Traducido el inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
Foto: Una mujer llora en el cementerio de Masouhmeh por las víctimas del nuevo coronavirus en Qom Irán, el 17 de marzo de 2020. Foto: Fatemah Bahrami/Anadolu Agency via Getty Images
El gobierno de los Estados Unidos está dirigido por sociópatas.
¿De qué otra manera podría explicarse el desprecio insensible de la administración Trump por la vida de los iraníes en medio de esta crisis mundial de coronavirus? ¿De qué otra forma encontrar sentido a la actuación de las autoridades estadounidenses redoblando su apoyo a las paralizantes sanciones económicas contra la República Islámica, a pesar de la magnitud del sufrimiento de sus ciudadanos?
La propagación de Covid-19 ha sido simple y llanamente una catástrofe para el pueblo de Irán. El lunes funcionarios iraníes informaban de otras 129 muertes, “el mayor aumento de muertes en un día desde que comenzaron a combatir el peor brote en Oriente Medio”. Docenas de funcionarios del gobierno iraní, parlamentarios y líderes religiosos han perdido la vida por la enfermedad. El número de muertos es ya de 988, y el número total de casos ha superado los 16.000 (*), ¡aproximadamente, nueve de cada diez casos en Oriente Medio! A nivel mundial, solo China y Corea del Sur han tenido más casos confirmados y, sin embargo, como señala AP, el número real en Irán “puede ser aún mayor”.
Aunque debemos dejar claro que gran parte de la responsabilidad por la muerte y el sufrimiento en Irán debe recaer sobre el gobierno iraní, que ha sido grotescamente incompetente y profundamente deshonesto. “La respuesta oficial fue la negación evidente de la magnitud de la crisis”, escribieron los médicos iraníes (y exiliados) Kamiar y Arash Alaei en el New York Times a principios de este mes. El líder supremo del país, el ayatolá Ali Khamenei, señalaron, incluso “acusó a los enemigos del país de exagerar la amenaza del coronavirus”.
Sin embargo, las sanciones estadounidenses contra Irán, que han tenido un impacto devastador en su economía, han empeorado mucho la situación. El gobierno se vio obligado a solicitar un préstamo de emergencia de 5.000 millones de dólares al Fondo Monetario Internacional, mientras el presidente iraní Hassan Rohani escribió a varios líderes mundiales para comunicarles cómo la lucha de su país contra el coronavirus se había visto “gravemente obstaculizada por las sanciones de Estados Unidos”. Su ministro de Relaciones Exteriores, Javad Zarif, acusó al gobierno de Estados Unidos de “terrorismo médico”.
La administración Trump -a través del secretario del Tesoro Steve Mnuchin- continúa insistiendo en que las sanciones no impiden la ayuda humanitaria. Esto es, técnicamente, correcto. Sin embargo, como señaló Human Rights Watch en octubre de 2019, meses antes del nuevo brote de coronavirus en Irán, “aunque el gobierno de Estados Unidos ha incorporado exenciones para las importaciones humanitarias en su régimen de sanciones… en la práctica, estas exenciones no han logrado compensar la fuerte reticencia de Estados Unidos, y las empresas y bancos europeos corren el riesgo de incurrir en sanciones y acciones legales al exportar o financiar bienes humanitarios exentos”. El resultado, concluía el grupo por los derechos humanos, “ha sido que los iraníes no pueden acceder a medicamentos esenciales, menoscabándose por tanto su derecho a la salud”.
En realidad, como señaló el Consejo Atlántico en mayo de 2019, “a pesar del hecho de que las sanciones eximían los bienes humanitarios, el Departamento del Tesoro estadounidense había procesado previamente a compañías médicas por vender pequeñas cantidades de suministros médicos a Irán, lo que a su vez había tenido un efecto disuasorio en otras compañías que hacían negocios con Teherán”.
¿Es sorprendente, entonces, que los proveedores iraníes de máscaras respiratorias, batas quirúrgicas y ventiladores estén diciendo ahora que están agotados? ¿O que el gobierno iraní esté luchando para importar las materias primas que necesita para fabricar medicamentos antivirales?
A finales de febrero, la administración Trump hizo un pequeño ajuste en el régimen de sanciones y permitió que llegara ayuda humanitaria a Irán en coordinación con el gobierno suizo. Sin embargo, el alivio de las sanciones debe ir mucho más lejos y mucho más rápido. Como la representante Ilhan Omar, una de las pocas voces progresistas de la política exterior en Capitol Hill, tuiteó la semana pasada: “Tenemos que suspender estas sanciones antes de que se pierdan más vidas”.
Tiene toda la razón. Y hay un precedente: cuando en diciembre de 2003 un terremoto masivo mató a 26.000 personas en la ciudad de Bam, en el sureste de Irán, la administración Bush permitió una suspensión temporal de las sanciones. Como ha relatado el periodista Negar Mortazavi: “Varios aviones militares estadounidenses aterrizaron en Irán por primera vez desde la revolución de 1979” y “transfirieron más de 70.000 kilos de suministros médicos y más de 200 miembros del personal civil de Boston, Los Ángeles y el condado de Fairfax en Virginia, para ayudar a Irán en la búsqueda y rescate, cirugía de emergencia y coordinación de respuesta ante el desastre”.
Sin embargo, la administración Trump se ha negado a ceder. Es algo tan cruel e irracional que hace que, en comparación, veamos como seres compasivos y razonables a George W. Bush y Dick Cheney.
El lunes, los gobiernos chino y ruso exigieron a Estados Unidos que suspendiera las sanciones contra Irán a causa de la pandemia. El Ministerio de Relaciones Exteriores de China hizo un llamamiento a Estados Unidos para que “levante de inmediato las sanciones unilaterales” contra la República Islámica, que describió estaban impidiendo la “entrega de ayuda humanitaria por parte de la ONU y otras organizaciones”. Refiriéndose a esas sanciones como “ilegales” y “antihumanas”, el gobierno ruso acusó a Washington de impedir “a propósito” que millones de ciudadanos iraníes “pudieran adquirir los suministros médicos necesarios”.
Sin embargo, de nuevo, la administración Trump se ha negado a ceder. Es algo tan cruel y está tan fuera de sintonía con la comunidad internacional que los gobiernos chino y ruso se están moviendo por un terreno moral mucho mayor.
Que Estados Unidos volviera imponer sanciones de forma unilateral contra Irán en 2018 fue una clara violación del derecho internacional, según la Corte Internacional de Justicia. No fueron ordenadas por el Consejo de Seguridad de la ONU y, en relación con el efecto de esas sanciones en los derechos humanos, el Relator Especial de la ONU ha criticado ferozmente las “formas ilegales e inmorales de coerción” de la administración Trump, calificándolas de “ataque económico” contra el pueblo iraní.
Por supuesto, un ataque contra la República Islámica es lo que los halcones en Washington siempre anhelaron. El domingo el exasesor de seguridad nacional de Trump, John Bolton, estaba otra vez agitando una nueva guerra con Irán. Mientras tanto, los antiguos colegas de Bolton en el grupo de presión neoconservadora United Against Nuclear Iran, como reveló Eli Clifton, han estado “instando a las principales compañías farmacéuticas a que ‘pongan fin a sus negocios en Irán’, centrándose en las compañías con licencias especiales -a menudo bajo una exención definida en sentido amplio como ‘humanitaria’- que comercian con Irán.
Solo hay una palabra para describir este comportamiento: sociopatía. Millones de iraníes, recuerden, podrían perder la vida a causa del virus.
Aunque ya contamos con experiencias anteriores en tal sentido. Las brutales sanciones estadounidenses contra Iraq en la década de 1990 causaron la muerte de cientos de miles de niños iraquíes inocentes. Varios altos funcionarios humanitarios de la ONU renunciaron en protesta por tal política, y uno de ellos la denunció como “genocidio”.
¿Y cuál fue la respuesta del gobierno de Estados Unidos? “Creemos que el precio merece la pena”, declaró la entonces secretaria de Estado Madeleine Albright.
Mientras los estadounidenses corrientes hacen cola en las tiendas de comestibles y farmacias de Estados Unidos para abastecerse de medicamentos recetados, ¿tienen alguna idea de que a sus colegas iraníes se les niegan medicamentos y productos básicos debido a la política del gobierno de Estados Unidos? Y a medida que el número de muertes en Irán por el Covid-19 continúa aumentando, exacerbado por un horrible embargo económico, ¿piensan también los estadounidenses de a pie que el precio merece la pena?
N. de la T.:
(*) Las cifras de víctimas, al igual que casi en todos los países, han seguido incrementándose. A fecha 23 de marzo eran ya, oficialmente, 1.685 muertos y más de 21.000 contagiados.
Mehdi Hasan es columnista y uno de los principales colaboradores de The Intercept. Es el presentador del podcast «Deconstructed». Hasan también es el anfitrión de «UpFront» de Al Jazeera English. Ha entrevistado, entre otros, a Edward Snowden, Hamid Karzai, Ehud Olmert y el general Michael Flynn. También es autor de dos libros: una biografía del exlíder del Partido Laborista británico, Ed Miliband, y un libro electrónico sobre la crisis financiera y la economía de la austeridad. Vive en Washington D.C.
Fuente: https://theintercept.com/2020/03/17/coronavirus-iran-sanctions/
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