Recomiendo:
0

La hipocresía del “club nuclear”

Más cerca de la invasión al país persa

Fuentes: APM

Mientras se aprueba una nueva sanción contra Irán por el enriquecimiento de uranio, las potencias del mundo continúan con una carrera armamentista ¿Quién representa el verdadero peligro? Los cinco países con derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU (Estados Unidos, Rusia, China, Gran Bretaña y Francia) junto a Alemania acordaron el […]

Mientras se aprueba una nueva sanción contra Irán por el enriquecimiento de uranio, las potencias del mundo continúan con una carrera armamentista ¿Quién representa el verdadero peligro?

Los cinco países con derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU (Estados Unidos, Rusia, China, Gran Bretaña y Francia) junto a Alemania acordaron el jueves el nuevo paquete de sanciones que se impondrán a Irán para que detenga su plan de enriquecimiento de uranio. El mismo fue presentado a los diez miembros no permanentes del organismo de Naciones Unidas, que se pronunciarán sobre su aprobación la semana que viene, aunque se da por sentado que esto ocurrirá de cualquier manera.

Esta vez, las sanciones que se impondrán a Irán son algo más duras que las anteriores, votadas en diciembre pasado. Los tres puntos principales del documento hablan de un bloqueo total a las exportaciones de armas iraníes, la ampliación de la lista de personas y organizaciones cuyas cuentas serán congeladas por sus vinculaciones con las actividades nucleares del país, y el bloqueo de la asistencia financiera a Irán, salvo por razones humanitarias.

Hay que destacar que el paquete de medidas no incluye sanciones de mayor grado, como el bloqueo a la importación de material bélico por parte de Teherán, debido a las presiones ejercidas por Rusia y China. Tanto Moscú, como Pekín, mantienen negocios regulares con Irán, sobre todo en materia de armas, donde se destaca la colaboración de empresas rusas en el desarrollo nuclear del país persa.

Con respecto a esta futura sanción, el presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad, afirmó que el Consejo de Seguridad no tiene «ninguna legitimidad» para imponer sus opiniones sobre el programa nuclear. «Hoy los enemigos del pueblo iraní quieren utilizar al Consejo de Seguridad para impedir el progreso y el desarrollo de Irán», enfatizó el mandatario.

Este nuevo intento por parte de Estados Unidos y sus aliados de cercenar el desarrollo nuclear del país persa, vino acompañado de una particular ironía. Mientras los miembros permanentes del Consejo de Seguridad redactaban el documento de las sanciones, en Inglaterra, el premier Tony Blair conseguía que la Cámara de los Comunes aprobara un polémico plan para renovar el arsenal nuclear de ese país.

Inglaterra se encuentra dentro de las potencias nucleares que, en 1968, firmaron el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), cuyo artículo VI insta a los países a trabajar por el desarme. Sin embargo, están impulsando una carrera armamentista comparable a la de la Guerra Fría. Son justamente estos países lo que hoy le reclaman a Irán que cese con su plan de enriquecimiento de uranio que, por otra parte, tiene fines pacíficos, y no ha sido presentada ninguna prueba que confirme lo contrario.

En este sentido, basta con hacer un breve repaso por el exclusivo club nuclear (del que Estados Unidos y sus aliados son socios vitalicios) para determinar quién representa una verdadera amenaza.

El ya mencionado caso de Inglaterra es un fiel ejemplo de la carrera armamentista en el mundo. El premier Tony Blair pagó un alto costo político para que la Cámara de los Comunes apruebe la renovación del sistema Trident, compuesto por misiles balísticos intercontinentales ubicados en submarinos, que costará unos 40 mil millones de dólares. Las excusas son poco precisas: hay que garantizar «la seguridad en un mundo incierto».

De la misma forma, la OTAN (Organización del Atlántico Norte), por iniciativa de Estados Unidos, pretende reforzar su dispositivo militar en Europa Oriental, instalando un escudo misilístico en Polonia y República Checa. Esto tiene irritada a otra potencia nuclear, Rusia, que consagrará 190 mil millones de dólares en los próximos ocho años para modernizar su arsenal.

Por su parte, Estados Unidos continúa aumentado su gigantesco presupuesto militar, que es más grande que el de los 10 países que le siguen juntos. Sin contar los recientes aumentos solicitados por el presidente George W. Bush al Congreso, Washington invierte más de 500 mil millones de dólares en seguridad, comparación con los 25 mil millones de Irán.

También China ha aumentado considerablemente su presupuesto militar, inquietando a la Casa Blanca. Funcionarios de defensa confirmaron hace algunas semanas que el gasto de defensa ascenderá a casi 45 mil millones de dólares.

Recientemente, el premier israelí, Ehud Olmert, reconoció públicamente que el estado hebreo posee armas nucleares. Esto dio por tierra con la política de mantener en secreto el desarrollo de esta tecnología, aunque los analistas internacionales siempre evidenciaron el potencial de Israel en comparación con el resto de los países de Medio Oriente.

Es evidente que los países del «club nuclear», que exigen a Irán el cese de su desarrollo nuclear, muestran una actitud absolutamente hipócrita, ya que son ellos quienes impulsan una verdadera carrera armamentista. También evidencian su hipocresía al poner como excusa el enriquecimiento de uranio, cuando en realidad es la creciente influencia del país persa en Medio Oriente lo que los preocupa.

De todas formas, la sanción impuesta a Irán queda inevitablemente en un segundo plano, si se considera que Estados unidos y sus aliados tienen preparado un plan de intervención militar en el país persa. Desde hace algunos meses Washington ha concentrado sus fuerzas alrededor de Irán, y los analistas más escépticos creen que este intento diplomático de frenar a Ahmadinejad es sólo una cortina de humo para la inevitable invasión.

La misma impresión tienen los iraníes, que desde hace algún tiempo se preparan para un eventual ataque de las potencias a sus instalaciones nucleares entrenando a sus tropas.

Antecedentes de este tipo de acciones no faltan. Alcanza con recordar que Estados Unidos desconoció al Consejo de Seguridad y a la ONU, y actuó unilateralmente en la invasión en Irak en 2003. No hay demasiados indicios que indiquen que, en esta oportunidad, ocurrirá algo distinto.

[email protected]