El bombardeo fue el ataque aéreo más mortífero organizado por el régimen militar desde que tomó el poder en el golpe de Estado del año pasado.
El popular cantante birmano Aurali Lahpai estaba actuando en el escenario en el norte de Myanmar el domingo [23 de octubre] por la noche cuando tres aviones militares sobrevolaron y bombardearon el concierto al aire libre. Una de las bombas impactó cerca del escenario principal, según testigos, y mató a Aurali y a varios otros artistas durante su actuación. Al menos 80 personas murieron en el ataque, según el personal de emergencia.
El ataque aéreo, que tuvo como objetivo el territorio de los rebeldes de la etnia Kachin, fue el más mortífero realizado por el régimen militar birmano desde que tomó el poder en el golpe de estado del año pasado. Ello provocó nuevos llamamientos a favor de un embargo mundial de armas contra la junta militar, así como el endurecimiento de las sanciones bancarias y la prohibición de venta de combustible para la aviación.
«Estaban atacando a civiles, no al enemigo», dijo el coronel Naw Bu, portavoz de la Organización para la Independencia Kachin, que desde hace mucho busca la autonomía del estado Kachin, el más septentrional de Myanmar. «Se trata de un acto malvado y de un crimen de guerra. Lloramos la muerte de nuestra gente».
El concierto tuvo lugar en la aldea de A Nang Pa en celebración del 62º aniversario de la fundación de la Organización para la Independencia Kachin, uno de los grupos étnicos más numeroso y activo, con años de lucha contra el ejército de Myanmar. Desde el golpe, el grupo se ha unido a las fuerzas prodemocráticas y ha estado colaborando en la preparación de soldados de las Fuerzas Populares de Defensa, grupo de resistencia armada formado después de que los militares tomaran el poder en febrero de 2021.
Hkun Htwe, residente de la aldea y asistente al concierto, dijo que observó a los aviones mientras sobrevolaban, viendo cómo las bombas caían en cuatro lugares. Los focos que iluminaban el escenario del evento facilitaron que los pilotos apuntaran al lugar, comentó. Informó que la bomba que cayó cerca del escenario mató al Sr. Aurali y al menos a otros dos músicos durante su actuación.
Trabajadores de rescate constataron que algunas víctimas murieron porque las tropas militares, que controlan un puente clave en la zona, no permitieron transportar a personas heridas a un hospital de la ciudad de Hpakant. «Algunas personas murieron por la pérdida de sangre», dijo U Myo Min, trabajador de emergencias.
Un vídeo del lugar del concierto tomado al día siguiente, compartido en las redes sociales y verificado por rescatistas, mostraba escombros de madera y motos abandonadas esparcidas por una amplia zona. Las fotos vistas por The New York Times y también verificadas por trabajadores de rescate mostraban decenas de víctimas fallecidas que yacían en fila sobre lonas de plástico en el suelo.
Entre los fallecidos se encontraban un comandante del Ejército para la Independencia Kachin (el brazo armado de la Organización para la Independencia Kachin) y otros oficiales de alto rango, informó el coronel Naw Bu, que también es portavoz del ejército rebelde.
En un comunicado emitido a primera hora del martes, la junta militar decía que el lugar del bombardeo era una base del ejército Kachin, no un lugar de conciertos, y que había actuado de acuerdo con sus reglas de combate, que, según ellos, se derivaban de cuatro Convenciones de Ginebra. También comentó que los informes generalizados sobre la muerte de civiles, incluida la de los artistas, eran «rumores basados en noticias falsas y extorsionadas».
Como justificación para el bombardeo, la junta citó los recientes ataques a sus fuerzas por parte de unidades combinadas del Ejército para la Independencia Kachin y de las Fuerzas Populares de Defensa, incluidos numerosos asaltos a puestos de policía y al menos 11 emboscadas a sus tropas.
El ejército birmano, que había compartido el poder con un gobierno civil durante una década, tomó el control en un golpe de estado el 1 de febrero de 2021 y desde entonces ha emprendido una brutal represión contra sus opositores. Al menos 2.388 civiles han muerto y casi 16.000 personas han sido detenidas, según los grupos de derechos.
Muchas personas activas en la lucha por la democracia han huido a zonas remotas del país que están bajo el control de grupos étnicos rebeldes, uniéndose a las Fuerzas Populares de Defensa para llevar a cabo lo que llaman una revolución contra la junta militar. El ejército ha tomado represalias bombardeando con aviones de combate presuntos campamentos rebeldes.
El Gobierno de Unidad Nacional en la sombra, formado por liderazgos de las minorías étnicas y personalidades políticas electas que escaparon detención tras el golpe, informó que el régimen, antes del bombardeo del concierto, había lanzado casi 240 ataques aéreos contra civiles, matando a más de 200 personas. El mes pasado, el ejército atacó una escuela en la división de Sagaing, matando a 14 personas, incluyendo a siete menores, dijo el Gobierno de Unidad Nacional. Estas cifras no pudieron ser verificadas de forma independiente por The Times.
«El ejército terrorista ha cometido deliberadamente otra matanza masiva con bombardeos aéreos teniendo como objetivo un gran concierto público», dijo el Gobierno de Unidad Nacional. La Organización para la Independencia Kachin anunció en un comunicado el martes que intensificaría sus actividades militares contra la junta en represalia por el ataque del domingo.
El estado Kachin, fronterizo con China e India, es conocido por su lucrativo comercio de jade, valorado en miles de millones de dólares al año. La industria opera al margen del estado de derecho y son frecuentes los derrumbes mortales en las minas, que a veces matan a cientos de personas. El negocio del jade está en gran medida controlado por la junta militar y sus empresas aliadas, pero los rebeldes kachin también obtienen ingresos de las minas.
La competencia por los vastos recursos naturales de Myanmar ha sido, durante mucho tiempo, una importante fuente de conflictos entre los militares y numerosos grupos étnicos que han formado sus propios ejércitos para luchar contra el régimen.
Los grupos de derechos humanos, entre ellos Amnistía Internacional y Human Rights Watch, pidieron una acción urgente al liderazgo mundial y a la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático o ASEAN, el organismo regional. El liderazgo de la ASEAN se reunirá en noviembre, pero hasta el momento ha tomado pocas medidas para abordar el golpe de estado y la posterior represión.
«Durante más de un año y medio, la junta ha cometido graves abusos contra los millones de personas que se oponen al gobierno militar», afirmó Elaine Pearson, directora para Asia de Human Rights Watch. «¿Hasta dónde tiene que llegar el recuento de muertos para que los gobiernos de todo el mundo impongan consecuencias que afecten el comportamiento de la junta militar birmana?»
Fuente original en inglés: https://www.nytimes.com/2022/10/25/world/asia/myanmar-coup-concert-killed.html