Desde el año 1992 a la fecha, como un recordatorio a la defensa de la vida, la necesidad de respetar los derechos humanos y una campanada constante que resuena en la conciencia de los pueblos, se conmemora el Genocidio de Jodyali. Una serie de crímenes cometidos por fuerzas armenias en el mencionado pueblo azerbaiyano, ubicado en Nagorno-Karabaj
En estos días, Jodyali, un grito de justicia se eleva, para recordarnos, que en un pequeño pueblo ubicado en la región azerbaiyana de Nagorno Karabaj (hoy ocupada por colonos y fuerzas militares armenias, en una clara violación del derecho internacional) se llevó a cabo lo que se considera uno de los hechos de violencia étnica más tenebrosos de fines del siglo XX. Esos dos días fuerzas de armenia entraron en el pueblo de Jodyali, en la región de Nagorno Karabaj y cometieron atrocidades consideradas crímenes de lesa humanidad, que significaron el asesinato de 613 connacionales azerbaiyanos, entre ellos 83 niños, víctimas de una guerra de ocupación, que hasta el día de hoy mantiene bajo el dominio armenio, el 20% del territorio de Azerbaiyán.
Los Sucesos en Jodyali representa la violación de los derechos fundamentales de la población, no sólo de Jodyalí, sino del conjunto de Nagorno Karabaj, que se vio sometida a una invasión militar y el éxodo de cientos de miles de personas, expulsadas de sus hogares por los atacantes armenios que violaron leyes internacionales, explicitadas en la carta de las naciones unidas y en general en el derecho internacional: la integridad territorial de Azerbaiyán, el respeto al derecho internacional y la resolución pacífica de las controversias, además del respeto a las obligaciones jurídicas internacionales derivadas – posterior a los hechos que significaron el desmembramiento de Azerbaiyán a manos de Armenia – de aquellos, que bajo la condición de ocupante beligerante somete a su dominio un territorio que no le pertenece.
El Genocidio de Jodyali tuvo la clara intencionalidad de generar terror, como parte de una ofensiva militar que tuvo como objetivo el apoderarse de territorios pertenecientes a Azerbaiyán, que no estaba sujeto a reclamo legal territorial alguno y cuya agresión fue autorizada al más alto nivel político y militar armenio, como lo prueban las palabras del ex presidente armenio Serzh Sargsyan quien en el libro del autor británico Thomas de Waal “Black garden: Armenia y Azerbaiyán Through Peace and War” [1] confiesa “antes de Jodyali los azerbaiyanos pensaban que los armenios no eran capaces de tocar a la población civil. Logramos derribar esa opinión y esto sucedió” ¡¡y de qué manera!! asesinando a cientos de residentes de Jodyalí, entre ellos niños, ancianos, mujeres indefensas y manteniendo como rehenes a 1.275 habitantes del pueblo.
El mismo exmandatario armenio consigna, en una entrevista al mencionado periodista británico 8 años después de los crímenes, que Armenia había desencadenado la guerra de agresión y ocupación de territorios de Azerbaiyán bajo el marco de una lógica de estrategia militar, que hundía sus raíces desde inicios del siglo XX y que estaba destinado a ocupar territorio de Azerbaiyán y que su país en plena fase bélica, en pos de ese objetivo claramente ilegal desoyó “abierta y conscientemente los llamados del Consejo de Seguridad de las naciones Unidas para el cese del fuego”.
El Genocidio de Jodyalí no es un hecho que anónimo, una serie de crímenes que no tenga culpables o que se olvide por no existir pruebas. Es un hecho documentado, con evidencias grabadas por periodistas de diversos medios internacionales que se encontraban en el área y que pudieron grabar los resultados de la masacre, in situ, en la mañana misma de los crímenes cometidos por las tropas armenias. Cadáveres congelados en posturas que mostraban posturas de rendición, disparo s a quemarropa, niños y mujeres mutilados, a los hombres en conductas bestiales se les arrancó el cuero cabelludo.
La BBC Morning News, en transmisiones en directo dieron cuenta de detalles macabros de estos crímenes a manos de las fuerzas armenias. The Washington post, le Monde consignaron en forma similar que “alrededor de mil de un total de diez mil habitantes de Jodyalí fueron masacrados en este ataque de las fuerzas militares armenias. Se unieron, a estas informaciones desgarradoras, medios de comunicación como Times y Newsweek, que dieron cuenta de la masacre y como centenares de cuerpos eran llevados a una morgue improvisada, que se instaló detrás de la mezquita del pueblo. No hubo posibilidad de desmentir la autoría de crímenes de lesa humanidad.
En un marco internacional donde el tema de los derechos humanos y su defensa está a la orden día, es un imperativo exigir verdad y justicia para Jodyali tras 28 años desde aquello genocidio que aún permanece como una puñalada en la conciencia del mundo, que aún es una herida abierta en el pueblo de Azerbaiyán y que debe ser una espada encendida en materia de exigir que los responsables materiales e intelectuales de estos crímenes responda ante la justicia internacional. No puede haber paz sin justicia, no puede haber futuro sin compensación frente a crímenes brutales. No puede haber normalidad cuando Armenia sigue negando lo innegable.
Jodyalí es una herida lacerante como lo es una ocupación militar de Nagorno Karabaj que está bajo control militar armenio desde mayo del año 1994 cuando se firmó el cese del fuego en el conflicto que enfrentó a Armenia contra Azerbaiyán. Una guerra que significó el destierro de 800 mil azerbaiyanos que habitaban Nagorno Karabaj y siete distritos en su alrededor, convirtiéndose en desplazados, lejos de su tierra y en espera de la restitución de lo que ha sido su hogar por centenares de años. Una reivindicación permanente como lo demuestra la declaración de la comunidad azerbaiyana de la región de Nagorno-Karabaj de la República de Azerbaiyán, que señala sufrir una agresión que dura ya 30 años por parte de Armenia. Una comunidad que apoya la solución pacífica del conflicto, que garantice la retirada completa e incondicional de las fuerzas armadas armenias de la región de Nagorno Karabaj y de los restante territorios ocupados de Azerbaiyán. Esta comunidad reconoce que es “muy difícil prepararse para la paz y la reconciliación, en el marco de una política anexionista manifiesta de Armenia, ejemplificada en la infame declaración del Primer Ministro de la República de Armenia, Nikol Pashinyan, de que “Karabaj es Armenia” [2]
Armenia, en una campaña diplomática con uso de ingentes sumas de dinero para favorecer su posición ilegal con respecto a Nagorno Karabaj, pretende que se reconozca la ocupación de los territorios de Azerbaiyán – que significan el 20% del total de sus territorios –que han estado bajo control armenio desde mayo de 1994 cuando fue firmado el cese de fuego acordado. Un esfuerzo de lobby estéril pues resulta evidente que el reclamo armenio el ilegítimo, no respeta el derecho internacional y sigue sin ser llevado a tribunales internacionales los responsables del genocidio de Jodyali. Conseguir la paz en Asia occidental, donde se ubica Nagorno-Karabaj, implica devolver ese territorio y los siete distritos ocupados por Armenia. Esto, no sólo por un tema de justicia histórica, sino que de respeto a las leyes internacionales, dejar de lado la impunidad de la que ha gozado Armenia y establecer el necesario equilibrio, que permita dar los pasos para un desarrollo sostenible de toda la zona – incluyendo Cáucaso Sur y Asia Central -.
En un artículo publicado el año 2018 señalé que habían pasado casi tres décadas desde el acto criminal de Jodyalí cometido por Armenia, sin que hasta ahora se haya dictado justicia para las víctimas del genocidio de Jodyalí, sus familiares y haya retornado a su seno la región de Nagorno Karabaj que sigue sometida a la ocupación de Armenia. Esto, a pesar de las numerosas resoluciones incumplidas por Armenia emanadas del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas: la Número 822, 853, 874 y 884, todas ellas del año 1993 y que reafirman la soberanía y la integridad territorial de la República Azerbaiyana, la inviolabilidad de las fronteras internacionales y la inadmisibilidad del uso de la fuerza para la adquisición de territorio.[3]
Se requiere hacer cumplir las leyes internacionales pero, sobre todo, hacer justicia con las víctimas y sus familiares en lo que se conoce como el genocidio de Jodyali. No puede haber paz sin verdad y justicia y es aes la primera exigencia cuando han trascurrido 28 años desde los crímenes que cercenaron la vida de 613 azerbaiyanos, que desde las profundidades de los territorios ocupados de Nagorno-Karabaj claman por justicia.
Notas:
[1] Thomas de Waal (2004) BlackGarden: Armenia and Azerbaiyán through peace and war (Jardín negro: Armenia y Azerbaiyan en la paz y la Guerra). ABC-CLIO. Páginas 172-173. ISBN 0-8147-1945-7).
[2] “Además, Armenia niega incluso la existencia misma de la comunidad azerbaiyana de la región de Nagorno Karabaj de Azerbaiyán, nos deniega nuestros derechos y libertades fundamentales y trata de oponerse por todos los medios al contacto entre las comunidades azerbaiyana y armenia de la región de Nagorno-Karabaj de Azerbaiyán. Todo ello es prueba adicional del profundo desprecio por los derechos humanos que define la política armenia de agresión y ocupación de los territorios de Azerbaiyán.
Armenia trata de impedir que los azerbaiyanos regresen a sus hogares y pretende colonizar los territorios ocupados, lo que queda de manifiesto en políticas y actos deliberados que tienen por objeto modificar la composición demográfica de esos territorios y su carácter económico, social y cultural.Anexo de la carta de fecha 30 de enero de 2020 dirigida al secretario general d ela ONU por el representante permanente de Azerbaiyán. Declaración d ela comunidad de Azerbaiyán de la región de Nagorno-Karabaj de la república de Azerbaiyán. https://www.epicentrochile.com/2020/02/14/la-cuestion-de-la-region-de-nagorno-karabaj-y-los-7-distritos-adyacentes-de-la-republica-de-azerbaiyan/