La MSC ha decaído en un foro de belicistas sedientos de más sangre en una misión que suponen justa, habiendo olvidado por completo que en 1999 EEUU y su eje aliado hicieron lo mismo que ahora condenan a Rusia, al ocupar Serbia y quitarle su territorio para crear un nuevo Estado, Kosovo.
Todos los años un exdiplomático alemán, Wolfgang Ischinger, es anfitrión de un encuentro internacional de altas personalidades gubernamentales, institucionales y empresariales para conversar sobre temas acuciantes de la seguridad internacional, y a la vez para hacer un balance de su estado actual, se entiende bajo una posición o esquema político predeterminado, es decir, bajo una visión política occidental, en la cual casi la totalidad de Estados de América Latina se encuentra enmarcada.
Este encuentro llamado “Conferencia de Múnich sobre Seguridad” (MSC), que nació como una mesa de diálogo estadounidense-alemán allá por el año 1963 para hacer frente a una “amenaza soviética” en plena Guerra Fría, celebró este año durante tres días (17 al 19 de febrero de 2023) sus reuniones. Pese a su informalidad, tiene la importancia de ser no sólo un barómetro de la política de seguridad internacional e identificador de peligros y amenazas a la paz mundial del presente, sino además de ser un diseñador o fábrica de políticas occidentales de seguridad global que incluyen la preparación de capital humano. Ello significa que está sustentabilizando una política de seguridad internacional con miras a intereses propios y no los del Sur Global ni los de América Latina. Ésta cumple la triste función de ser un servidor más de este orden político global predominantemente hegemónico.
Desde su creación la MSC se condujo discretamente sin gozar de la gran atención internacional de otros eventos similares como el Foro Económico Mundial (FEM). Sin embargo, con el crecimiento tsunámico del privatismo y corporativismo mundial en los últimos años, vistos en el rol creciente del FEM en la política internacional, están cobrando más fuerza e interés político y medial encuentros como éste.
Sobre su contenido se aprecia este año una ampliación abrumante de temas debatidos. Empalmándose a las tendencias de la ONU y del FEM los organizadores trabajan con un concepto amplísimo de seguridad que incluye, además de la seguridad estatal, una humana, de género, económica, digital, climática, del comercio mundial, del agua, de bioseguridad, etc. En cuanto a la seguridad estatal, que fue razón de ser de la MSC y sigue siendo su motor, no se observaron grandes cambios pues se sigue trabajando con los mismos instrumentos del realismo político que sirvieron en la Guerra Fría y que han vuelto a prevalecer sobre la retórica ahora pulverizada de los Derechos Humanos. Se vuelve entonces a usar, sin miedo a vapuleos verbales o represalias, términos como hegemonía, supremacía, imperialismo, alianzas, equilibrio de poder y geopolítica.
Los conflictos de Ucrania y Taiwán
Yendo más a fondo, el tema que gobernó los salones y pasillos de la Conferencia fue la guerra de Ucrania que se acercaba al año de duración. Un hecho muy doloroso para la paz fue que no se oyeron peticiones significativas de un alto al fuego ni de paz, sino por el contrario, hubo el consenso perenne en los organizadores y en la gran mayoría de participantes de aumentar el ritmo de la guerra contra Rusia con más ayuda de dinero y armas a Ucrania, bajo el eslogan de socorrerla en su lucha “por la libertad”. Actitud ésta que seguía fielmente el cinismo político estadounidense de autoproclamarse en el “salvador” de Ucrania y de revestir de moralidad su belicismo antirruso sin revelar que es su propia guerra la que enfrenta a través de otros. Así se explica que las conversaciones públicas y secretas sobre Ucrania se llevaron a cabo “sólo entre amigos” y con exclusión de Rusia, parte clave del conflicto.
Otro momento tan tenso como expectante que terminó siendo un golpe duro para el belicismo estadounidense y de su eje aliado fue la intervención de China, invitada precisamente para ser “jalada” al lado estadounidense con condena y sanciones contra Rusia, y para limar asperezas en la cuestión de Taiwán que amenaza estallar en una guerra china-taiwanesa-estadounidense. El enviado y exministro chino de RREE Wang Yi dio en un discurso claro y firme una “clase magistral” de moral en las relaciones internacionales, dejando atrás la diplomacia tímida y ambivalente china que había predominado por largos decenios, para representar a una China segura de su lugar como la potencia surgiente más grande del mundo y competidora con EEUU. Dirigiéndose a EEUU y aliados criticó las políticas de poder, hegemonismo, unilateralismo desenfrenado, injerencia en los asuntos internos de otros países, separatismo, desestabilización y solución de conflictos con presión y sanciones unilaterales en vez de diálogo. En la cuestión taiwanesa advirtió que Taiwán es parte del territorio chino y tanto la violación del principio de “Una China” o intentos en crear una China y un Taiwán o “dos Chinas” constituyen una infracción grave a su integridad territorial y amenaza real a la paz y estabilidad en el estrecho taiwanés. Confrontación que está ya programada frente a la intención de EEUU de “socorrer” a Taiwán si es “invadida” militarmente por China.
Balance de la MSC de 2023
El balance de la 59. SMC resulta ser negativo. Aparte del aporte positivo de servir como arena para la ventilación de las posiciones china y estadounidense, endurecidas con amenazas mutuas en la cuestión ucraniana y de Taiwán, la MSC ha fracasado al abandonar el abordaje frío y distanciado de conflictos y su fomento al diálogo, precisamente en conflictos internacionales tan delicados y complejos como éstos que pueden desembocar en una guerra mundial. La MSC ha decaído en un foro de belicistas sedientos de más sangre en una misión que suponen justa, habiendo olvidado por completo que en 1999 EEUU y su eje aliado hicieron lo mismo que ahora condenan a Rusia, al ocupar Serbia y quitarle su territorio para crear un nuevo Estado, Kosovo. Asimismo, parece estar más distraída en difundir las recetas del FEM y su Nuevo Orden Mundial que tratar conflictos. Su seriedad deberá ganarla de nuevo volviendo a sus inicios y ocupándose también de otros conflictos no solucionados como los de Siria, Yemen, Palestina, Armenia y Azerbaiyán e Irán, con el deber moral de invitar a todas las partes claves. Contribuir, no necesariamente como neutral pero sí con mente fría y objetiva, a la solución pacífica de conflictos es la máxima a la que se sometió este foro en su creación y a la que debe redirigirse en el futuro.
Dra. M. C. Añaños M., LL.M (Kiel) es abogada e investigadora en Derechos Humanos y Derecho Internacional Público.
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