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Cada vez más aislados, los carniceros de Myanmar y Rusia se unen

Fuentes: The Irrawaddy
Traducción para Rebelión por Cristina Alonso

Min Aung Hlaing insistió en que Putin era «un líder mundial » y elogió al artífice de la invasión de Ucrania por aportar «estabilidad» a la escena internacional.

Por fin se cumplieron sus deseos.

Min Aung Hlaing, general de división y líder golpista de Myanmar, mantuvo la semana pasada su primera y esperada reunión con el presidente ruso Vladimir Putin en el Foro Económico Oriental, organizado por Moscú en Vladivostok, la principal capital de provincia del este de Rusia.

Min Aung Hlaing insistió en que Putin era «un líder mundial » y elogió al artífice de la invasión de Ucrania por aportar «estabilidad» a la escena internacional. «Y le describiríamos no únicamente como el líder de Rusia, sino también como un líder global, porque está controlando y organizando la estabilidad en todo el planeta».

A los pies de Putin, el militar birmano dijo a bombo y platillo: «con su ayuda, el país se está desarrollando de forma intensa… Se puede decir que cuando usted empezó a gobernar el país, Rusia pasó a ocupar una posición de liderazgo a nivel mundial».

Así que ya es oficial: Myanmar se ha unido al bando ruso. Su tradicional «política exterior activa, independiente y no alineada» fue enterrada en Vladivostok.

Incluso antes del golpe de estado, Min Aung Hlaing visitó Rusia en varias ocasiones y Moscú envió una delegación militar de alto nivel poco antes de la toma del poder el 1 de febrero de 2021. Desde entonces, las entregas de material militar ruso no han hecho más que aumentar, consolidando la condición de Rusia como gran aliado y proveedor de armas del ejército birmano. Myanmar, por su parte, ha apoyado públicamente desde el principio la invasión rusa de Ucrania.

Myanmar nunca podrá ignorar a China, su gigantesco vecino, pero el hecho de que el régimen aislado de Naypyitaw haya forjado una alianza más sólida con Moscú representa un cambio fundamental en la política exterior del país.

Durante la última visita de Min Aung Hlaing, el régimen y la corporación nuclear estatal rusa Rosatom firmaron una hoja de ruta para una mayor cooperación en materia de energía nuclear, incluyendo la posible implementación de un proyecto de reactor modular en el país sudasiático.

Myanmar ya compra petróleo a Rusia y, durante el foro, Min Aung Hlaing invitó a los empresarios rusos a invertir en el país afirmando, de forma falsa, que actualmente ya controla todo el territorio nacional. También sugirió sustituir los dólares estadounidenses por el yuan chino, el rublo ruso y la rupia india para utilizarlos en las transacciones comerciales y financieras.

Las conversaciones entre Myanmar y Rusia indican una cooperación económica más amplia, ya que incluyen vuelos directos entre ambos países para impulsar el turismo y el comercio de petróleo y gas. Habrá que ver si dicha cooperación realmente se materializa.

Las relaciones entre los dos países se han intensificado en los últimos meses tras la breve visita a Naypyitaw, en agosto, del ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov. Los líderes de Myanmar y Rusia celebraron el 75º aniversario de las relaciones bilaterales y Lavrov, cuando visitó Naypyitaw, calificó a Myanmar de «socio amistoso y duradero».

En el foro de Vladivostok, Putin se convirtió en uno de los primeros líderes internacionales en reunirse con Min Aung Hlaing desde el golpe de estado militar de 2021. Sentado junto al presidente ruso, Min Aung Hlaing comentó: «nuestras relaciones evolucionan de forma positiva».

De vuelta a Myanmar, su audiencia con un poderoso líder mundial ha elevado el perfil de Min Aung Hlaing en el campo militar de línea dura. Los periódicos nacionales favorables al régimen hicieron eco del éxito del viaje y le colmaron de elogios, cubriendo el evento como si fuera la noticia del siglo. «Min Aung Hlaing es un líder que permite a Myanmar situarse en la escena internacional», decía un periódico.

Como era de esperar, la oposición al régimen militar y la mayor parte de la ciudadanía birmana se mofaron de tal afirmación. Para la mayoría, Putin y Min Aung Hlaing son una pareja salida del infierno. Desde el golpe de estado, la población de Myanmar ha sido el objeto de cazas y helicópteros rusos utilizados por el ejército birmano, no solamente para atacar a combatientes de la resistencia, sino también a civiles, e incluso a pueblos enteros. Los grupos armados de las minorías étnicas del norte de Myanmar están preocupados por la entrega continua de material militar por parte de Moscú, y por el pedido de seis aviones de combate de funciones múltiples SU-30, dos de los cuales ya han sido entregados.

Para la ciudadanía de Myanmar, el apretón de manos de Putin y Min Aung Hlaing en Vladivostok es una señal amenazadora que solo puede significar una cosa: más problemas para el país.

La reunión es una prueba del deseo del Kremlin de contrarrestar el deterioro de sus vínculos con las capitales occidentales, así como las sanciones de éstas, enfocándose ahora en Asia, África y Oriente Medio, donde busca vender petróleo y/o material militar, además de mejorar sus relaciones.

«Por mucho que alguien quiera aislar a Rusia, es imposible hacerlo», dijo Putin en el foro.

Estas palabras son música para los oídos de Min Aung Hlaing. Su régimen también se enfrenta a sanciones occidentales y a un mayor aislamiento. Myanmar, miembro de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN, por sus siglas en inglés), ha sido excluido desde el año pasado de las reuniones ministeriales y de las cumbres anuales de su propia región. La ASEAN, en contra de su política de no injerencia, se ha pronunciado sobre la escalada del conflicto en Myanmar. El respaldo de Putin dará confianza a Min Aung Hlaing para desafiar el «acoso» occidental, reforzar su control sobre el país y legitimar su gobierno.

Sin embargo, detrás de su abrazo mutuo y su postura desafiante, Putin y Min Aung Hlaing comparten un problema común.

Putin se enfrenta a las crecientes sanciones y a la ira de Estados Unidos y Europa occidental. En el foro, el presidente ruso mostró su determinación y desafío a los poderes occidentales. Aunque la economía rusa no se ha hundido como muchos predijeron, se enfrenta a una enorme presión desde el exterior. Esta semana, cuando Putin se reunió con el presidente chino Xi Jinping en Uzbekistán, dijo que era consciente de las «preguntas y preocupaciones» de China sobre la guerra en Ucrania, un indicio de que es poco probable que Xi ofrezca a Putin un apoyo más concreto.

En Myanmar, Min Aung Hlaing también enfrenta una mayor presión cada día.

Mientras su ejército recurre a violaciones de los derechos humanos y crímenes de guerra cada vez más graves, la economía de Myanmar se encuentra en problemas, los inversores extranjeros han huido del país y mayoría de analistas prevé un escenario de guerra civil prolongada.

En julio, el Tribunal Internacional de Justicia dictaminó que un caso histórico, que acusa al ejército de Myanmar de genocidio contra los musulmanes de la etnia Rohingya, puede seguir adelante.

A pesar de sus palabras, Min Aung Hlaing no ha tomado el control total del país ni ha restaurado la sensación de normalidad.

Por el contrario, observadores y medios de comunicación locales e internacionales coinciden en que, en realidad, el régimen militar está perdiendo territorio a manos de los grupos de resistencia que se han alzado en armas en su contra en todo el país.

Incluso antiguas personas expertas de la ONU en Myanmar afirmaron, en un reciente análisis, que las fuerzas revolucionarias tienen el control efectivo del 52% del territorio nacional y que el ejército birmano actúa cada vez más a la defensiva.

Putin y Min Aung Hlaing rechazan a gritos las sanciones impuestas ignorando, voluntariamente, los motivos para tales medidas. En el caso de Rusia, fue la invasión de Ucrania. En cuanto a Myanmar, el régimen derrocó a un gobierno electo y ha cometido graves violaciones de los derechos humanos, ejecuciones sumarias y crímenes de guerra contra la población civil y fuerzas de la resistencia.

El reciente mensaje del presidente ucraniano Volodymyr Zelensky a Putin fue inspirador.

Después de que las tropas ucranianas arrasaran la región nororiental de Kharkiv, haciendo huir a las fuerzas rusas de ocupación, y provocando que Rusia atacara la infraestructura eléctrica civil con ataques de misiles, dijo: «el frío, el hambre, la oscuridad y la sed no son tan temibles y mortales para nosotros como vuestra ‘amistad y hermandad». Y añadió: «la historia pondrá todo en su sitio. Y nosotros tendremos gas, luz, agua y comida… ¡y no os tendremos a vosotros!».

También Myanmar puede esperar la vuelta a la felicidad: un Myanmar sin Min Aung Hlaing, sin matones y sin criminales de guerra.

Aung Zaw es editor en jefe y fundador de The Irrawaddy.

Fuente original en inglés: https://www.irrawaddy.com/opinion/commentary/increasingly-isolated-myanmar-and-russian-butchers-embrace.html