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China

Dolor por la muerte de Liu Xiaobo, libertad para Liu Xia

Fuentes: Viento Sur

La responsabilidad por la muerte prematura de Liu Xiaobo corresponde al gobierno del Partido Comunista Chino (PCC). Nadie debería ingresar en prisión, y mucho menos verse abandonado allí hasta pudrirse, por el mero hecho de ejercer la libertad de expresión. El PCC fue incluso tan lejos como para inmiscuirse en los preparativos de su funeral […]

La responsabilidad por la muerte prematura de Liu Xiaobo corresponde al gobierno del Partido Comunista Chino (PCC). Nadie debería ingresar en prisión, y mucho menos verse abandonado allí hasta pudrirse, por el mero hecho de ejercer la libertad de expresión. El PCC fue incluso tan lejos como para inmiscuirse en los preparativos de su funeral por parte de su familia y disponer que las cenizas de Liu se dispersaran en el mar sin el consentimiento expreso de su esposa, Liu Xia. Todavía más indignante es que el régimen siga manteniendo a Liu Xia bajo arresto domiciliario, tratando de asegurar que el legado de Liu no adquiera visibilidad. Quienquiera que siga pensando que el gobierno del PCC alberga de alguna manera cierto grado de «legado socialista», como hacen ciertos «neoizquierdistas» chinos, deberían repensárselo. Lo que tenemos ahora en Pekín es uno de los regímenes de extrema derecha más bárbaros que hay en el mundo. Es este régimen el que debería ser llevado a juicio por el pueblo.

Basta recordar cómo el Kuomintang (KMT) trató al líder más conocido y atrevido de la oposición en la década de 1930 en comparación con la actitud actual del PCC. En 1932, el KMT buscó y detuvo a Chen Duxiu, quien había sido dirigente del PCC, que en la época ya había abandonado las ciudades para practicar la guerrilla rural. Pese a que Chen había sido expulsado del partido, todavía se le consideraba un peligro grave para el KMT. Por eso, Chiang Kai-chek quería al principio someter a Chen a un tribunal militar para poder disponer de su destino a su libre albedrío. Sin embargo, la noticia se propagó y de inmediato se lanzó una iniciativa nacional de apoyo a Chen Duxiu, secundada por personalidades del propio KMT, como Soong Ching Ling, Bai Wenwei, Cai Yuanpei, etc.

Chiang Kai-chek no tuvo más remedio que someter a Chen a un tribunal ordinario para que lo enjuiciara. Cai Yuanpei encontró rápidamente a un famoso «intelectual público», Zhang Shizhao (más tarde un académico obediente bajo Mao), para la defensa de Chen. En el juicio, el fiscal acusó a Chen de «defender la idea de derrocar al Kuomintang y por tanto acabar con la República de China». Zhang Shizhao se levantó y dijo que Chen Duxiu ya no era miembro del Partido Comunista y había formado su propio grupo, la Oposición de Izquierda, que no tenía nada que ver con la guerra de guerrillas del PCC y que por tanto suponía una ayuda efectiva para el Kuomintang. Chen Duxiu se levantó de inmediato y declaró que «la defensa de Zhang solo representa su punto de vista personal. En cuanto a mi posición política, está reflejada exclusivamente en mis documentos». Entonces leyó su propio alegato de defensa, admitiendo abiertamente que seguía siendo un revolucionario pese a que esto pudiera acarrearle una sentencia grave, incluida la pena de muerte.

Lo que vale la pena señalar es que en la época del KMT, en la década de 1930, no todos los dirigentes y miembros del partido obedecieron al líder supremo para condenar al reo o guardar silencio, como ha ocurrido en el caso de Liu Xiaobo por parte del PCC, sino que algunos miembros destacados del KMT acudieron en ayuda de Chen para asegurar que tuviera un juicio justo. En contraste con el juicio farsa montado por el PCC, el KMT tuvo que organizar un proceso público para enjuiciar a Chen, por lo que las vistas y los interrogatorios del tribunal quedaron plenamente reflejados en la prensa, que no pertenecía al partido, sino que era independiente; algunos de los periódicos estaban dirigidos por intelectuales conocidos que creían sinceramente en la libertad de expresión.

En cambio, en la China actual no hay ni un solo periódico independiente. Por eso, mientras que la prensa reprodujo fielmente el alegato de Chen contra el KMT, la declaración pública de Liu Xiaobo, en que este afirmó que el PCC «no es mi enemigo», fue censurada en la China del PCC. Además, el KMT también dio a Chen en la cárcel un trato mejor que el maltrato aplicado por el PCC a Liu. Pese a que miles de revolucionarios murieron en las cárceles del KMT, al menos Chen recibió un trato correcto. Le permitieron reunirse regularmente con su esposa en privado, incluso más allá del límite de tiempo oficial. Al final, mientras que Chen fue puesto en libertad en 1937 y pudo lanzarse de inmediato a la lucha contra la invasión japonesa y criticar la tibia guerra defensiva organizada por el KMT, Liu ha muerto bajo custodia y su esposa sigue siendo prácticamente una prisionera.

En la década de 1930, el KMT estaba en proceso de convertirse rápidamente en un régimen fascista. En nada se parecía a un «absolutismo benevolente». Sin embargo, si comparamos el trato que dio a Chen con la manera en que el PCC ha tratado a Liu y muchos otros, todavía se puede ver una diferencia. Desgraciadamente, hay progresistas en el mundo que lo ven de otro modo.

Dicho esto, la afirmación de que Liu fue un gran pensador demócrata es un poco exagerada. Es un mártir y como tal un hombre de gran valentía moral, y así será recordado. Sin embargo, no fue un gran pensador demócrata. Políticamente mostró repetidamente cierta ingenuidad y se contradijo a sí mismo. Hay que apuntar en su haber que defendió ideas democráticas liberales que llevaron a su encarcelamiento y su muerte en prisión. Pero también fue un arduo defensor de la privatización de las empresas públicas y de las tierras agrícolas estatales, y cabe preguntarse qué tendría eso de democrático. Era conocido por su defensa de la no violencia, pero el cuadro completo es más complicado. Apoyó de todo corazón la guerra de Bush contra Irak en 2003 y condenó a la ONU por no apoyar la invasión por parte de EE UU y el Reino Unido, calificando al dúo de «representante del régimen de libertad y benevolencia».

El hecho de que se ofreciera a Liu el premio Nobel de la paz fue como un intento de cuadrar el círculo. Pero no seamos duros con Liu en estos momentos, pues ni él mismo pretendió ser un «gran pensador» ni hizo nada para convencer al Comité del Nobel de Noruega de que le concediera el galardón. Esto es responsabilidad de quienes desean utilizar a Liu. Ahora debemos seguir centrándonos en exigir que Pekín libere a Liu Xia. Deberíamos plantearnos lanzar un boicot internacional contra el capitalismo burocrático chino con el fin de presionar al PCC a que respete los derechos humanos básicos y en particular a que libere a Liu Xia. Expresemos nuestro dolor por la muerte de Liu Xiaobo y solidaricémonos con Liu Xia.

Au Loong-Yu es miembro del Movimiento sin Fronteras de Hong Kong.

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