El Gobierno estadounidense estaba al corriente de las masacres del ejército indonesio durante las purgas anticomunistas de 1965 y 1966 en el archipiélago del sudeste asiático, revelaron los archivos desclasificados por Estados Unidos sobre una de las peores atrocidades del siglo XX. Los 39 documentos de la embajada de Estados Unidos en Yakarta, sobre los […]
El Gobierno estadounidense estaba al corriente de las masacres del ejército indonesio durante las purgas anticomunistas de 1965 y 1966 en el archipiélago del sudeste asiático, revelaron los archivos desclasificados por Estados Unidos sobre una de las peores atrocidades del siglo XX.
Los 39 documentos de la embajada de Estados Unidos en Yakarta, sobre los que se levantó el secreto el martes, cubren el periodo de 1964 a 1968, en plena Guerra Fría.
Aportan nuevas informaciones sobre uno de los episodios más convulsos de la historia moderna de Indonesia.
Alrededor de 500.000 personas afiliadas al Partido Comunista Indonesio (PKI) fueron abatidos entre octubre de 1965 y marzo de 1966 por militares y milicias civiles, según los historiadores.
Las masacres empezaron después de que el general Suharto reprimiera un golpe de Estado que las autoridades indonesias imputan a los comunistas.
El dictador tomó el poder tras la intentona golpista en 1965 y dirigió el país con mano firme durante 32 años. Fue derrocado por una revuelta popular en 1998, a raíz de la crisis financiera asiática, y murió en 2008.
Durante su etapa en el poder, las masacres se presentaron como un paso necesario para librar al país del comunismo, en una época en la que Indonesia contaba con el tercer partido comunista más grande del mundo, por detrás de China y de la Unión Soviética.
Los documentos desclasificados muestran que los responsables estadounidenses en el archipiélago tenían informaciones detalladas de las masacres, con la complicidad de organizaciones musulmanas del país.
En un telegrama diplomático enviado desde la ciudad de Surabaya el 26 de noviembre de 1965, el cónsul estadounidense subrayaba que el número de informaciones provenientes del este de Java era un «indicativo de las masacres», agregando que hasta 15.000 comunistas podrían haber sido abatidos en una sola matanza.
Un mes después, el mismo cónsul indicaba que prisioneros comunistas en manos del ejército eran «entregados a civiles para ser masacrados».
Otras víctimas fueron «secuestradas en barrios populares antes de ser abatidas y los cuerpos incinerados en lugar de ser tirados a los ríos», según esos documentos.
Comparable al sacrificio de pollos
Miembros de una de las mayores organizaciones musulmanas de Indonesia, Muhammadiyah, afirmaron que los comunistas eran «infieles de los niveles más bajos de la población, derramar su sangre es comparable al sacrificio de pollos», según un cable diplomático del consulado estadounidense en la ciudad de Medan, en la isla de Sumatra.
Defensores de los Derechos Humanos pidieron a Estados Unidos e Indonesia que publiquen los documentos clasificados sobre esas masacres que todavía no se hayan divulgado.
«Estos documentos clasificados son cruciales para contar con archivos históricos completos sobre esas matanzas y para que se haga justicia sobre estos crímenes», declaró a la AFP Andreas Harsono, investigador de la ONG Human Rights Watch (HRW) en Indonesia.
Tras la caída de Suharto, se ha instado a Indonesia en repetidas ocasiones a pronunciarse sobre esos acontecimientos, pero el debate público sobre esta cuestión sigue siendo tabú en numerosos círculos.
El Gobierno inició hace poco unas tímidas medidas para tratar de arrojar luz sobre este capítulo oscuro de la historia de Indonesia, pese a la oposición de los miembros más conservadores de las fuerzas de seguridad.
Yakarta apoyó recientemente el primer debate público sobre esas masacres, en la que participaron supervivientes y militares.
Unas iniciativas que provocaron reacciones violentas. En septiembre, una reunión organizada por defensores de los Derechos Humanos sobre esas atrocidades fue violentamente interrumpida por manifestantes anticomunistas. Cinco policías resultaron heridos y una veintena de personas fueron detenidas.
El año pasado, el ministro indonesio de Defensa declaró que las víctimas de las purgas anticomunistas «merecían morir», mientras que los libros escolares omiten elementos sobre la violencia cometida durante esas purgas.