Después de un período de relativa tranquilidad, la perspectiva de una reanudación de viejos conflictos armados en el Cáucaso es real. El fantasma de la guerra civil vuelve a rondar por esta cordillera en la frontera entre Europa y Asia
Al tiempo que entierran a sus muertos, los familiares de las víctimas de Beslan, en Osetia del Norte, claman venganza. Según las autoridades rusas, los secuestradores tenían varias nacionalidades, entre ellas la ingushetia. A principios de los años 90, se produjo una breve guerra entre Ingushetia y Osetia del Norte que se cobró cientos de vidas.
Desde que, hace 15 años, empezaron los enfrentamientos en el enclave armenio Nagorno Karabaj, en la republica de Azerbaiyán, perteneciente a la entonces Unión Soviética, el Cáucaso es uno de los focos mundiales de tirantez.
El Cáucaso está en el cruce de importantes rutas comerciales y de contrabando, en la frontera entre las antiguas potencias Rusia y Turquía. La región, rica en petróleo, es habitada por decenas de pueblos de distintas etnias y a veces con idiomas diferentes. La liberación del régimen soviético dio rienda suelta a sentimientos de nacionalismo y rencor hacia los pueblos vecinos, que resultaron en reclamaciones territoriales, guerras civiles y limpiezas étnicas. El número de muertos en los distintos conflictos étnicos supera ya los 100.000.
La guerra de Nagorno Karabaj terminó en una victoria para los armenios, quienes, hasta hoy día, ocupan casi un 25 por ciento del territorio de Azerbaiyán. Desde hace más de diez años, decenas de miles de refugiados de Azerbaiján viven en pésimas condiciones y sin perspectivas de poder regresar a su tierra.
Los azeríes (la población de Azerbaiyán) difícilmente soportan la derrota y conservan la esperanza de recuperar el territorio perdido. Gran parte de las ganancias del petróleo de Azerbaiyán se invierten en la formación de un ejército que les posibilite alcanzar esa meta.
A principios de los años noventa se produjeron brotes de violencia en Osetia del Norte, Osetia del Sur y Abjasia. En la primera de ellas, la población ingushetia exigió el control sobre el distrito Prigorodnoie, donde, hasta 1944, vivían ingushetios. En aquel año, el dictador soviético Josef Stalin hizo deportar a todos los rusos procedentes de Chechenia e Ingushetia, por su supuesta colaboración con la Alemania Nazi.
Seguidamente, los habitantes de Osetia ocuparon las casas de los deportados y, cuando éstos regresaron, después de la distensión en los años sesenta, constataron que otros se habían apoderado de sus posesiones. Después de incubar durante años, el conflicto explotó en 1992, causando la muerte de centenares de personas. La participación de ingushetios en el secuestro del colegio de Beslan ha acentuado la tensión entre los dos grupos.
En Osetia del Sur ya se han registrado incidentes entre miembros de la etnia osetia y el Gobierno central del nuevo Estado de Georgia. Tras la expulsión de tropas georgianas, en 1992, Osetia del Sur se declaró independiente y soberana. Los gobernantes de la nueva república, que no ha sido aún reconocida por nadie, no ocultaron su intención de, en un futuro, unirse a Osetia del Norte y, por tanto, incorporarse a la Federación Rusa.
Después de la entrada en funciones del presidente georgiano, Mijail Saakashvili, a comienzos del presente año, aumentó la tirantez en la región. El mandatario se propone restablecer a la mayor brevedad posible la unidad territorial del país, intención que ha provocado inquietud y nerviosismo en Osetia del Sur.
En los últimos tiempos, la pequeña y montañosa provincia ha sido nuevamente escenario de enfrentamientos armados, que, entre tanto, han dejado un saldo de decenas de muertos. La situación es, a todas luces, peligrosa, pues puede conducir a un enfrentamiento directo entre Rusia y Georgia.
Otra provincia georgiana, Abjasia, se independizó mediante una sangrienta guerra civil, y expulsó a prácticamente toda la etnia georgiana. Los abjasios obtuvieron apoyo de Rusia, país que, fomentando la división, intenta mantener su influencia en la región del Cáucaso. Y Abjasia, que también busca conexión con Rusia, manifiesta temor ante los planes del nuevo líder georgiano, quien ha amenazado con atacar barcos que atraquen en puertos abjasios sin autorización georgiana. Por su parte, Abjasia respondió con prácticas militares de gran magnitud.
Pero, el conflicto más sangriento comenzó en 1994, con una incursión de tropas rusas en Chechenia, república que también tenía aspiraciones independentistas. Sin embargo, la prevista marcha victoriosa se convirtió en una horrible pesadilla para los rusos y para la población civil de la región. Aún hoy en día, el conflicto continúa causando víctimas mortales en Chechenia donde, desde comienzos de la segunda guerra, en 1999, por lo menos 6 mil soldados y policías rusos han perdido la vida. En los meses pasados, el número mensual de víctimas superaba con frecuencia el centenar.
Los secuestros y asesinatos son el pan de cada día, y, por el momento, no se vislumbra el fin de esta situación. Además, el conflicto rebasa las fronteras chechenas, tal como quedó demostrado con el trágico secuestro en el colegio de Osetia del Norte.
Por último, Daguestán, una república federada que limita con el Mar Caspio, y que es habitada por pequeños grupos étnicos. En 1999, los rebeldes chechenos invadieron Daguestán, hecho que constituyó el pretexto directo para la segunda guerra chechena. Moscú apenas ejerce control sobre Daguestán, y esta república es un verdadero nido de actividades criminales. Desde comienzos del presente año han muerto decenas de policías.
Ver también:
Informe Chechenia