Trump afirmaba el pasado domingo, utilizando la vía tuit -como tiene por costumbre-, que «el Califato [es decir, el ISIS o Estado Islámico, a gusto del lector] está a punto de caer» y a continuación amenazaba a Reino Unido, Francia, Alemania «y otros países aliados» con liberar «más de 800 combatientes de ISIS» que podrían […]
Trump afirmaba el pasado domingo, utilizando la vía tuit -como tiene por costumbre-, que «el Califato [es decir, el ISIS o Estado Islámico, a gusto del lector] está a punto de caer» y a continuación amenazaba a Reino Unido, Francia, Alemania «y otros países aliados» con liberar «más de 800 combatientes de ISIS» que podrían volver a Europa a menos que sus aliados no los acepten inmediatamente y los sometan a juicio.
Se lamentaba de que de no hacerse cargo de los yihadistas apresados por EE.UU. en Siria «EE.UU. no desea contemplar cómo esos combatientes de ISIS se esparcen por Europa, que es donde se espera que vayan» e insistía en que «esa posibilidad no es buena porque nosotros nos veremos forzados a liberarlos».
Con su abstruso estilo remachaba así la idea: «Nosotros hacemos tanto y gastamos tanto que ya va siendo hora de que otros intervengan y hagan el trabajo que pueden hacer. Nosotros nos retiramos tras una victoria completa al 100% sobre el Califato». Note de paso el lector que en el primer tuit, escrito a las 4:51 AM del día 17, el Califato estaba «a punto de caer», y en el siguiente, a las 5:01 del mismo día, había sido ya derrotado «al 100%»: ¡Misión cumplida!
Se dice que Trump es poco dado a la lectura y que le gusta informarse viendo televisión. Por eso no se enteró de un documentado trabajo publicado unos días antes (13-2-2019) en The New York Review, y titulado «Invicto, el ISIS regresa a Irak» (Undefeated, ISIS is back in Iraq), que le habría ayudado a reflexionar un poco antes de ponerse a tuitear.
El autor del texto, Aziz Ahmad, sabe bien de qué habla pues forma parte del equipo del Canciller del Consejo de seguridad de la región iraquí del Kurdistán. Según las informaciones recopiladas por su equipo de investigación, durante los pasados quince meses se han producido centenares de ataques en zonas que se suponían libres de combatientes del ISIS. En muchas partes del noroeste iraquí, sus guerrillas montan emboscadas contra las fuerzas de seguridad a una escala sin precedentes. Hasta en la misma ciudad de Mosul, que fue recuperada en 2017 por las tropas gubernamentales tras una prolongada y costosa campaña, la bandera negra del ISIS ha vuelto a ondear últimamente sembrando el pánico entre la población civil.
Sobre el territorio que abandonó ISIS operan ahora numerosas milicias sectarias que exigen servidumbre a la población. Miles de familias acusadas de estar vinculadas al ISIS están exiliadas, perseguidas por las milicias y se sienten deshonradas. El Gobierno ha declarado derrotado al ISIS, como si fuera ya algo del pasado, pero los síntomas de su resurgir son preocupantes y las causas que lo hicieron nacer no han sido corregidas.
El renacer de ISIS ha tomado forma de venganza contra los que renegaron de él. Durante el pasado año numerosos jefes de poblado han sido asesinados o secuestrados. Los vengadores penetran de noche en los poblados y buscan objetivos concretos, es decir, los que en el pasado colaboraron con el Gobierno. Por otra parte, la derrota de ISIS en Siria ha hecho volver a Irak a numerosos combatientes listos para introducir armas y sembrar el caos en el país.
La sugerencia de Ahmad es clara: «Detener el retorno de ISIS exige comprende cómo este grupo se ha embebido en la sociedad iraquí durante los últimos quince años de conflicto. Ocupar militarmente el territorio no suprime las causas de descontento sobre las que crece ISIS. Y sin desdeñar la importancia del factor militar para dar seguridad a la región, este conflicto es un conflicto político en un territorio arrasado por la guerra y con una población desmoralizada a la que ISIS ha persuadido de que abandonen la vía política y abracen la rebelión».
Trump dando por aniquilado el Califato parece una copia grotesca de aquel Bush que, aterrizando de uniforme en un portaaviones, proclamó en 2003 solemnemente: Mission accomplished!, cuando en realidad el sangriento y prolongado conflicto de Irak sólo acababa de empezar.
Artículo publicado originalmente en el blog del autor El viejo cañón