Cuando me convertí en un insumiso durante la Guerra de Vietnam, un letrero pegado en un rascacielos junto a la I-95 en Connecticut fue el recordatorio constante de cómo el ala derecha militarista había convencido a un segmento de los Estados Unidos durante la Guerra de Vietnam. El letrero decía: «Calley libre». El teniente William […]
Cuando me convertí en un insumiso durante la Guerra de Vietnam, un letrero pegado en un rascacielos junto a la I-95 en Connecticut fue el recordatorio constante de cómo el ala derecha militarista había convencido a un segmento de los Estados Unidos durante la Guerra de Vietnam. El letrero decía: «Calley libre». El teniente William Calley era un oficial condenado por asesinar a 22 hombres, mujeres y niños desarmados en la aldea de My Lai en marzo de 1968. El ataque de las fuerzas estadounidenses en My Lai mató a cientos de hombres desarmados, mujeres y niños. Fueron asesinados y dejados en una zanja al lado de una carretera, entre otros lugares de la aldea vietnamita. El periodista de investigación, Seymour Hersh, («Seymour Hersh on My Lai and the state of investigative journalism», Columbia Journalism Review, 1 de abril de 2015) escribió la historia definitiva de esa masacre con su exhaustivo trabajo.
My Lai no fue el caso de unas pocas «manzanas podridas» que buscaban venganza por un ataque anterior a su unidad. Los crímenes de guerra eran comunes en Vietnam. En agosto de 2006, las periodistas Deborah Nelson y Nick Turse descubrieron decenas de casos de tortura en unidades del Ejército de los EE. UU. Estaban contenidas en material desenterrado de los Archivos Nacionales («A Tortured Past,» Los Angeles Times , 20 de agosto de 2006). El gobierno no concedió grandes audiencias ni presentó cargos de corte marcial contra la mayoría de quienes supuestamente tomaron parte en estos incidentes de asesinato y tortura. Se han publicado más casos de unidades que actuaron con impunidad durante la guerra. Nick Turse fue incluso más lejos en su investigación de los crímenes de guerra en Vietnam en Kill Anything that Moves: The Real War in Vietnam» (Washington Post , 25 de enero de 2013).
Si bien es un error romantizar las fuerzas y a los líderes de Vietnam del Norte, es igualmente importante saber que si se hubieran llevado a cabo elecciones en la década de 1950 entonces Ho Chi Minh habría ganado de forma arrolladora. Los Acuerdos de Ginebra habían convocado esas elecciones. Ni Lyndon Johnson ni el general William Westmoreland admitirían que la guerra se estaba librando contra el nacionalismo y el deseo de los vietnamitas de reunificar a su país. Más tarde, el secretario de Defensa Robert McNamara admitió en el documental The Fog of War (2003) que muchas acciones militares, incluso que se remontan a la Segunda Guerra Mundial, hubieran sido sentenciadas como crímenes de guerra. McNamara tenía razón en otra consideración: cuando se inicia una guerra, el caos es una certeza.
Pero uno no necesitaba trabajos académicos o relatos de primera mano sobre las «free-fire zones», el Agente Naranja, las aldeas estratégicas, bombardeos en alfombra, etc., para saber que las reglas de la guerra se estaban convirtiendo en una desgracia y catástrofe nacional en Vietnam. Todo lo que una persona tenía que hacer en ese momento era mirar cualquiera de las tres principales cadenas de televisión durante sus noticias nocturnas para saber que la guerra de Vietnam era una galería de tiro con pocas reglas. En los EE.UU., el anticomunismo estridente y el aumento del poder como superpotencia mundial, que pronto sería la única superpotencia del mundo, sentó las bases de las atrocidades. No todos los soldados eran criminales de guerra en Vietnam, de hecho solo un número muy pequeño de soldados participaron en cometerlos, pero fue suficiente. ¿Podrían estar estos sucesos muy por detrás de los crímenes de guerra en Afganistán e Irak cuando el gobierno de Estados Unidos se quitó los llamados «guantes» en las interminables guerras para vengar los horribles ataques del 11 de septiembre de 2001?
Born on the Fourth of July (revisado en 2016) por el veterano de la Marina de EE. UU. Ron Kovic documenta el caos que fue la Guerra de Vietnam. Four Hours in My Lai (revisado en 1993) ofrece un análisis exhaustivo y la documentación de la Masacre de My Lai.
Que quienes no lo hacen, o se niegan a aprender del pasado, están condenados a revivirlo, es más que solo sabiduría popular, ya que Donald Trump está considerando perdonar a los acusados y condenados por crímenes de guerra en la actual ola de guerras interminables en las que Estados Unidos está metido. Se están levantando voces en el Senado de los Estados Unidos contra los planes de Trump de perdonar los crímenes de guerra («Senators Slam Trump Plan To Pardon War Crime Vets,», Huffington Post, 22 de mayo de 2019). Este último es un movimiento tan bienvenido como lo es el del Congreso para establecer de nuevo unos límites al poder ejecutivo de producir guerras que están expresamente delegados al Congreso por ley. Pero dado que el plan de Trump incluye unidades de fuerzas especiales, el aura de esas unidades crea más rechazo que un perdón para alguien que podría, o no, ser digno de recibirlo. Intentad imaginar a Trump emitiendo un indulto para Chelsea Manning por sacar a la luz los crímenes de guerra.
Gran parte de esta nación se enteró durante el «tiro al plato» de George HW Bush durante la primera Guerra del Golfo y la desaparición del «Síndrome de Vietnam» que la guerra volvía a ser aceptable una vez más. Las guerras de baja intensidad de Reagan en la década de 1980 habían preparado el escenario. Cuando se produjeron los ataques en 2001, se quitaron «los guantes» con «conmoción y admiración» y la actitud despreocupada de los medios de comunicación hasta cuando un gran número de prisioneros de guerra fueron torturados en oscuros lugares por la CIA en todo el mundo y gran parte de los medios de comunicación se encogieron de hombros como lo habían hecho con el período previo a la guerra de 2003 en Irak.
Si hubiera un enfoque diferente, que incluyera la diplomacia que tuvo lugar en Afganistán durante la guerra soviética en la década de 1980, el resultado de hoy podría diferir mucho de los perdones que Trump está considerando. Trump es una persona que nunca se jugó la piel durante la Guerra de Vietnam.
Nadie podría haber imaginado durante la guerra de Vietnam que algunos tolerarían hoy crímenes de guerra en los niveles más altos por esta incompetente y beligerante administración de Trump. ¡Nadie podría haber adivinado entonces que el apetito por la ganancia y el poder del complejo militar-industrial se volvería tan voraz! Nada es sagrado para ellos; ¡Las vidas de los no combatientes no significan nada para ellos!
Howard Lisnoff es un escritor independiente. Es el autor de «Against the Wall: Memoir of a Vietnam-Era War Resister» (2017).
Fuente: https://www.counterpunch.org/2019/05/27/when-war-crimes-are-pardoned/
Nuestra fuente: http://www.sinpermiso.info/textos/cuando-los-crimenes-de-guerra-son-perdonados
Traducción de Alberto Tena