EE UU está preocupado en no perder la hegemonía económica, que es mucho más que lo productivo, tiene que ver con lo financiero y, obviamente, no ceja en la economía militar y mucho menos en la ideológica.
M.H.: Hay una idea de que las medidas que ha tomado Biden respecto de la política interior de EE UU sobre todo en el plano económico son alentadoras, pero no se tiene la misma sensación respecto de la política exterior.
Biden ha asegurado un paquete de ayuda contra el Covid 19 de 2 billones de dólares, ha vuelto a comprometer a los Estados Unidos con los acuerdos sobre el clima, ha planeado una subida de impuestos a los norteamericanos ricos, ha anunciado el retiro de las tropas norteamericanas de Afganistán, ha develado un ambicioso plan de infraestructura y ha puesto en marcha un plan de vacunación que ha sido exitoso respecto de cómo venía durante el gobierno de Trump. ¿Qué análisis tenés vos al respecto?
J.G.: Creo que es una política que contrasta visiblemente con lo que venía diciendo y haciendo Trump. Incluso los medios más importantes de todo el mundo están diciendo que EE UU volvió a la política internacional, como si con Trump se hubiera retirado.
En realidad Trump no se retiró, sino que era una determinada forma de encarar la estrategia de la política exterior estadounidense y Biden recupera la tradición demócrata y reconfigura su política de alianzas, pero mantiene curiosamente las mismas enemistades que supo desarrollar Trump. Por ejemplo, una que nos preocupa mucho en América Latina es la política hacia Cuba. Había alguna expectativa en ciertos ámbitos políticos, académicos y diplomáticos, de que Biden, ex vicepresidente de Obama iba a revertir la política de sanciones. Fueron más de 500 sanciones desplegadas en tiempos de Trump y, sin embargo, nada de eso se revirtió.
M.H.: Por ejemplo, ante la Asamblea General de Naciones Unidas la resolución de poner fin al bloqueo.
J.G.: En las últimas prácticamente EE UU, Israel y un par de países más acompañaron el bloqueo. El nivel de aislamiento de la política de bloqueos de Estados Unidos hacia Cuba es un tema muy serio y muy grave, que involucra sanciones a lo que hagan transacciones económicas con Cuba. Eso no ha cambiado en nada. Y ha motivado que recientemente Cuba disponga que por un tiempo va a restringir los depósitos de cubanos en dólares en las cuentas del sistema financiero cubano.
M.H.: Leí que no los puede usar.
J.G.: Es un tema delicado para América Latina. Y empiezo por ahí porque Cuba es el único país de América Latina que produce vacunas desde el origen. Tiene cinco vacunas en desarrollo y va a servir para la población cubana, que está afectada como cualquier otra población por el tema Covid, pero hay intereses de coproducirla con otros países. Porque además Cuba tiene restricciones para hacer el proceso completo de la producción.
Desde Argentina se envió una partida muy importante de jeringas porque, producto del bloqueo, hay restricciones para un elemento tan importante que completa el proceso de la vacunación. Pero Cuba, pese al bloqueo tiene desarrollo científico, biológico, y es el único país de América Latina produciendo vacunas contra el Covid. Aunque acá hay investigaciones de vacunas, en Brasil hay desarrollos también, hay varios países que tienen desarrollos, de hecho Argentina suscribió un acuerdo con la Universidad de Oxford y México para la producción de Astrazeneca que ha generado muchas discusiones.
Tampoco EE UU terminó la guerra comercial con China, no levantó el bloqueo sobre Cuba ni eliminó las sanciones que se potenciaron con Trump. Respecto de Rusia y de Irán se mantiene en el mismo lugar de conflictividad. De alguna manera Biden, en su discurso inaugural, el discurso a la Nación, explicitó su política exterior y quedó muy en claro que el principal problema a confrontar por parte de EE UU es China como su adversario y de sus aliados.
Curiosamente no aparecen mencionadas Rusia, Irán, Cuba ni Venezuela en ese discurso del que estoy hablando. Pero está claro que el ahogo sobre Cuba y Venezuela es muy importante.
Uno puede pensar que ahora hay una coincidencia de la derecha mediática en concentrarse en Nicaragua. Más allá de discutir la situación específica de Nicaragua, tanto ese país como Venezuela, Cuba, si querés agregamos a Bolivia, México y un poquito más a Argentina; la presión de la política exterior estadounidense es muy fuerte.
A mí me parece, en el marco de lo que planteás que EE UU tiene un punto originario para toda su política nacional e internacional que es recuperar consenso de la población estadounidense para el despliegue de su desarrollo como potencia estratégica en el capitalismo mundial.
Está complicado, primero por la economía china, lo que no quiere decir que lo que hace China sea correcto para nosotros. Pero el gran problema es que China le está ganando la pelea productiva en el punto científico tecnológico.
China y EE UU están disputando la hegemonía del capitalismo
M.H.: Y que ha sido un punto central en la pasada reunión del G7.
J.G.: Totalmente. Por eso la preocupación es China. Cuando cayó la URSS jugaron con el G8, incorporando a Rusia al G7. Pero ya no hay reuniones del G8. Ya no interesa tenerla a Rusia, porque en el esquema de las alianzas y las correlaciones de fuerzas internacionales, lo que aparece es una alianza china con Rusia, con Irán y, por lo tanto, cuando Estados Unidos define que el adversario a enfrentar es China, eso involucra a los aliados de China en el plano geoestratégico. Porque en el fondo están disputando la hegemonía del capitalismo.
Y en el plano productivo, en el plano tecnológico, en las comunicaciones y cuando hablamos de las comunicaciones no es solo el 5G, los celulares, sino que tiene que ver con el gobierno de internet y todo lo que tiene que ver con internet artificial, internet de las cosas, e incluso los mecanismos que permiten los canjes de dinero en el sistema mundial.
EE UU tiene un predominio del dólar de manera muy importante, viene perdiendo con la producción china pero China todavía no le llega a los talones en lo financiero. Y cuando hablo de lo financiero primero me refiero a la moneda. El Yuan hace muy poquitos años que se ha mundializado, que está empezando a ser recibido como una divisa internacional, hay muchos países que empiezan a comerciar en yuanes pero está muy lejos del comercio con el dólar. Los intercambios y las transacciones del movimiento internacional de capitales se manejan a través de los códigos swift y si querés hacer una importación o alguien te quiere pagar algo que te compró desde el exterior tiene que ir a un banco y para eso es necesario un código swift. Eso se maneja desde EEUU.
Se están desarrollando nuevos sistemas, no solo desde China y sus aliados sino desde algunos países europeos tampoco quieren depender de esa hegemonía financiera del dólar. Estados Unidos lo que ve es que ha perdido consenso interior. Por eso a Trump hay que verlo como un intento a disputar el consenso en el interior, y vaya si tuvo consenso, que incluso en esta última elección que perdió contra Biden en resultados oficiales y que el mismo Trump pone en duda, obtuvo muchos más votos en cantidad, pero hubo una campaña y un despliegue más importante de los Demócratas, una votación más importante que lo tradicional y lo que están discutiendo es cómo reconfigurar el consenso interno de Estados Unidos para el destino de nación hegemónica del capitalismo contemporáneo. Una posición que ejerce desde el fin de la Segunda guerra mundial, de los acuerdos de Breton Woods, de la dominación estadounidense en el FMI, en el Banco Mundial y más recientemente en la OMC.
Pero sin consenso interno es muy difícil avanzar en los consensos exteriores. Y en ese sentido EE UU aprende de su historia y la consigna de Trump fue “América primero”, dijo basta del mundo, vamos a repatriar a las corporaciones que se han ido del país y que han generado producción en China, en Europa del Este, en América Latina. Vuelvan todas para acá. Eso fue una quijotada contra los molinos de viento, porque las empresas no desarman tan fácilmente sus posiciones en otros países del mundo y vuelven a EE UU. Es más, muchas de ellas están radicadas en paraísos fiscales. Por eso la política de Biden es hacer lo que se ha hecho en otros procesos y otros tiempos y se intenta hacer lo que se mal denomina “política keynesiana” en este tiempo de transnacionalización.
El objetivo de fondo de la política estratégica de EE UU no cambia
M.H.: ¿Cómo juega en este análisis la propuesta de gastar 6 billones de dólares para el próximo año fiscal?
J.G.: Es muy distinto estar al frente del Estado estadounidense que del Estado argentino. Porque el Estado argentino puede emitir mucho o poco pero en general la propia población utiliza el peso argentino para lo imprescindible y necesario. Por eso a veces el que tiene plata cambia dólares para hacerse de pesos para pagar salario, facturas, gastos cotidianos. Pero si puede el o la argentina que tiene plata compra dólares. Por eso el Estado argentino está intentando desestimular que la gente compre dólares en la Argentina de hoy. EEUU no tiene ese problema, porque el dólar se recibe en cualquier parte del mundo. Y si mirás el debate de los últimos 40 años, en agosto del año pasado la reserva federal de EE UU dijo “hasta aquí hemos llegado con la política inflacionaria que aprobamos con Reagan. Ahora hay que tener un poquito más de inflación”. Esto en pleno despliegue de la pandemia, del cierre de la economía, para reactivar la economía había que emitir todo lo que sea necesario aunque haya un poquito más de inflación.
M.H.: Hay un debate alrededor de ese tema.
J.G.: Hace un mes EE UU dijo que la inflación ya no va a ser del 2.5% anual, sino va a ser del 4.7% anual. La semana pasada dijo del 5.5% y se presume, que está volviendo la inflación. Cualquier argentino que nos escucha le parece que estos porcentajes son bajísimos, porque tenemos inflaciones de 4,8% mensuales, no anuales. La Argentina tiene en los últimos 12 meses un 48.8% de inflación. Pero hay que diferenciar lo que es el poder y la capacidad de resolver con emisión de dinero del Estado argentino y el Estado Norteamericano.
El Estado estadounidense es el más endeudado en términos absolutos del mundo. No en términos proporcionales, porque Japón tiene cerca del 300% de su PBI de deuda externa y EE UU un poco más del 100%, proporcionalmente Japón debe más que EE UU, pero en valores absolutos EE UU que era el gran acreedor del mundo en 1945 y por eso termina como potencia hegemónica, hoy es el país que más le debe al mundo. Eso lo puede hacer Estados Unidos porque tiene poder.
M.H.: O sea que no ves un cambio de paradigma. Porque hay todo un debate alrededor de eso.
J.G.: No. Lo que no cambia son los intereses de la economía estadounidense. Y si tenés que ganar consenso interior, de dónde van a sacar dinero. En Colombia quisieron hacer una reforma tributaria para que paguen los pobres, ahora están discutiendo si Iván Duque sigue siendo o no presidente. Hay movilización callejera, el Comité del paro dice que van a negociar pero los jóvenes siguen en las calles. En Chile quisieron aumentar el boleto del transporte hace dos años y terminó en una reforma constitucional donde la derecha ni siquiera tuvo cantidad de legisladores como para contener y restringir los cambios en la Constitución chilena. No digo que de la Constitución emergente va a salir Chile revolucionario y socialista. Pero hay problemas y a quién vas a recurrir con impuestos, si no es a quienes tienen dinero para pagar.
Por eso Biden, y eso es lo que le llamó la atención a muchos, en su discurso en el Parlamento, salió a mostrar toda la plata que han ganado los más ricos, el 1% de la población estadounidense. Y dijo que la política de Trump falló porque basó su gobierno diciendo bajémosle los impuestos a los ricos, que así ellos van a invertir. Es lo mismo que se dice en la Argentina. Eso tuvo resultado el primer año del gobierno de Trump, parecía que tenía razón porque la economía rebotó. Pero eso se derrumbó, es el efecto de una vez, es como cuando te dan un aumento o una actualización, lo ves el primer mes, después se licúa en los ingresos.
Lo que Biden está diciendo es que las grandes corporaciones tienen que pagar y quiere restituir los impuestos que quitó Trump, pero no el total. O sea que Biden va en contra de lo que dispuso Trump en materia de impuestos a los ricos, pero no recupera el volumen, el valor, la alícuota que tenían antes de Trump.
Y en el plano internacional, él dice que hay mucha evasión en los paraísos fiscales. Pero lo que no dice es que en Estados Unidos, por ejemplo, en el Estado de Delaware, es un Estado paraíso fiscal. O sea que de esos paraísos fiscales no habla. Él dice que hay que terminar con que las grandes empresas estadounidenses, Apple, Amazon, Facebook y todas las que hoy están a la cabeza de las operaciones bursátiles, realizan operaciones en distintas partes del mundo pero están inscriptas en paraísos fiscales y, por lo tanto, evaden impuestos en todo el mundo.
Entonces la gran novedad que se discutió en el G20, en el G7 y en diferentes cumbres globales es aplicar un impuesto a las grandes corporaciones y que lo paguen en el territorio que generan esas operaciones, que no lo deriven a la casa central aprovechando las facilidades que eso les da. Eso está generando debate. Están acudiendo a herramientas concretas y cuando miran en la historia se dan cuenta que eso fue lo que propuso Keynes en la década del 30 y por eso algunos dicen que esto es keynesianismo.
Además coincide con lo que vienen escribiendo en el New York Times Paul Krugman, Premio Nobel de Economía 2008. Los premios Nobel generalmente son reaccionarios y de derecha, excepto en los momentos de crisis explícita. En 2001 había una crisis muy grande en EE UU, las Torres Gemelas, endeudamiento, caída de la Bolsa, y el premio Noble fue Stiglitz.
M.H.: El mentor de nuestro ministro de Economía.
J.G.: Y muy en sintonía con el Papa Francisco. El Papa aparece con opiniones a la izquierda de la derecha mundial. Acaba de criticar porque dice que la propiedad privada es un derecho secundario. La Nación le salta a la yugular, Clarín, los ideólogos de la derecha tradicional lo consideran un Papa hereje. Pero el planteo Stiglitz premio Nobel 2001, Krugman premio Nobel 2008 en plena crisis y recordemos que el Nobel de Economía es el Banco de Suecia, no es la fundación Nobel. El Banco de Suecia que es tan neoliberal como todos los bancos del sistema central mundial. Aunque lo gobierne gente “progresista”. Por lo tanto en EE UU dicen que hay que hacer eso, tiene que intervenir el Estado.
El Estado nunca dejó de intervenir fuerte, porque con Trump el Estado intervino fuertemente para declarar la guerra comercial a China. Hacer intervenir al Estado no es que el Estado solo gaste dinero en los pobres. Puede gastar dinero en los ricos también. Puede gastar dinero en el aliento y estímulo al keynesianismo militar. Estados Unidos nunca dejó de ser keynesiano desde el punto de vista del gasto militar. Hoy EE UU gasta de presupuesto militar tres veces más que el país que le sigue que es China. Hay intereses estratégicos y comunes que siguen, las formas y las alianzas son distintas, hay políticas diferenciadas, pero el objetivo de fondo de la política estratégica de EE UU no cambia.
Entonces EE UU busca el consenso interior para seguir disputando la hegemonía en el plano mundial. Y la hegemonía en el plano mundial es, que están perdiendo la batalla productiva, y eso no es solo porque China produce bienes manufacturados, sino que China tiene un crecimiento de la productividad del trabajo mayor que la de EE UU y tiene que ver con el desarrollo científico tecnológico.
Lo que Estados Unidos no quiere es perder la hegemonía financiera, que China todavía no la está disputando, está generando las condiciones para que el Yuan se siga internacionalizando. Por ejemplo, China no permite las cyber monedas en China, cuando los que fabrican el Bitcoin y demás, mayoritariamente están en China. Porque la producción de este tipo de monedas se hace con computadoras en cadena y en China hay muchos que las desarrollan. Pero no para que circulen en China, porque es una cyber moneda que circula en el éter mundial. Todas las cyber monedas participan sin el control y la regulación de los Estados. Estados Unidos también se opone. La Reserva Federal está investigando cómo interponerse jurídicamente ante estos avances. El propio FMI también.
M.H.: Es una vuelta al Mercader de Venecia ¿no?
J.G.: Por eso, EE UU está preocupado en no perder la hegemonía económica, que es mucho más que lo productivo, tiene que ver con lo financiero y, obviamente, no ceja en la economía militar y mucho menos en la ideológica. Eso es lo más importante. Y es cierto que genera mucho debate y mucha expectativa. Muchos festejan que hayan ganado los Demócratas, o se alivian por que no ganaron los Republicanos. Hay que decir que Lincoln era republicano, los republicanos en origen eran la izquierda y los demócratas la derecha. En el lenguaje del sistema, no estoy hablando de izquierda revolucionaria. Ahora aparecen los demócratas a la izquierda y muchos plantean pactos sociales para relanzar el orden capitalista. Y en Davos, en enero, en el momento del cambio de gobierno en EE UU se discutió el reseteo del capitalismo mundial. Es como cuando no te funciona la computadora o el celular, lo volvés a hacer andar.
Los grandes jefes del capitalismo mundial, ya sea Macron de Francia, Biden, los ideólogos del Foro de Davos dicen que hay que reiniciar el capitalismo. El capitalismo está en crisis, la pandemia ha puesto en evidencia muchos problemas estructurales serios y hay que reestructurar. Incluso se ha usado a la pandemia para algunos proyectos estratégicos que el capital venía demorando su puesta en funcionamiento para aplicarlos rápidamente. Entre otros, lo que se llama la economía de plataforma, lo que ha crecido el comercio electrónico en este tiempo es impresionante, desde comprar una pizza o una camisa por plataformas, que la pagás con el celular y te la traiga alguien pedaleando o caminando, en moto o auto.