Desde el comienzo mismo de la invasión de Ucrania por parte de la Federación Rusa, la reacción de los propios rusos ante la guerra ha constituido una cuestión central.
¿Qué piensan de la guerra? ¿Por qué la apoya la gente?
Las encuestas de opinión suelen mostrar que la mayoría de los ciudadanos rusos apoyan las acciones militares rusas en Ucrania. Pero los científicos sociales han criticado estos sondeos por considerarlos poco fiables. Señalan que muchas de estas encuestas las realizan empresas de sondeos leales al Estado ruso, que los encuestados en regímenes autoritarios tienden a elegir respuestas que recalcan su actitud de lealtad hacia las autoridades, y que todas las empresas de sondeos, incluidas las organizaciones independientes, se enfrentan a un elevado número de rechazos cuando le piden a la gente que participe, lo que sesga de nuevo los resultados hacia los encuestados que apoyan la política del gobierno.
Y lo que es más importante, los sondeos de opinión no muestran cómo piensan aquellas personas que aparentemente apoyan la «operación especial» del ejército ruso en Ucrania. ¿Quiénes son estas personas? ¿Qué apoyan exactamente? ¿Cuál es la lógica de su pensamiento?
Investigación independiente
Sólo un estudio más profundo sobre la percepción por parte de los rusos de la guerra en Ucrania puede responder a estas preguntas. El Laboratorio de Sociología Pública, un colectivo de investigación independiente, comenzó a realizar entrevistas en profundidad en Rusia el 27 de febrero y continúa haciéndolo en la actualidad. Recogimos entrevistas con personas tanto “offline” [cara a cara] fuera de línea como “online” [por medios digitales].
En el trabajo cara a cara se incluyeron entrevistas en actos públicos en las principales ciudades de Rusia (principalmente Moscú y San Petersburgo) -por ejemplo, en concentraciones contra la guerra o a favorables a la misma- y entrevistas realizadas durante la rutina diaria de nuestros entrevistadores; por ejemplo, con la cajera de una tienda cercana a casa, una peluquera en un salón habitual, un camarero en un bar popular, con viajeros en un tren, etc. Las entrevistas digitales se realizaron con personas que respondieron a convocatorias de las redes sociales, y con personas encontradas por el método de «bola de nieve», en el que un encuestado anterior o un conocido personal del entrevistador recluta a otras personas.
La propaganda y la represión hacen que sea cada vez más difícil conseguir el permiso de la gente para hablar de la guerra. En el momento de redactar este informe, nuestro archivo contiene 134 entrevistas sociológicas anónimas con una duración media de 40 a 50 minutos. De ellas, se grabaron 30 entrevistas con personas que se identifican como partidarias de las operaciones militares de Rusia en Ucrania.
Más complicadas
A menudo pensamos que quienes apoyan la guerra son personas que se creen la propaganda estatal rusa, que creen que Ucrania ha sido «capturada por los nazis» y/o que Ucrania (con la ayuda de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, la OTAN) estaba planeando un ataque contra el Donbás y Crimea, y posteriormente contra Rusia. Otro estereotipo es que estas personas apoyan al presidente, Vladimir Putin, o están dispuestas a ignorar las consecuencias negativas de las sanciones económicas de Occidente contra Rusia.
Pero nuestra investigación muestra que las razones por las que la gente apoya la operación militar rusa en Ucrania son más complicadas. Las primeras entrevistas que realizamos demostraron que no podíamos elaborar un retrato único de la persona que apoya la guerra contra Ucrania. En su lugar, encontramos una gama de distintos tipos de apoyo, que hemos separado en diferentes grupos.
El público de la propaganda estatal: entre los rusos que apoyan las acciones militares contra Ucrania, encontramos personas que tienden a reproducir los clichés de la propaganda estatal rusa en sus razonamientos. Estas personas confían en las fuentes de información oficiales rusas (y no suelen consumir otros medios de comunicación). Justifican la guerra aludiendo a la necesidad de proteger a los habitantes de Donbás del régimen ucraniano (al que se refieren como «nacionalista», «nazi» o «fascista») y de luchar contra el «nazismo» o «fascismo» ucraniano en general.
A estas personas les preocupan las víctimas civiles entre los ucranianos, pero creen que el ejército ucraniano es responsable de ello: éste, dicen, se oculta en zonas residenciales y provoca que se devuelva el fuego disparando sobre los civiles. Se inclinan por admitir que las sanciones afectarán a la economía rusa, pero están dispuestos a «soportar» sus consecuencias. Apoyan a Putin y, a pesar de que ven problemas internos en Rusia, están dispuestos a perdonarlos en un momento difícil para el país.
Sin embargo, al realizar las entrevistas con estos informantes, observamos un patrón interesante: cuanto más tiempo había pasado desde la invasión inicial de Rusia, más probable era que estas personas estuvieran dispuestas a dudar de su imagen del mundo. En la primera semana de la guerra, ninguno de los partidarios de este tipo sugirió que la información recibida de fuentes oficiales rusas pudiera ser inexacta o incompleta.
Una antigua doctora de 52 años entrevistada en Moscú al principio de la guerra declaraba que veía constantemente las emisiones en directo del propagandista estatal Vladimir Solovyov en Internet -donde suele entrevistar a expertos invitados- y luego procedía a compararlas con la información de las fuentes estatales oficiales, la emisora de radio Eco de Moscú y el canal de televisión independiente Dozhd, que fueron clausurados poco después del comienzo de la guerra. “Comparo [las fuentes oficiales y Solovyov] con lo que me dicen Dozhd y Eco, y resulta que se hizo lo correcto, perdónenme, al clausurar Eco y Dozhd. Porque, Bueno, lo que emitían era… era simplemente vergonzoso”, nos dijo.
Y he aquí las palabras de un informante entrevistado el 18 de marzo, tres semanas después del comienzo de la guerra, que expresa algunas dudas sobre lo que informan los medios de comunicación: «No hay genocidio, al menos por parte de Rusia. Digo esto basándome en lo que oigo de los medios de comunicación, lo que nos ofrecen. Me parece que nadie, excepto el gobierno [ruso], sabe de veras lo que está ocurriendo allí. Nadie me da información militar» (hombre, 44 años, Yoshkar-Ola, constructor, apoya la guerra).
Partidarios del «mundo ruso»: también encontramos entre nuestros entrevistados a partidarios del proyecto imperial conscientes y motivados ideológicamente. Se trata de personas que formaron su actitud hacia la política exterior rusa (en general, y hacia los estados vecinos en particular) mucho antes de la invasión. Se trata principalmente de personas con simpatías imperiales y/o visiones nacionalistas, que sueñan con una Rusia fuerte que derrote finalmente a su eterno enemigo: Occidente.
Estas personas no sólo justifican la guerra de Rusia contra Ucrania, sino que la celebran. A sus ojos, el conflicto entre Rusia y el mundo occidental viene de lejos. La guerra contra Ucrania es, pues, un intento de establecer la paz en el futuro (a pesar de la retórica militante de la OTAN), de acabar con el nacionalismo agresivo en Ucrania y devolver a los ucranianos del Este al «mundo ruso».
Así, un informante, trabajador del mundo de la música de 42 años, de San Petersburgo, explica su apoyo a la «operación especial» en los siguientes términos: “Esto no tuvo nada de sorprendente, porque sigo el desarrollo de las relaciones internacionales y la relación entre Rusia y Ucrania y demás, toda esta historia. Ucrania no es más que uno de los ángulos [del enfrentamiento entre Rusia y Occidente]. Todo iba en esa dirección; estaba claro cómo se iba preparando… Esta decisión [de invadir] contribuirá al establecimiento de la paz en Europa del Este».
O bien la explicación de un editor de vídeo independiente (28 años), de Moscú: “Para empezar, hay una amenaza a la categoría de Estado de Rusia por parte del régimen cuasi-nazi erigido en Ucrania, al que se ha surtido de armas occidentales y que está construido sobre una ideología de odio a Rusia y a los rusos…Estamos hablando, en primer lugar, de la seguridad de Rusia. Sobre la base de los intereses de seguridad de Rusia se tomó la decisión de anexionarse Crimea en 2014. Y luego, efectivamente, tenemos la desnazificación de Ucrania, la rivalidad con la OTAN en el territorio de Ucrania, la protección, en general, de nuestro gaseoducto en el territorio de Ucrania”.
Estas personas se muestran escépticas con respecto a la propaganda de la televisión rusa, pero más bien porque piensan que resulta estúpida e ineficaz; preferirían tener «mejor propaganda». Este grupo no ignora que las fuerzas rusas han matado a civiles ucranianos, pero tiende a creer (a) que el ejército ruso intenta evitar las víctimas civiles, (b) que las fuerzas armadas de Ucrania ocupan posiciones en zonas residenciales y provocan víctimas y (c) que las víctimas son inevitables en cualquier guerra.
“Puedes simpatizar [con los ucranianos], puedes preocuparte [por lo que está pasando], y todo eso”, afirmaba el trabajador del sector musical. Pero aquí la situación es la que es. La guerra es la guerra. Esta guerra continúa sólo porque la parte ucraniana quiere que continúe».
La gente de este grupo no teme las sanciones porque, desde su punto de vista, las sanciones sólo ayudarán a Rusia a librarse de su dependencia económica de Occidente. Apoyan la política exterior de Putin, pero pueden ser críticos con la política interior. No hay razón para creer que estas personas puedan cambiar su actitud hacia la guerra.
La amenaza de la OTAN: el tercer grupo preferiría que no hubiera guerra, pero, ya que ha comenzado, justifica el conflicto por la necesidad de responder al avance de la OTAN hacia el Este. Un oficinista de 27 años de Moscú nos dijo: «Creo que debería haber sido posible llegar a un acuerdo en los últimos ocho años, haber encontrado formulas de contacto para resolver esta cuestión a través de la diplomacia, sin acciones militares”.
“Por desgracia, Putin lanzó una operación especial. Una vez más, hay requisitos previos en relación con ello. Considero que Rusia es un gran país, aislado del mundo, que sigue su propio camino. Y, por supuesto, la amenaza de la OTAN ciertamente existe. Al fin y al cabo, se trata de dos campos opuestos y las bases militares de la OTAN están situadas alrededor de Rusia. Ya hemos perdido muchos países amigos en este asunto. Hemos perdido Ucrania. Pues bien, ya que no han podido llegar a un acuerdo, entonces, por supuesto…creo que la operación especial debe llevarse a cabo para garantizar la seguridad en la Federación Rusa».
Estas personas se muestran escépticas ante la propaganda militar rusa y no confían en los medios de comunicación oficiales rusos. Utilizan diversas fuentes de información, como las de la oposición rusa y los medios de comunicación ucranianos. Suelen creer que la guerra provocará el declive económico de Rusia, el empobrecimiento de la población y la división de la sociedad rusa en bandos enfrentados (algo que a muchos de ellos les preocupa especialmente). Estos partidarios de la guerra pueden también ser críticos con la política interna de Putin, afirmando, por ejemplo, que «se han acumulado muchos problemas dentro del país» durante su gobierno.
Conexiones personales: el cuarto grupo es probablemente pequeño, pero aún así es importante: personas que tienen conexiones personales con el Donbás. Estas personas consideran que la «nueva guerra» supone una oportunidad de poner fin a la «vieja guerra», al conflicto en curso desde 2014. Ellos o sus seres queridos han experimentado ya las acciones militares de Ucrania en relación con el Donbás no controlado, han visto víctimas entre los civiles y, por lo tanto, no se sorprenden por las nuevas víctimas. El cliché que destaca entre la propaganda rusa «¿Dónde habéis estado estos últimos ocho años?», en referencia a 2014, constituye para ellos una experiencia real.
Esta entrevista con una peluquera de 28 años originaria de Horlivka, una ciudad a las afueras de Donetsk, que se trasladó a Moscú después de 2014, ilustra bien esta lógica:
P: ¿Apoya la gente de Horlivka la acción [militar]? ¿Qué piensa usted?
R: Bueno, los que son de Donetsk la apoyan. ¿Por qué? Porque desde 2014 la gente ha soportado [la guerra].
P: ¿Cómo cree usted que acabará esto?
R: Me gustaría ver ya una tregua. Todos los días recibo fotografías de cómo están muriendo mis amigos.
Estas personas suelen tratar a las autoridades rusas con indiferencia o incluso con negatividad, pero en este «momento crítico» se ponen de su lado, que puede ser, además, el mismo de sus seres queridos.
Por ejemplo, nuestro siguiente entrevistado se opuso a la anexión de Crimea en 2014 y participó en el activismo de la oposición, pero este año apoyó la guerra contra Ucrania. Allí están mis padres [en Donetsk]», declaró, «así que he ido siguiendo la situación todos estos años…He tenido que elegir entre mis opiniones mis amigos, entre todos estos círculos creativos y de oposición de Moscú y mis padres… Aunque llevo todos estos discutiendo [con mis padres] sobre su actitud respecto a la política, hacia Putin, hacia Rusia. Está claro que es inútil tartar de convencerles; por lo tanto, en estos momentos críticos, creo que uno debe ponerse del lado de sus familiares, para no mostrarse divididos en esta cuestión» (hombre, 34 años, Moscú, analista, apoya la guerra).
Estas personas esperan realmente, basándose en experiencias concretas y no en creencias abstractas, que la actual invasión pueda «acabar con la guerra». Al mismo tiempo, en su opinión, el principal objetivo del gobierno ruso debería ser poner fin a las hostilidades en su patria: están menos interesados en que el ejército ruso marche sobre Kiev que en otro movimiento en el enfrentamiento entre Rusia y la OTAN. Probablemente ven ahora que el fin de la guerra no va a llegar pronto.
Apoyo «a pesar de todo»: por último, una de las categorías más interesantes entre los partidarios de la guerra es la de aquellas personas que critican las causas aparentes, el curso y las consecuencias del conflicto, pero que responden afirmativamente cuando se les pregunta directamente si apoyan la invasión. Estas personas eran relativamente pocas entre nuestros informantes, lo que no resulta sorprendente. Son precisamente aquellas personas que no están dispuestas a responder a preguntas sobre la guerra; es difícil convencerlas de que concedan una entrevista y, por tanto, están poco representadas en las muestras de la investigación.
Nuestra entrevista con un trabajador del sector educativo, de 49 años de edad, de Chelyabinsk, fue característica de ello: «Nací en la URSS y me crié en el espíritu del patriotismo, así que apoyo a mi patria, a mi Estado, porque, sencilamente, no puedo hacer otra cosa.
Estoy en contra de la guerra, por supuesto. Lo siento mucho por la gente que sufre [en Ucrania], porque muchos de nosotros tenemos allí familiares, amigos y conocidos. Todo el mundo tiene allí a alguien. Hay muy poca gente que no conozca a nadie en Ucrania.
Naturalmente, estoy muy preocupado; siento vergüenza, aunque no entiendo de qué soy culpable personalmente. Probablemente porque esta gente ha dejado de dormir tranquilamente, de vivir tranquilamente. Y eso es culpa de mi Estado. Probablemente sea eso».
A lo largo del resto de la entrevista, esta mujer se refirió con frecuencia a los aspectos negativos de la guerra, como lo que estaban viviendo los soldados rusos («cuando se entierra a alguien o devuelven su cuerpo a casa es imposible verlo sin llorar») o a la destrucción de las ciudades ucranianas. Al igual que algunos informantes de este tipo, se mostró abierta a puntos de vista opuestos, y simpatiza con los manifestantes contra la guerra, pero no cree en la posibilidad de un cambio. “Creo que el Estado debería escuchar por qué la gente se opone a la guerra. Las protestas son, en su mayoría, inútiles”.
Esta entrevista ilustra el hecho de que muchos rusos contemplan de forma contradictoria la guerra en Ucrania. Antes de la invasion tenían poco interés en la política y no reflexionaban sobre la relación entre Rusia y Ucrania.
Pero, tras el inicio de la guerra, este grupo hubo de enfrentarse a relatos ideológicas opuestos: tienen familiares y conocidos en Ucrania, o hijos en edad militar por los que están preocupados; sus amigos y colegas suelen exponer hechos contradictorios; su círculo más cercano (incluyendo, por ejemplo, a hijos o familiares con mentalidad opositora) intenta convencerles de que no crean lo que es falso; sienten pena por la gente que está muriendo en Ucrania; su nivel de vida se está reduciendo debido a las sanciones; no le ven sentido a lo que está ocurriendo, pero creen que, sin embargo, puede haber razones importantes para ello. Estas personas no tienen una «opinión» consistente que las empresas de opinión pública puedan medir, pero se les «cuenta» como partidarios de la guerra.
Fuentes de información
Muchos partidarios de la guerra confían en la propaganda rusa y reciben información de fuentes oficiales rusas, principalmente de la televisión. Pero no todos. Algunos de ellos utilizan activamente YouTube y Telegram, se suscriben a muchos canales y consultan, entre otras cosas, los medios de comunicación ucranianos y las noticias de la oposición rusa. Para algunos partidarios de la guerra -o para aquellos que no están satisfechos con lo que está ocurriendo, pero declaran su apoyo a la «operación especial»- es la sobreabundancia de información lo que se convierte en un problema, más que la falta de ella.
“Todos entendemos que, de un modo u otro, somos víctimas de formas diversas de propaganda”, nos dijo un estudiante de Tyumen. Un analista (34 años) declaró: «Tengo un conjunto de canales [de Telegram] prorrusos y proucranianos. Intento diferenciar sus agendas. No puedo decir que los [canales] ucranianos sean especialmente objetivos. No veo realmente la diferencia entre lo que me muestran los canales pro-rusos y los pro-ucranianos».
Así pues, ¿qué?
Nuestros resultados sugieren que la gente puede estar «en contra de la guerra» pero apoyar la «operación especial» al mismo tiempo, y sus respuestas pueden cambiar dependiendo del contexto político, del entorno mediático e incluso de las circunstancias de la conversación. Pero entre los partidarios rusos de la guerra hay personas cuya percepción de los acontecimientos actuales se deriva de largas reflexiones sobre la historia y la geopolítica, de opiniones y simpatías formadas a lo largo del tiempo. Este tipo de apoyo es mucho menos susceptible de cambio. Así, podemos decir que la actitud de los rusos hacia el régimen se desarrolla bajo la influencia de la propaganda estatal en general.
Nuestra hipótesis -que pensamos poner a prueba en el futuro- es que las percepciones de la gente sobre la guerra están cambiando significativamente a medida que avanza el conflicto. No hemos observado que el apoyo inicial de la gente a la guerra se haya visto substituido por su rechazo: los partidarios de la guerra siguen encontrando justificaciones para las acciones militares rusas. Pero en las entrevistas recientes rara vez encontramos un apoyo incondicional a lo que está ocurriendo.
En su lugar, observamos más a menudo la disposición de alguna gente a admitir dudas o a quejarse de la falta de comprensión de las causas del conflicto. Todavía no está claro si esto puede llevar en algún momento a retirar el apoyo.
Rusia se encuentra en un momento extraño. Como personas que se oponen a la guerra, tenemos que tomarnos en serio a las personas que la apoyan, o a las que se designa como tales. Esto no significa que debamos compartir su fe o sus engaños sobre la guerra, sino que hay que considerarlas como personas reales, conciudadanos con los que tenemos que mantener un diálogo serio. Sólo así -y no marginando a estas personas como fanáticos enloquecidos- se puede lograr comunicarles un punto de vista diferente.
El diálogo con los partidarios de la guerra, que es necesario para hacer campaña contra la guerra, debe tener en cuenta la diversidad del apoyo del pueblo ruso a la guerra, sus filias y fobias. Al fin y al cabo, en su caso se hará preciso un conjunto igualmente diverso de estrategias de persuasión.
Las entrevistas las reunió el Laboratorio de Sociología Pública, Irina Kozlova y los voluntarios Irina Antoshchuk, Serafima Butakova, Kira Evseenko, Darya Zykova, Nadezhda Kokoeva, Alexander Makarov y Anna Shabanova.
Svetlana Erpyleva es investigadora del Laboratorio de Sociología Pública y del Centro de Investigación Sociológica Independiente. Becaria postdoctoral en el Centro de Investigación de Estudios de Europa del Este de la Universidad de Bremen (Alemania), estudia los movimientos sociales y la acción colectiva, la participación política y la juventud en Rusia.
Este artículo se publicó originariamente en opendemocracy.net.
Fuente: Social Europe, 22 de abril de 2022
Traducido para Sin Permiso por Lucas Antón