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Entrevista a José Ramos Horta, ministro de relaciones exteriores de Timor Oriental:

¿Donde fue a parar la ayuda multimillonaria para Timor Oriental?

Fuentes: IPS

Su nombre aparece con cada vez más frecuencia en los vaticinios para indicar el sucesor de Kofi Annan, actual secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). José Ramos-Horta, ministro de relaciones exteriores de Timor Oriental, lo niega aunque no enfáticamente. «Continúo diciendo que no soy candidato a secretario general de la ONU, […]

Su nombre aparece con cada vez más frecuencia en los vaticinios para indicar el sucesor de Kofi Annan, actual secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). José Ramos-Horta, ministro de relaciones exteriores de Timor Oriental, lo niega aunque no enfáticamente.

«Continúo diciendo que no soy candidato a secretario general de la ONU, por lo menos por ahora…», afirmó durante una estancia en Lisboa el jefe de la diplomacia del más joven país del mundo, nacido el 22 de mayo de 2002 tras casi cinco siglos de colonización portuguesa y 22 años de ocupación de Indonesia, la que se saldó con el genocidio de un tercio de los 660.00 habitantes que tenía en 1975.

La incansable acción internacional de este resistente contra la ocupación de Indonesia, nacido en Dili en 1949, le significó el Premio Nobel de la Paz 1996, compartido con el obispo de Timor, monseñor José Ximenes Belo.

El hombre que podría convertirse en el segundo secretario general asiático de la ONU es licenciado en ciencias políticas y doctor en relaciones internacionales y estudios de paz, grados que adquirió en Estados Unidos, Holanda y Francia.

Pero él no lo admite abiertamente, porque «nuestro gobierno apoyó la candidatura del vice-primer ministro de Tailandia, Surakiart Sathirathai, un diplomático de gran experiencia, una persona encantadora y mi amigo personal».

Es decir, descarta de plano su candidatura a favor de Sathirathai…

Es obvio que asumo ese compromiso en nombre de mi gobierno y a título personal. Con toda honestidad, mantenemos esa postura respecto a su candidatura, pero esto no quiere decir que alguien como yo, debido a mi origen y mi experiencia tanto humana como cultural, diplomática y política, no esté interesado en el cargo de secretario general, porque desde esa posicióm se puede contribuir a la solidaridad internacional, la paz y la armonía en el mundo.

En otras palabras, mantiene abierta la opción.

Debo volver a enfatizar que todavía no soy candidato, pero podré considerar la posibilidad si así las cosas evolucionan y yo llegase a la conclusión que debo postular al cargo.

Dadas las características muy específicas que unen a los países que en cuatro continentes hablan portugués, seguramente podrá contar con el apoyo de Brasil, que tiene una enorme influencia en América Latina, los cinco luso-africanos y de Portugal, cuyo ministro de relaciones exteriores Diogo Freitas do Amaral ya se manifestó oficialmente a favor…

Confieso que quedé perplejo al verificar que mi nombre ha sido muy citado en el mundo, no solo en la prensa internacional, también en la ONU y en varios países. Estoy muy agradecido con todos los que estiman que yo seria un buen secretario general. No obstante, insisto en aclarar: todavía no soy candidato.

Cual es hoy el principal problema de la ONU?

Comparto la preocupación de Estados Unidos y de otros países: una de las primeras prioridades del próximo secretario general debe ser la reforma de la máquina interna de la ONU, de la burocracia, que es inmensa y paralizante. Kofi Annan ya elaboró propuestas radicales que espero puedan ser instrumentadas. Es preciso reducir la burocracia, disminuir el gasto y hacerla más operacional. Sin eso, muy difícilmente se avanzará hacia otras reformas, en especial la expansión del Consejo de Seguridad.

Es de la mayor urgencia resolver el contencioso nuclear con Irán y Corea del Norte, así como asumir el liderazgo en la lucha contra el terrorismo internacional. Este es un papel indispensable de la ONU, que reúne toda la comunidad internacional en su seno: países pequeños, superpotencias, pobres y ricos.

Muchos analistas sostienen que podríamos estar al borde de una guerra en Irán.

No lo creo, porque a diferencia de la guerra de Iraq, el Consejo de Seguridad está más unido en su determinación de evitar la «nuclearización» militar de Irán. Ningún país de la región está interesado en ver a Teherán con armas nucleares. En último análisis, Irán sentirá el peso de la comunidad internacional, incluido el de sus vecinos.

Las críticas sobre cómo utilizan los países pobres la ayuda internacional para el desarrollo son cada vez más frecuentes, ¿cómo las evalúa?

Cuando la ONU o algunos países donantes dicen que gastaron centenas de millones de dólares en Timor, es mejor no decir eso a nosotros los timorenses. Más bien habría que preguntar a los donantes y a la ONU que hicieron con ese dinero que dicen haber invertido. Desde que asumimos el gobierno en mayo de 2002, no existe un único dólar que no haya sido contabilizado.

La ONU, el Banco Mundial y algunos países donantes tendrían que explicar donde gastaron esas sumas, si con el pueblo de Timor o bien en remuneraciones de sus técnicos y consultores, los interminables estudios que hacen, las misiones de evaluación y los famosos «programas de capacitación» que se han sucedido, uno tras otro.

Durante décadas, se destacó por su combate por Timor, pero también por la denuncia a la situación en Birmania, ahora Myanmar. ..

Veo con preocupación y tristeza la situación en Birmania, un país paralizado en el tiempo. Rangún es una ciudad dilapidada. Este es el resultado de 45 años de incompetencia y de irresponsabilidad de los gobernantes militares, que han sumido al país en el miedo mediante una feroz represión.. Lo que más me chocó fue no haber visto un solo rostro sonriente. Se ve que lo que el birmano guarda en el alma es el miedo y la tristeza.

Creo que la comunidad internacional debe esperar que los países vecinos de Birmania, especialmente India y China, hagan más aun para lograr la apertura democrática ante una situación extremadamente inestable, que afecta también a sus vecinos.

Ante la sistemática negativa de los militares para liberar a la premio Nóbel de la Paz 1991, Aung San Suu Kyi, e iniciar un proceso serio de diálogo para la democratización, la ONU puede tomar medidas más activas. Kofi Annan lo ha hecho a lo largo de estos años, pero las potencias regionales tienen la responsabilidad de hacer más.

A diferencia de su caso, en que el Premio Nóbel fue fundamental para que el mundo mirase con ojos críticos la represión en Timor, el galardón a Aung San Suu Kyi no fue tan eficaz..

No lo fue pero podrá convertirse en eficaz, porque puede ocurrir en Birmania lo que ocurrió en Indonesia, donde el pueblo y los estudiantes, cansados de la dictadura, de la miseria y del sufrimiento, de la corrupción y del mal gobierno, salieron a la calles. Esas situaciones no son previsibles, pero se repitieron en varios países del mundo. Filipinas, Tailandia, Ucrania, Ecuador o Perú son algunos de los casos más ilustrativos del fin de la paciencia de un pueblo oprimido, engañado o robado.

Poner en una balanza los intereses de lucro de un grupo de empresas transnacionales y la supervivencia de la especie humana, se ha tornado una dramática realidad.