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Japón

De país donante a receptor de ayuda

Fuentes: IPS

Abril es tradicionalmente en Japón el tiempo del «Hanami», festividad en la que millones de personas en todo el país celebran el florecimiento de los cerezos en parques y calles. Pero, luego del terremoto y el tsunami del 11 de marzo, que dejó casi 30.000 muertos y desaparecidos, el espíritu festivo en Tokio y en […]

Abril es tradicionalmente en Japón el tiempo del «Hanami», festividad en la que millones de personas en todo el país celebran el florecimiento de los cerezos en parques y calles.

Pero, luego del terremoto y el tsunami del 11 de marzo, que dejó casi 30.000 muertos y desaparecidos, el espíritu festivo en Tokio y en otras grandes ciudades fue remplazado por un propagado sentimiento de solidaridad.

«El terrible desastre en (la nororiental región de) Tohoku ha impulsado a la nación a lanzar un movimiento de caridad», dijo a IPS el escritor y crítico social Kyoichi Kobayashi. «Es una experiencia totalmente nueva para el pueblo, que se había acostumbrado a un estilo de vida marcado por el poderío económico japonés de posguerra».

De hecho, desde la norteña isla de Hokkaido hasta Okinawa, la punta al sur del archipiélago, cientos de grupos de voluntarios locales, compañías y organizaciones han lanzado proyectos de ayuda o trabajan como voluntarios para asistir a las poblaciones afectadas en las zonas de desastre.

Por ejemplo, el festival de cine internacional organizado todos los años en Okinawa por Yoshimoto Kogyou, una importante compañía de entretenimiento, fue destinado este año a expresar apoyo las víctimas.

El gobernador de Tokio, Shintaro Ishihara, le solicitó a la población que suspendiera este año las celebraciones de Hanami y mostrara su solidaridad con Tohoku. «No es un momento en que las personas puedan beber mientras observan las flores de los cerezos», señaló.

Japón ha pasado de ser un país donante a uno que necesita desesperadamente ayuda, indicó Kobayashi.

La gran destrucción y la crisis nuclear en el complejo de Fukushima, señaló Kobayashi, dejaron en evidencia la falta de preparación a pesar de su vulnerabilidad ante los sismos.

«El caos que presenciamos en Tohoku es aleccionador. Miles de personas todavía están varadas en centros de evacuación, y hay carencia de alimentos y agua», señaló.

Japón pasó de ser, «en pocos segundos», el principal país donante a «convertirse en un receptor» de ayuda.

El sentimiento de solidaridad con Japón fue bien descrito por el propio primer ministro, Naoto Kan, quien publicó el lunes un mensaje en periódicos de todo el mundo. Agradeció los lazos de amistad mostrados por más de 130 naciones luego del desastre, y prometió que su país «se recuperaría con sus propios esfuerzos y con la ayuda de la comunidad mundial».

Japón «volverá más fuerte… para corresponderles», dijo.

El experto en relaciones internacionales Takeshi Inoguchi destacó que Japón ha recibido donaciones de países como Ruanda y Sri Lanka, que luchan contra sus propias dificultades. «Los japoneses ven esa generosidad como una señal importante de estímulo durante su dolor, y están muy agradecidos», señaló.

Las donaciones de 117 países fueron canalizadas a través de la Cruz Roja Japonesa, y superaron los 33 millones de dólares, según cifras divulgadas en Tokio.

Inoguchi también señaló que, aparte de las cálidas expresiones internacionales de apoyo y la llegada de voluntarios a Tohoku, hay otras señales alentadoras.

Una de las más importantes es el apoyo de China. Antes del terremoto, las relaciones entre Tokio y Beijing eran tensas especialmente por asuntos territoriales. Pero ahora los líderes comunistas chinos lideran la asistencia a Japón.

El periódico Asahi señaló el martes que China había reaccionado con «calma» a la propagación de material radiactivo desde Fukushima hasta el mar y cerca de sus fronteras.

También llega ayuda de Moscú, cuyas relaciones con Tokio estaban tensas desde noviembre, cuando el presidente ruso Dimitry Medvedev visitó los Territorios del Norte, ocupados por Rusia pero reclamados por Japón.

El gobierno ruso envió 161 trabajadores y también prometió apoyo energético, en momentos que Japón sufre varios apagones.

Mientras, Mokoto Torri, residente de Tokio, dijo a IPS que decidió no participar de las celebraciones del Hanami este año porque «el desastre era terrible». No obstante, al ver la fila de cerezos a la vera de la calle, señaló: «De todas formas, me pregunto si estoy haciendo lo correcto».

Fuente: http://ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=97971