sartre en el prólogo a la obra canónica «Los condenados de la tierra», del siquiatra martiniqueño Frantz Fanon.

Si la neocolonización avanza es porque falta capacidad de resistencia. Sartre afirma que los europeos arrancaron el oro y el petróleo a los países conquistados con el cual construyeron sus palacios y sus catedrales, por tanto todos los europeos son cómplices de la explotación colonial. Y Sartre concluye que solo la violencia puede cicatrizar las heridas que ella misma causó y por eso hay que canalizar que el odio siga siendo el mayor tesoro de los colonizados.
Esto es complementado por Fanon cuando afirma que el colonialismo vacía el cerebro del colonizado de toda forma y contenido, desvaloriza su historia y sus tradiciones y siembra la noción que la ausencia del colono será la causa de un retorno a la barbarie, de la animalización y el encanallamiento del colonizado. Solo ellos se ven como los portadores de la antorcha civilizadora.

En la década del sesenta el libro de Fanon constituyó la Biblia de muchos revolucionarios. Discípulo de Aimé Cesaire y de Merleau Ponty, fue el primero en ver el papel de la violencia y de la cultura en las luchas de liberación nacional. Pero mucho antes de Fanon hubo ideólogos como Padmore, N´Krumah, Kenyatta, Du Bois que facilitaron el camino a seguir.

En 1928, durante el VI congreso del Comintern, Stalin impuso la tesis de que la voluntad de liberación de los revolucionarios africanos era una actitud contrarrevolucionaria. La construcción del estado soviético debía disfrutar de una prioridad absoluta, esa era la tesis. Siendo el colonialismo una prolongación del estado capitalista, la lucha del proletariado en Europa occidental haría desaparecer, a largo plazo, el colonialismo en África. La Tercera Internacional rehusó favorecer la lucha armada en territorio africano y utilizó a los revolucionarios negros en organizaciones filiales del Comintern. Uno de ellos, George Padmore, militante comunista de las Antillas inglesas, que había sido miembro del Comintern, rompió con esa organización en 1934, cuando Stalin subordinó todas las luchas anticoloniales al enfrentamiento al nazismo.

El movimiento de liberación en el continente negro tenía una tradición de contradicciones con el movimiento comunista internacional ortodoxo. Las élites africanas solían decir que si enviaban a sus hijos a estudiar a Moscú regresaban conservadores pero si los encaminaban a París, volvían revolucionarios.

Padmore conoció a Kwameh N`Krumah en Manchester, en 1955, y le trasladó sus experiencias y apreciaciones teóricas. Allí se desarrolló el Congreso Panafricano presidido por Jomo Kenyatta. N`Krumah se convirtió en el teórico más desarrollado de la liberación africana y junto a Nasser y Lumumba constituyó la tríada de los dirigentes continentales que más aportaron a la ruptura con el orden colonial. La base de la ideología de N`Krumah era la fraternidad combativa. Había dicho que jamás habría libertad para ningún pueblo del continente mientras no fuesen liberados todos los pueblos africanos. Para Jean Ziegler el panafricanismo de N`Krumah era de un idealismo puro porque calificar la personalidad africana de ahistórica, transclasista, no contingente y universal mostraba una irrealidad total.

Accra, a partir de 1957, cuando N`Krumah tomó el poder en Ghana, se convirtió en una meca de insurgentes; los campamentos de entrenamiento guerrillero proliferaban, en los vestíbulos de los hoteles los exiliados discutían de tácticas sediciosas. La historia africana, las teorías revolucionarias, eran enfocadas nuevamente a la luz de las nuevas tendencias políticas de los movimientos de liberación. Era la culminación de un proceso que ya iba teniendo su historia.

El fin de la II Guerra Mundial marcó la conclusión de los grandes imperios coloniales. La India y Pakistán se liberaron de la tutela británica, Indonesia de los holandeses, Indochina de los franceses, la revolución socialista triunfó en China, en Egipto tuvo éxito la rebelión de los oficiales nacionalistas y antimonárquicos. El movimiento panafricano se fortaleció: después de ser fundado por el Dr. Du Bois en 1921 y al comenzar su declinación el empuje de N`Krumah le devolvió su vigor.
Sukarno, presidente de Indonesia, realizó una misión exploratoria para conocer la respuesta potencial a una conferencia de los países afroasiáticos. La respuesta sobrepasó todas las expectativas. En 1955 veintinueve países de Asia y África se reunieron en Bandung. Sukarno, Nehru, Chou en Lai y Nasser se convirtieron en los cuatro grandes del afroasiatismo. Se produjo una toma de conciencia significativa que impulsó las luchas de liberación nacional. Las nuevas palabras de orden eran independencia, anticolonialismo, coexistencia, antirracismo, autodeterminación, antimperialismo.

En la Conferencia la idea motriz fue la del no alineamiento, la equidistancia entre el Este y el Oeste. Fue Nehru quien influyó para situar paralelos a los países socialistas y a los capitalistas y evitó que el «socialismo real» fuese una guía para la acción de los No Alineados.

El renovado hegemonismo de Estados Unidos, las campañas neocoloniales en el Oriente Medio, la agresividad creciente de los grandes consorcios petroleros y sus agentes en la Casa Blanca son las nuevas preocupaciones que hoy deben enfrentar los No Alineados. «La conciencia nacional ─que no es el nacionalismo─, es la forma más elaborada de la cultura» dijo Fanon, a lo cual añadió: «La tarea más urgente para el intelectual colonizado es la construcción de la nación».