A partir de hoy entran en vigor las disposiciones de la llamada Convención sobre Municiones de Racimo, que prohíbe a los 30 estados que han ratificado el acuerdo emplear, almacenar, producir y transferir este tipo de municiones, en un día que el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) ha calificado de un gran paso […]
A partir de hoy entran en vigor las disposiciones de la llamada Convención sobre Municiones de Racimo, que prohíbe a los 30 estados que han ratificado el acuerdo emplear, almacenar, producir y transferir este tipo de municiones, en un día que el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) ha calificado de un gran paso «para poner fin a décadas de terribles sufrimientos» que causan dichas armas.
Pese a la satisfacción de las ONG que trabajan en este terreno y a las salutaciones del secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, o del Papa, lo cierto es que el principal productor, Estados Unidos, no ha suscrito este acuerdo, y tampoco lo han hecho otras potencias militares como Israel, China o Estados Unidos.
«Este nuevo instrumento del Derecho Internacional Humanitario prohíbe y estigmatiza, tajantemente, el empleo de municiones de racimo», ha declarado el presidente del CICR, Jakob Kellenberger.
«Marca un hito en la lucha contra el empleo de municiones de racimo y ha de poner fin a décadas de sufrimiento de hombres, mujeres y niños», ha señalado, a la vez que ha pedido a todos los estados que han firmado la convención a aplicarla sin retraso.