Los vaivenes del Presidente Biden son notorios: primero llamó asesino a su homólogo Putin, después le propuso celebrar una reunión, pues es el momento de reducir tensiones, y el camino a seguir es el diálogo y el proceso diplomático.
Le explicó que Washington está preparado para seguir avanzando de forma constructiva a través de ese proceso y le pidió debatir toda la gama de problemas que sus países enfrentan: estabilidad estratégica y control de armamentos, el programa nuclear iraní, la situación en Afganistán, el cambio climático y la prórroga del START.
Luego de asegurarle a Putin que no buscaba una escalada de tensiones con Moscú sino una relación estable y predecible, siempre y cuando fuera del interés de EEUU, firmó de inmediato un decreto que imponía nuevas sanciones a Rusia, debido a las acciones de ese gobierno y sus servicios de inteligencia contra la soberanía e intereses estadounidenses. Biden expresó su preocupación por el aumento repentino de la presencia militar rusa en Crimea y en la frontera con Ucrania y llamó a bajar las tensiones en esas regiones, que resguarden las conveniencias de EEUU.
Dijo que defenderá los intereses de su país y actuará firmemente en respuesta a las acciones de Rusia, como son las intrusiones maliciosas cibernéticas, que además no puede permitir que una potencia extranjera interfiera impunemente en el proceso democrático de EEUU, como hizo Rusia en las elecciones presidenciales del 2020, y que si sigue interfiriendo en la democracia estadounidense, está dispuesto a tomar acciones más drásticas, en consonancia con su responsabilidad de presidente. Indicó que fue claro con Putin, en el sentido de que Washington pudo ir más allá en las sanciones y así lo hará si Moscú viola los intereses de EEUU.
Biden acusa a Rusia de que, al movilizar sus fuerzas armadas dentro de su territorio, agrede a Ucrania. ¿Qué esperaba, que Rusia se cruzara de brazos ante la amenaza de exterminio de la población rusa del Donbass, anunciada por Kiev luego de que Biden llamara al Presidente Zelenski y lo envalentonara? Gracias a esa movilización hasta ahora se ha impedido la tragedia organizada por el gobierno ucraniano. Putin explicó a Biden que el conflicto en el este de Ucrania se remonta al 2014, cuando, luego del golpe de Estado fascista, algunas regiones orientales de ese país proclamaron su deseo de integrarse a la Federación de Rusia, igual a lo que en marzo del 2014 hicieron Crimea y Sebastopol. Sin embargo, Rusia insiste en que esas regiones sean parte de Ucrania, pero con autonomía.
El levantamiento en el Donbass fue una respuesta a las amenazas que provenían de los fascistas ucranianos, pues Ucrania mandó a sus Fuerzas Armadas para imponer su autoridad, en vez de buscar resolver el conflicto políticamente. En la etapa inicial, los manifestantes de esa región propusieron federalizar Ucrania y entregar un estatus especial a las regiones habitadas por rusos, pero Kiev no hizo ninguna concesión. Moscú defiende la voluntad de los habitantes del Donbass y busca que la solución política de la crisis de Ucrania se realice sobre la base los acuerdos de Minsk, que contemplan el diálogo entre el gobierno central y el Donbass, que respete la autonomía de dicha región, pues ese conflicto podría desencadenar una guerra sin cuartel y Rusia no va a abandonar a su suerte a sus habitantes.
Ucrania le importa poco a la UE y a EEUU, no la quieren ni en la UE ni en la OTAN sino como instrumento para desestabilizar a Rusia. Pese a ello, ¿es factible una guerra en el este de Europa, a donde el ejército de Ucrania envía refuerzos para su confrontación contra el Donbass, EEUU manda buques al mar Negro en solidaridad con las acciones de Kiev, la OTAN utiliza una retórica belicosa y traslada a unos 40.000 efectivos de América del Norte a Europa? Las fuerzas de la OTAN se han concentrando en los países bálticos y la región del mar Negro, muy cerca de las fronteras de Rusia, y representan una amenaza directa para su seguridad.
Por eso, para repeler un posible ataque por parte de Ucrania y la OTAN, Rusia desplegó tres unidades de Fuerzas Aerotransportadas y dos de sus ejércitos. Moscú señaló que el movimiento de sus fuerzas militares dentro del territorio ruso son un asunto interno, que sólo busca proteger sus fronteras y la vida de los ciudadanos rusos, que sus acciones tienen exclusivamente un carácter defensivo y rechazan la posibilidad de una guerra contra Ucrania. Mientras tanto, las repúblicas de Donetsk y Lugansk se preparan para lo peor. Kiev, que todavía sueña con una solución armada del conflicto en el este de Ucrania y es apoyada por la OTAN, debería entender que una aventura militar podría acabar muy mal para su país; si las repúblicas de Donetsk y Lugansk, que cuentan con la ayuda rusa, optaran por una ofensiva, Ucrania podría perder aún más territorios.
Es evidente que Rusia hará todo lo posible para proteger a los ciudadanos rusos del Donbass, pero, al mismo tiempo, se esfuerza por evitar un conflicto armado. Una guerra entre Rusia, las repúblicas del Donbass y Ucrania apoyada por la OTAN es poco probable, aunque está en el campo de lo posible, porque Kiev podría montar una provocación para involucrar a la OTAN en una guerra contra Rusia, pues sueña con adueñarse del Donbass, Crimea y otras zonas de Rusia, que le apetecen, sin caer en cuenta de que será muy dura la reacción rusa a estas acciones agresivas.
Sobre las intrusiones cibernéticas vale la pena recordar las contundentes palabras de respuesta a Anthony Blinken y Jake Sullivan, por parte de Wang Yi, Ministro de Relaciones Exteriores de China: “Sobre los ataques cibernéticos, permítanme decir que en capacidad para lanzar ataques cibernéticos ustedes son campeones”; sólo contra la Duma de Rusia, desde EEUU y otros países se lanzaron cerca de mil millones de estos ataques en el 2020.
Por otra parte, es absurda la acusación de interferencia rusa en las elecciones presidenciales del 2020 de EEUU, pues sería de locos intervenir en un lugar que posee un sistema electoral no sólo arcaico y anacrónico, sino que supera todo lo que podría suceder en un cuento de terror de Edgar Allan Poe. Ni siquiera tienen un tribunal supremo electoral, que regule y controle una elección, y cada Estado hace lo que le conviene. Eso permite que casi siempre haya más votantes que empadronados, que voten los muertos y las personas inexistentes, que el que quiera vote varias veces, que se queme los votos de sus contrincantes o se los arroje a la basura, que sufraguen personas de más de 120 años de edad, que los empleados de los centros electorales llenen las papeletas de votación a su antojo, las anulen y alimenten a la bartola los datos de las computadoras, que el conteo de votos se haga sin la presencia de la contraparte ni de testigo alguno. Con todas estas lisuras de por medio, ¿cómo intervenir en favor o en contra de alguien?
Por lo visto, el gobierno del Presidente Biden ha dado sus primeros pasos en una dirección errónea, al mismo tiempo le declaró una guerra no-convencional a Rusia y China, o sea, busca desestabilizar a estos dos países mediante el miedo y las amenazas, sin emplear tecnología bélica, para lograr de ellos concesiones de toda índole. Pero sobrevalora su real potencial porque carece de fuerzas para derrotar a la coalición de estos dos colosos, superior a EEUU en lo militar, económico y político.
La idea de que América regresó, y que todos esperaban este regreso, nació caduca y anacrónica. Ahora pueden imponer su voluntad sólo por temor, pero cada vez inspiran menos miedo; esa es la tragedia que viven. El meollo de asunto es el siguiente, la elite estadounidense, acostumbrada a mandar y que le obedezcan, de repente se encontró por primera vez en una situación cuando hay un grupo de países que no le hacen caso y se mueven en una dirección que ella considera contraria a sus intereses hegemónicos. Se trata de que EEUU ya no es la potencia dominante que fue y debe tomar en cuenta los intereses de los demás, y sin esta condición no tiene sentido ninguna reunión democrática, que está condenada al fracaso de antemano.
Se trata de una administración que vive en otra época, cuando podía imponer su omnímoda voluntad, y mide el presente con estándares del pasado. Por eso no acepta oír el ¡NO! de otras naciones, que le revuelve el estómago. El mundo cambió y ya no son la primera potencia económica ni poseen las mejores armas del planeta, y eso es lo que no pueden ni quieren aceptar.
Con sus bamboleos, Biden intenta demostrar a la opinión pública estadounidense que su enemistad contra Rusia es mucho más fuerte que la de Trump, pero, al mismo tiempo, más efectiva y pragmática. Mientras que Trump no dijo nada contra Putin, él lo llamó asesino y su invitación a un encuentro no es de ninguna manera para mejorar las relaciones con Rusia sino para ponerla en su lugar y obligarla a obedecer. Se trata, realmente, de crear una especie de confrontación caótica, controlada por Biden. ¿Qué va a lograr?, que China y Rusia se unan más aún y coordinen su acciones en defensa de sus intereses. En fin, amanecerá y veremos.