Agujas hipodérmicas y jeringas llaman la atención de quien observa los basureros de los baños en la Universidad birmana de Myitkyina. Tantos son los estudiantes que se inyectan heroína que hubo que tomar precauciones. Esos contenedores especiales fueron introducidos en ese centro de estudios del nororiental estado de Kachin como parte de un gesto humanitario […]
Agujas hipodérmicas y jeringas llaman la atención de quien observa los basureros de los baños en la Universidad birmana de Myitkyina. Tantos son los estudiantes que se inyectan heroína que hubo que tomar precauciones.
Esos contenedores especiales fueron introducidos en ese centro de estudios del nororiental estado de Kachin como parte de un gesto humanitario de dos organizaciones no gubernamentales: la francesa Médecins du Monde y la holandesa Artsen Zonder Grenzen.
Su objetivo es reducir las heridas en estudiantes que pisan sin querer jeringas usadas y arrojadas por todo el campus.
Es común hallarlas «en letrinas, bajo los rellanos de las escaleras y en los arbustos, e incluso desparramadas en la cancha de fútbol», señaló el Kachin News Group.
Son estos detalles, que ponen de relieve el alarmante nivel de la adicción a la heroína en esta universidad de unos 3.000 estudiantes, lo que Nawdin Lahpai, del Kachin News Group, cita para decir que «las drogas están destruyendo a los futuros líderes de los kachin».
«La drogadicción nunca fue tan alta como ahora en la universidad. Esto cambió desde 2004. Ahora es fácil acceder a la heroína en cualquier parte», dijo a IPS el editor de ese medio, con sede en la noroccidental ciudad tailandesa de Chiang Mai.
Algunos estiman que alrededor de 50 por ciento de los y las estudiantes buscan un efecto narcótico. «Se los puede ver comprando drogas abiertamente en comercios, cafeterías, locales de juego y casas cercanas a la universidad», y las ventas se inician incluso a las ocho de la mañana en algunos lugares, según un breve estudio presentado este miércoles por la organización de Nawdin.
Los líderes de los kachin, una minoría étnica que, como otras, ha sido perseguida por el régimen birmano, culpan de esta situación a la junta militar que está en el poder.
La acusan de promover el narcotráfico para atormentar aún más a las minorías del país, debilitando su tejido social.
«El gobierno militar debe responsabilizarse de esta propagación de las drogas dentro de las comunidades», dijo en una entrevista James Lum Dau, subjefe de Relaciones Exteriores de la Organización para la Independencia Kachin. «Pero los estudiantes adictos a las drogas también necesitan disciplinarse», agregó.
Esta preocupación por el consumo de heroína en Birmania es compartida por el oriental estado de Shan, donde se concentra la etnia homónima.
En Kachin y en Shan se cultiva la mayor parte de la adormidera del país. A partir de esa planta opiácea se elabora la heroína.
Los kachin y los shan se encuentran entre las 130 comunidades de Birmania, la mayoría de cuyos 55 millones de habitantes pertenecen a la etnia birmana.
Actualmente, 46 de los 55 municipios del estado de Shan cultiva adormidera, dijo Khuensai Jaiyen, de Shan Drug Watch, en una conferencia de prensa realizada este miércoles en Bangkok para presentar el informe del Kachin News Group.»Esto se atribuye al hecho de que el ejército de Birmania depende de los impuestos al opio, y a su política de permitir que numerosas milicias se dediquen al comercio de drogas», señaló.
«La mayor parte de las áreas cultivadas con adormidera están bajo control del ejército birmano y de sus milicias locales. El ejército necesita el comercio de drogas para alimentar a sus propios soldados», agregó.
La presencia de los cultivos de adormidera en esa montañosa región de Birmania una década después de que el régimen anunció que erradicaría el comercio de drogas para 2014 preocupa a la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD).
En un informe de diciembre de 2009, esa agencia reveló que el área cultivada con ese opiáceo había aumentado 50 por ciento desde 2006. Señaló que más de un millón de personas participaban en esa actividad en el país, la mayoría en el estado de Shan, donde se cultiva 95 por ciento de la adormidera birmana.
De hecho, en 2009 se produjo «el tercer aumento anual consecutivo en el cultivo» de esta planta, dijo en una entrevista Gary Lewis, director de la oficina asiática de la ONUDD. Con el anuncio formulado por la junta en 1999 sobre la erradicación del comercio de drogas, en 2000 Afganistán pasó a ser el principal proveedor mundial de heroína.
Pero el continuo apoyo de la junta a la producción de opio respalda el punto de vista de Khuensai, quien cree que la «guerra contra las drogas» es una «farsa». Lo que vuelve evidente este hecho es que «las milicias locales de la junta surgen como los nuevos señores de la droga en Birmania», dijo.
Para Nawdin, el fácil acceso a las drogas en el estado de Kachin deja al descubierto los planes de la junta de «beneficiarse económicamente a expensas de los grupos étnicos». «Es casi como una Guerra Fría para destruir a los jóvenes», opinó.