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Los tres pilares del sostenimiento imperialista en la actualidad

Fuentes: Rebelión [Imagen: Trump asiste al izado de una bandera de los EEUU el 4 de julio de 2024 en la Casa Blanca. Créditos: Casa Blanca]

En este artículo el autor sostiene que si bien el imperialismo usamericano se sostiene sobre tres pilares fundamentales, la base material que lo posibilita es el dominio del dólar como moneda de referencia para las transacciones internacionales, razón por la que ataque cualquier medida que los BRICS puedan sugerir en esa dirección.


Tras la conclusión de la más reciente cumbre de los países BRICS, el presidente estadounidense, Donald Trump, se mostró indignado con respecto a las tendencias predominantes entre los integrantes de este bloque de alianza económica y vituperó varias amenazas direccionadas a quienes persistan en seguir la agenda trazada por esa nueva fuerza emergente.

Por su manera histriónica y nada diplomática de expresarse, mucha gente tiende a considerar que Trump no es más que un fanfarrón, que ni siquiera sabe de qué habla. Sin embargo, en profunda discrepancia con aquellos que así piensan, creo que él conoce muy bien la realidad que lo rodea y tiene plena conciencia de las reales dificultades que enfrentan actualmente los Estados Unidos en sus intentos de mantenerse como la potencia hegemónica a nivel global.

Lo que ya es evidente es que los Estados Unidos están en franca decadencia en el escenario mundial. En términos estrictamente económicos han ingresado en una fase de enorme parasitismo, sin posibilidades de disputar espacios en condiciones satisfactorias con sus principales competidores. En contraposición con el dinamismo y pujanza de la economía china, por ejemplo, no tienen la mínima posibilidad de competir en igualdad de condiciones.

A la luz de lo anteriormente expuesto, para aferrarse a su puesto en el liderazgo mundial, a pesar del enorme parasitismo de sus estructuras económicas stricto sensu, los Estados Unidos están ahora anclados en los únicos tres pilares que todavía les dan cierta sustentación a su pretensión de hegemonía. Estos puntos son los siguientes:

a) su incomparable aparato militar;

b) su inmenso control de las redes de difusión informativa;

c) el papel del dólar estadounidense como moneda de referencia para las transacciones internacionales.

Lógicamente, hay una fuerte interrelación de dependencia entre estos tres pilares, es decir, cada uno, simultáneamente, posibilita y depende de la existencia de los demás. Pero, como procuraré ilustrar más adelante, la facultad de tener su moneda nacional ejerciendo la función de medio de pago de aceptación general en las relaciones comerciales entre las diferentes naciones termina siendo el ítem de mayor peso, aquel que funcionará como condición indispensable para la existencia de los otros, así como para el sistema en su conjunto.

En el plano militar, no podemos dejar de tener en cuenta que los Estados Unidos disponen de alrededor de 900 bases operacionales repartidas por el planeta en los puntos de mayor relevancia estratégica. Es la única nación que cuenta con un aparato de intervención basado en la fuerza de esta magnitud. Amparados en este poderío armado, los Estados Unidos intimidan a los demás países con vistas a imponer sus pretensiones, por encima de las de sus contrincantes. Para la creación y el mantenimiento de un dispositivo bélico tan gigantesco, es necesario recurrir a enormes sumas de recursos. ¿De dónde extraerlos si, como ya se mencionó, las estructuras económicas estadounidenses son esencialmente parasitarias? Más adelante, trataremos de responder a esta importante pregunta.

En lo que respecta a la cuestión comunicacional, conviene resaltar que con el paso a la era de la prevalencia de los medios digitales, los Estados Unidos han aumentado enormemente su capacidad de hacer valer sus posiciones geopolíticas por todo el mundo, debido a que la abrumadora mayoría de los conglomerados de este ámbito pertenece a grupos allí radicados. Por lo tanto, este amplio dominio en el campo digital les brinda una ventaja significativa respecto a las disputas narrativas. Así, pueden llevar a cabo la disputa ideológica contra sus competidores con mucha más efectividad. Les resulta más fácil embellecer sus posicionamientos, por más nefastos que sean, y demonizar los de los demás, incluso cuando son completamente dignos.

No obstante, el instrumento que lleva el monstruoso parasitismo de la economía estadounidense a ser absorbido y transferido al resto del mundo es tener su moneda (el dólar) aceptada como medio generalizado de pago en transacciones comerciales efectuadas entre todas las naciones, sin estar necesariamente respaldada en riquezas reales. Y eso debe valer incluso si nada es vendido o comprado desde los Estados Unidos. Por ejemplo, cuando Brasil le vende café a China y compra de los chinos chips para celulares, los estadounidenses quieren que las operaciones de exportación e importación se realicen en dólares estadounidenses. ¿Parece locura? Pero no lo es. Es exactamente lo que ocurre.

¿Cuál sería la razón que motiva a los Estados Unidos a insistir en que las cosas funcionen así? Bien, para quienes desean tener una visión un poco más profundizada acerca de esto, me gustaría sugerir la lectura de un artículo que publiqué hace algún tiempo al respecto, en el que trato de explicar cómo funciona este mecanismo que ha generado las condiciones para que el país con la mayor economía del planeta se mantenga en función del parasitismo. En el presente texto, intentaré hacer una ilustración a partir de una situación metafórica e hipotética para intentar transmitir la comprensión de lo que hay detrás del sistema. Va a ser tan solo un ejercicio de imaginación, pero que, en esencia,  expresa mucha similitud con la realidad que vivimos en términos prácticos.

Imagine que 1.000 personas tienen una cuenta conjunta en un banco cualquiera. Los valores positivos o negativos de esa cuenta son de responsabilidad solidaria de todas ellas. Para 999 de esas personas cuentahabientes, rige la siguiente regla: cada una solo puede emitir cheques para hacer retiros o efectuar pagos en conformidad con el volumen de los depósitos que haya realizado en la cuenta común. Sin embargo, una de esas personas cuentahabientes recibe su talonario de cheques sin ninguna condición limitativa. En otras palabras, puede emitir cheques a su antojo, sin ninguna preocupación por el valor de sus depósitos. Si sus cheques superan el monto de sus aportes a la cuenta, la diferencia será saldada por los otros 999.

Ahora, responda con sinceridad, si a usted le surgiera una oportunidad de participar en un entramado similar, ¿le gustaría pertenecer al grupo de los 999 o ser la persona cuentahabiente diferenciada?

La furia de Donald Trump deriva de su preocupación por una situación análoga a la de nuestro ejemplo hipotético. Él no acepta que los Estados Unidos dejen de ser el mayor beneficiado en el campo de los negocios internacionales, independientemente de su escasa contribución efectiva a los mismos. Si dejan de contar con el fabuloso mecanismo que les da la posibilidad de trasladar a otros los exorbitantes gastos incurridos para financiar su superioridad bélica y, al mismo tiempo, continuar ostentando el estatus de ser la sociedad más consumista del mundo, todo puede irse al traste.

Si el dólar ya no puede ejercer la función que ha desempeñado desde el final de la II Guerra Mundial, los Estados Unidos tendrán que depender de su propio trabajo y de su producción económicamente útil para sobrevivir como potencia de primer orden. Ya no será el parasitismo actual lo que les otorgue tal privilegio.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.