Este 24 de marzo se cumplieron 22 años de la crisis yugoslava, cuando la OTAN dio al Presidente Milošević el siguiente ultimátum: O abandonas Kosovo o salvaremos a Yugoslavia de la misma Yugoslavia, mediante una operación que llamaremos “Intervención Humanitaria”; se rompía así el orden mundial creado después de la Segunda Guerra Mundial.
El expresidente Bill Clinton fue la cabeza visible de los ataques que cobraron la vida de 2.500 personas, de ellos 89 niños, hirieron a 12.500 y causaron pérdidas materiales por unos 100.000 millones de dólares, lo que fue calificado por la OTAN de “daños colaterales”.
El bombardeo de 78 días cambió la política del mundo y dio testimonio de cómo las potencias occidentales usan falsos pretextos para ejecutar sus delitos. El 2016, cuando era candidato, el ex presidente Trump sostuvo en una entrevista a la revista Nedeljnik que “los serbios son gente buena y que estos bombardeos fueron un gran error. La administración de Clinton creó un caos en los Balcanes”.
La finalidad de bombardear Serbia fue arrebatarle Kosovo, cuna ancestral de los serbios, para instaurar un gobierno mafioso, “culpable del tratamiento inhumano de personas y tráfico ilegal de órganos humanos”, según informe del Consejo de Europa. El rotativo The Guardian revela que en ese informe se acusa a Hashim Thaçi, ex jefe de la organización terrorista Ejército de Liberación de Kosovo, ELK, y ex Primer Ministro de Kosovo, de “dirigir un grupo albano, similar a la mafia, responsable en Europa Oriental del contrabando de armas, drogas y órganos humanos”.
Dick Marty, ex relator especial de derechos humanos de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, encontró evidencias convincentes de que las desapariciones y el tráfico de órganos estaban vinculadas a círculos políticos de Kosovo, los mismos que permitieron la instalación de la mayor base militar de EEUU en Europa. ¡Qué casualidad! Además, según el informe del mismo Dick Marty, los testigos de estos hechos fueron asesinados para que no pudieran testificar. Se conoce también que la OTAN y los gobiernos de Occidente sabían desde el año 2004 que Hashim Thaçi era “un actor clave de la mafia y el crimen organizado en la región balcánica y era el más peligroso de los padrinos del hampa cuando era uno de los cabecillas del ELK”. El servicio de inteligencia alemán, BND, informa: “Los actores claves, incluido Hashim Thaçi, están íntimamente vinculados a las interrelaciones entre la política, los negocios y las estructuras de la delincuencia organizada en Kosovo. Hashim Thaçi es la cabeza de la operación de la red criminal en todo Kosovo”; lo mismo dice un informe confidencial del Ejército de la RFA.
Por Dick Marty se supo que los oponentes políticos al gobierno de Hashim Thaçi, los prisioneros de guerra serbios y los gitanos, “simplemente desaparecían sin dejar trazas en una cárcel secreta en la localidad fronteriza de Kukes, desde donde eran enviados a través de la frontera hacia Albania, para ser asesinados”. El The New York Times informó que los cautivos eran seleccionados por sus condiciones para ser “donantes”, teniendo en cuenta el sexo, la edad, la salud y el origen étnico. “Los cautivos no sólo eran entregados sino que también los compraban y vendían, ellos comprendían lo que iba a acontecer e imploraban a sus aprehensores para que tuvieran piedad y no los despedazaran”, lo que era como pedir peras al olmo.
Según el The New York Times, “en cuanto se confirmaba que los cirujanos de trasplantes se encontraban presentes y listos para operar, sacaban a los cautivos uno a uno de la ‘casa segura’, eran ejecutados sumariamente por un pistolero del ELK y sus cadáveres se transportaban rápidamente a la clínica de operaciones”, donde les extraían los órganos para ser comercializados a nivel mundial. Según The Guardian, “en el mercado negro los clientes pagaban hasta 90.000 euros por los riñones”.
Sobre la crisis yugoslava vale la pena recordar lo que pensaba el actual Presidente Biden, cuando era vicepresidente de EEUU. Reiteró el pleno apoyo de Washington al gobierno independiente de Hashim Thaçi y saludó el progreso de Kosovo en la realización de reformas esenciales, que fortalecían el vigor de la ley y la democracia. Antes, cuando era senador, defendió esas barbaridades: “¡Nosotros debemos entrar en Belgrado y ocupar ese país al estilo de Alemania y Japón! ¡Yo propuse bombardear Belgrado! ¡Yo propuse enviar pilotos americanos y hacer explotar todos los puentes sobre el río Drina! ¡Yo propuse destruir su sistema de suministro de combustibles! ¡Yo propuse acciones bien específicas! ¿Por qué insistí tanto en no ayudar al pueblo de Serbia? Allá hay mucha gente buena. ¿Por qué, entonces? ¡Porque mientras no se inclinen ante los estándares occidentales, esta locura va a continuar, continuar y continuar! ¡Vean por qué! ¡No por venganza sino por liberación!” Sin comentarios.
Tal vez a esta manera, que tiene el mandatario Biden de enfocar los problemas, se refería el Presidente Putin al expresar: “En lo que concierne a la declaración de mi homólogo estadounidense, efectivamente, nos conocemos en persona. ¿Qué le contestaría? Le diría: ‘¡Que esté bien!’ Le deseo salud”. Respondía así a la ofensa infligida por Biden, cuando, en una entrevista del programa Good Morning America, contestara afirmativamente a la pregunta de si creía que Putin era un asesino.
Se recuerda que la misma pregunta le hicieron a Donald Trump, quien respondió que hay muchos asesinos e inquirió al periodista si él pensaba que Estados Unidos es inocente. Es posible que las palabras de Biden estuvieran dirigidas al gran público estadounidense, pero, sin realizar el análisis psicológicos de su contenido, en realidad se trata de un paso erróneo e inapropiado, de un mensaje malo, negativo y agresivo, de un trolling destinado a causar odio. Expresa que él, como presidente de EEUU, no desea mantener ninguna relación con Rusia, que él se diferencia de Tump, quien para Biden no era más que una marioneta de Putin, en que él es fuerte y no le tiene miedo a Putin y que está dispuesto a encabezar una coalición global antirusa.
Pero nada de lo que pasa en la política mundial es casual. Por lo tanto, la entrevista al Presidente Biden, que no lucía cansado ni falto de medicamentos, y la pregunta que le hicieron acerca del Presidente Putin, hace pensar que su respuesta: “Sí, así es”, fue bien meditada y responde a la posición política de un amplio sector del Partido Demócrata de EEUU, que se ha persuadido de que sí puede doblegar a Rusia. En cambio, el presidente ruso precisó que lo que él dijo no tenía un sentido irónico ni humorístico y explicó que cada cual ve a otra persona tal y como se califica a sí mismo. Dijo que cuando evaluamos a otras personas, o incluso a otros estados u otros pueblos, es como si nos mirásemos en el espejo; siempre se les transfiere lo que respiramos, lo que en esencia somos, vemos en ellos nuestro reflejo, nuestras propias cualidades, evaluamos sus acciones, pensamos que son iguales a nosotros y, a partir de ello, los calificamos en general y valoramos sus actos.
Se supone que lo de mirarse en el espejo es una alusión al hecho de que Biden fue cómplice de numerosas aventuras militares estadounidenses, que costaron la vida de millones de ciudadanos y causaron la destrucción de numerosos países, que ahora son un semillero para el desarrollo del terrorismo mundial.
Según Putin, en el establishment de Estados Unidos hay muchas personas honestas y honradas, y con ellas Moscú planea apoyarse en sus tratos con Washington. Pero su clase gobernante resuelve los problemas internos y externos mediante acusaciones fuertes contra otros países. Recordó que EEUU era el único país del mundo que usó armas nucleares, además contra un Estado no nuclear, contra Japón. Sin embargo, como la pasada conversación telefónica se realizó por iniciativa del Presidente Baiden, propuso que se dé continuidad a las discusiones que hubo, porque tienen mucho de que hablar y algo que compartir, pero siempre que sea una conversación abierta, en directo y sin demoras. Se podría conversar sobre las relaciones bilaterales y otros problemas que afronta la humanidad, como es la lucha contra la pandemia, lo que sería interesante para todo el mundo, en particular para Rusia y EEUU, las mayores potencias nucleares, que tienen una gran responsabilidad por la seguridad estratégica del planeta. Esta propuesta no fue aceptada por Biden.
Putin subrayó también que “aunque en la Casa Blanca piensen que somos iguales y se dispongan a mantener las relaciones con el Kremlin, pero sobre aquellas cuestiones que son del interés de ellos y bajo sus propias condiciones, somos personas diferentes, tenemos otro código genético, cultural y moral. Vamos a trabajar con ellos en aquellas esferas que nos convengan y bajo las condiciones que consideremos beneficiosas para nosotros, y tendrán que tenerlo en cuenta, a pesar de todos los intentos por detener nuestro desarrollo, a pesar de las sanciones y los insultos. Vamos a desarrollar relaciones con todos los países del mundo, incluido Estados Unidos, teniendo en cuenta nuestro interés nacional”. Al buen entendedor, pocas palabras.