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India busca pleito con China

Fuentes: Asia Times Online

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

India, que en los últimos años ha estado mojando esporádicamente la punta de sus dedos en el Mar del Sur de China, parece estar dando un paso decisivo para vadear hasta la cintura en esas aguas convulsas. Es un paso histórico, aunque no haya claridad sobre si es solo táctico o estratégico. Pero es histórico; la política de «Mirar hacia el Este» se pone de moda. La rivalidad estratégica china-india no volverá a ser la misma.

Hace dos meses, un llamador no identificado en un canal abierto de radio saludó a un barco de la marina india, el INS Airavatas, mientras éste abandonaba Vietnam después de una «visita de buena voluntad», y le aconsejó que dejara tranquilo el Mar del Sur de China. Los chinos negaron que Pekín estuviera involucrado en el incidente. India guardó un silencio ambiguo sobre el incidente, que fue exagerado por los medios occidentales.

Pero esta vez, la disputa es en serio y es inflamable. Tiene que ver con proyectos de exploración de la compañía india de propiedad estatal Oil and Natural Gas Corporation Videsh Limited (ONGC Videsh) en dos bloques mar adentro que son reivindicados por Vietnam. El establishment indio «filtró» selectivamente la acción de ONGC Videsh justo antes de la visita de esta semana del ministro de exteriores de India, SM Krishna, a Hanoi, presumiblemente para provocar una reacción de Pekín.

Pekín lo complació rápidamente y mostró su molestia por el hecho de que India emprendiera proyectos de exploración de petróleo y gas en el controvertido Mar del Sur de China. El portavoz del ministerio de exteriores chino dijo respondiendo a una pregunta: «Nuestra posición consecuente es que nos oponemos a que cualquier país emprenda actividades de exploración y desarrollo de petróleo y gas en aguas bajo jurisdicción de China».

Mientras sostenía que Pekín no estaba informado de la participación india en algún proyecto en el Mar del Sur de China, el portavoz subrayó que China goza de «indiscutible soberanía» sobre el Mar de Sur de China y sus islas. Y luego vino el golpetazo. «Esperamos que los países extranjeros no se involucren en la disputa. Esperamos que los países de afuera de la región respeten y apoyen a los países de la región para que resuelvan esta disputa mediante canales bilaterales.»

El portavoz indio reaccionó rápidamente en Delhi ante la declaración del ministerio de exteriores chino, e insistió: «Nuestra cooperación con Vietnam y cualquier otro país se basa siempre en las leyes, normas y convenciones internacionales… la cooperación con Vietnam en el área de la energía y para proteger la seguridad energética de India es muy importante. Hay una serie de compañías indias que ya tienen operaciones y esperamos poder realzar aún más la cooperación en los próximos años.»

Las manchas de petróleo se pueden propagar…

La afirmación india, tal como fue articulada por fuentes oficiales no identificadas ante los medios indios, es que la disputa en el Mar del Sur de China es estrictamente bilateral entre China y Vietnam y que es algo que debe encararse dentro del marco del derecho internacional. «Mientras tanto, es de conocimiento público que nosotros [India] seguimos adelante en la expansión de nuestros vínculos con Vietnam».

ONGC Videsh ya ha tenido actividades en Vietnam desde hace algunos años y expande ahora sus actividades. El tema forma parte del programa de conversaciones de Krishna en Hanoi. Mientras tanto, otras compañías privadas indias también comienzan a realizar estudios para realizar trabajo de exploración en los campos mar adentro en disputa. Ahora Krishna debe dar el próximo paso. Cómo encara la discordia, si la lleva a un extremo, con qué agresividad lo va a hacer, todo esto va a fijar el ritmo de las interacciones chino-indias en el futuro cercano.

De ninguna manera se trata de una disputa por la seguridad energética o el derecho internacional. Es una copia exacta de las ecuaciones triangulares que involucran a China, Pakistán e India. Al reemplazar Vietnam por Pakistán, la riña por el Mar del Sur de China casi parece una reedición de la inquietud india por la floreciente alianza chino-paquistaní. Esa alianza virtualmente cae en cascada ante los ojos de India y Pekín pretende despreocupadamente que no se da cuenta. No pasa un solo mes sin que un dignatario paquistaní u otro consulte con la dirigencia política y militar china.

Mucho más importante es que China esté aumentando su intervención en la parte en disputa de Cachemira que India reivindica como su territorio pero que está bajo ocupación paquistaní y que Delhi ha llamado ‘Cachemira Ocupada por Pakistán’ (POK). Un reciente comentario chino atribuido a un influyente pensador estratégico, Pan Guang, director del Centro Shanghái de Estudios Internacional e Instituto de Estudios Europeos y Asiáticos, y al mismo tiempo director del Centro de Estudios SCI en Shanghái, sugirió que China podría estar a punto de utilizar la carretera del Karakórum y el territorio de POK para desarrollar vínculos de comunicación con Afganistán. Pan afirmó que el asunto estaba en consideración activa por EE.UU. y la OTAN después de discusiones con Pekín.

Pan escribió en un artículo en China-US Focus titulado «China y EE.UU. en Asia Central_ Papel de la SCO y posibilidad de cooperación en Afganistán»:

«A pesar de que China no ha enviado sus tropas a Afganistán, el apoyo chino a las fuerzas aliadas en el país es ampliamente observable.

«Actualmente, EE.UU. y la OTAN consideran tres opciones para involucrar a China en el reabastecimiento logístico de acciones afganas. Primero, se necesita que China abra el Corredor Wakhan en la frontera chino-afgana como canal para suministrar apoyo logístico a las tropas de la OTAN. Pero el corredor, a más de 5.000 metros de altitud, tiene una topografía y clima muy difíciles, que plantean serios problemas técnicos a cualquier paso. Segundo, las carreteras y ferrocarriles en China se urilizan para transportar bienes a la Parte Paquistaní de Cachemira, para embarcarlos luego hacia Afganistán. Tercero, los bienes tienen que enviarse a Gwadar, el puerto paquistaní construido y administrado por compañías chinas, antes de que se transporten por tierra a Afganistán. Por el momento, las dos partes en negociación se concentran en la segunda opción.»

Es concebible que lo que es bueno para uno sea bueno para el otro. Lo que es absolutamente evidente es que Delhi tomó una decisión calculada de dar un codazo a Pekín. Vietnam es una opción estratégica singular para que Delhi haga comprender a Pekín la profundidad de los sentimientos indios ante los vínculos de China con Pakistán. El paralelo es casi total en la medida en que India recibiría mucha empatía de otros países del Sudeste Asiático al involucrarse en la disputa del Mar del Sur de China -y de Japón- exactamente como la que recibe China en la región de Asia del Sur de parte de los pequeños países que rodean India con los cuales India ha tenido relaciones difíciles.

…pero el conflicto es poco probable

India se ha desinteresado de los intentos de EE.UU. de reclutarla junto a sus otros aliados asiáticos. Ha preferido seguir su propio camino de manera que la actual disputa es estrictamente ‘bilateral’ y su solución tendría que tener lugar dentro del marco chino-indio. Delhi podría estar explorando el terreno para establecer reglas básicas con Pekín que guíen la conducta entre las ‘esferas de influencia’ del uno y del otro, que sean equitativas y sostenibles y basadas en la ventaja mutua. El tema es si China vería las cosas de esa manera.

Para China, sus lazos con Pakistán y cualquier otro país del Sur de Asia no son necesariamente «India-céntricos». India tampoco puede afirmar abiertamente que la región del Sur de Asia sea su «esfera de influencia» donde China tenga que ajustar su conducta para adaptarse a la sensibilidad de Delhi. Sobre todo, el interés por la expansión de China en la región del Océano Índico es de consecuencias tan trascendentales para sus estrategias globales que le será difícil limitarlas para acomodar las sensibilidades indias. En resumen, comienza un nuevo capítulo en la rivalidad geoestratégica chino-india.

El modelo de conflicto y cooperación inherente a la relación chino-india adquiere un nuevo patrón. En una reciente obra maestra sobre la política exterior de India, Does the Elephant Dance?, David Malone, quien sirvió como Alto Comisionado de Canadá en India durante 2006-2008, escribió con mucha presciencia:

«Aunque no puede haber ninguna certeza respecto a un posible futuro conflicto o cooperación futura entre India y China, la probabilidad es una mezcla de tensión relacionada con la seguridad y cooperación económica. Una guerra directa es muy improbable, ambas partes tienen demasiado que perder. Pero las dos naciones se seguirán estorbando, con resultados imprevisibles, mientras tratan de expandir sus respectivas esferas de influencia.»

Por cierto, la relación económica crece rápidamente. Irónicamente, el mismo día que el establishment de política exterior indio decidió «pellizcar» las sensibilidades chinas sobre el Mar del Sur de China, el ministerio indio de finanzas dio un inmenso salto adelante para alentar las inversiones chinas en India.

El gobierno indio decidió permitir que las compañías indias pidan prestado en yuan hasta un nuevo límite de 1.000 millones de dólares estadounidenses. Su acción apunta a facilitar la toma de préstamos en China cuyo coste de crédito es bajo, para el desarrollo de la infraestructura de India.

Hasta ahora India ha permitido la toma de préstamos en el extranjero solo en dólares, euros, yen o libras esterlinas. Esencialmente, se está posibilitando que compañías privadas indias puedan colocar grandes pedidos con proveedores chinos, especialmente para equipamiento generador de energía. Se puede decir que los vínculos comerciales y económicos en rápido desarrollo entre adversarios podrían tener un efecto relajante sobre su ira y sus pasiones.

Por otra parte, la disputa por el Mar de Sur de China también muestra que, a pesar del auge de los vínculos comerciales y económicos, la relación chino-india se caracteriza por persistentes sospechas y desconfianza, que pueden inflamarse en todo momento intencionalmente o de otra manera a medida que su competencia por influencia en el Sur de Asia y las regiones vecinas o la simple expansión de sus intereses económicos internacionales y su alcance militar adquieran más ímpetu, aunque ninguno de los dos países es expansionista en términos territoriales.

Una cosa es segura. Todas las principales iniciativas de política exterior y la mayoría de las acciones menos en Delhi son dirigidas directamente por la oficina del primer ministro en Delhi y el ministerio de exteriores ha tenido un papel de menor importancia en el pasado reciente y se ha limitado a articular políticas en lugar de realizarlas. Dicho en pocas palabras, la actual disputa lleva el imprimatur de la oficina del primer ministro indio.

Eso provoca una pregunta tangencial. Muchos piensan que el primer ministro indio Manmohan Singh se encuentra actualmente en el punto más bajo de su trayectoria como político. En su gobierno crece un sentido de exasperación, que parece existir sólo por la lógica de que política tiene que ver con poder. Sus mandarines de confianza buscan con afán maneras de realzar su imagen. Una decisión de último minuto de Manmohan de asistir a la sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York la próxima semana se ve como un intento de «mejorar su imagen».

Sin embargo, todavía queda por obtener una aprobación del presidente Barack Obama para una reunión cara a cara. Al parecer los estadounidenses mencionan «dificultades de agenda», lo que es frecuentemente una metáfora diplomática para desinterés. ¿Representarán un incentivo para un cambio de opinión de último minuto en la Casa Blanca las fábulas que han llegado del Mar de China del Sur en las últimas 48 horas?

El embajador M. K. Bhadrakumar fue diplomático de carrera del Servicio Exterior de la India. Ejerció sus funciones en la extinta Unión Soviética, Corea del Sur, Sri Lanka, Alemania, Afganistán, Pakistán, Uzbekistán, Kuwait y Turquía

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Fuente: http://www.atimes.com/atimes/China/MI17Ad01.html

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