La pandemia del coronavirus ha transformado, así sea temporalmente, a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en una institución independiente a su sede mundial en Nueva York y eso provoca hechos excepcionales como que Washington no sea determinante en quienes participarán este año en su máximo órgano político: su Asamblea General.
El emblemático edificio de la Secretaría General está cerrado desde mediados de marzo y las instalaciones de la ONU seguirán siendo una ciudad fantasma hasta finales de julio, y tal vez más allá, con casi 3000 empleados, delegados y periodistas trabajando en forma digital, principalmente desde sus hogares.
La mayoría de las reuniones, incluidas las sesiones del Consejo de Seguridad, se llevan a cabo a través de videoconferencias, mientras que las «consultas informales» se realizan de forma «remota» e igualmente son virtuales las conferencias de prensa.
La letal pandemia de la covid-19 va a condicionar también la próxima sesión de la Asamblea General, un acontecimiento anual que tiene lugar en septiembre y habitualmente congrega a más de 150 líderes mundiales.
También ha trastocado completamente la conmemoración del 75 aniversario del organismo mundial, que está teniendo que ser virtual, a través de las redes y las plataformas digitales.
Es muy probable, de hecho, que por primera vez en esos 75 años de historia, los gobernantes de sus 193 miembros sean invitados a participar en la Asamblea General mediante declaraciones pregrabadas en video.
El mensaje para los líderes mundiales condenados al ostracismo por el país anfitrión de la sede de la ONU: Estados Unidos, es claro: en esta ocasión no importa estar en “la lista negra” de Washington, porque no se necesita una visa para ingresar al país y poder llegar al edificio del organismo en la primera avenida de Nueva York, sobre el lado este del río.
Palitha Kohona, exjefe de la Sección de Tratados de la Oficina de Asuntos Jurídicos de la ONU, dijo a IPS que Estados Unidos ha negado las visas de entrada a ciertas personalidades para asistir a reuniones del organismo mundial, incluidos altos funcionarios de Irán, Siria, Yemen, Libia, Venezuela, Rusia, Corea del Norte o Cuba, entre otros.
Estados Unidos difícilmente puede justificar esas medidas contra dirigentes de países con los que está confrontado, porque se contraponen con sus obligaciones dentro del Acuerdo de Sede suscrito con las Naciones Unidas, argumentó.
Con Washington enfrentado con la propia ONU y la amenaza de un conflicto insoluble entre las dos partes, la covid-19 proporciona un oasis temporal que va a permitir a la Secretaria manejar la 75 Asamblea General de manera más cómoda.
Los gobernantes de miembros del organismo vetados por Estados Unidos podrán dirigirse a la Asamblea mediante video, dijo.
Una visa estadounidense de entrada ya no será una condición sine qua non para hablar ante la ONU, planteó Kohona, quien también fue presidente del Comité Legal de la Asamblea General y Representante Permanente de Sri Lanka ante el foro mundial.
Mientras se debate sobre la sesión virtual de la Asamblea, ya se han pospuesto algunas reuniones clave, incluidas las que se centran en el desarme nuclear, los derechos de las mujeres, los pueblos indígenas y la biodiversidad, además de la Conferencia de las Partes (COP26) sobre el cambio climático programada para finales de noviembre en Glasgow, en Gran Bretaña.
Los beneficiarios, si ejercen su derecho a dirigirse a la ONU a través de videoconferencia, incluirían a gobernantes de Irán, Siria, Yemen, Libia, Venezuela, Corea del Norte y Cuba, que son prácticamente designados como persona non grata por Estados Unidos, en tanto se acentúa la confrontación diplomática entre Washington y Beijing.
El día 20, el secretario de Estado estadounidense, Michael Pompeo, hizo una advertencia implícita: «El Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (en Ginebra), ahora integrado por Venezuela y recientemente también por Cuba y China, ha sido y sigue siendo un refugio para dictadores y democracias que los complacen. Es una gran decepción para aquellos que realmente buscan promover la dignidad humana».
Fue su respuesta ante una resolución de ese Consejo contra el historial de racismo y brutalidad policial en Estados Unidos, a raíz de la muerte del afroamericano George Floyd a manos de un agente en ese país, el 25 de mayo. De hecho, Washington se retiró ya de ese órgano de Derechos Humanos en 2018.
Simon Adams, director ejecutivo del Centro Global para la Responsabilidad de Proteger (R2P), dijo a IPS que “aunque no soy experto en la legislación sobre visas de Estados Unidos, parece que prohibir el ingreso de líderes extranjeros para asistir a la Asamblea General de la ONU viola el espíritu del acuerdo sobre la sede”.
Recordó que incluso cuando en 1960, Estados Unidos y la entonces Unión Soviética estaban al borde de un conflicto nuclear, al presidente de ese país, Nikita Jruschov (o Kruschev, 1958-1964), se le permitió asistir a la Asamblea General.
Y al entonces ministro cubano Ernesto Che Guevara, también en la lista de enemigos de Washington, igualmente se le facilitó hablar ante la Asamblea General en 1964, aunque en represalia alguien lanzó un explosivo contra el acristalado edificio de la sede con una bazuca.
«Personalmente, creo que cualquier líder de un estado miembro de la ONU siempre debe tener la oportunidad de dirigirse a la Asamblea General anual, a menos que se encuentre actualmente bajo acusación de la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad o genocidio», argumentó Adams, exmiembro del movimiento internacional contra el apartheid y del partido Congreso Nacional Africano de Sudáfrica.
El paquistaní Iftikhar Ali, por largos años corresponsal de la ONU para la agencia Associated Press, quien ha cubierto sesiones de la Asamblea General desde 1971, pronosticó a IPS que la próxima Asamblea General, con solo un pequeño grupo de diplomáticos presentes en la icónica gran sala plenaria de la ONU “estará desprovista de la emoción, el color y las altas expectativas que siempre ha generado la presencia física de más de 100 líderes mundiales.”
No habrá reuniones bilaterales entre amigos o enemigos, ni recepciones o cenas donde las discusiones tienen lugar en un ambiente relajado que ayuda a aliviar las tensiones en partes del mundo, dijo.
También estarán ausentes cientos de camarógrafos y reporteros de televisión de todo el mundo que empujan y presionan para acercarse lo más posible a los gobernantes, rodeados de nerviosos guardaespaldas, dijo Ali, que fue presidente de la Asociación de corresponsales de las Naciones Unidas (UNCA).
Con la fórmula de una Asamblea General digital, «el crucial debate de alto nivel durante una semana contribuirá muy poco al avance de la causa de la paz y la seguridad internacionales», aseguró Ali.
En 1988, cuando a Yassir Arafat se le negó una visa estadounidense para una segunda visita a Nueva York para hablar ante la Asamblea General, las Naciones Unidas respondieron en forma rotunda a Estados Unidos, con el traslado temporal a Ginebra del máximo órgano de formulación de políticas de la ONU, donde participó el entonces presidente de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).
En su primera visita en 1974, Arafat evitó los cientos de manifestantes pro y antipalestinos al llegar al edificio de la ONU en un helicóptero que aterrizó en los predios de su sede, contiguos al río.
Pero desde entonces, a varios líderes políticos, antagonistas de Washington o gobernantes de regímenes sujetos a sanciones por parte de Estados Unidos, se les negó la visa de entrada o se les declaró personas no gratas.
Como resultado, los jefes de Estado de «gobiernos canallas» para Washington, incluidos Kim Il Sung de Corea del Norte y Saddam Hussein de Iraq, nunca pudieron hablar en la sede de la ONU.
Más recientemente, el sirio Bashar al Assad o el venezolano Nicolás Maduro han evitado aterrizar en Nueva York, aunque tienen el derecho legítimo de dirigirse a la Asamblea General, como líderes de un Estado miembro de la ONU.
Cuando al expresidente sudanés Omar Hassan al Bashir, acusado de crímenes de guerra, se le negó una visa estadounidense para asistir al segmento de alto nivel de las sesiones de la Asamblea General en septiembre de 2013, su gobierno indicó que se estaban violando los acuerdos sobre la sede.
Al preguntarle si los líderes mundiales como Bashar al Assad y Kim Jong un podrían dirigirse en forma remota a la Asamblea General, el portavoz adjunto de la ONU, Farhan Haq, dijo a los reporteros a mediados de mes que «se están finalizando los arreglos».
«A medida que nos acerquemos a los arreglos específicos, el presidente de la Asamblea General (el turco Volkan Bozkir, designado este mes) y su oficina… podrían brindarle más detalles. Pero esperamos que haya algún componente virtual, y ese formato aún se está decidido entre los Estados miembros «, señaló.
Haq puntualizó que no hay que sobreentender con sus palabras que los Estados miembros estén discutiendo el asunto actualmente.
«Estamos trabajando para una combinación de asistencia virtual y luego algo de asistencia física limitada, y ha quedado muy claro que tendrá que ser limitad», señaló.