El antiguo refrán «la naturaleza es un gran igualador» no se aplica más a países como Sri Lanka, donde las personas más pobres se llevan la peor parte de los eventos climáticos extremos. El agricultor Gamhevage Dayananda, de la aldea de Pansalgolla, en el norteño distrito de Polonnaruwa, es un reflejo de esta realidad al […]
El antiguo refrán «la naturaleza es un gran igualador» no se aplica más a países como Sri Lanka, donde las personas más pobres se llevan la peor parte de los eventos climáticos extremos.
El agricultor Gamhevage Dayananda, de la aldea de Pansalgolla, en el norteño distrito de Polonnaruwa, es un reflejo de esta realidad al sufrir periodos de sequía y de inundaciones de forma alternada.
Las inesperadas lluvias de febrero de 2011 obligaron a los ingenieros a abrir las compuertas de grandes tanques de irrigación, que anegaron hectárea tras hectárea de tierras cultivables, entre ellas la modesta parcela de Dayananda.
Perdió toda su plantación de arroz, lo que no es menor para su familia de cuatro integrantes que dependen de ese cultivo para vivir.
Y este año le tocó padecer otra crisis cuando la sequía destruyó sus cultivos y lo dejó a punto de aumentar más su deuda.
«En una estación solo llueve, en otra hay mucho sol», dijo Dayananda a IPS. «No hay punto medio, todo son extremos», observó.
Es poco probable que cambie la tendencia de eventos climáticos extremos que se alternan año tras año, según W. L. Sumathipala, ex jefe de la unidad de cambio climático del Ministerio de Ambiente. Sri Lanka sufre las consecuencias del cambio climático, apuntó.
El informe anual 2011 del Fondo Central de Respuesta a Emergencias de la Organización de las Naciones Unidas dice: «Las emergencias climáticas, como las vinculadas a sequías, inundaciones y tormentas exponen a las personas más pobres y vulnerables a peligros que tienen consecuencias duraderas para su salud, su medio de vida y su bienestar, dado que son las que tienen menos capacidad para lidiar y mitigar los efectos de los desastres naturales».
Pobreza
Alrededor de 8,9 por ciento de los 21 millones de personas que viven en este estado insular de Asia meridional son pobres.
«Los pobres de zonas urbanas tienen más probabilidades de verse afectados por los cambios de clima», indicó Abha Joshi-Ghani, directora de la unidad de gobierno local y desarrollo urbano del Banco Mundial. «Son los más vulnerables porque viven en áreas sensibles, en zonas precarias donde nadie más se asentaría», apuntó.
La organización humanitaria Homeless International, con sede en Gran Bretaña, estima que 12 por ciento de los tres millones de personas que viven en las ciudades srilankesas residen en asentamientos precarios.
El secretario de Defensa y Desarrollo Urbano, Gotabaya Rajapaksa, dijo que la mayoría de las personas que viven en los tugurios de Colombo residen en «tierras estatales».
«Muchos de ellos viven en reservas al lado de lagos, canales, calzadas y vías férreas», añadió.
La mayor amenaza para ellas son las rápidas inundaciones. Desde 2007, la capital, y otras áreas del oeste, fueron sumergidas más de 20 veces.
Algunas zonas quedaron anegadas luego de solo 30 minutos de fuertes lluvias, como ocurrió en la tercera semana de octubre.
El problema puede, en parte, ser atribuido a la comprometida capacidad del sistema de drenaje. Pero las precipitaciones cada vez más fuertes empeoraron la situación, en especial porque no parece que la tendencia vaya a revertirse.
En la Segunda Comunicación sobre Cambio Climático de 2012, el Ministerio de Ambiente dijo que Colombo, y el resto de las llanuras occidentales, solo pueden esperar que hayan más días húmedos, con periodos de lluvias intensas.
En cambio, los cultivadores de arroz probablemente sufran periodos de sequía en los próximos tiempos. Según el Ministerio de Ambiente, las tierras cultivables en partes de las provincias Norte y Este, incluido Polonnaruwa, no solo recibirán menos lluvias de las necesarias, sino que también sufrirán mayores temperaturas.
El Banco Central estima que un alza de 0,5 grados en la temperatura reduciría la producción de arroz en cinco por ciento.
Por ello no sorprende que el informe del Banco de Desarrollo Asiático de 2011 califique al cambio climático como la «mayor amenaza a la seguridad alimentaria».
El especialista en desarrollo sustentable Riza Yehiya también alertó que las «fluctuaciones en la seguridad alimentaria ocasionadas por el cambio climático se verán acompañadas de inestabilidad energética, el mayor requisito de la sociedad moderna», junto con el alimento y el agua.
«Los efectos combinados de este triunvirato, agua, alimento e inseguridad energética, harán que los sectores más pobres de la sociedad se vuelvan extremadamente vulnerables, a menos que la seguridad social se fortalezca para ellos en el marco del programa de mitigación del cambio climático», añadió.
Los agricultores de Polonnaruwa protestaron en septiembre luego de que los ingenieros dejaron de suministrar agua por la sequía. Los campesinos dijeron que más de 16.000 hectáreas de arrozales que dependen de los tanques de irrigación de Parakarama Samudarya estaban a punto de secarse del todo.
Tras sufrir a principios de 2011 inundaciones que destruyeron 16.000 hectáreas de arrozales y alrededor de 10 por ciento de las primeras cosechas, los arroceros del norte y el centro padecen otro flagelo.
La severa sequía de los primeros nueve meses de este año afectó a 1,3 millones de personas, según una rápida evaluación del Programa Mundial de Alimentos (PMA).
Los especialistas estimaron que alrededor de 29 por ciento de la cosecha prevista de 1,1 millón de toneladas se perderá, mientras 76.000 hectáreas, o 19 por ciento de los cultivos, ya fueron destruidos.
«Las conclusiones preliminares indican un impacto sustancial en el modo de vida de un amplio espectro de la población, así como el deterioro de la seguridad alimentaria», según la Actualización en Seguridad Alimentaria Global del PMA de octubre.
El economista Muttukrishna Sarvananthan cree que el desempleo puede afectar a 20 por ciento de la población económicamente activa en algunas partes de la provincia Norte, aunque no hay datos oficiales que lo confirmen.
* Este artículo fue producido en el marco de la serie en inglés «Climate Change: A Reporting Lens from Asia», de IPS Asia Pacífico.