En el corazón profundo del África subsahariana, Estados Unidos, han ha abierto un nuevo frente en la guerra, por ahora, económica que librar contra China y sus fuertes inversiones en diferentes países del continente. Ahora en el turno de la República Democrática del Congo (RDC) que está encerrada desde hace 16 años en un sangriento […]
En el corazón profundo del África subsahariana, Estados Unidos, han ha abierto un nuevo frente en la guerra, por ahora, económica que librar contra China y sus fuertes inversiones en diferentes países del continente. Ahora en el turno de la República Democrática del Congo (RDC) que está encerrada desde hace 16 años en un sangriento círculo de violencia, rebeliones, protestas y disturbios políticos. Un panorama demasiado siniestro si se tiene en cuenta que el país en la guerra civil que se libró entre 1997 y 2003 tuvo cinco millones de muertos (Ver: R. D. del Congo: Cuándo un genocidio sucede.).
Las milicias que operan en diferentes regiones del país, contra las cada vez más debilitadas fuerzas del gobierno central, en muchos casos no se sabe si operan a favor de idearios políticos, ancestrales cuestiones tribales o por delegación de importantes empresas multinacionales, en procura de los riquísimos recursos naturales de la RCD.
A la inestabilidad y violencia que se vive en el interior remoto del país, se agrega que la misión la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en la República Democrática del Congo (MONUSCO), la mayor y más costosa de las Naciones Unidas, en 2017, debió cerrar cinco de sus bases, dada la reducción de gastos promovida por la administración de Donald Trump.
El deterioro endémico de las autoridades centrales, sigue empeorado la seguridad en todo el país. Mientras el presidente Félix Tshisekedi, quien asumió en enero pasado, convirtiéndose en el primer mandatario que asume «democráticamente» en los 60 años de vida independiente del país, después de una muy discutida elección, para muchos amañada por el ex presidente Joseph Kabila, presidente desde 2001, hasta este último enero.
Kabila, en procura de mantener el poder tras el cambio presidencial, dejó a Tshisekedi en una disyuntiva extremadamente compleja mantener su línea de acercamiento a Beijing o aceptar las presiones de Washington, para alejarse de la influencia China, que está invirtiendo fuertemente en infraestructura y minería principalmente en yacimientos de cobalto, un mineral imprescindible para la industria electrónica desde los dispositivos móviles hasta la fabricación de misiles y coltán un componente esencial para la fabricación de conectores electrónicos . (Ver: RDC: ¿Qué sabe usted del coltán?)
En los pocos meses que lleva de gobierno Tshisekedi, parece ya haber elegido el camino, desmarcarse de su predecesor, de manera sorpresiva impidió que asumieran los senadores del Frente Común por el Congo (FCC), la fuerza política de Kabila, denunciando que las elecciones fueron digitadas, sin duda una caída de ojos a Washington. Que el nuevo mandatario, se enfrente a su aliado, sin que todavía haya tomado el control de las estructuras del gobierno en manos de funcionario pro Kabila, fundamentalmente en la inteligencia y las fuerzas de seguridad, es una jugada que no solo pone en riesgo su gobierno, sino la estabilidad de la ya muy convulsa patria de Patrice Lumumba.
Tshisekedi, quien dentro de algunas semanas viajara a Estados Unidos, en estos pocos meses de gobierno ha mostrado su intención de acercamiento a Washington y diferenciarse de su antecesor y su alianza con China durante la última década.
El nuevo presidente, que ha heredado el poder político de su padre Étienne Tshisekedi, muerto en 2017, pero no su carisma, deberá gobernar el segundo país más extenso de África, con 82 millones de habitantes de los cuales 13 millones están en situación de inseguridad alimentaria y otros 4.5 millones desplazados de sus tierras por la violencia tan endémica como como el cólera y el ebola, asume en un tembladera político y social, que si no logra serenarlo, sabe, el espectro sangriento de la guerra civil, lo espera a la vuela de la esquina.
Y de pronto… llegaron ellos.
Como si la tribulaciones del presidente Tshisekedi, fueran pocas, hace apenas 10 días entró en escena por primera vez el Daesh de Abu Bakr al- Bagdadí o el califa Ibrahim, en búsqueda de un territorio donde pueda asentarse tras las derrotas de Siria, Irak y Libia.
La banda integrista asumió la responsabilidad de un ataque en el este de la RDC, contra una base militar en Bovata, en el distrito de Kamango, en la caliente provincia de Kivu Norte, próximo a la frontera con Uganda. Dos mensajes publicados en el sitio controlado por los hombres del califa, Amaq afirman que su muyahidines participó en el ataque al cuartel del ejército congoleño, en la noche del martes 16 al miércoles 17 de abril, en que los asaltantes, ocuparon temporalmente, dejando tres soldados muertos y otros cinco heridos.
En el área donde se produjo el ataque, operan desde hace 1995, las Fuerzas Democráticas Aliadas de Uganda y la República Democrática del Congo (FDA) una milicia encabalgada en ambos lados de la frontera, que en 2013 intensificó sus acciones, que produciendo grandes matanzas tanto en la RDC como en Uganda, se estima que en número de muertos desde entonces llegarían a los dos mil.
Desde hace varios años la inteligencia congoleña, trabaja la hipótesis de que las FDA y el Daesh, han estrechado vínculos, aunque nunca hubo una declaración por parte de algunos de esos grupos en ese sentido.
En 2018, fue detenido en Nairobi Kenia, Waleed Ahmed Zein, acusado de ser financista de las dos organizaciones, por lo que la tesis del vínculo entre ambas se ha fortalecido.
Las ADF, se estima cuentan con una fuerza entre los 800 y 1500 hombres, con base en la región montañosa de Rwenzori, que corre a lo largo de frontera, equipados con morteros, armas y lanzagranadas antitanque de mano. La milicia ha engrosado sus filas con reclutamiento coercitivo y el secuestros tanto de hombres, mujeres y niños. El último informe conocido sobre esta problemática data de 2014 donde se explica que entre julio del 2010 y noviembre de 2013, solo en la región de Beni se produjeron más de 660 secuestros, de los que 382 se realizaron solo en el 2013. Según declaraciones de un oficial no identificado de la MONUSCO, la ADF además de incorporar a sus filas a personas secuestradas en Uganda y la RDC, también cuentan con milicianos provenientes de Tanzania y Somalia.
La milicia ADF que ya lleva más de 20 años sosteniéndose entre las fronteras, con frecuencia hace muy borrosas las líneas que separan la delincuencia común, con su accionar militante, hasta ahora se financiaron exitosamente con la explotación ilegal de madera preciosas y minas de oro, además de que gracias corrupción la ADF, puede operar una «compañía» de trasporte de pasajeros, autos y motos, que funcionan entre las poblaciones de Butembo, Beni y Oicha en Kivu del Norte.
A través de análisis de videos publicitarios conocidos en 2016 y 2017, donde se muestran combates, atención médica para sus heridos, prácticas de artes marciales, clases de estrategias, adoctrinamiento de niños y mensajes de propaganda para reclutamiento, usando idiomas como el kiswahili, luganda, árabe, francés y kinyarwanda y dialectos hablados en Uganda, Tanzania y en la RDC, el Grupo de Investigación de Congo (CRG), en noviembre de 2018, concluyó que el ADF, está intentando mutar hacia una alineamiento carácter fundamentalista, cambiando su nombre por el de Madina en Tauheed Wau Mujahedeen (La ciudad del monoteísmo y los guerreros sagrados) o MTM, habiendo creado una bandera similar a las que usan las bandas integristas como al-Shabaab, al-Qaeda, Daesh o Boko Haram.
Si bien, siempre entre los milicianos del ADF, hubo fundamentalistas religiosos, es en estos tiempos donde su voz se escucha con más claridad dentro de la organización. Lo que sin duda han detectado los agentes de al-Bagdadí y están trabajando en consecuencia, para amalgamar los milicianos del ADF, con los muyahidines del Daesh, así que pronto se conocerá el juramento de lealtad o bayat, realizado por los milicianos de la ADF, al califa Ibrahim, que de manera desesperada buscan un territorio donde hacerse fuerte, y si en él l podrían afectar interés de algún enemigo de los Estados Unidos o el corazón de las tinieblas, mejor.
Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.
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