Traducido del ruso por Josafat S. Comín
A principios de semana la secretaria de estado de los EE.UU., Condoleeza Rice, visitó Moscú durante dos días. Se trataba de preparar la cumbre del G-8 de junio en Alemania. No son pocos los problemas pendientes en las relaciones bilaterales. Así que la visita de la señora Rice (la séptima) parecía tener un carácter rutinario. Pero no todo es tan sencillo.
La visita de la tercera figura de los EE.UU. siempre debe provocar una indescriptible alegría o estremecimiento en los dirigentes del país visitado. Depende del estado de las relaciones con los EE.UU.
Si se trata de un país que sigue fielmente a Usamérica, como un perrito con correa (algo en lo que destacan por ejemplo nuestros vecinos bálticos), entonces la visita de Rice despierta un agitado entusiasmo. Si alguien de repente se permite cierta desobediencia (como los restos de la antigua Yugoslavia, que no entregan a sus políticos y militares a la inquisición de La Haya) lo que despierta es inquietud.
Cierto que hay países a los que les es absolutamente indiferente la existencia misma de la señora Rice. Países como Cuba y Venezuela, que viven y se desarrollan independientemente de la «climatología» y fisonomía de los representantes de Washington.
En Rusia hasta hace poco la reacción ante las visitas de los secretarios de estado de los EE.UU., apenas se diferenciaba de la complaciente variante báltica. Siempre iban acompañadas de una entusiasta alegría por parte de la prensa y de las figuras oficiales, manifestaciones de inalienable amistad en la lucha contra el comunismo y el terrorismo internacional y demás demagogia sobre valores comunes. En esta ocasión la reacción ha sido, por así decirlo, prudente. Putin fue bastante impertinente en Munich con los EE.UU. y no solo no se ha disculpado, sino que ha vuelto recientemente a hacer diáfana alusión -para disgusto de los EE.UU- a que es precisamente Usamérica, el origen de muchas desgracias en el mundo.
No es de extrañar que las relaciones ruso-usamericanas sean valoradas en la prensa occidental como la antesala de la «guerra fría».
Rice ha evitado hacer ese tipo de apreciaciones. Pero el enfriamiento es más que evidente. Moscú esta preocupado por la absolutamente desvergonzada intención de los EE.UU de instalar sus radares y misiles del sistema DAM (Defensa Anti Misiles), prácticamente en las mismas puertas del Kremlin. En Washington están estupefactos: antes, este tipo de cosas (como la ampliación de la OTAN), la dirigencia de la Federación Rusa se las tragaba sumisamente e incluso con entusiasmo. Y ahora van y empiezan a terquear.
Por eso la señora Rice pretendía demostrar lo indemostrable (que su sistema DAM en Europa está dirigido contra los todavía inexistentes misiles norcoreanos e iraníes). En Moscú no se lo creen. Basta mirar a un globo terráqueo escolar: la trayectoria de vuelo de esos misiles imaginarios nunca puede pasar cerca de Polonia y Chequia.
Pero en los EE.UU. están convencidos, de que si ellos creen en algo, todo el mundo debe creer en eso. Y si Rusia no está de acuerdo, eso es un síntoma de la especial perfidia de los rusos. Más aún, cuando Moscú amenaza con dar una «respuesta asimétrica». Aunque de momento no se apresura en quemar puentes. Las conversaciones sobre los sistemas DAM continuarán en otoño, bajo el formato «dos para dos» (los ministros de defensa y exteriores de ambos países).
Mientras tanto, en su intervención tras las conversaciones con el ministro de exteriores de la Federación Rusa, Lavrov, Rice declaró que los EE.UU. no están dispuestos a renunciar a sus planes: «Los EE.UU deben tener la posibilidad de avanzar y utilizar la tecnología para la autodefensa. Es lo que haremos». Subrayó que los EE.UU no permitirán a nadie «vetar» sus planes destinados a garantizar su seguridad. Es decir: Usamérica comenzará a excavar los cimientos para sus radares y misiles, aunque hará ver, que «consulta» con Rusia.
Por cierto que la prensa no se ha hecho demasiado eco de la respuesta de la señora Rice a los reproches muniqueses y moscovitas del presidente ruso, sobre que Usamérica utiliza demasiado libremente su superioridad. La secretaria de estado se mostró en este sentido «tranquilizadora»: Usamérica utiliza la fuerza y la seguirá utilizando, pero que nadie dude de que mantendrá informada a Rusia de por qué lo hace. La misma inapelable respuesta dio a la pregunta que flotaba en el aire de por qué Usamérica se inmiscuye tan descaradamente en la zona de los intereses históricos de Rusia, en los países de la CEI. Explicó que los EE.UU son una gran potencia y que tiene intereses globales…
También se debatió sobre otro tema de actualidad: Usamérica se apresura a rematar a Serbia, arrebatándole mediante resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, la cuna de su cultura, la región de Kosovo y Metohija. La señora Rice declaró de manera arrogante, que «Kosovo ya no volverá a ser una parte de Serbia».
Rusia, que no desea la derrota definitiva de su único aliado en los Balcanes amenaza con vetar el proyecto de resolución del Consejo de Seguridad sobre la independencia de Kosovo y Metohija. «Acordamos buscar soluciones aceptables para todos, pero por desgracia no parece posible por ahora»- señaló en este sentido el señor Lavrov.
Resumiendo, no han podido ponerse de acuerdo en ninguna cuestión importante. Los dirigentes rusos siguen obstinados. La confrontación con Occidente continúa. ¿Por qué? Porque la «élite» de la Federación Rusa, que se encontraba desde 1991 en el papel de pariente pobre (aunque poseía una ingente riqueza en gas y petróleo), hasta ahora transfería puntualmente esa fortuna a la «casa común» occidental. Pero allá «arriba» de repente han decidido que ya basta. No quiere la burocracia y la oligarquía de la Federación Rusa repartir (como era costumbre en tiempos de Yeltsin) con sus hermanos mayores occidentales. Apenas les llega para una rebanada de pan negro con mortadela asada. La dirigencia rusa se ha puesto de pie, se siente fuerte, se quiere sentir heredera de las grandes victorias de 1945 (aunque sea bajo la bandera de Vlasov [1]). Y todavía pretenden educarles como a niños pequeños…
Sin embargo, la democracia occidental, durante siglos acostumbrada al dominio colonial, no se apresura en declarar a Rusia como país proscrito. En los EE.UU y la UE saben que el poder burocrático-oligárquico en la Fed. Rusa no solo es su pariente de clase, sino que depende en gran medida de Occidente. Las reservas en divisa oro y los «Fondos de estabilización» se guardan en los bancos europeos y usamericanos. En los mismos bancos que las cuentas personales de los diferentes cabecillas moscovitas. En dirección occidental (especialmente mediterránea), deposita sus sueños de dolce vita la élite rusa, en los previsoramente adquiridos palacetes y villas.
También allí, solo que un poco más al norte, preferentemente en Inglaterra, estudian y se preparan los retoños de grandes apellidos. Así que la élite rusa y occidental, son una sola familia. En el sentido clasista, se sobreentiende. Pero hay discrepancias familiares. A nuestros «líderes» les aseguran pacientemente que no está bien pelearse con los mayores. La misión de la señora Rice, por lo visto consistía en eso. En explicar a los díscolos rusos, con las riendas nucleares desbocadas, que todo se puede resolver amorosamente. Además, no conviene olvidar que se acercan las presidenciales rusas, en las que los EE.UU y la UE pueden influir notablemente. Por eso en el ajetreo de las habituales entrevistas y encuentros (con S. Lavrov, con el secretario del consejo de seguridad de la Fed. Rusa, I. Ivanov etc.) La señora Rice cenó de manera discreta con el primer vice primer ministro, señor Serguei Ivanov. Ha transcendido que la cena transcurrió en un ambiente amistoso. No olvidemos que esta era la primera presentación en sociedad del candidato a presidente mejor colocado del partido del poder. Por lo visto, el señor Ivanov puso todo su empeño en agradar a la actual semidueña del mundo.
¿Con qué nos quedamos de la visita de la secretaria de estado de los EE.UU a Moscú? Putin y Rice acordaron «rebajar la retórica en la polémica pública y concentrarse en temas concretos». En opinión del ministro de exteriores, Lavrov, el principal resultado de la visita de Rice a Moscú fue «la confirmación del deseo de EE.UU. y Rusia de seguir cooperando». Poco es. Pero al menos parece que la visita no ha perjudicado especialmente a Rusia. Y eso es lo más importante…
Notas de la T.
- Vlasov fue un general que desertó en 1942 al ser hecho prisionero por los nazis y pasó a luchar contra el ejército soviético. Enarbolaba lo que actualmente es la bandera de la Federación Rusa.
Texto original: http://www.sovross.ru/modules.php?name=News&file=article&sid=533