Traducido del inglés para rebelión por Beatriz Morales Bastos
Irán, uno de los países más afectados por la pandemia del COVID-19, tiene dificultades para tomar medidas debido a las sanciones estadounidenses, que afectan a la forma de prestar la atención sanitaria y empeoran las fracturas sociales.
Foto: Según el alcalde de Teherán al gobierno le resulta casi imposible aplicar la cuarentena ya que no puede apoyar económicamente a las personas que no trabajen (Reuters)
El 31 de marzo el sistema de intercambios europeo, el INSTEX (siglas en inglés de Instrumento de Apoyo al Intercambio Comercial) (1), registró una transacción con Irán por primera vez desde que se creó en enero de 2019. El ministro de Exteriores alemán confirmaba en un comunicado que Francia, Alemania y Reino Unido habían “cerrado con éxito su primera transacción que facilita la exportación de productos médicos de Europa a Irán”.
Dos días después, el 2 de abril, era el candidato demócrata a las elecciones presidenciales estadounidenses, Joe Biden, quien pedía al gobierno Trump suavizar las sanciones a Irán, y declaraba en un comunicado: “En la actual crisis sanitaria mundial no tiene ningún sentido empeorar [el fracaso de las sanciones] con crueldad impidiendo el acceso a la ayuda humanitaria necesaria”.
A fecha de 6 de abril en Irán había 60.500 personas enfermas de coronavirus y habían muerto más de 3.700. Aunque parece que se ha ralentizado el aumento de las cifras, el país sigue teniendo una media de 120 personas muertas al día. La caótica gestión de la crisis por parte de las autoridades del país se suele señalar como responsable en parte de la situación.
Sin embargo, hay que añadir otro elemento para entender las dificultades de Irán a la hora de responder eficazmente a la pandemia: el del peso de las sanciones estadounidenses. Dos sectores que sufren especialmente los efectos de dichas sanciones, tanto directa como indirectamente, el sistema sanitario y la economía.
Escasez y un acceso insuficiente a la atención médica
Para comprender mejor por qué el sistema sanitario está afectado conviene referirnos brevemente a su historia y estructura. Una de las prioridades de la República Islámica tras la revolución de 1979 fue una importante expansión de la infraestructura nacional de sanidad pública, tanto en cantidad como en alcance geográfico, por medio del desarrollo de instalaciones médicas y de la formación del personal.
Según criterios internacionales, Irán dispone de un sistema sanitario correcto, dotado de infraestructuras eficaces en las grandes ciudades y de instalaciones en las ciudades medianas y los pueblos. El poder central subvenciona en gran parte el sistema sanitario iraní y la mayoría de la población tiene acceso a sus servicios de primera, segunda y tercera línea de atención.
Aunque el sistema sanitario parece estar centralizado en torno al Ministerio de Sanidad y Educación Médica, otros agentes privados y semiestatales desempeñan un papel en el reembolso de la atención y la gestión de los pacientes. La Organización de la Seguridad Social y la Organización de Seguros de Servicios Médicos son las principales instituciones que ofrecen un seguro médico a sus beneficiarios, un seguro que cubre de media el 70 % del coste de los medicamentos y el 90 % del coste de los hospitales públicos.
Sin embargo, aunque el Ministerio de Sanidad subvenciona la producción farmacéutica y fija los precios de los medicamentos, la importación y distribución de material médico están gestionadas sobre todo por el sector privado.
¿Cuál es la situación actual? Aunque el objetivo de las sanciones estadounidenses no son explícitamente los suministros humanitarios, los efectos de las sanciones afectan directamente a la entrega de los materiales necesarios para luchar contra el coronavirus. Los productores se enfrentan a este control de los precios y no tienen ningún margen de maniobra, sobre todo frente a la inflación provocada por el desplome del rial, la moneda iraní.
Por otra parte, aunque Irán dispone de un sector farmacéutico relativamente eficaz, debe importar muchos de los componentes necesarios para fabricar determinados medicamentos. Ahora bien, la imposibilidad de utilizar los sistemas bancarios internacionales hace casi imposible todo intercambio.
Además, la mayoría de las empresas extranjeras ya no se atreven a exportar bienes de Irán por temor a sanciones secundarias estadounidenses. Varias sociedades occidentales que suministraban el material médico necesario para luchar contra el coronavirus han dejado de expedir a Irán ante la negativa de sus bancos a llevar a cabo las transacciones. El propio transporte de suministros es difícil debido a las sanciones contra las compañías aéreas iraníes.
En última instancia, el sistema sanitario iraní se ve privado de los equipamientos necesarios para luchar contra el coronavirus. Es lo que afirmaba el ministro de Asuntos Exteriores Mohammad Javad Zarif en un tweet del 12 de marzo en el que incluía la lista del material médico que necesita el Ministerio de Sanidad.
La corrupción entra entonces en juego, sobre todo en el ámbito farmacéutico, y contribuye a deslegitimar un sistema y ponerlo en tensión. También aumentan las desigualdades en el acceso a ciertos productos básicos, como las mascarillas protectoras, cuyos precios se disparan.
Como revelaba el 7 de marzo el diario Hamshari, un 63 % de los habitantes de Tehéran no tiene un acceso suficiente a los productos médicos, mientras que un 74 % señala la falta de artículos en el mercado y un 22 % de las personas que habitan en la capital no dispone de medios para pagarlos. Esta última cuestión está relacionada con la situación económica del país, que se ha visto afectada por el régimen de sanciones.
Una estructura económica afectada
Las sanciones no son la única razón de la debacle económica iraquí. No hay que olvidar las causas estructurales, unidas a errores de gestión históricos. No obstante, las sanciones contribuyen a empeorar la situación. El bloqueo de los haberes iraníes en el extranjero es un elemento que pesa en la incapacidad del gobierno Rohani para responder a la crisis.
En los bancos chinos están retenidos medios financieros, como los beneficios de la venta de petróleo al extranjero, debido a la imposibilidad de hacer transitar estos fondos por los canales bancarios a causa de las sanciones. Así, se calcula que hay entre 5.000 y 8.000 millones de dólares fuera del sistema bancario iraní, de modo que el Estado central no tiene acceso a ellos
Relacionado también con las sanciones, el colapso de las ventas de petróleo y el aumento del déficit comercial lastran el presupuesto del Estado y ello provoca recortes en varios presupuestos sociales.
Por eso, es la población quien sufre los efectos de estas diferentes políticas. Además de la reducción de los medios presupuestarios y la vuelta de la inflación, no se pueden aplicar ciertas políticas de lucha contra el COVID-19. Un ejemplo de ello es que no se haya decretado el confinamiento ni el cese del trabajo en empleos no esenciales. La razón de ello no es solo los conflictos políticos entre radicales y moderados o con las fundaciones religiosas como las del ciudad de Qom, epicentro de la epidemia. Como señalaba el alcalde de Teherán Pirouz Hanachi, al gobierno le resulta casi imposible aplicar la cuarentena ya que no puede apoyar económicamente a las personas que no trabajen. En efecto, el impacto del confinamiento en cientos de miles de personas que trabajan en el sector informal sería dramático.
En un vídeo difundido por las redes sociales a finales de marzo un hombre mayor, vendedor en la calle, afirmaba no poder quedarse en casa encerrado porque se quedaría sin ingresos. Como reconocía en el diario económico Donya-e eqtesad el economista Masoud Nili, la epidemia afecta duramente a las clases populares y a las personas pobres: el “trabajo en casa” no es una simple opción para “los chicos de los recados, los comerciantes, los conductores, los panaderos etc.”. Y ello tanto más cuanto que la economía informal supone más del 35 % de la economía de Irán. Por lo tanto, la lógica económica explica en parte muchas de las medidas que ha tomado o dejado de tomar el gobierno Rohani.
¿Habrá nuevas explosiones sociales?
Por consiguiente, a menos que se suavicen las sanciones Irán se enfrenta a nuevas tensiones sociales a medio y corto plazo, unas tensiones que ha agravado la crisis del coronavirus. Las frustraciones siguen presentes entre la población y hay una división cada vez mayor entre las diferentes categorías de la población.
Así, el diario Hamshari informaba de las quejas de los habitantes de Teherán por la diferencia de trato. Al parecer, hay un sentimiento de injusticia respecto la asignación de recursos, puesto que se cree que se detecta mejor la enfermedad en el caso de los funcionarios públicos y se les trata mejor que al resto de la población, así que a medida que empeore la crisis social y económica se podrían exacerbar las tensiones sociales.
Por consiguiente, las sanciones tienen un fuerte peso a la hora de abordar una situación sanitaria que convierte a Irán en unos de los países más afectados por el coronavirus en el mundo. Las consecuencias no afectarán solo a las personas enfermas de COVID-19. Un estudio de 2013, en el momento en que las sanciones internacionales contra Irán eran más duras, destacaba el empeoramiento del estado de salud de personas que padecían enfermedades como cáncer y asma, ya que no disponían de medios financieros para pagar los medicamentos necesarios para su tratamiento.
Aunque varias instituciones y cargos electos tanto en Europa como en Estados Unidos piden que se suavicen las sanciones, Irán, por su parte, sigue siendo inflexible en lo que se refiere a la ayuda internacional. El rechazo de la ayuda estadounidense por parte de Rohani el pasado 23 de marzo es sin lugar a dudas comprensible por la idea de la resistencia pero también por la voluntad de reafirmar a Estados Unidos que sus sanciones son ilegítimas y, por consiguiente, su ayuda no es bienvenida. Así pues, parece haber bloqueo en ambos lados al tiempo que hay pocos indicios de que la pandemia disminuya.
(1) INSTEX (acrónimo inglés de Instrument in Support of Trade Exchanges) es una sociedad con sede en París que creada en enero de 2019 por Francia, Alemania y Reino Unido con el fin de favorecer los intercambios comerciales con Irán sin utilizar el dólar estadounidense. En un primer momento los intercambios son solo de artículos de primera necesidad, alimentos y medicinas. (N. de la t.).
Jonathan Piron es historiador y politólogo. Es consejero de Etopia, un centro de investigación con sede en Bruselas, y está especializado en las transformaciones sociales en Oriente Próximo, en especial en las actuales dinámicas de movilización en Irán.
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a la autora, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.