Según el estudio anual publicado por el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IIES, o IISS en inglés), el gasto mundial en defensa aumentó durante el año 2019 en un 4 % con respecto al año 2018, lo que supone el mayor aumento interanual en una década. Un aumento en el que ha tenido mucho que ver tanto Estados Unidos como China –en ambos países aumentó un 6,6 %, aunque con tendencia opuesta, pues los chinos están reduciendo el gasto y los norteamericanos lo están acelerando–, en una incipiente ‘Mini Guerra Fría’. Pero también hubo otras regiones que contribuyeron a este incremento, como Europa y Asia.
Europa, obligada por Estados Unidos; Asia, la emergencia
En el Viejo Continente, el gasto en 2019 –con respecto a 2018– se situó por encima del aumento mundial, alcanzando el 4,2 % el año pasado, cifra no alcanzada desde antes de la crisis de principios del siglo XXI –2008–. Además, existe un margen de mejora todavía considerable, pues, aunque Alemania aumentó un 9,7 % su gasto, casi un tercio del aumento total europeo, sigue estando por debajo de las exigencias de la OTAN, las cuales se sitúan en la actualidad en el 2 % del PIB. Una exigencia que no cumplen, además de los germanos, países como Francia, España o Italia. De hecho, de casi una treintena de países que componen la OTAN, solo siete –Bulgaria, Grecia, Estonia, Rumania, Letonia, Polonia y Reino Unido–, la mayoría de la antigua Europa Oriental, cumplen con tal requisito. Por si fuera poco, no lo olvidemos que el 2 % solo es el principio de lo demandado por Donald Trump, que aspira a un gasto en defensa europeo del 4% que, además, dedique un porcentaje significativo a compras armas norteamericanas –80 %–.
Mientras, en la emergente Asia, el gasto en defensa ha crecido en un 50 % durante la última década. Crecimiento que se debe no solo al empuje chino ni al desarrollo económico de la región y al significativo aumento del PIB, sino que se centra en gran medida en los aliados norteamericanos en la región, como Japón, Corea del Sur e Irak.
El informe de Balance Militar 2019 y el relato occidental
Los datos son los datos y pocas fisuras dejan, pero otra cuestión es el relato y este resulta, como poco, inestable. Si acudimos a un medio internacional occidental de referencia, podremos comprobar que, según ellos, el relato del informe de Balance Militar recalca que el aumento del gasto militar se debe en primer lugar a la caducidad de los acuerdos de control de armas de la época de la Guerra Fría y, en segundo lugar, a lo perversos que son los rusos, los chinos y los iraníes.
Según la mencionada publicación, el aumento del gasto en Defensa en Europa se debe principalmente al comportamiento ruso, el cual está en el origen del aumento del gasto en defensa de los países de la OTAN, y en menor media a las presiones norteamericanas. Señala, además, la actuación de Rusia en Crimea y Ucrania, así como el uso de armas químicas en Reino Unido y las intromisiones en los procesos electorales occidentales. De postre, acusa a Irán de realizar la guerra a través de terceros.
La realidad
Sin embargo, la realidad se muestra bastante diferente. Para empezar, resulta irrefutable que es Estados Unidos el país que más gastó en defensa del mundo en 2019 con un total de 684,6 millones de dólares, lo que multiplica por casi cuatro –3,78– al segundo país del ranking, China, que gastó 181,1 millones de dólares. Rusia es la cuarta en gasto con 61,6 millones de dólares, más de diez veces menos que Estados Unidos y por debajo del gran aliado regional norteamericano en Oriente Próximo, Arabia Saudí, país que gastó 78,4 millones de dólares. Es decir, Arabia Saudí gastó más de un 25 % más que Rusia en defensa. Pero el peligro son los rusos, of course.
Además, los cuatro países europeos que más gastaron –Reino Unido, Francia, Alemania e Italia, situados en los puestos sexto, séptimo, noveno y duodécimo–, sumaron un total de 182,7 millones de dólares, lo que supone un gasto mayor que el realizado por China y más del triple que lo desembolsado por Rusia. Situación que provoca que el gasto per cápita de estos países europeos sea completamente disparatado con respecto a China y muy elevado con respecto a Rusia, país que cuenta con la mitad de población –144 millones– que la suma de los cuatro países europeos mencionados –276 millones–, pero gasta un tercio que ellos.
Pero es que los cuatro países asiáticos que más gastaron en defensa en 2019 invirtieron casi lo mismo que China, pues India, Japón, Corea del Sur e Irak, estos tres últimos claros aliados norteamericanos, llegaron a la cifra de 169,4 millones de dólares. Llama la atención, Irak, un país devastado por los norteamericanos –y actualmente tutelado por ellos– que se sitúa hoy en día como el decimoquinto país con mayor gasto en defensa. Sorprendentes y escandalosas cifras si tenemos en cuenta que uno de cuatro niños vive en situación de pobreza y tres millones de niños iraquíes han visto interrumpida su educación.
Estados Unidos, el sheriff
Como decíamos anteriormente, los datos dejan poco margen a la duda y muestran que el mayor problema a nivel armamentista del mundo es Estados Unidos. Un país que casi monopoliza la compra y la venta de armas, controlando el mercado mundial de la defensa, hasta el punto de conseguir situar a Irak, país en situación de extrema pobreza entre los que más gastan.
Y más allá de los datos, resulta innegable que las agresivas políticas norteamericanas –económicas y bélicas–, intensificadas, que no implementadas, por Donald Trump, son responsables a su vez del aumento del gasto de muchos de los países, desde China, Rusia o Irán hasta Europa. A todos, de una forma u otra, les ha obligado a ello.
Porque más allá de los desastres de Irak o Afganistán o la creación del Estado Islámico que después tuvo una ramificación con el conflicto sirio o el desastre yemení perpetrado por los sauditas, Estados Unidos ha saboteado el acuerdo nuclear con Irán y ha provocado en múltiples ocasiones a los iraníes. Con respecto a China, todos hemos sido sufridos testigos de la guerra comercial, en algunos casos incluyendo detenciones, que casi llevan al mundo al conflicto comercial; en las reuniones OTAN celebradas en Europa hasta se han producido escenas espeluznantes con gritos y broncas de por medio; y a Rusia se la ha pretendido ningunear al pretender incorporar –e incorporar de hecho– países que en principio, tal y como se acordó, deberían haber permanecido neutrales como Ucrania, Bielorrusia y las Repúblicas Bálticas (Lituania, Letonia y Estonia). En cuanto a las injerencias en los procesos electorales, permítanme recordar Cambridge Analytica y Facebook y los espionajes masivos de Google; el escandaloso y masivo espionaje de alemanes y norteamericanos a múltiples países; y las innumerables injerencias acaecidas en prácticamente todo el mundo, muy especialmente en Europa y Latinoamérica, incluyendo incluso golpes de Estado.
Los datos, el relato y los acontecimientos históricos son evidentes e irrefutables. La negación como cimiento para construir un relato a medida es un deprimente homenaje a la distopía de Orwell… Será culpa de los bots rusos, claro.