Comprender lo que está mal en nuestra sociedad, protestar en contra de la injusticia, denunciar los abusos de los poderosos. Estas son tareas cruciales. Muchos de nosotros les dedicamos una gran parte del año, y ciertamente son necesarias si vamos a crear un mundo mejor. Al mismo tiempo, es altamente dudoso de que estas acciones […]
Comprender lo que está mal en nuestra sociedad, protestar en contra de la injusticia, denunciar los abusos de los poderosos. Estas son tareas cruciales. Muchos de nosotros les dedicamos una gran parte del año, y ciertamente son necesarias si vamos a crear un mundo mejor.
Al mismo tiempo, es altamente dudoso de que estas acciones sean suficientes. Para lograr un cambio social positivo, hace falta más. Hace falta el conocimiento de que el pueblo puede organizarse para obtener justicia y una conciencia de que, incluso en tiempos inhóspitos, algunas cosas pueden salir bien. La temporada de fiestas brinda un momento importante para reflexionar acerca de unos pocos de esos avances que ofrecieron esperanza en 2007 –muchos de los cuales sucedieron durante las últimas semanas.
A principios de diciembre, las 16 agencias norteamericanas de inteligencia, incluyendo la CIA y la NSA, publicaron un nuevo Estimado Nacional de Inteligencia (NIE, por sus siglas en inglés) acerca de Irán. El documento por sí solo puede haber socavado el empuje de la Casa Blanca para lanzar una guerra más en el Medio Oriente. El informe declaró que Irán abandonó su programa clandestino de armas nucleares en 2003 y no lo ha renovado desde entonces. El NIE ha fortalecido la posición de aquellos en Washington –incluyendo a muchos altos jefes militares– que creen que un ataque preventivo a Irán sería tanto innecesario como desastroso. El NIE también hizo más sólida la opinión pública en contra de la escalada militar e hizo surgir una amplia gama de comentarios que denunciaban la más reciente ronda de guerrerismo de Bush-Cheney. Por su parte, The Washington Post publicó un editorial que decía que el informe «fortalece el punto de vista, previamente apoyado por nosotros, de que esta administración no debe recurrir a la acción militar para destruir las instalaciones nucleares iraníes».
Por supuesto, los esfuerzos por detener una nueva guerra deben continuar. A pesar del NIE, las relaciones de EEUU con Irán siguen siendo tensas, y los neoconservadores recientemente han estado tratando de reagruparse y articular razones acerca de la necesidad de un ataque. Pero sus oponentes pueden continuar a partir de una posición mucho mejor que la anterior. Tan preocupados están los militaristas de extrema derecha, que algunos han recurrido a la teoría de la conspiración. Norman Podhoretz, padrino neoconservador y asesor de Giuliani, recientemente expresó «oscuras sospechas» de que la comunidad de inteligencia estaba «filtrando información calculada para socavar» al Presidente Bush.
Más allá de Irán, el 2007 presenció un número de cambios críticos en el debate de políticas, Mientras que hace solo algunos años muchos funcionarios públicos negaban que el calentamiento global tuviera lugar, el cambio climático es ahora considerado universalmente como uno de los más graves retos a la humanidad. El Comité del Premio Nóbel puso esta idea en el candelero al conceder el Premio de la Paz a Al Gore y al Panel Intergubernamental de la ONU acerca del Cambio Global. Al recibir formalmente el premio el 10 de diciembre, Al Gore censuró apasionadamente el calentamiento global como una «amenaza a la supervivencia de nuestra civilización que está acumulando un potencial ominoso y destructivo». Tan solo una semana después, en la Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático en Bali, fue aún más allá al denunciar explícitamente que «Mi propio país, Estados Unidos, es el principal responsable de obstruir el progreso» de la política climática –un reconocimiento inusualmente duro que los participantes de la conferencia aplaudieron con energía.
En su mayor avance para enfrentar la crisis en al menos una década y terminar con la dependencia norteamericana del petróleo extranjero, los demócratas han presentado un prometedor proyecto de ley de energía en el Congreso. La ley, que fue aprobada en la Cámara de Representantes el 6 de diciembre, incluyó lo que The New York Times llama «el primer incremento significativo en las normas de eficiencia de combustible en tres décadas», al ordenar que los fabricantes de autos aumenten la norma de 25 millas por galón (mpg) a 35 mpg para 2020. Debido a un vergonzoso filibusterismo por parte de los republicanos en el Senado y una amenaza de veto de la Casa Blanca, se eliminaron dos disposiciones del proyecto original: una que requería que al menos 15 por ciento de la electricidad del país proviniera de fuentes alternativas de energía renovable para el 2020, mientras que la otra pagaría por esta iniciativa eliminando subsidios para impuestos a las compañías petroleras. A pesar de estos cambios, la legislación marca una derrota significativa para las grandes corporaciones petroleras y para el cabildo automovilístico. La creciente demanda del público de una acción a favor de una energía limpia sugiere que este puede ser el primero de muchos casos.
En otro paso no menos importante que hace largo tiempo debió haberse dado, el Congreso aprobó en mayo un proyecto de ley que ordena un incremento gradual en el salario mínimo federal, de $5,15 a $7,25 (por hora) –el primer incremento en 10 años. Hubo también este año algunas victorias para los trabajadores de nivel básico. En abril, basándose en su victoria de 2005 contra Taco Bell, la Coalición de Trabajadores Immokalee ganó una campaña que pedía que McDonald’s exigiera a los cosechadores de tomate a los cuales les compraba que aumentaran los jornales a sus trabajadores agrícolas. Este incremento casi dobló los jornales de los trabajadores, de 40 centavos a 72 centavos por balde de tomates recogido. El acuerdo también creará un nuevo código de conducta para las relaciones laborales y para garantizar los derechos de los trabajadores en disputas futuras. Con su serie de victorias, la Coalición de Trabajadores Immokalee –formada por obreros inmigrantes que tradicionalmente son los más explotados de Estados Unidos– han brindado algunos brillantes ejemplos del poder de la acción colectiva.
Este año también ha habido un cambio notable en el debate acerca de la pena de muerte. A nivel nacional, el movimiento para restringir la pena capital ha sido reforzado por acciones en el Tribunal Supremo. El Tribunal ha implementado una moratoria de facto desde finales de septiembre, al ordenar la suspensión de cinco ejecuciones programadas, mientras delibera en un caso que determinará si la inyección letal constituye una forma cruel e inusual de castigo. Subsiguientemente, el 13 de diciembre, la legislatura estatal de Nueva Jersey aprobó una ley que prohíbe la pena capital en el estado, proyecto que el Gobernador Jon Corzine firmó como ley la semana siguiente. De esa manera, Nueva Jersey se convirtió en el primer estado en abolir la pena de muerte desde que Iowa y Virginia Occidental lo hicieran en 1965. David Fathi, de Vigilancia de Derechos Humanos, argumentó que la medida es «un hecho muy significativo para un estado que ha tenido la pena de muerte en sus libros durante décadas, Es un indicio más de que la pena de muerte está en vías de desaparición en Estados Unidos».
Los avances en el Sur global también auguran cosas buenas. La rebelión en Latinoamérica contra la economía de la globalización corporativa continuó en 2007, con los gobiernos de Bolivia, Ecuador y Venezuela liderando la marcha hacia políticas más progresistas. En lo que terminó por ser un resultado muy positivo, el Presidente Hugo Chávez de Venezuela perdió un referendo el 3 de diciembre por un estrecho margen de 51 a 49 por ciento del voto. Entre otras cosas, las enmiendas constitucionales en discusión hubieran abolido los límites a la reelección presidencial y centralizaban el poder estatal. Chávez admitió con elegancia la derrota. Al contrario de las voces histéricas en los medios principales que aseguraban que Venezuela se había convertido en una dictadura, el referendo demostró que la democracia en el país está fuerte y que el debate público es vigoroso. Desde una perspectiva progresista, el fracaso del referendo alentará a Chávez a ampliar el liderazgo de su «revolución bolivariana» y a preparar el camino para una nueva generación de activistas que lo sucedan.
Para Latinoamérica en su conjunto, uno de los avances más significativos del año fue la creación del Banco del Sur. En diciembre, representantes de 6 países (Argentina, Brasil, Bolivia, Ecuador, Paraguay, Uruguay y Venezuela) se reunieron en Buenos Aires para inaugurar el nuevo banco, el cual competirá directamente con instituciones controladas por Washington, como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. En el pasado, estas instituciones estuvieron a la cabeza de la imposición de un tipo fundamentalista de neoliberalismo de «libre mercado -un modelo económico que ha tenido resultados terribles en la región. El Banco del Sur no solo representa un paso crítico en la batalla por la autodeterminación de la región, sino que tendrá libertad para apoyar enfoques de desarrollo que puedan combatir eficazmente la desigualdad y tratar las necesidades de los pobres.
Para aquellos que se han desanimado bajo el reinado de George W. Bush, tales victorias en el extranjero son verdaderas señales de esperanza. Podemos vitorearlas tan fuertemente como a los signos de progreso dentro de Estados Unidos –y decidirnos a trabajar en pro de mayores avances en el Nuevo Año.
— Mark Engler, analista de Foreign Policy In Focus, es autor de Cómo gobernar el mundo: la batalla que se avecina por la economía global (Nation Books, abril de 2008). Se le puede contactar por medio del sitio web http://www.DemocracyUprising