Traducido por Juan Vivanco
Los cinco miembros del equipo internacional de Emergency que estaban en Lashkargá el sábado pasado, cuando se llevaron del hospital a Matteo Pagani, Matteo Dell’Aira y Marco Garatti, han logrado llegar a Kabul en la mañana del martes [13 de abril].
PeaceReporter se ha puesto en contacto telefónico con una de ellos.
«Nosotros estamos bien, pero muy preocupados por la suerte de nuestros colegas, pues no sabemos nada de ellos» ha declarado a PeaceReporter. «No hemos vuelto a verlos desde el sábado por la mañana y no tenemos noticias suyas desde que el embajador pudo hablar con ellos el domingo. A partir de entonces, silencio absoluto. El lunes no le permitieron al embajador que fuera a verles y hoy no sabemos dónde están detenidos. Nos parece alucinante que nuestro gobierno, que pone tanto dinero y soldados en este país, ¡ni siquiera sea capaz de preguntar dónde están recluidos tres ciudadanos suyos! Todo este asunto es una maquinación vergonzosa, y estúpida, por añadidura.
«En la mañana del sábado Marco Garatti debía viajar a Kabul, pero su vuelo se canceló. Después de comer el administrador de nuestro hospital mandó que lo evacuáramos diciendo que había una amenaza de bomba. Nos fuimos a casa. Al cabo de un rato el administrador nos dijo que la alarma había pasado y podíamos volver al trabajo. Pero justo entonces nos llamó el enfermero afgano de urgencias y nos dijo que los militares habían entrado en el hospital empuñando sus armas. Entonces acudieron sólo Marco, Matteo y el otro Matteo para ver lo que estaba pasando, y los otros cinco nos quedamos en casa esperando novedades.
«De repente nos dimos cuenta de que en el tejado de la casa había un policía armado. Nos asustamos y pasamos al pasillo, la zona más protegida de la casa, y tratamos de comunicarnos con los colegas del hospital pero no contestaba nadie al teléfono. La policía había cercado la casa. Llamamos a nuestros colegas de Kabul y de Milán para saber lo que estaba pasando y al cabo de un cuarto de hora unos agentes afganos armados, con uniforme de camuflaje, entraron en casa. Registraron todos los cuartos, cogieron la radio, los ordenadores y los discos duros externos y los guardaron en una habitación, que luego cerraron y precintaron con cinta adhesiva, ordenándonos que no la abriéramos y diciendo que volverían al día siguiente para ver el contenido de los ordenadores. No nos dieron ninguna explicación.
«A la mañana siguiente, domingo, llegaron tres policías de paisano que se identificaron como agentes de la NDS (National Directorate of Security). Examinaron archivo por archivo todos nuestros ordenadores durante tres horas y nos hicieron un montón de preguntas sobre las fotos y varios documentos, y otras preguntas extrañas sobre el número de militares afganos fallecidos mientras estaban ingresados en nuestro hospital. Luego se marcharon llevándose los ordenadores y diciéndonos que eran «sospechosos» pero que nos los devolverían a lo largo del día. Nos ordenaron que no saliéramos de la ciudad hasta que terminaran las investigaciones. Mientras tanto el embajador había llegado a Lashkargá, pero no vino a nuestra casa porque, al parecer, no se lo autorizaron. Un afgano nos dijo que en la ciudad un grupo de personas «se manifestaban contra Emergency». El personal local nos informó de que el hospital había quedado bajo control de la policía armada afgana, que les pidió que siguieran desempeñando las labores médicas rutinarias. Pero no sabemos si siguieron admitiendo pacientes. Estábamos cada vez más nerviosos y preocupados.
«El lunes la situación era la misma: nosotros encerrados en casa con la policía fuera, sin noticias. El embajador italiano no vino a vernos. Por la noche oímos una fuerte explosión en las cercanías y temimos lo peor; luego nos dijeron que los militares de la ISAF habían hecho explotar una carga explosiva. Varias horas después nos dijeron que al día siguiente podríamos regresar a Kabul. Esta mañana, escoltados por la policía, fuimos al aeropuerto, donde nos registraron como nunca lo habían hecho, vaciando todo nuestro equipaje y haciendo incluso comentarios groseros sobre nuestra indumentaria. Ahora estamos aquí en Kabul, sin nuestros pasaportes que ―al parecer― siguen en poder de las autoridades afganas, que los sacaron de las oficinas del hospital. ¡Todo esto es un puro disparate!»
Fuente: http://it.peacereporter.net/
Más información:
Vergüenza. Carta abierta del enfermero jefe del hospital de Emergency en Laskargah, por Matteo Dell’Aira
Firma aquí el llamamiento para la liberación de Matteo Pagani, Matteo Dell’Aira y Marco Garatti