Maldivas, un país islámico ortodoxo, ha logrado grandes avances en poner freno a la propagación del virus de inmunodeficiencia humana (VIH), causante del sida, mediante osados programas de concientización y distribución de preservativos. Hace pocos años, en este archipiélago del océano Índico solo se podía adquirir condones en farmacias y por prescripción médica. Todo aquel […]
Maldivas, un país islámico ortodoxo, ha logrado grandes avances en poner freno a la propagación del virus de inmunodeficiencia humana (VIH), causante del sida, mediante osados programas de concientización y distribución de preservativos.
Hace pocos años, en este archipiélago del océano Índico solo se podía adquirir condones en farmacias y por prescripción médica. Todo aquel que fuera encontrado portando uno era susceptible de arresto policial.
Pero ahora un proyecto quinquenal creado por el Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria registra progresos en la creación de conciencia en torno al sexo seguro y al uso de profilácticos, brindándolos gratuitamente.
El Fondo es apoyado por la Fundación Bill y Melinda Gates.
Entre los alrededor de 300.000 habitantes de Maldivas, el programa del Fondo se centró en la población sexualmente activa y, más especialmente, en los 110.000 trabajadores inmigrantes, que proceden principalmente de Bangladesh, India y Sri Lanka y se desempeñan en la construcción y en los lujosos centros turísticos.
«En los cinco años del programa, que terminaron en agosto, hicimos mucho trabajo», dijo a IPS la gerenta del proyecto sobre VIH/sida en el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en Maldivas, Ivana Lohar.
«Creemos que una ronda más de financiamiento mundial ayudaría a mantener el impulso», agregó.
El desafío, según Lohar, es garantizar que Maldivas tenga una baja prevalencia del virus que causa el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) pese a la presencia de grupos de alto riesgo. Hasta diciembre de 2011 se habían reportado apenas 15 casos de portadores del virus entre los maldivos, mientras que entre los trabajadores extranjeros fueron 289.
En el flamante Centro de Orientación Psicológica y Análisis Voluntarios que la no gubernamental Sociedad para la Educación Sanitaria instaló en el centro de Malé, tanto los habitantes nativos como los extranjeros pueden disponer de estos servicios gratuitos.
Asna Luthfee, del programa de la Sociedad, dijo que su trabajo incluyó capacitar a 40 trabajadores inmigrantes como educadores de sus pares, para promover la conciencia en puntos donde se concentra este sector de la población, y brindar condones a pedido.
La Sociedad ofrece una amplia gama de servicios a través de una clínica de salud sexual y reproductiva, entre ellos exámenes para el diagnóstico de talasemia, análisis de ADN (ácido desoxirribonucleico), orientación psicológica y apoyo psicosocial.
«Distribuimos píldoras, anticonceptivos de emergencia y condones. No le preguntamos a la gente si está casada o no; entregamos a quien pide», dijo Luthfee.
«También hay asesoramiento psicológico si el análisis de VIH da positivo, y estos casos son remitidos al gobierno», explicó.
El programa, en el que la Sociedad para la Educación Sanitaria y el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (Onusida) trabajan juntos, ha resultado tan exitoso que es considerado un modelo para la región, agregó.
Mohammad Yahiya, un contador de Bangladesh que también es educador de sus pares en materia de VIH, dijo que resultó de gran ayuda una decisión tomada este año por el gobierno para permitir que los trabajadores que contraigan el virus en el país se queden y reciban tratamiento gratuito.
«Muchos temen decir que son VIH positivos por temor a que los deporten, pero las nuevas pautas del gobierno han aliviado esas preocupaciones», señaló.
Sin embargo, los inmigrantes son sometidos a análisis obligatorios a su llegada, y a los que son diagnosticados como positivos se les niega el ingreso.
La campaña ha tenido sus altibajos, a causa de la presión del público y de grupos religiosos que acusaron a los organizadores de promover conductas sexuales promiscuas.
«Aunque la religión tiene sus propias inhibiciones, la sociedad maldiva es abierta y capaz de entender la necesidad de concientización», dijo Lohar.
«No intentamos interferir con las creencias religiosas, sino llamar la atención sobre un serio problema de salud pública. El sida es una enfermedad devastadora que puede impactar en la economía», enfatizó.
Un portavoz del Programa Nacional de Sida dijo que aún prevalecen el estigma y la discriminación y que sondeos públicos realizados en 2008 y 2009 mostraron que eran barreras que se interponían ante un efectivo abordaje de esta enfermedad.
Un estudio biológico y de comportamiento sobre el VIH/sida financiado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 2008 reveló que el potencial de transmisión del virus se acelera «por la falta de uso de condones y por compartir agujas y jeringas sin esterilizar» entre los consumidores de drogas.
Las relaciones sexuales no protegidas son una práctica común a todos los grupos de riesgo.
Aparte de las conductas de riesgo en sí mismas, lo que preocupa cada vez más es la edad temprana de iniciación en el comercio del sexo y el consumo de drogas inyectables en Maldivas, según el estudio.
Este país, alertó el informe, exhibe señales de «una posible epidemia futura», que es necesario sea vigilada de cerca por el Programa Nacional.
Esto incluye el uso de drogas inyectables en prisiones y centros de rehabilitación y las conductas de riesgo entre la población de entre 18 y 24 años, por ejemplo la compra y venta de sexo, el sexo grupal, entre hombres, con parejas no estables, y también el consumo de drogas inyectables.
El portavoz del Programa Nacional de Sida dijo que las organizaciones religiosas y los eruditos apoyan los esfuerzos de salud pública para prevenir enfermedades, y que en este contexto se aconseja el uso de profilácticos.
Un componente importante del Programa fue la realización de ferias de inmigrantes donde se ofreció análisis gratuitos para el diagnóstico de VIH/sida. El último de estos acontecimientos, que tuvo lugar en agosto, contó con la colaboración de agencias del gobierno y embajadas.
«Aunque la mayoría de los trabajadores no entienden inglés, estos espectáculos culturales rompen barreras y brindan a los extranjeros acceso a los servicios, superando el estigma y la discriminación», dijo Luthfee.
Según Yahiya, «a los trabajadores se les da información en su propio idioma, y cuando vuelven a sus países de origen lo hacen munidos de conocimientos sobre asuntos sanitarios».