Traducido del ruso por Josafat S. Comín
En el congreso fundacional del partido «Rusia Justa» (Spraviedlivaya Rossia), celebrado en S. Petersburgo, su líder -presidente del Consejo de la Federación (cámara alta del parlamento ruso), Serguei Mironov, declaró, que su formación rechaza el capitalismo y promoverá la perspectiva socialista de desarrollo del país.
La DECLARACIÓN de Mironov resultó para muchos inesperada y causó sensación. Es bien conocido, que este señor ocupa uno de los puestos más importantes dentro del estado, además de ser amigo cercano del presidente Putin. Difícilmente se hubiera atrevido a redefinirse de «señor a camarada» y a poner en duda el curso abiertamente procapitalista del actual gobierno ruso, sin el visto bueno de su patrón.
Por supuesto no se trata de ninguna revisión de un curso claramente fracasado. Estamos ante un claro intento, una aspiración coyuntural de Rusia Justa, de ganar unos puntos extra en la contienda preelectoral con sus oponentes políticos.
Dentro de unos días, el 11 de marzo, se celebrarán elecciones a los órganos legislativos en una serie de importantes regiones del país. En gran medida predeterminarán los resultados de las elecciones generales a la Duma, que se celebrarán en diciembre de este año. Y luego, las presidenciales ya están a la vuelta de la esquina.
El nuevo partido encabezado por Mironov, necesita no solo «marcar territorio» en las elecciones regionales y generales, sino mostrarse como una fuerza real. El régimen gobernante aspira claramente a asegurarse y curarse en salud, en caso de que «Rusia Unida» sufriese un revés electoral. Para eso necesitaba crear un segundo «partido del poder», que se distanciase de palabra lo más posible del primero, pero que continuase en la práctica la misma línea.
Al mismo tiempo, los «politecnólogos» del Kremlin confían en que al apropiarse de los lemas del PCFR, que expresan las auténticas aspiraciones de nuestro pueblo, podrán relegar a los comunistas a la cuneta de la vida política. Como resultado, siguiendo el guión del Kremlin, se logrará debilitar a las fuerzas, que a diferencia de los recién aparecidos luchadores contra el capitalismo, defienden el socialismo con hechos y no de palabra.
Sería ingenuo suponer, que el antiguo correligionario de Putin, a indicación del cual el Consejo de la Federación ha aprobado cientos de leyes, que promueven la restauración capitalista y el saqueo del pueblo, incluyendo la famosa «ley de monetización», hubiese recobrado el sentido y renegar de todo lo que ha estado haciendo a lo largo de todos estos años. Es mucho más lógico presuponer, que los astutos politólogos del kremlin, arquitectos de «Rusia Justa», pretenden poner en práctica la idea que ya lanzara en su día Yeltsin sobre la «mano izquierda» y la «mano derecha» del régimen, llamadas a cubrirse las espaldas ante cualquier eventualidad.
Sobran ejemplos en el extranjero. Prácticamente la mitad de los gobiernos de los países burgueses, al menos en Europa Occidental, están encabezados por socialistas o social-demócratas, que condenan de palabra el capitalismo, pero que en la práctica trabajan en la defensa de sus intereses. Ahora el mismo tipo de demagogia aparece en los dirigentes de Rusia. Los enemigos del actual régimen deberán extraer conclusiones de la nueva situación. Hay que luchar con más decisión, con más valentía y empuje por el verdadero socialismo, contra la esclavización capitalista del pueblo trabajador.
Notas de la T.
Rusia Justa empezó a fraguarse en el verano del 2006 y supone en la práctica la fusión de 3 partidos. Partido de la Vida, «Rodina» (Patria) y Partido de los Pensionistas.
Recordemos, que en el 2003, el Kremlin ya recurrió a la misma estratagema con resultados más que positivos. A escasos tres meses de las elecciones lanzó a Rodina, se apropió de los lemas del PCFR y con una financiación muy superior y una cuota de pantalla infinitamente mayor, logró arrancar un 10% de los votos tradicionalmente comunistas.
En esta ocasión van a tener más de15 meses para intentar convertir a «Rusia Justa» en la segunda fuerza política del país, e instaurar así el tan deseado sistema bipartidista.