Base de Manta:«Entramos a la fase estratégica de desenlace en la que Ecuador puede lograr la salida de la base militar de EEUU más grande en Sudamérica» La APDH ha denunciado sistemáticamente la Base de EEUU en Manta. En 10 años de permanencia han cometido violaciones al convenio. ¿Qué hacer cuando el actual Presidente ha […]
Base de Manta:
«Entramos a la fase estratégica de desenlace en la que Ecuador puede lograr la salida de la base militar de EEUU más grande en Sudamérica»
La APDH ha denunciado sistemáticamente la Base de EEUU en Manta. En 10 años de permanencia han cometido violaciones al convenio. ¿Qué hacer cuando el actual Presidente ha prometido no renovarlo?
Bueno, aún no son diez años, han pasado ocho; 10 son la ‘fecha tope’ en que debería concluir ese indecoroso acuerdo firmado en noviembre de 1999 entre el canciller Benjamín Ortiz y un representante de segundo orden de los EEUU. Ese convenio estableció que puede ‘prorrogarse’ o ‘rescindirse’. Si el país decide no renovar el convenio, hay que asumir una tarea como causa nacional y no sólo de gobierno: un año antes, en el 2008, el convenio puede ser denunciado por una de las partes. Es obvio que EEUU no va a denunciarlo, sino que debe ser este gobierno el que lo denuncie, como ya lo prometieron el Presidente y la Canciller en meses pasados.
Ese convenio y el poco conocido ‘Convenio Operativo No.2’, firmado en junio del 2000, que convirtió a la Base de Manta en un FOL (Puesto Avanzado de Operaciones) del Comando Sur, fueron elaborados con igual matriz para todas las bases instaladas en ese período en Curazao, Comalapa, Tres Esquinas e Iquitos, con la venia de los gobiernos. Hoy Ecuador puede obtener un tanto de alcance regional: si pone fin al convenio, quebraría la estrategia del Comando Sur en un continente cuyo eje político cambió en el último lustro.
Entramos a una fase estratégica de desenlace, en la que el país puede lograr la salida de la base militar más grande en Sudamérica, y en tiempo ‘récord’, ya que otras bases militares de EEUU no salen hasta hoy como Guantánamo de Cuba, o han salido después de muchas décadas, como Panamá. Es un momento que puede aprovecharse al máximo y el siguiente año denunciar unilateralmente ese convenio aceptado por Mahuad, Noboa, Ortiz, Moeller, Gral. Gallardo y los jefes de la FAE de entonces, que admitieron una base que convirtió al país, no solo a Manta, en un estratégico enclave militar del ejército más agresivo del planeta.
Estamos en un nuevo momento político, único a nivel nacional, regional y sub-continental, que no debe ser desaprovechado. Cuando han pasado cinco presidentes, el actual jefe de Estado ha anunciado que no renovará el convenio, por lo que es dable una estrategia amplia y democrática que permita al Estado y sociedad civil en conjunto, lograr lo que ayer fue solamente un anhelo civil: que se vayan las tropas extranjeras de nuestro territorio.
Ellos cometieron transgresiones al acuerdo y violaciones a los DDHH suficientes como para haber denunciado el convenio hace tiempos, que supuestamente era para la ‘lucha antidrogas’, y desde ahí hay que partir. Si el acuerdo era para eso, la base no debió ser usada para otros fines, a sabiendas que el tema de fondo era otro: el control geopolítico de los Andes y Sudamérica.
Debe saberse que los gringos cometieron actos de piratería, violaciones a los DDHH, que en sus vuelos iban oficiales colombianos, y que su gente abrió ‘agencias de empleo’ para mercenarios en Irak. Sin olvidar el aumento de la prostitución y otras secuelas que toda base hereda a un país que los admite. Confiemos en que el gobierno mantenga su decisión y que, con la amplitud que debería demostrar, convoque a la sociedad civil que ha trabajado en el tema, a dar su aporte en la elaboración de la denuncia porque estamos a un año de la fecha tope para exponerla.
Supongamos que EEUU diga que desea ‘renegociar’ el acuerdo. No debe aceptarse argumento alguno en favor de la permanencia de su base militar, porque jurídica y políticamente el país tiene la razón. Ahí viene una propuesta para lograr esa meta: sumar aliados en el bloque sudamericano y Europa para que respalden en el momento decisivo la tesis ecuatoriana.
Brasil propuso un tema crucial que debiera ser incluido en la agenda de la UNASUR (Unión Sudamericana de Naciones), cuyo flamante Secretario General es ecuatoriano y un estadista de talla continental: el ex-presidente Rodrigo Borja. Brasil lanzó la tesis de que en conjunto el continente resuelva prohibir bases militares extranjeras y el emplazamiento de armas nucleares. Esa iniciativa, crucial para el futuro de Latinoamérica, fue minimizada en los medios. El país debiera mirar en una dimensión continental la decisión de no renovar el convenio que permitió implantar aquella base militar.
Finalmente debe promoverse en la nueva Constitución una norma que prohíba cualquier base militar extranjera, y a la vez podemos formar alianzas para concretar la iniciativa brasileña: que en Sudamérica ningún gobierno, de la tendencia que sea, admita la presencia temporal de tropas extranjeras, armas nucleares, operaciones militares conjuntas y bases, como se rumorea que Colombia o Perú aceptarían apenas desocupen Manta.
Guerra contra la Drogas:
«Es viable elaborar una Nueva Política Sudamericana sobre Drogas»
Se ha dicho que Ecuador es «país de paso de drogas» y que la base de EEUU ha hecho grandes confiscaciones. Si no se renueva el convenio ¿qué previsiones deben tomarse para no ser catalogados como «punto de tránsito de drogas»?
Esa tesis es interesada. Los mass media han repetido el discurso de las agencias antidrogas de EEUU. Sé que Uribe, hasta hoy, no ha dicho nada en tal sentido, pero esa tesis la han esgrimido las inteligencias de Colombia. Ecuador nunca ha tenido cultivos ilícitos de coca o amapola en la dimensión de sus países vecinos. Los pequeños cultivos aparecidos en estos años siempre son erradicados, eso lo sabe Washington, y su aparición obedeció -precisamente- al traslado regional de cultivos provocado por el propio Plan Colombia.
Me explico: en el año 2000 la APDH sostuvo que una consecuencia del Plan Colombia sería el traslado de cultivos ilícitos que ese plan, supuestamente, erradicaría. Eso pasó en los 70 y 80 en la región andina, porque el traslado proviene de imponerse una línea militarista. Eso pasó en Bolivia, Perú y Colombia. El traslado de cultivos obedece a la lógica del negocio y a que EEUU combate afuera lo que no combate en su casa.
Hubo una ofensiva mediática regional apuntalando esa tesis, difundida sin contrastarla con opiniones distintas: en Quito, Lima y Caracas, no hay mass media que no haya informado igual sobre sus propios países. Hay matrices mediáticas impulsadas por las agencias antidrogas de EEUU para reproducir en serie lo que les interesa imponer como ‘verdad’ en estos temas.
El Ecuador -y no porque lo haya permitido, sino porque la transnacionalización le impuso- ha sido víctima de otro riesgo que casi siempre viene con el negocio de la droga ilegal: el lavado de dinero, pero de ese tema se habla poco. ¿Será porque ‘la lavandería’ creció a raíz de imponérsenos la dolarización en 1999?… (AP se sonríe). Cualquier analista serio sabe que al dolarizarse una moneda y no tener legislación fuerte, crece aquel azote y sólo cuando se pone en riesgo al Estado, se lo visibiliza, porque a ningún grupo interesado en sostener la dolarización le cae bien que se sepa si se atrajo el lavado de dinero ilegal. Así que del tema no se habla mucho porque mientras EEUU haga de la vista gorda, de esto no se debe hablar… por ahora.
Los ‘puntos de paso de drogas’ se cuentan por cientos en las fronteras de EEUU y seguirán existiendo por la razón que todos sabemos: mientras tengan demanda, habrá oferta, porque la ‘lucha contra las drogas’ ya no puede ser abordada como hasta hoy por las potencias.
EEUU apuntaló la visión maniquea de la Policía Nacional, a cambio de mayor ayuda. Por eso en nuestras policías no hay lecturas diferentes del tema. Por eso este país tiene más de 9 mil presos sin sentencia, entre ellos mujeres embarazadas y ancianos, cumpliendo años de prisión por haber sido ‘mulas’. Los oficiales de EEUU que trabajan en el secretísimo » Cerebro de Mando» (Comando, Control y Coordinación de Inteligencia e Información) dentro de la base de Manta deben responder la pregunta: ¿Han entregado al país un registro cuantificable de todas sus operaciones durante estos ocho años?
Creo que todo análisis diferente es importante dar a conocerlo, porque así contribuimos a que los medios no sostengan el mismo formato conceptual de las agencias antidrogas de EEUU.
¿Pero cuáles son los mecanismos para no ser catalogado como ‘país de paso de drogas’?
Está a la vista: los mecanismos son los que aplican naciones como Argentina, Brasil, Uruguay, Chile o Venezuela, que no han requerido bases militares o fumigaciones para tener efectivas políticas antidrogas durante años.
Pero voy más allá: en varios foros en Bogotá, La Paz, Washington, Porto Alegre y Caracas, la APDH ha sostenido la propuesta de concretar una alianza para que nuestros países elaboren juntos una Nueva Política Sudamericana sobre Drogas, que por ejemplo no penalice la hoja de coca, pues entonces una compañía poderosa como la Coca-Cola no debería publicitar la mitad de su nombre con un ‘producto ilegal’ ni usarla como ingrediente básico de composición.
Empiezan a darse las condiciones para que Sudamérica elabore su propia política sobre drogas y Ecuador debiera aportar a esa propuesta. El país no será ‘paso de drogas’ si construye una política propia en el tema. Pregunto: antes de Manta y el Plan Colombia, ¿teníamos o no política antidroga?, ¿éramos o no un ‘país de paso’ en la misma proporción que ahora? Y luego de que se vaya la Base de Manta, ¿vamos o no a tener una política antidroga? Claro que sí, pues.
Lo que no debe ser es una política al estilo EEUU, primero porque su realidad no es la nuestra; segundo, porque ha sido una política militarista e inviable. Ecuador en este y otros temas, no podrá ir a ninguna parte sin alianzas fuertes en Sudamérica, Europa y el mundo. Ahora hay una nueva realidad geopolítica en Sudamérica: debemos hacer causa común con Bolivia para convocar a la UNASUR a elaborar unificadamente una Política Sudamericana sobre Drogas. No faltará quien diga: «Pero EEUU y Uribe se enojarán». EEUU ha perdido notable peso en Sudamérica; y ¿puede hacer algo un solitario Uribe ante un continente que piensa distinto a él?
El día que ganó Evo en Bolivia, señalamos que había empezado el principio del fin de la política antidroga de EEUU en Sudamérica, porque significó romperle la espina dorsal a la estrategia de Washington en los andes. Se pueden consolidar alianzas con Bolivia, Perú y otras naciones, como en el fútbol de altura, para lanzar una campaña que contemple la corresponsabilidad de EEUU y el Norte en el tema. Incluso la UNASUR podría lanzar una campaña mundial contra el blanqueo de dinero en el sistema financiero internacional. Ahí vamos a ver si la banca, cuyo mayor peso está en EEUU, desea llegar hasta las últimas consecuencias en su guerra antidrogas.
Sudamérica puede concertar con el resto del mundo temas centrales como este. Estas propuestas tarde o temprano serán asumidas por la UNASUR para superar la estrategia hegemónica de la DEA y el Comando Sur.
Colombia y el Plan Colombia:
«El ‘empate catastrófico’ determinó la continuación de la guerra por otros medios»
¿Cuál es el sentido de la transición del ‘Plan Patriota’ al ‘Plan Victoria’, considerando que sus contenidos son básicamente los mismos?
El Plan Victoria y el Plan Patriota fueron organizados con nuevos formatos por el alto mando colombiano, y más que sentido estratégico, en la realidad ha tenido un sentido táctico. La guerra desde el punto de vista militar está empantanada para ambos bandos: para el Estado porque en 7 años de Plan Colombia y sus planes operacionales, ha sufrido reveses. Y para la insurgencia porque no ha logrado copar las urbes. Hay un ‘empate catastrófico’ como dice el argot militar. Ninguno ha podido imponer una salida militar exitosa al otro bando, ninguno.
Esos planes han sido ajustes a las estrategias militares, para penetrar los reductos del mando insurgente, pero no lo han logrado. El desgaste político provocado por la ‘para-política’, el anuncio de Uribe de excarcelar cientos de guerrilleros para concretar el canje humanitario, la salida del «canciller» de las FARC, Ricardo Granda, liberado por orden del propio Uribe, han desplazado, por ahora, la opción militar. Intuyo que la guerra, militarmente, está empantanada y tienen que buscar otros mecanismos como los promovidos con Francia y Europa para resolver el canje humanitario y destrabar el proceso hacia una solución distinta.
Las FARC responden a ese nuevo escenario de la guerra dudando de la propuesta presidencial y exigiendo otra zona de despeje parecida a la del Caguán. Y hace poco mueren 11 diputados retenidos en un confuso operativo militar. Asistimos, pues, a un ‘tira y afloja’, pero más allá de las posturas de cada bando es evidente que en Colombia hay un nuevo momento de ese ‘empate catastrófico’.
¿Qué interpretaciones tienes de la última coyuntura colombiana?
Primero, que el presidente Uribe, explora salidas un tanto distantes a la privilegiada por EEUU en su país: la guerra a toda costa. En esa óptica pudiera entenderse la nueva estrategia que ve a Francia como aliado oportuno para avanzar.
Obviamente si a Uribe se le ocurre consultar a EEUU la libertad de Granda, Washington -que tiene una visión en ‘blanco y negro’- diría «no saque al terrorista de la cárcel». EEUU en esta coyuntura no se ha pronunciado, porque son pragmáticos y no les conviene sabotear al único aliado geopolítico de peso que les queda en Sudamérica; además habría la posibilidad de que si el canje va, podrían liberar sus tres contratistas que fueron capturados años atrás. EEUU sabe que si tiene éxito la propuesta de Francia, no sólo se libera a Ingrid, sino también a sus tres asesores. Deben calcular las dimensiones de lo que puede atraer la nueva estrategia y por cuerda separada no sería raro que sus halcones presionen al mando militar y a Uribe para boicotear ese proceso, porque pudiera resultarles inmanejable.
Por eso sostengo que los planes militares son ajustes a una estrategia militar empantanada, que es como un tumbado con decenas de goteras. Esos planes han tenido una función imposible: tapar las goteras, pero como son tantas, el tumbado se les cae encima.
¿Qué revelan los escándalos de para-militarismo en Colombia?
Ante una insurgencia endurecida, la elite colombiana endureció su postura que llevó no solo a la elección sino a la reelección de Uribe. Pero el propio presidente Uribe, que ha probado ser un hombre sagaz, sabe que hay una nueva correlación política regional de la cual no puede aislarse, ni ser visto como un lunar, ni continuar un discurso duro porque no tendrá eco en Sudamérica.
Semanas antes de la propuesta de excarcelación y canje, Uribe fue a EEUU y por primera vez le fue pésimo: le dilataron el TLC; luego Al Gore no asistió a un acto con él. Así que ‘la conexión francesa’ de hoy, también tendría orígenes y consecuencias geopolíticas. Según ‘El Tiempo’, Uribe busca un nuevo polo de alianza, con Francia y la UE, para no quedarse solo tras la probable orfandad en que le dejaría EEUU por los costos del escándalo de la para-política.
Veo entonces una superposición de estrategias, como hablar de diálogo que antes no querían, porque el escándalo provocado por la para-política viene asumiendo características de bola de nieve, y ya se sabe que una bola de nieve puede convertirse en un alud.
Pero la guerra sigue…
Claro. Una guerra no se gana en ruedas de prensa ni con mandos proclamando victorias antes de tiempo, o prometiendo capturar ya mismo al Mono Jojoy. Los planes fracasan cuando usted no toma en cuenta que una guerra no es sino expresión de la política por otros medios, esa vieja frase de Clausewitz, y lo que está pasando con la intervención de Francia y el canje, es nada más y nada menos que la continuidad de la guerra por otras vías.
Es un tema muy complejo y creo que el presidente Uribe, últimamente, ha querido darle forma ‘más colombiana’ a su liderazgo. Creo que, sin desearlo incluso, se acerca la fase en que va a tener que, o escalar la guerra, que tiene un techo; o preparar a la opinión pública de su país y el mundo para un acuerdo de paz con la guerrilla, pues la opción militar no ha sido alternativa ideal para nadie.
Uribe, la ONU y las fumigaciones:
«Propongamos una misión de la UNASUR. Ahí veremos si Bogotá dice: «sus científicos no entran».
¿Cómo analizas la negativa de Colombia a recibir al Relator de la ONU que iba a investigar la inocuidad o letalidad de las fumigaciones?
Un gesto ofensivo a la ONU y Ecuador. Creo intuir las razones: si dejaban entrar al funcionario de la ONU, legitimaban la tesis ecuatoriana de que las fumigaciones son letales. Y, de paso, tenían encima su propia situación, pues como han fumigado vastos territorios, hay miles de víctimas internas que podían visibilizarse.
¿Pero esa negativa fortalece o no la postura ecuatoriana?
Ecuador debiera fortalecer su postura con esa negativa. No saca todo el provecho internacional a esa patanería cometida con la ONU. La negativa colombiana debiera servirnos para afinar la puntería en la ONU, la Corte de La Haya, Europa y otros espacios. Y es que entre tanto ‘tira y afloja’, olvidamos que la estrategia de Bogotá en este tema ha sido dilatar y quemar tiempo.
Debemos generar una campaña diplomática en UNASUR, para proponer una alternativa que no se esperan: una misión científica sudamericana del más alto perfil, de UNASUR, que nos visite. A ver si a Lula, Kirchner, Evo, Tabaré, Chávez y Bachelet, Uribe responde: «sus científicos no entran». Si les dice ‘no’, pagará un costo político internacional muy alto.
Plan Ecuador:
«Si el Plan Colombia ‘norteamericanizó’ la agenda andina, el Plan Ecuador debiera ‘sudamericanizar’ la agenda de la región».
¿Es el Plan Ecuador una política de Estado?
Aspira a serlo. Lo leí cuando ya fue publicado, porque este plan no fue consultado a la sociedad civil por los ministros encargados del tema. Nos fue entregado en el acto de lanzamiento. Tengo interrogantes sobre formas y contenidos del Plan Ecuador; sin embargo, creo que se trata de un intento serio de construir una política de Estado en el tema fronterizo.
Vamos primero a la forma. No creo correcto que le hayan puesto tan ‘original’ nombre, Plan Ecuador. Ya antes el ex-canciller derechista Heinz Moeller y el servil Lucio Gutiérrez llamaron así a dos iniciativas que detuvo la firme postura de la sociedad. En política exterior la copia trae efectos contrapuestos a los buscados. Tras el éxito mediático del Plan Colombia, conquistando apoyos en EEUU y Europa, un Plan Ecuador es difícil que se abra paso si mantiene similar nomenclatura. Ojalá podamos evidenciar con la magnitud requerida todos los efectos del Plan Colombia y las propuestas del país en materia fronteriza. Eso advertí a los ministros de Gobierno y RREE que no respondieron, y finalmente en entrevistas de prensa, cuando ya la sociedad civil fronteriza tuvo que asumir un hecho consumado resuelto a sus espaldas.
Para cierto sector del régimen, todo lo que proponen las organizaciones de DDHH del país, en el ánimo de que enmienden errores o mejoren lo malo, parece entenderse como ‘ataques’. Si en el pasado cuestionamos prácticas gubernamentales de espaldas a la participación democrática de la sociedad en temas de importancia nacional, ¿hoy debemos admitir la excluyente elaboración de una Política de Estado, hecha a espaldas de las comunidades fronterizas y las organizaciones que en el tema han trabajado tantos años en el país?
Hay una tendencia oficial que en el tema fronterizo, minero, la Constituyente y otros, trata a la sociedad civil como escolar que sólo debe responder ‘sí’, ‘ porque nosotros ya sabemos qué hacer y cómo hacerlo’. Yerran los funcionarios que dijeron: ‘el Plan Ecuador busca suprimir la dispersión civil fronteriza, porque está fragmentada y se requiere unificar la ayuda que recibe y el trabajo que hace’. Las comunidades fronterizas y las organizaciones civiles no pueden ser vistas como meras receptoras de obras o recursos que ese plan otorgaría.
Se dice: ‘no se debe disentir en público porque es hacerle el juego al golpismo’; pero en privado tampoco lo admiten, eh. Tras el comprensible discurso de frenar la feroz desestabilización, he notado -y 6 meses es un tiempo prudencial para darte cuenta- exclusión a las organizaciones de la misma tendencia, a las de DDHH y de la frontera. No es democrático achicar a tu medida la noción de democracia participativa que anhelamos.
En cuanto a contenidos: El Plan Ecuador no evidencia la integralidad de los efectos negativos del Plan Colombia, toca las fumigaciones, de manera puntual y sin conexión con sus orígenes y autores. Hay cierto parecido con la matriz conceptual del primer Plan Colombia, razón por la que invito a releer de nuevo ese plan y contrastarlo con el Plan Ecuador. La primera versión del Plan Colombia fue de factura colombiana, luego mutó -«Alianza Act»- para hacerlo digerible en EEUU y finalmente se transformó en el plan antidroga y guerrerista que conocemos.
Al principio ese plan fue desarrollista, incluía vagos conceptos sobre drogas y seguridad. Esos dos temas son tratados con parecido perfil en el Plan Ecuador. Me queda la duda de que en los temas Delincuencia, Inseguridad y Drogas, tenga semejanza conceptual, lo que me lleva a pensar que si la intención de los autores del Plan Ecuador es crear una bolsa de cooperación internacional, cuando se tramite esa ayuda en EEUU habrá que tener cuidado de que no lo muten, pues la prioridad de EEUU es la guerra a las drogas, la lucha antiterrorista y la seguridad. Al mezclar conceptos progresistas y conservadores, esa bilateralidad puede llevar a la conclusión de que se trata de un programa reactivo al Plan Colombia.
Si queremos superar el drama fronterizo, el Plan Ecuador no puede exhibirse como una reacción limitada exclusivamente a Bogotá. Ecuador tiene que pensar alto y eso significa mirar más allá; si no vieron el planeta, por lo menos vean la nueva Sudamérica, no solo Bogotá y Washington. El otro riesgo es que, más allá de la voluntad del Presidente de hacer respetar la soberanía y la integración sur-sur; otros funcionarios tengan su propia lectura de los conceptos difusos que en el tema drogas y seguridad exhibe el Plan Ecuador.
¿El Plan Ecuador es contrapeso suficiente para afrontar los impactos del Plan Colombia?
Podría ser un contrapeso en lo material para resolver algunas graves carencias de la población fronteriza, pero toda bolsa de cooperación será insuficiente siempre. Si queremos que sea un contrapeso para afrontar los pésimos impactos del Plan Colombia, el Plan Ecuador debió partir de otros cánones. El Plan Colombia tiene una visión del mundo, nos guste o no a los ecuatorianos. El Plan Ecuador debiera contener una amplia visión de mundo, porque así como el Plan Colombia ‘norteamericanizó’ la agenda de Colombia y la región andina, el Plan Ecuador debiera «sudamericanizar» la agenda fronteriza, ecuatoriana y andina. Pero como las prioridades del Plan parecieran ser EEUU, la ONU y la UE, me preocupa que el futuro traiga neblina, y no sólo conceptual…
Integración Sudamericana:
«Hay dos ejes: un bloque que aporta al nacimiento de un mundo multi-polar; y la crisis de la tesis de Monroe: América para los americanos»
La progresiva presencia de gobiernos de izquierda en América del Sur ¿es una tendencia histórica o meramente circunstancial?
Los chinos piensan la escala tiempo en décadas e incluso siglos, en tanto los latinoamericanos reducimos la escala tiempo al día, al mes, al año o al quinquenio como máximo. Una periodista me preguntó qué me parecía la visita de Negroponte al Ecuador, le dije que la mejor respuesta a esa visita la dio Correa al anunciar, días antes, que visitaría China. La periodista, absorta, me dijo: «¡pero saldrá en seis meses!» y le respondí: «en política exterior seis meses es un día». Todo analista serio sabe que China emerge como potencia mundial del siglo 21 y que en una década, con India, volteará la hegemonía unipolar de la gran potencia. El progresivo bloque regional en Sudamérica es una tendencia histórica: dejemos atrás esa noción chata del tiempo, que especialmente padecen los medios, porque viven el día a día.
Hoy vemos una impresionante maquinaria editorial de la mayoría de medios de la región, que han transnacionalizado un mismo discurso contra la integración. La SIP y el GDA ( Grupo de Diarios de las Américas) minan el proceso de unión sudamericana. En toda la región repiten igual matriz contra Correa, Morales, Kirchner, Ortega, Chávez, Lula y Fidel. Rumsfeld sostuvo que este proceso es circunstancial: «Estamos en democracia y lo que hoy sube, mañana puede caer. Veremos si en 5 años estos gobiernos siguen», dijo el cínico delegado de ‘los halcones’.
Para que China sea nación, pasaron mil años y cientos de guerras. Latinoamérica atraviesa un proceso sorprendente de integración nunca antes visto, sin necesidad de pasar cientos de guerras ni milenios. Y es que también es un proceso de integración del pasado con el presente, y del presente con el futuro en toda Sudamérica.
¿Realmente es un bloque regional latinoamericano de gobiernos de izquierda?
Sólo a los ‘mamertos’, y me refiero al irónico colombianismo que moteja así a los sectarios y dogmáticos de siempre, se les ocurre sostener en blanco y negro que este bloque regional ‘no es de izquierda’ o ‘sí es de izquierda’. Quisieran que todos los presidentes de esta tendencia emergente fueran de una sola dimensión: la de ellos; y que todos los procesos fueran «iguales a»; o por lo menos, marxistas del siglo 20, para que puedan ser bendecidos como ‘de izquierda’.
En esa chata dimensión de la realidad latinoamericana, calzan perfectamente las tesis de algunos académicos de izquierda del Norte, que tratan la nueva realidad sudamericana con parámetros del siglo 19. Todo el panorama reciente en Ecuador, Sudamérica y el continente, lo ven bajo la óptica unilateral de una sola izquierda, la de ellos. Yo, por mi parte, leo a José Steinsleger de Argentina, Hugo Cabieses de Chile, a Dieterich y al brillante pensador Álvaro García, Vicepresidente de Bolivia.
Asistimos a nuevos tiempos que expresan una diversidad de corrientes, no puede hablarse de ‘una sola izquierda’. Igual hacen los medios, en sentido contrario, denigrando todo como ‘eje del mal’. Prefiero sostener que se trata de varias tendencias, progresistas todas, aliadas bajo un paraguas tridimensional nuevo: la integración sudamericana, la superación del neoliberalismo y la búsqueda de un nuevo modelo, que algunos llaman socialismo del siglo 21. Hoy emergen multi-liderazgos nuevos en Sudamérica, una vez que entró en crisis la llamada ‘globalización’, y no hay un líder único para empezar, sino un proceso en que percibimos varios liderazgos a la vez. Tenemos por vez primera, a un siglo de espera, varios países con similar matriz identitaria: la integración latinoamericana, la autodeterminación sub-continental y la creación de un bloque propio y fuerte en el nuevo escenario post-mundialización que se avecina.
Hay un nuevo momento histórico pero es errado verlo desde ópticas simplistas, porque así lo ven, qué paradoja, los Montaner, Oppenheimer y nuestros idiotas perfectos en una orilla; y nuestros ‘mamertos’ en la otra. Es un momento tendencial de nuevo tipo, que es distinto, y por eso hablo de nuevas izquierdas, de contenidos aún inéditos y en proceso de elaboración. Este es un proceso nuevo, se le llama Socialismo del siglo 21, y debemos abonarlo con dos tesis: la existencia de una clase media latinoamericana fuerte y garantías de libertades públicas. Esos elementos componen nuestra realidad y son los nuevos paradigmas a forjar.
Esto no puede ser el socialismo clásico que se intentó imponer como ‘verdad sagrada’ en un continente bizarro como el nuestro. Es un tema que la izquierda tradicional no quiere aprender y sólo se pasa tipificando y denigrando todo proceso: ‘reformista’, ‘izquierda moderada’, ‘derecha vestido de izquierda’, ‘no declara aún la dictadura del proletariado’, etc.
Ya no es Chávez ni Lula solos, ya no es Cuba solitaria. Hoy son Correa, Bachelet, Tabaré, Ortega, Evo, Lula, Torrijos, Kichner, etc.
Este proceso también ha reincorporado los desaparecidos ejes de la Conferencia de Bandung: la autodeterminación y soberanía, que luego fueron borrados del diccionario por la globalización. Y para terminar, incluimos la tesis de ir a un modelo económico que supere el neoliberalismo, la sociedad post-neoliberal. En mayor o menor grado, estas nociones se ven en Bolivia, Argentina, Brasil, Venezuela, Nicaragua, Uruguay, Chile, Paraguay, Panamá, Cuba, etc., pero a su manera. Todos son importantes, pues parten de factores distintos al ‘capitalismo salvaje’ y al ‘socialismo real’.
Por primera vez tenemos un medio de comunicación regional sudamericano, que con todo y límites, es no sólo venezolano, sino que tiene capital uruguayo, boliviano y argentino: Telesur. Está por crearse Radiosur, que unificará todas las radios progresistas de Sudamérica y en Ecuador seguramente sumará a La Luna, CORAPE, Tarqui y otras. Tenemos Petrosur, Petro-Caribe y el ‘Anillo Energético Regional’ para preservar en los próximos 50 años los recursos del tercer milenio. Nació una estructura política de integración diferente a la inviable OEA: la UNASUR, parecida y diferente a la UE, cuya sede será Quito y cuyo Secretario General, el Dr. Rodrigo Borja, lanzó la propuesta de ir a una cédula única, sudamericana, para superar barreras migratorias y fardos del pasado.
Pero los lastres coloniales hacen que algunos sigan viendo con el lente del pasado y digan: ‘no será posible’, ‘es teórico’. Esa matriz explotan Washington, la SIP, la CNN, Oppenheimer y Montaner: todo el día tienen pantalla y papel para repetir infamias en todo lado. Hoy emergen dos ejes, distintos al eje ‘izquierda-derecha’ con el que nos enseñaron a pensar hasta hoy: La construcción de un bloque sudamericano propio que aporte al nacimiento de un mundo multi-polar; y la crisis de la tesis de Monroe: » América para los americanos», que significó el control de EEUU al continente. Eso empezó a crujir en el subsuelo del continente.
Claro, es un proceso complejo y difícil, inclusive hay autores como Dieterich que le dan plazo: si en 5 años no avanza este proceso hacia un modelo post-neoliberal que siente las bases del socialismo del siglo 21, corremos el peligro de que retorne el conservadorismo de derecha e incluso el fascismo. Creo que el proceso va a avanzar porque los países ya están maduros para la integración. Es más: avanzan estratégicas iniciativas donde Ecuador ha jugado un papel de peso: el Banco del Sur y hoy el Fondo Monetario del Sur, que planteó el Presidente Correa en Asunción. ¿Cuándo se habló así en los últimos 100 años? Primera vez que los ‘sudacas’ tendremos banco propio. Correa y Patiño, tan atacado por la banca y los medios vinculados, han dinamizado -ambos son economistas- la idea del Banco del Sur, que será inaugurado este año.
El Presidente Correa dijo que propondrá a la UNASUR trabajar en la emisión de una moneda regional única y fuerte, y eso no había ocurrido nunca antes en el continente, porque pasábamos pensando en copiar los moldes de afuera: Miami, Pekín, Moscú, Madrid o Harvard. Cuando pensamos nosotros mismos, avanzamos. Desenchufémonos de dogmas para avanzar.
La gente común es más libre, los del lío somos los dirigentes, las organizaciones y academias; pero la mayoría no está organizada y quiere la integración, aunque no entienda los detalles. Si le preguntan si está de acuerdo con el Banco del Sur, dicen ‘sí’, si le preguntan si está de acuerdo con Petrosur, dicen ‘sí’: ¡eso dice la gente común!
¿Centroamérica y Sudamérica pueden unirse superando diferencias políticas y económicas?
Siempre y cuando superen las asimetrías internas y las que hay entre nuestros países. Preferible es la integración latinoamericana a la que EEUU intentaba con el ALCA o la que intenta la UE ahora. Para ser un polo de referencia en el mundo multi-polar, Latinoamérica debe aprovechar esta ventana de oportunidad única. Si se une, sobrevive, para unirse necesita respuestas equilibradas a sus asimetrías, ya que no es lo mismo unir la economía de Ecuador con la brasileña, si antes Brasil no cede. Es más fácil ponernos de acuerdo entre nosotros que con EEUU, pero es importante superar asimetrías especialmente con Centroamérica. Es una cuestión compleja, así que primero vamos a la unidad en Sudamérica, luego Centroamérica, el Caribe y México.
Esas grandes tareas son las que marcarán el camino de la integración, porque de lo contrario será meramente comercial y estatal. Debemos trabajar también otros ejes: lo social, lo político, lo cultural y lo militar.
Constituyente:
«La Constituyente requiere poder ciudadano y organización civil para que vaya a donde debe: al cambio del viejo país»
¿La aceptación popular del Presidente asegura el proyecto de cambios en la Constituyente?
Sí y no: ‘sí’ porque tiene un liderazgo fuerte y consecuente, que asegura vía expedita a un proceso constituyente. Y ‘no’ porque se trata de construir poder constituyente, que va más allá del gobierno y la Asamblea. Se requiere organización social y ciudadana constituyente, autónoma y masiva, porque no se trata sólo de participar o delegar esa participación, sino de materializar los resultados de la Constituyente, que tiene plenos poderes.
Requerimos poder ciudadano, vigilancia social, organización civil para que la Constituyente vaya hacia donde queremos ir: al cambio del sistema político corrupto y del modelo económico injusto, a una democracia protagónica de la ciudadanía y, finalmente, a estructurar los cimientos de una sociedad post-neoliberal, a sentar las bases propias para la integración latinoamericana y a levantar las columnas más generales de la nueva casa: el socialismo del siglo 21, que deberá ser ‘made in’ Ecuador, de factura propia y elaboración autónoma.
El proceso de cambio ha estado abanderado siempre por la izquierda. ¿Por qué no logró unirse en una sola fuerza para la Constituyente?
La izquierda política ha contribuido mucho en momentos históricos, sí, pero no siempre ha sido la izquierda sola. En los cambios, principalmente en el siglo 20, han participado movimientos sociales, partidos de izquierda, centro-izquierda, militares nacionalistas, etc. Pero la izquierda formal de hoy, del período 2005-2007, sufre una crisis y deja que desear.
El Ecuador del siglo 21 demanda una izquierda y un socialismo del siglo 21, no del pasado. ¿Por qué no nos damos cuenta de eso? Debiera construirse izquierdas del siglo 21 y admitir que se ha padecido autoritarismo, sectarismo, etnocentrismo y todos los ‘ismos’ imaginables.
¿Por qué no se ha logrado nuclear una sola fuerza unitaria? Primero, no creo que haya ‘una sola izquierda’. El totalitarismo se alimenta de la versión única de partido, movimiento, sociedad y mundo. Eso les pasa a Bush y a los sectarios. Hay varias izquierdas, una de ellas de carácter emergente y su origen se halla, esencialmente, en el período post-gutierrista: esa es la que hoy está en Carondelet, pero hay gente que no la reconoce como tal. Me acuerdo que a poco de triunfar Correa en noviembre, durante un evento de ‘evaluación de la coyuntura’, dirigentes indígenas y ONG’s, todos a una dijeron: » la izquierda fue derrotada en las elecciones». Cuando dije que estaba feliz por el triunfo de Correa y que sumados los votos de la tendencia, las izquierdas ecuatorianas eran la primera fuerza del país, casi me linchan.
La mentalidad de ‘pensamiento único’, tanto en la izquierda tradicional cuanto en esta izquierda emergente, perjudica el proceso. Eso de creerse ‘el único movimiento’ me parece riesgoso. Algunos sectores sociales no quieren ver las cosas positivas de Correa, no admiten su propio fracaso ni su desplazamiento como ‘sujeto social del cambio’, y Movimiento País también ha sido inconsecuente: no se une con toda la diversidad. Debiera hacerlo, pues la desestabilización apenas inicia. Será demasiado tarde cuando la conspiración se consolide.
Creo que la rebelión forajida, a la que tanto critican los dogmáticos de izquierda y derecha, no solo barrió a Gutiérrez, sino los viejos dogmas. Pero Movimiento País hoy reclama como ‘único sujeto del proceso’ a la ciudadanía, y esa tesis diluye en un mismo saco a gente limpia y pícaros.
Lo que dicen los medios: «Fracasó la izquierda, no se unió para la Constituyente», es simplista. El Acuerdo Nacional Constituyente, que la APDH contribuyó a formar y liderar, logró un acuerdo con Movimiento País y propuso candidatos serios: Paco Velasco, Pedro de la Cruz, el taita Franklin Columba, Jaime Ruiz, Eduardo Alcívar y otros. ¿De qué izquierda habla el ‘establismenth’? ¿De cierta izquierda extremista que descalifica a Correa llamándolo ‘traidor’? Esa tendencia que dice «ni Correa ni la partidocracia», no entiende que hay un país que generacionalmente cambió en la última década. Por fortuna, también hay gente seria y generosa en las izquierdas.
Creo que somos del siglo 21 pero llevamos lastres del siglo anterior. Y si queremos empeorarla, ‘somos seres del anterior milenio también’, como dice Galeano. Y también somos de este nuevo milenio. Así que tenemos que aprender a convivir en un proceso que sostendrá en nosotros mismos ambos siglos, ambos milenios, por un buen tiempo. El papel de la APDH en este tiempo será preservar y ampliar el equilibrio, cuestionar duramente lo malo y apoyar entusiastamente lo bueno, defender la autonomía de la organización social y civil, más no aupar sectarismos; y ayudar a juntar los polos opuestos.
Si Correa representa una nueva tendencia en la izquierda, ¿se garantiza una Constituyente que incluya a los sectores de la oposición?
Es un deber garantizar la existencia de la oposición y las minorías políticas. Nadie puede decidir todo en nombre de todos. Movimiento País y el gobierno tienen la obligación de garantizar al país que no van a detener los cambios que se demanda. No podemos dejar que nadie decida una democracia vaciada de participación, porque este proceso es de la gente, no de ningún ministro temporal, fugaz dirigente o gobierno en particular.
Comisión de la Verdad:
«A un ser humano no debe exigírsele vivir a condición del olvido. Tampoco a un pueblo».
¿Por qué es importante después de tanto tiempo desenterrar el ayer y no preocuparse de violaciones a los derechos humanos más recientes?
Así como en Alemania nadie que esté en su sano juicio puede decir ‘¿por qué no se preocupan de la golpiza que le acaba de dar el policía Otto Van Schulen a la señorita Von Braun en pleno centro de Berlín, en lugar de procesar nazis de los años cuarentas?’, o en Argentina nadie puede decir ‘no indaguen el pasado, vivan el presente’, en Ecuador es igual: el país tiene una deuda pendiente con su memoria y tenemos que preocuparnos de que haya verdad y justicia. Porque un país sin memoria no tiene futuro. Por salud nacional debemos superar la impunidad, porque la desmemoria permitió que impere la injusticia por más de 25 años.
Aparte del esclarecimiento y sanciones legales ¿que más esperan conseguir?
No solo se busca desenterrar el oscuro pasado, sino asumir el presente hacia un futuro más justo. No se busca venganza, esa es una irresponsable mentira de algunos políticos. La Comisión se creó por decreto presidencial y en su mandato no está el sancionar. Esclarecer sí, y elevar a la autoridad pertinente los resultados de sus investigaciones. Los familiares de los desaparecidos y asesinados tuvieron el gesto de pedirme, en mi condición de activista de la APDH, que integre la Comisión y ahí estoy. Incluso renuncié públicamente a cualquier candidatura a la Constituyente. El mandato contemplado en el decreto presidencial es amplio; en el Ecuador y en Sudamérica creo, por vez primera se permite desclasificar documentos secretos. Solo eso ya será un trabajo enorme, pero tenemos otras atribuciones y campos de acción, así que veremos qué nos depara el mañana.
¿La Comisión incluirá casos como la muerte del ex-Presidente Roldós? ¿Podrán llegar más lejos que las investigaciones anteriores?
No sé si vamos a llegar más lejos. Si el mandato de la Comisión incluye casos emblemáticos, creo pertinente que sea admitido el caso del Presidente Roldós y su esposa, que sus hijos Santiago y Martha nos solicitaron formalmente incluir en nuestro trabajo. A contrapelo de lo que siempre se ha creído en aquel caso, nunca hubo resultados de investigación alguna. Hubo un informe, que es distinto a investigación. ‘Si en este país muere un presidente y en 26 años nunca se esclareció por qué murió, qué pueden esperar los ciudadanos comunes y corrientes’ nos dijo Santiago. Para eso está la Comisión de la Verdad. A un ser humano no puede exigírsele vivir a condición de la amnesia, la impunidad o la injusticia. No se diga a un pueblo entero.