Recomiendo:
2

Afganistán, solo con el Corán y el kalashnikov no alcanza

Fuentes: Rebelión

A dos meses de la caída de Kabul ahora los talibanes enfrentan a un enemigo que quizás sea mucho más duro que la coalición internacional que los desplazó del poder en el 2001 y acaba de retirase derrotada. Ahora los mulás deben resolver la vida de 37 millones de almas que han quedado en algo como un limbo donde nada está definido. Nadie sabe siquiera si puede seguir vistiendo a la occidental o deben recurrir las mujeres al burka y a la camisa larga y el pantalón amplio del tradicional shalwar kameez los hombres.

Pero eso es casi intrascendente, aunque un error en el atuendo puede significar la muerte, castigos físicos e incluso la cárcel. La cuestión ahora es comer, ya que el invierno avanza duro cómo siempre y la sequía ha sido demoledora. Por lo que los mulás se han dado cuenta de que tienen que conversar con el resto del mundo, lo que incluye a los Estados Unidos, a China y a Rusia, para conseguir que su país detenga su caída hacia el infierno del hambre y el desgobierno.

Más allá de las estrategias macroeconómicas, entrar en el juego internacional del crédito, la deuda, las ayudas “humanitarias” y esos largos y trágicos etcéteras, el mulá Abdul Ghani Baradar, la máxima autoridad política, y el mulá Hibatullah Akhundzada cómo líder religioso del nuevo Emirato Islámico de Afganistán, deberán aceptar que sólo con el Corán y el kaláshnikov no basta. No solo para resolver las cuestiones económicas y humanitarias, sino también dos conflictos en ciernes que se pueden profundizar: la guerra que les ha declarado el Dáesh Wilāyat Khorasan el capítulo centro asiático de Dáesh Global y la cuestión con Tayikistán, el país más pequeño y el más pobre de Asia Central con una frontera común muy caliente de más de 1.400 kilómetros.

Este viernes 15 de octubre se registró un nuevo atentado contra la mezquita de Emam Bargha Ptima, de la comunidad chiíta, en la ciudad de Kandahar. Un atacante suicida o shahid (testigo o mártir) se inmoló matando a 32 personas e hiriendo a otras 45, números que podrían modificarse en el trascurso de las horas. La minoría chií en Afganistán representa entre el 15 y el 20 por ciento de la población.

Al igual que este viernes, el día sagrado para el islam, el pasado viernes día 8, mientras se desarrollaba la oración del mediodía o duhur (mediodía) en la mezquita Gozar-e-Sayed Abad, de la comunidad chií en el distrito de Khanabad, de la ciudad de Khunduz, capital de la provincia del mismo nombre, un shahid se detonó matado a cerca de 100 fieles. El templo se encontraba pleno de gente por tratarse de la plegaria más importante de la semana. Rápidamente el Dáesh Wilāyat Khorasan (DK) se adjudicó el atentando

En la provincia de Khunduz, al norte del país, con un millón de personas, se encuentra uno de los más numerosos conglomerados de la minoría étnica hazara de mayoría chií, alrededor de 60.000 personas. Los hazaras han sido uno de los blancos preferidos de grupos fundamentalistas por ser considerados heréticos. Además, esa provincia también cuenta con una gran población de etnia uzbeka, la más numerosa del país después de la pastún, que ha sido reclutada de manera coercitiva por el Dáesh, aliado de la organización terrorista Movimiento Islámico de Uzbekistán.

El DWK, que opera desde 2015 en Afganistán, ha realizado infinidad de ataques de estas características incluso en Kabul, uno de los más notorios y recientes que ejecutó el pasado 26 de agosto fuera del aeropuerto internacional Hamid Karzai de la capital afgana habría dejado unos 182 muertos. 169 civiles que esperaban para poder embarcar algún vuelto que los sacara del país y 13 militares estadounidenses a cargo de la seguridad interior del aeropuerto, además de 150 heridos. (Ver Afganistán: Los nuevos salvajes.). Tras ese ataque el Dáesh pasó la inacción hasta el pasado 18 de septiembre, en que reanudó sus operaciones realizando 22 ataques en 11 días, centrados contra el nuevo Gobierno de los talibanes y civiles.

El día 3 de octubre el Dáesh, atacó la mezquita kabulí de Eid Gah mientras se realizaba una ceremonia por la muerte de la madre de un líder talibán, el estallido de un coche bomba dejó cinco muertos y 11 heridos. Un ataque similar se había producido el 6 de este mes contra una madraza (escuela coránica) en la provincia de Khost, al sureste del país, en el que al menos murió una persona y otras 15 resultaron heridas.

En procura de neutralizar las acciones del Dáesh, la comandancia de los talibanes ha iniciado un minucioso rastreo entre sus partidarios, ya que se cree que algunos de sus muyahidines han comenzado a operar a favor de la organización fundada en 2014 por Abu Bakr al-Baghdadi, prefiriendo una interpretación todavía más extrema del Corán.

Se cree que el emir regional del Dáesh, que sería conocido como al-Muhajir, quien habría logrado seguir ocultando su verdadera identidad e incluso operando dentro de la estructura de los talibanes. Según hombres de la seguridad del anterior Gobierno afgano, al-Muhajir habría mantenido una reunión con el subjefe de inteligencia de los talibanes, el mulá Tajmir Jawad, sin que este se diera cuenta de que estaba frente a uno de los hombres más buscados del país. En respuesta a estos ataques los talibanes durante las últimas semanas han generado bombardeos contra los refugios del Dáesh, particularmente en la provincia de Nangarhar junto a la frontera con Pakistán.

La presencia de una khatiba del Dáesh, en un Afghanistan gobernado por los talibanes, sin duda beneficia a los Estados Unidos, ya que de alejarse demasiado los mulas del camino trazado por Washington, podría utilizar a este grupo para controlarlos.

La frontera ardiente

Desde principios de octubre las tensiones entre Tayikistán y Afganistán han ido en aumento, al punto de que tanto Pakistán como Rusia han llamado a los gobiernos a disminuir las tensiones antes que estalle un conflicto armado,

Desde la victoria de los talibanes a mediados de agosto, el presidente tayiko Emomali Rahmon a diferencia de Shavkat Mirziyoyev, el presidente de Uzbekistán que se ha comprometido con el nuevo Gobierno del emirato afgano, ha mantenido una política distante. Siendo en único país de la región que ha anunciado que no tienen la intención de reconocer al nuevo Gobierno de Kabul.

El presidente Rahmon reiteró en varias oportunidades lo dicho en su discurso de la Asamblea General de las Naciones Unidas el pasado 23 de septiembre acerca de la necesidad de un Gobierno afgano “inclusivo”, además de referirse a que el ascenso de los mulás significaba una complicación para el ya complejo proceso geopolítico de la región, temiendo que Afganistán se convierta en un santuario para el terrorismo internacional y agregando que: “El hecho de que los talibanes no hayan cumplido sus promesas anteriores de formar un gobierno integral con la amplia participación de las fuerzas políticas y étnicas afganas es un motivo de grave preocupación”. Además Rahmon ya ha asistido a dos desfiles militares, en la región de Darvoz el 27 de septiembre y en Khorog el día 30 de septiembre. En la frontera con Afganistán Dusambé ya desplegó 20.000 soldados más a las dotaciones permanentes, además de haber realizado ejercicios de guerra en todo el país, en los que participaron 230.000 efectivos.

Dichas declaraciones produjeron la respuesta de los dos viceprimeros ministros de los talibanes, los mulás Abdul Ghani Baradar y Abdul Salaam Hanafí, que advirtieron sobre una “nación vecina” que intenta entrometerse en los asuntos de Afganistán. Mientras que uno de los jóvenes más prominentes del nuevo emirato afgano, Inamullah Samangani, en su cuenta de Twitterel pasado 29 de septiembre, refiriéndose concepto de democracia del presidente Rahmon, señaló que: “Ha sido presidente durante 27 años, tal vez lo sea durante otros seis o incluso más”.

La gravedad de la situación se incrementa tras los rumores de que posiblemente los jefes del Frente de Resistencia Nacional de Afganistán, la única fuerza antitalibán con epicentro en la provincia de Panjshir, Ahmad Massoud y Amrullah Saleh, huyeron a Tayikistán a finales de septiembre. (Ver: Panjshir, ¿la última batalla de los talibanes?) Lo que incrementa la presión fronteriza.

El pasado 4 de octubre se conoció que los muyahidines afganos había asesinado a un ciudadano afgano que intentaba cruzar a Tayikistán en el trascurso de una operación en la se intentaba localizar a personas provenientes del valle de Panjshir, epicentro de la resistencia de Massoud, que procuraba llegar a Tayikistán.

El conflicto con los talibanes deberá ser observado con mucho cuidado por el presidente Emomali Rahmon, ya que en su país opera el grupo integrista Jamaat Ansarullah, fundado en Afganistán por el tayiko Amriddin Tabarov en 2010 y que ha lanzado diversos ataques contra Tayikistán, que cuenta con una población de 10 millones de personas, en su totalidad musulmanas.

Si bien es improbable que estalle un conflicto armado entre esas dos naciones, ya que Rusia está interviniendo muy diplomáticamente con Kabul y tiene una fuerte alianza con Dusambé, por lo que la diplomacia del presidente Vladimir Putin está interviniendo fuertemente en atenuar el conflicto. Aunque para los Estados Unidos no sería una mala noticia el estallido de una guerra “tan lejana” donde los guerreros sostengan el Corán en una mano y el kalashnikov en la otra.

Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.