Traducido para Rebelión por Germán Leyens
«En la última debacle del Departamento de Estado de EE.UU. y el Gobierno de Obama, la secretaria de Estado adjunta Victoria Nuland fue grabada en cinta dirigiendo en detalle las estrategias del partido opositor de Ucrania con el embajador de EE.UU. en Ucrania, Geoffrey Pyatt. Ya no se puede negar que la operación de cambio de régimen en Ucrania está siendo dirigida en cierto grado desde Washington… La conversación grabada demuestra en claro detalle que mientras el secretario de Estado John Kerry desmiente toda interferencia extranjera en los asuntos internos de Ucrania, su Departamento de Estado conduce virtualmente todo el proceso» (Daniel McAdams, F**k the EU’: Tape Reveals US Runs Ukraine Opposition, Ron Paul Institute).
Washington vuelve a utilizar sus viejos trucos. Se pensaría que después de los fiascos en Afganistán e Irak alguien del equipo que formula las políticas diría a los fantasiosos que bajen un poco el tono. Pero no. La claque de Obama está tan ansiosa de intentar cambios de régimen como sus predecesores, los «bushies». Esta vez la mira está fija en Ucrania, la sede de la fracasada Revolución Naranja, donde las ONG estadounidenses fomentaron un golpe populista que derribó al Gobierno y allanó el camino para años de inestabilidad social, dificultades económicas y, finalmente, una alianza más firme con Moscú.
Dio buenos resultados, ¿verdad? Solo se puede preguntar si lo que se propone Obama es una repetición.
Dejémonos de rodeos. EE.UU. todavía se aferra a la idea de que puede dominar el mundo con sus torpes militares (que no han ganado una guerra en 60 años), sus escandalosas agencias de inteligencia, sus cómicos equipos de «Operaciones Especiales» al estilo Rambo, y sus tan brillantes estrategas globales que piensan que los días de la nación Estado habrán pasado pronto acelerando el comienzo del glorioso Nuevo Orden Mundial. Correcto. Ucrania es una parte crítica de ese sueño imposible, digamos, estrategia, por lo cual los medios estadounidenses colocan las manifestaciones en Kiev en los titulares mientras protestas similares en EE.UU. son relegadas a las páginas traseras bajo los anuncios de alimentos para mascotas. En todo caso, la crisis probablemente se intensificará en los próximos meses mientras Washington se empeña en un tira y afloja sin restricciones con Moscú sobre el futuro de la civilización.
Para estrategas influyentes, como Zbigniew Brzezinski, Ucrania es una guerra que Washington debe ganar para mantener su posición como única superpotencia del mundo. Tal como lo ve, EE.UU. debe establecer puestos avanzados en toda Eurasia para disminuir la influencia de Rusia, controlar China, y aprovechar la región de crecimiento más rápido del nuevo siglo. Brzezinski lo resume como sigue en un artículo en Foreign Affairs titulado «Una geoestrategia para Europa»:
«La emergencia de EE.UU. como única superpotencia global hace que ahora sea imperativa una estrategia integrada y exhaustiva para Eurasia. Eurasia alberga la mayoría de los Estados políticamente acometedores y dinámicos del mundo. Todos los pretendientes históricos al poder global se originaron en Eurasia. Los aspirantes más populosos a la hegemonía regional, China e India, están en Eurasia, así como todos los potenciales retadores políticos o económicos a la primacía estadounidense…
Eurasia es el supercontinente axial del mundo. Una potencia que domine Eurasia ejercerá una influencia decisiva sobre dos de las tres regiones más económicamente productivas del mundo, Europa Occidental y el Este de Asia. Una mirada al mapa también sugiere que un país dominante en Eurasia controlaría casi automáticamente Medio Oriente y África…
Lo que suceda con la distribución del poder en la masa continental eurasiática será de decisiva importancia para la primacía global y el legado histórico de EE.UU.» (A Geostrategy for Eurasia, Zbigniew Brzezinski, Foreign Affairs, 1997)
OK, por lo tanto el no tan sutil Brzezinski dice a los responsables políticos de EE.UU. que si quieren dirigir el mundo, tienen que apoderarse de Eurasia. Es bastante obvio. Es de nuevo el Gran Juego y Ucrania es uno de los mayores trofeos, motivo por el cual EE.UU. se ha aliado con todo tipo de grupos chalados, derechistas, que siembran la discordia en Kiev. Es porque Washington no conoce fronteras para lograr sus objetivos. Por supuesto, no hay nada nuevo al respecto. EE.UU. frecuentemente apoya a violentas organizaciones de extrema derecha si sus intereses coinciden. A continuación, cito algunos antecedentes sobre el tópico de Erich Draitser en un artículo en CounterPunch titulado «Ukraine and the Rebirth of Fascism»: [Rebelión, Ucrania y el renacimiento del fascismo]:
«En un intento de arrancar a Ucrania de la esfera de influencia rusa, la alianza EE.UU.-UE-OTAN se ha aliado, y no es la primera vez, con los fascistas. Por cierto, durante décadas, millones de latinoamericanos han sido desaparecidos o asesinados por fuerzas fascistas paramilitares armadas y apoyadas por EE.UU. Los muyahidines de Afganistán, que posteriormente se convirtieron en al Qaida, también reaccionarios ideológicos extremos, fueron creados y financiados por EE.UU. con el propósito de desestabilizar Rusia. Y por cierto, existe la dolorosa realidad de Libia y, más recientemente Siria, donde EE.UU. y sus aliados financian y apoyan a yihadistas extremistas contra un Gobierno que se ha negado a alinearse con EE.UU. e Israel. Existe un patrón inquietante que nunca ha pasado desapercibido a los observadores políticos atentos: EE.UU. siempre hace causa común con extremistas derechistas y fascistas para obtener ventajas geopolíticas.»
Escuadrones de la muerte aquí, yihadistas allá. ¿Cuál es la diferencia para los mandamases en Washington?
No es mucha al parecer.
Pero, esperad, ¿qué es todo esto de que EE.UU. está de parte de antisemitas y fascistas en Ucrania? ¿Es verdad?
Parece seguro que es así. En los hechos, hubo una historia divertida en World Socialist Web Site sobre la secretaria de Estado adjunta Victoria «Que-se-joda-la-UE» Nuland que muestra hasta donde esa gente está dispuesta a ir para lograr sus objetivos. En este caso Nuland, quien -según WSWS- es nieta de inmigrantes judíos que huyeron a EE.UU. para escapar de los pogromos en la Rusia zarista»… fue vista «distribuyendo galletas en la plaza Maidan a matones de Svoboda que veneran a los asesinos masivos de la SS de Hitler.» (Leaked phone call on Ukraine lays bare Washington’s gangsterism, Bill Van Auken, World Socialist Web Site)
Bonito, ¿verdad? De modo que Vickie compartía un pequeño refrigerio con sujetos que probablemente la apuñalarían por la espalda si tuviera la oportunidad de hacerlo. Es lo que se llama dedicación. A propósito, el esposo de Nuland «es Robert Kagan, el experto derechista en política exterior quien sirvió como presidente fundador del Proyecto para un Nuevo Siglo Estadounidense, el think-tank neoconservador en Washington que jugó un papel clave en la preparación política e ideológica para las guerras contra Iraq y Afganistán».
El que Obama y compañía estén directamente involucrados en este último intento de golpe, no sorprende a nadie. Según un reciente sondeo realizado por el Centro Pan-ruso de Investigación de Opinión Pública, «casi la mitad (45%) de los ciudadanos rusos piensan que las protestas en Ucrania han sido provocadas por servicios especiales occidentales». Presumimos que al decir «servicios especiales» los autores del estudio quieren decir agencias de inteligencia estadounidenses y ONG financiadas por EE.UU. que tienen una larga historia de meter sus narices en los asuntos de otros países. A continuación, una declaración del representante Ron Paul en 2004 al Comité de Relaciones Internacionales de la Cámara de Representantes de EE.UU. que ayuda a arrojar un poco de luz al respecto:
«Es evidente que una cantidad significativa de dólares del contribuyente fue utilizada para apoyar a un candidato en Ucrania… Lo que no sabemos, sin embargo, es cuánto dinero del Gobierno de EE.UU. fue gastado para influenciar el resultado de la elección ucraniana.
Docenas de organizaciones reciben fondos bajo el programa PAUCI (Iniciativa de Cooperación Polonia-EE.UU.-Ucrania, que es administrada por Freedom House, basada en EE.UU.) y es solo uno de numerosos programas que canalizaron dólares hacia Ucrania. No sabemos cuántos millones de dólares del contribuyente fueron enviados por la Fundación Nacional por la Democracia (NED) a Ucrania a través del Instituto Nacional Demócrata de la NED y el Instituto Internacional Republicano. Tampoco sabemos cuántos otros esfuerzos, abiertos o encubiertos, han sido hechos para apoyar a un candidato contra el otro en Ucrania.
Lo que considero tan inquietante es que haya tantas organizaciones especializadas y sub-beneficiarias que no tenemos la menor idea de cuánto dinero del Gobierno de EE.UU. fue realmente gastado en Ucrania, y lo más importante es cómo fue gastado.» (What has the NED done in Ukraine?, Ron Paul, Lew Rockwell)
El hecho es que el gGobierno de EE.UU. distribuye toneladas de dinero a todo tipo de grupos siniestros que ejecutan su agenda. En lo que concierne a Ucrania, tenemos realmente una mejor idea del dinero gastado que lo que piensa Paul. Revise el vídeo de Nuland al dirigirse a varios grupos industriales y admitiendo que «Desde la declaración de la independencia ucraniana en 1991, EE.UU. apoyó a los ucranianos en el desarrollo de instituciones y capacidades democráticos en la promoción de la sociedad civil y una buena forma de gobierno… Hemos invertido más de 5.000 millones de dólares para ayudar a Ucrania a lograr estos y otros objetivos.» (Washington’s cloned female warmongers, Finian Cunningham, Information Clearinghouse)
5.000 millones de dólares para derrocar un gobierno democráticamente elegido en Ucrania mientras 8 millones de estadounidenses no pueden encontrar un puesto de trabajo en EE.UU. Eso nos dice mucho sobre las prioridades de Obama, ¿verdad?
El fiasco de la semana pasada respecto a la conversación telefónica filtrada de Nuland ha aclarado lo que realmente sucede entre bastidores. Mientras los medios se han concentrado en la obscenidad de Nuland («Que se joda la UE») las otras partes de la conversación atrajeron nuestra atención. Un breve resumen por Bill Van Auken de WSWS:
«El llamado (denuncia) el carácter criminal e imperialista de la política estadounidense en Ucrania… Lo que deja en claro la grabación, es que Washington emplea métodos de gangsterismo internacional, incluyendo la violencia, para realizar un golpe político orientado a instalar un régimen que esté totalmente subordinado a los intereses geoestratégicos de EE.UU….
El objetivo preciso de los esfuerzos de EE.UU. es transferir el poder político a manos de una colección de oligarcas ucranianos alineados con Occidente que se enriquecieron con la apropiación privada -robo- de propiedad estatal realizada como parte de la disolución por la burocracia estalinista de la Unión Soviética en 1991. Al hacerlo, apunta a convertir Ucrania en una cabeza de puente imperialista estadounidense en la frontera misma de Rusia, cuyo territorio también quiere dividir y subyugar a un estatus neocolonial como parte de su esfuerzo por imponer la hegemonía estadounidense en toda la masa continental estratégica de Eurasia…
Nuland deja claro que, entre bastidores, Washington está dictando qué dirigentes de la oposición… debieran entrar al gobierno para orientarlo detrás de Washington y qué papel jugarán los otros…» (Leaked phone call on Ukraine lays bare Washington’s gangsterism, Bill Van Auken, World socialist Web Site)
Lo mismo de siempre. Como dijimos anteriormente, no hay nada nuevo en esto, nada en absoluto. Todo el palabreo sobre «democracia» es solo basura de relaciones públicas. No significa nada. Las elites estadounidenses quieren cortar las alas de Moscú, establecerse en Eurasia, controlar el crecimiento de China, ser un protagonista más importante en los mercados de petróleo y gas natural del continente, exportar su modelo de servicios financieros, y ganar tanto dinero como sea posible en el mercado más activo del Siglo XXI, Asia. Todo tiene que ver con beneficios. Beneficios y poder.
Pero después de todo, probablemente ya lo sabíais.
Mike Whitney vive en el Estado de Washington. Contribuyó a Hopeless: Barack Obama and the Politics of Illusion (AK Press). Hopeless también existe en una edición Kindle. Contacto: [email protected]
Fuente: http://www.counterpunch.org/2014/02/12/caught-red-handed/
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